Por @itamaria83
Uno de los mensajes que hizo parte de la movilización de este 8M en Bogotá, fue el de “Trabaje juiciosa usted, alcaldesa”, haciendo alusión al episodio que protagonizó Claudia López, hace ya casi un mes, en el que, caminando por el centro de la ciudad mientras grababa o transmitía en video la nueva campaña de cuidado para combatir el COVID-19, fue increpada por una vendedora informal que le pidió ayuda diciendo: “Ayúdenos en algo ¿Cómo nos va a ayudar? porque esto está tenaz”. A lo que la mandataria respondió con la ya memorable frase: “Trabaje juiciosa, trabaje juiciosa, sumercé”. No se detuvo a oír a la mujer que estaba en un andén, a la intemperie, intentando ganarse la vida en una ciudad insegura y desigual que no cuida a las mujeres ni teniendo a una de mandataria.
De acuerdo con el informe sobre el mercado laboral de enero de 2021 (elaborado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE) las mujeres entre 24 y 54 años fueron las más afectadas por el desempleo, que escaló a un 17.3% en el primer mes del año. Es decir: 1.1 millón más de personas que en enero del 2020, y por cada hombre que perdió el empleo, cuatro mujeres resultaron desempleadas. La reactivación económica de esas mujeres debería estar dentro de las prioridades de la administración, teniendo en cuenta que esas cifras alarmantes amplían las brechas de género y ponen a las mujeres en una situación que debería verse en letras rojas de emergencia. Y esa respuesta -si es que se puede llamar así-, deja ver que no es el caso. No hubo respuesta ni mucho menos soluciones. Hubo un desplante cínico que agotó la poca fe que nos quedaba a algunas de las feministas que votamos por Claudia, confiadas por los ocho puntos del pacto que firmó, con y por las mujeres, antes de las elecciones.
Yo, al igual que varias compañeras feministas, voté por Claudia con recelo sabiendo que no había otra opción entre la baraja de candidatos (que incluía a hombres blancos de partidos tradicionales de derecha y, de izquierda, el único que había tenía denuncias por violencias de género). Sin embargo celebré que fuera la primer mujer en ocupar el cargo, y además la primera alcaldesa lesbiana en toda la región, sabiendo que la representación es importante aunque no suficiente. Apoyé también el pacto de 8 puntos que, en campaña, Claudia firmó con varias mujeres feministas, de larga y diversa trayectoria, que recogen un sentir amplio e importante de los feminismos. Y aunque siempre supimos que la iba a cagar no una, sino varias veces, no esperábamos tanto cinismo. Honestamente queríamos que le fuera bien como alcaldesa.
Ya sabíamos que la participación de las mujeres en cargos públicos en Colombia era una de las más bajas de la región y en las pasadas elecciones territoriales la cifra empeoró: a pesar de tener más candidaturas de mujeres, decrecimos en cargos ocupados frente al periodo anterior, e incluso quedamos peor paradas que en el 2005. ¡Nos devolvimos casi 15 años en representación política!. En medio de ese panorama, los pocos espacios ganados, incluyendo la votación histórica al segundo cargo de elección popular más importante del país, desbloqueaba un hito que parecía aún lejano en el contexto del actual gobierno y la godarria de los sectores más poderosos de este país.
Una mujer abiertamente lesbiana, que hizo carrera en la política colombiana, una esfera machista, goda, desigual y patriarcal, en donde a los varones no les importa no sentirse preparados para lanzarse a ocupar cargos políticos, ni les preocupa que los juzguen por su apariecia física, su ropa o levantar la voz. A ellos se les celebra la inexperiencia, el ímpetu, el arrojo y sobretodo la astucia para la política, para conectarse, moverse y conseguir avales: ser “zorro” en ese mundo, es una cualidad deseable. Ser zorra, en cambio, no está bien visto entre las mujeres. Y resulta mucho más difícil que nosotras nos lancemos a cargos de elección popular, que nuestros liderazgos se posicionen dentro de los partidos o tan siquiera nos interesemos en política y, mucho menos, que ocupemos esos cargos de poder. Claudia fue zorra política y eso se lo aplaudo.
Pero este tipo de acciones de indiferencia y apatía son indefendibles incluso, y especialmente, para quienes votamos por ella y celebramos su triunfo político. Por supuesto que no todo ha sido malo, pero no le vamos a aplaudir solo por el cumplimiento de su trabajo. Esperamos mucho más. Esta no fue la primera vez ni tampoco fue la gota que rebosó la copa. Recordemos que en pleno momento crítico de la pandemia y las cuarentenas, puso en riesgo a la población trans con la medida de “pico y género”, dejando a juicio de la policía el reconocimiento de sus identidades, y que ha enviado al ESMAD a intervenir la protesta social en múltiples ocasiones (incluida la del 8 de marzo, día internacional de las mujeres trabajadoras).
¿Qué ha pasado con los 8 puntos de ese pacto que Claudia firmó con las mujeres?
En dicho documento Claudia asumió el compromiso de trabajar por una ciudad “global, cuidadora, incluyente y sostenible” y, más concretamente, a cumplir con los 8 puntos acordados, que fueron presentados a la opinión pública por Claudia, junto Ángela María Robledo, Maria Mercedes Maldonado y Gloria Cuartas, quienes también hicieron parte de la construcción del documento. Pero, para ser honesta, yo muy cuidada no me siento cada vez que salgo a marchar y escucho las aturdidoras del ESMAD. Mucho menos cuidada me siento cuando termino gaseada junto a mis compañeras. Así como tampoco se sintió cuidada la comunidad trans durante las medidas del pico y género, o las mujeres que arengaban este 8M en las calles “la Claudia no me cuida a mi me cuidan mis amigas” o las mujeres migrantes que viven los efectos de sus comentarios xenófobos.
Creo que es momento de que las mujeres que firmaron este pacto llamen a veeduría a Claudia. Es momento de que se reúnan y nos den razón de cuáles han sido los avances, cumplimientos e inclumplimientos, punto por punto. Exigimos saber qué “tan juiciosa” está trabajando, por nosotras, la alcaldesa que ayudamos a elegir.
Así como las feministas ayudamos a poner mujeres en cargos de poder, evitaremos que quienes incumplan con estos pactos los sigan teniendo. El feminismo es la fuerza política más importante de nuestros tiempos, por eso celebramos con especial emoción la fuerza de movimientos políticos feministas como Estamos Listas y las aspiraciones presidenciales de mujeres como Ángela María Robledo y Francia Márquez.
Antes decía que, si bien no es suficiente que una mujer ocupe espacios y cargos de poder para que celebremos la representación, necesitamos mujeres que lleguen al poder con agenda para las mujeres. Ahora me corrijo porque Claudia está demostrando que ni con eso basta. Claudia NO ES FEMINISTA, siempre lo ha dicho, siempre lo hemos sabido y por eso nuestra agenda nunca fue la suya. Lo único a lo que podemos apostar ahora es a tener mujeres en el poder que no tengan miedo de nombrarse feministas, y menos de nombrar a feministas en sus gabinetes.
Queremos que la alcaldesa sepa que estamos atentas, siempre atentas.
Me gusta. Sería bueno ampliar un poco y conocer qué se ha hecho en el frente de los derechos económicos y los TDCNR que, según entiendo, han sido uno de los puntos en los que nos hemos vistas más afectadas por la pandemia. También revisar qué ha hecho la alcaldía para abordar el incremento de la violencia intrafamiliar y de la violencia contra la mujer durante el encierro. Yo no he visto mucha cosa… Ni programas de educación masivos, ni líneas de crédito especiales, ni auxilios económicos dirigidos a mujeres, ni alternativas para liberar nuestra carga en los TDCNR. Carga que, por todo lo demás, se ha incrementado de manera alarmante con esta pandemia… pero puede que sea ignorancia.