Disclaimer: antes de decidir usar una sustancia vale la pena reflexionar sobre el contexto en el que vamos a consumir y si es adecuado, o no, hacerlo.
¿Qué prejuicios tenemos sobre el uso de sustancias psicoactivas?, ¿sentimos miedo a ser señaladas, estigmatizadas, discriminadas, y hasta violentadas por su uso? ¿Qué sucede con la criminalización en el movimiento de mujeres y en el movimiento de VIH? Muchas personas en las redes de mujeres con vih aprenden de los discursos de la no discriminación porque venden y les hace escucharse incluyentes, pero después, en realidad, terminan por actuar como cualquier persona fundamentalista, discriminadora y antiderechos.
Mucho tiempo pensé y narré que la raíz de adquirir vih estaba vinculada con esa etapa de fiestas electrónicas y probar todo lo que me ofrecían. Era una idea medio absurda porque el vih me lo transmitió un novio, en el marco de una relación estable. Entendí con el tiempo, y con la llegada del feminismo, que mi mirada sobre esa temporada de exploración en el uso de sustancias psicoactivas no había sido el desencadenante de adquirir el vih. El desencadenante fue la violencia de género. Y es que, a veces, lo que nos enseñan que es un no cuidado o un abandono, es, en realidad, una exploración; esto hace que nos ubiquemos en diferentes posiciones donde dejamos de ser víctimas y decidimos desde los deseos, desde la autonomía de los cuerpos.
Algunas reflexiones sobre mujeres que viven con VIH y el uso de sustancias
En algún momento de mi trayectoria como persona con VIH me negué a aceptar que transito en el uso de sustancias psicoactivas (alcohol, cannabis, MD, L.S.D., tabaco, cocaína, etc). Lo negué desde un lugar de prejuicios y estigma hacia las personas usuarias de drogas y también por mi historia familiar. En otro momento, vinculé la transmisión del vih con esa fase que viví a los 19 años de explorar otras sensaciones y probar sustancias psicoactivas. Comenzar a explorar la sexualidad desde otros sentires.
Mi papá me preguntó un día, durante un almuerzo dominical:
– ¿Y vos probaste drogas?
Muy pero muy fresca, respondí:
– Sí, claro.
– ¿Cuáles?-, me dijo.
– Todas: cocaína, ketamina, popper, éxtasis, porro, ácido-, dije, como si mi papá entendiera al menos la mitad de lo que decía. Y agregué:
– Pero no me enganché con ninguna, así que todo bien.
Siento que llegó la hora de que las mujeres con vih hablemos desde la gestión del placer en el uso de las sustancias psicoactivas con un enfoque feminista. Una práctica que algunas corrientes más biomédicas y salubristas reducen a un problema de salud, cuando puede ser una herramienta para liberarnos del estigma y volver a gozar de nuestra sexualidad, lograr volver a tener conocimiento y noción de nuestros propios cuerpos.
Y es que el miedo a ser discriminadas, el miedo a transmitir el vih, el miedo a recibir violencias por tener vih, en algunas ocasiones, puede provocar un aislamiento de la vida sexual, una restricción de otros placeres, una expulsión del campo de los deseos. Puede concluir en no creernos merecedoras de ser deseadas, y de poder gozar después de tener un diagnóstico de vih positivo.
En julio del 2022 se realizó la 24° conferencia mundial de SIDA en Montreal, Canadá, ciudad en donde la venta y el consumo de marihuana son legales. Por supuesto que fumé, probé varios tipos y pasé bien voladita, pero sin dejar de hacer nada de todo lo que tenía agendado, sin faltar a ningún compromiso. Estuve cada día entre las 8-9 de la mañana y tomando los comprimidos post conferencia. Volví con acuerdos políticos, y acuerdos de recursos. Aún así, hubo un grupo de mujeres que estuvieron ahí, que no fueron de mi propia red ni de otras redes con las que trabajamos, que no pararon de comentar que estuve “drogada” (como si no estuviera siempre drogada por la medicación). Estos juicios morales coexisten con nuestro trabajo en proyectos, con acuerdos políticos y recursos financieros para eliminar el estigma y la discriminacion. Es la paradoja del propio movimiento.
Pensando en la acción del uso de sustancias psicoactivas siendo ya feminista, y con otra mirada más conciente sobre las drogas, comencé a entender otras opciones del por qué del uso y cómo esos usos, en términos de gestión de placer, pueden ayudarnos a las mujeres con vih a reencontrarnos con nuestros cuerpos y el placer de coger, el placer de ejercer nuestros derechos sexuales. Cómo experimentar con el MD puede hacerte olvidar que algunas personas al coger contigo sienten miedo, o pueden en un instante decir o hacer algo que sea un acto de discriminación.
La primera vez que tuve relaciones sexuales sin condón con una pareja, nos tomamos una botella de ron. Él tenía claro que no había riesgo de transmisión pues mi carga viral es indetectable, y él tenía toda la información. Fue un consenso: “hagámoslo”. Tal vez sin eso, esa vez no se daba. Recuerden que estoy hablando de experiencias propias y vividas, desde un conocimiento situado. No son recomendaciones generales, ni invitaciones a hacer lo que yo hice. Pero sí es un invitación a que conversemos más sobre el uso de sustancias psicoactivas, el vih, los traumas y la cancelación del placer en las relaciones sexuales.
Hace unos meses que le doy vueltas a la idea del uso de sustancias psicoactivas como un reencuentro con el placer en todas sus formas. Como una herramienta para superar el estigma y la discriminacion de las mujeres con vih. Pienso por qué lo comencé a plantear desde este lado.
A lo largo de estos años escuché y ví a decenas de mujeres contar que luego del diagnóstico positivo de vih cancelaron su vida sexual. Es decir, cancelaron un derecho humano, los derechos sexuales, el derecho al placer. Es un tema que necesita mayor exploración, una reflexión más a fondo.
Es claro que el uso de sustancias psicoactivas, cualquiera sea, no debe ser tomado a la ligera. Hay que tener en cuenta diversos factores que pueden afectar a nuestro entorno y a nuestro organismo. Antes de decidir usar una sustancia vale la pena reflexionar sobre el contexto en el que vamos a consumir y si es adecuado, o no, hacerlo. Por contexto nos referimos a elegir un lugar, una compañía y un estado adecuado para la sustancia que pretendemos usar. Hay que considerar factores que van desde el estado emocional y mental en el que se encuentra la persona, hasta la situación legal de la sustancia. También hay que pensar en las consecuencias familiares, laborales o educativas de ser “cachado”. El uso de sustancias psicoactivas implica riesgos para todes, la única manera de mitigar esos riesgos, cuando queremos consumir, es con un consumo informado, no con la abstinencia. Lo mismo para nosotras. Las personas con vih tenemos tanto derecho a el placer, e incluso a equivocarnos, como cualquiera, hacernos exigencias morales extra, o imponer restricciones a lo que decidimos hacer con nuestros propios cuerpos es discriminación.Adherencia y uso de sustancias
Después de 20 años de diagnóstico llegué a escribir este texto, y a poder visualizarme también como usuaria de drogas, gracias al trayecto compartido con la red de usuarios de sustancias psicoactivas, LANPUD. Los propios miedos, estigmas y discriminaciones vividas hacen que a veces nos corrijamos de identidades que no sabemos cómo construir.
Para algunas mujeres con vih, luego de haber vivido múltiples discriminaciones, estigma y violencias vinculadas con el virus, pensar en el uso de sustancias como reencuentro con el propio cuerpo y con el cuerpo de otras personas, puede ser una opción liberadora y sana para nuestra sexualidad.
Muy buena Nota
Me encantanto la nota.
Great article. Great food for thought. This angle will be a good discussion topic in my WhatsApp group with fellow womxn living with HIV.