
Ayer el pueblo brasileño volvió a las urnas para elegir al presidente de los próximos cuatro años (2023 – 2027). A Lula (Partido de los trabajadores – PT), el ganador, le queda la responsabilidad de recuperar y hacer avanzar los derechos de las mujeres y de las personas LGBT, ¿qué pueden esperar con el cambio de gobierno?
En medio de la campaña por la presidencia, Bolsonaro, en varias ocasiones, hizo declaraciones misóginas y no presentó propuestas para la población femenina y diversa, como sucedió en la reciente contienda presidencial de este año en Colombia con el candidato Rodolfo Hernández. Tal como Hernández, Bolsonaro (Partido Liberal – PL) fue derrotado en las urnas. Este domingo tuvo 58,2 millones de votos, siendo el primer presidente en Brasil que no ha podido ser reelegido desde la publicación de la ley que autoriza la candidatura para otra elección en 1997. Mientras tanto, Lula recibió más de 60,3 millones de votos y gobernará Brasil por tercera vez a partir del 1 de enero de 2023. Además de los desafíos económicos, los problemas de empleo, desigualdad, salud, seguridad y la crisis medioambiental, la violencia de género es una urgencia notable en el país.
En el primer semestre de 2022, el gobierno brasileño registró 31.398 denuncias y 169.676 infracciones por violencia doméstica contra la mujer. Sin embargo, con el nuevo gobierno de Lula se espera una redemocratización, con espacios de escucha de la sociedad civil y una disminución de la violencia de género, a través del avance en los derechos de las mujeres y personas LGTB. Los datos son alarmantes, el Anuario de Seguridad Pública de Brasil de este año muestra que 1 mujer es víctima de feminicidio cada 7 horas. Esto significa que al menos 3 mujeres mueren al día simplemente por ser mujeres. Según un dossier del Observatorio de Muertes y Violencia contra personas LGTB, el racismo y la violencia también aumentaron significativamente: de 33,3% muertes que se registraron en 2021 en Brasil, 316 correspondieron a personas LGBT respecto a 237 que se reportaron en 2020, lo que deja a Brasil como el país en el que más se matan personas trans en el mundo.
¿Políticas de género: qué se espera y qué promete el gobierno Lula?

Por el contexto de violencia en el país, 75% de las víctimas de violencia de género en Brasil tienen miedo de denunciar, así lo indica la encuesta de opinión “Violencia Doméstica y Familiar contra las Mujeres de 2021”, realizada por el Instituto DataSenado, en alianza con el Observatorio de las Mujeres contra la Violencia. Para intentar cambiar esta realidad, el gobierno Lula pretende crear el Ministerio de las Mujeres, donde “las políticas para las mujeres tendrán centralidad y prioridad”. A partir de este ministerio, Lula promete recuperar el programa para combatir la violencia contra la mujer: “Mujer Vivir Sin Violencia”. De esta manera, espera ampliar acciones y producir una red completa de servicios, con recursos previstos en el presupuesto y políticas públicas de calidad para todas las mujeres –consolidando y ampliando la implementación de las leyes Maria da Penha (contra la violencia doméstica) y de Feminicidio–.
Lula, en su primer mandato en 2003, revolucionó el tema de los derechos de las mujeres, no solo con la creación de la Secretaría Especial de Políticas para la Mujer (SMP), sino, sobre todo, con medidas y acciones estratégicas para el empoderamiento y la autonomía de las mujeres y la protección contra la violencia de género. Sin embargo, en su futuro mandato, enfrentará el desafío de recuperar y ampliar los derechos de las mujeres, niñas y personas LGTB. Algunas de las prioridades con enfoque de género apuntadas por las diputadas federales en Brasil, son la igualdad salarial, la pobreza menstrual y la licencia materna. Se espera que su futuro gobierno tenga implicaciones en las políticas públicas y en los servicios de atención integral y multidisciplinaria a las víctimas; en derechos sexuales y reproductivos; que logre universalizar la red de enfrentamiento, prevención y atención de casos de violencia y generar espacios virtuales para denunciar el acoso sexual, moral, la violación y el abuso sexual; asimismo, que pueda ampliar los servicios de seguridad pública y asistencia social y jurídica; llevar a todos los pueblos del país las políticas y servicios públicos e incluir a las víctimas en los programas sociales, en el mundo del trabajo y en la generación de ingresos y la formación profesional.
Una encuesta de la consultora IDados, basada en la “Encuesta Nacional por Muestra de Hogares” del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), mostró que las mujeres brasileñas ganan en promedio un 20,5% menos que los hombres cuando se comparan trabajadores con la misma educación, la misma edad y la misma ocupación. Para intentar responder a este dato, Lula declaró: “nuestra Constitución tiene el principio de que hombres y mujeres deben ganar igual salario si tienen la misma función. Y vamos a reglamentar esta ley. Vamos a garantizar que mujeres y hombres puedan ganar igual salario. Ella hace lo mismo que el hombre, tiene que ganar lo mismo que el hombre”, dijo Lula este año en una entrevista de radio.
El acceso al aborto y a los recursos naturales

La agenda de Lula pasa por dar a todas las mujeres el derecho a la salud integral: “reanudar y ampliar la Política de Atención Integral a la Salud, combatiendo la mortalidad materna y asegurando una atención de calidad en todas las etapas de la vida.” No obstante, el aspecto “integral” de la agenda no aborda el derecho al aborto legal, que en Brasil está permitido sólo para salvar la vida de la madre, inviabilidad fetal o por violación. Un análisis de Elas en el Congreso mostró que los proyectos de ley que tratan sobre el aborto o la violencia sexual aumentaron un 77% en el 2019 y un 56% en el 2020, y que la mayoría de los proyectos de ley son desfavorables. La entrada del futuro presidente Lula podría traer esperanza para retomar estas discusiones, sin embargo, así como Bolsonaro, Lula tiene un discurso contradictorio sobre el aborto. A pesar de que la decisión de ampliar o quitar el derecho al aborto no es del presidente, sino del congreso, su postura es muy importante para traer el tema a debate. Este año, Lula dijo que la interrupción de la gestación es una decisión de las parejas, más tarde añadió que el aborto era una cuestión de salud pública y que se relacionaba con la raza y la clase, pero hoy está contra la ampliación del derecho. En un video publicado recientemente en campaña, dijo, “no solo estoy contra el aborto así como lo están todas las mujeres con las que me casé; también creo que casi toda la gente está en contra”.
En relación con los recursos naturales, Lula espera estar enfocado en las mujeres y señala que implementará políticas para garantizar el acceso al agua, la tierra y los derechos de las mujeres rurales, hídricas, forestales, quilombolas y ribereñas. En este sentido, busca tomar en cuenta a todas las personas y menciona a las mujeres negras, con discapacidad y LGTB, para priorizar políticas y servicios públicos en los diferentes territorios del país. Su propuesta es construir la transición ecológica basada en “el buen vivir, con foco en la sostenibilidad de la vida y la igualdad entre hombres y mujeres”.
Masculinidad frágil y el desprecio hacia las mujeres

Ciertamente, el número de episodios recientes de violencia física, incluso armada, por parte de algunos fanáticos que siguen a Bolsonaro contra opositores políticos, especialmente miembros del PT, ya superó la docena. Roberto Jefferson, exdiputado, hace algunos días recibió a agentes de la Policía Federal con balas y granadas, y fue inicialmente relacionado con Bolsonaro. También la diputada Carla Zambelli, que apoya el presidente, persiguió a un hombre negro por las calles de São Paulo con un arma en la mano. Ayer, cuando algunos electores celebraban la victoria de Lula (PT) en Belo Horizonte, una persona murió y otras dos resultaron heridas tras ser baleados.
Algunos de los seguidores y políticos pro – Bolsonaro, se caracterizan por reafirmar una masculinidad frágil, cruda e insegura . Él mismo indujo a las personas en un discurso este año a decir que él era “imbrochavel”, una palabra que en portugués se refiere a que un hombre no es impotente. Hoy, eso de reafirmarse todo el tiempo heterosexual, viril, con las armas, con la violencia y con el machismo, enmascarado por valores religiosos y de la familia, ya no debería ser parte de la definición de lo que es ser hombre.
La posición de Lula es contraria a la liberación de las armas, él afirma que tal acto llevaría a la barbarie y propone volver a la civilidad. “La disculpa de las armas no lleva a nadie a ninguna parte. El arma no educa, el arma mata. Vamos a crear la Secretaría de Seguridad Pública para trabajar en conjunto con los gobiernos estatales, para cuidar las fronteras”, dijo Lula en una transmisión en vivo titulada Brasil do Futuro.
No es novedad que las mujeres y niñas en el gobierno Bolsonaro son vistas como débiles, son depreciadas e hipersexualizadas, pero él también tiene el apoyo femenino. Fernanda Pessoa, periodista feminista del Portal Catalinas, ha entrevistado a mujeres que han votado por Bolsonaro y lo apoyan, en entrevista, una de ellas comenta que votó por él “por la libertad de los buenos ciudadanos de protegerse y porque promueve “la mujer dentro del hogar”. Sin embargo, son innumerables los casos en los que el presidente se ha referido a las mujeres y niñas con violencia. Recientemente, en una entrevista en podcast, relató un encuentro con migrantes venezolanas en una ciudad del Distrito Federal, y dijo que vio unas niñas de “tres, cuatro, lindas, de 14, 15 años, ordenadas (…) ‘Parecían interesadas en ligar’ (‘pintou um clima’ en portugués), entonces volví”. Además, en 2017, el presidente, que en ese momento era diputado, afirmó que después de tener cuatro hijos tenía “una debilidad” por haber tenido una hija. A lo largo de su mandato, Bolsonaro pronunció frases sexistas a periodistas, diciendo a una profesional que ella “quería romper moldes”. En otro episodio en la Cámara de Diputados en 2014, dijo que no violaría a la diputada Maria do Rosário porque ella no lo merecía, “porque ella es muy mala, porque es muy fea, no es mi tipo, nunca la violaría. No soy un violador, pero si lo fuera, no la violaría, porque ella no lo merece”, dijo Bolsonaro cuando ella reaccionó contra su discurso favorable a la dictadura militar en el Pleno de la Cámara.
A pesar de presentar discursos menos violentos, la postura de Lula frente a las mujeres y personas LGBT es conservadora. Al pasar por el noroeste brasileño en septiembre de este año, Lula se refirió al trabajo doméstico como el “trabajo de las mujeres” y tuvo un discurso contradictorio al intentar justificarse. “Nuestras mujeres necesitan ser respetadas por nosotros los hombres. Las mujeres ya no son objetos. Las mujeres son sujetos de la política y de la historia. Las mujeres están aprendiendo a ingresar al mercado laboral. Sin embargo, aprendimos a ir a la cocina. Es importante que aprendamos a compartir las tareas de la casa, lavar la ropa de los niños, hacer la cama, limpiar el baño, de lo contrario no crearemos una nueva sociedad”.
Aunque aborda la cuestión de la división del trabajo doméstico como una responsabilidad también de los hombres, apunta un dato equivocado, las mujeres en Brasil no están aprendiendo a trabajar, ellas están en el mercado laboral desde el siglo XIX y luchan por la igualdad.
En lo que se refiere a la población LGBT, Lula está en contra del matrimonio homosexual, pero ha dicho que no podía ser hipócrita y no darse cuenta “de que hay parejas que viven juntas”. Según él, lo que se pide “es la unión civil”, para que los que viven juntos tengan derecho a los bienes que produjeron durante la relación. La concejala trans Erika Hilton dice que pretende darle a Lula un documento con exigencias: ‘Exigiremos que el expresidente traiga, en su plan de gobierno, muy claro cuáles serán las propuestas’.
En el 2023 habrá un nuevo gobierno, pero los problemas son viejos. La rutina diaria en el Congreso obliga a las brasileñas a reiterar: si ya las mujeres no tienen presencia en todos los espacios del Congreso y de la sociedad, sus derechos estarán en peligro. ¿Cambiará Lula eso en los próximos cuatro años? Estos son tiempos de grandes desafíos y abren muchas preguntas. Se espera que en este periodo la población tenga las condiciones para superarlos y logre espacios para encontrar respuestas. La reconstrucción de Brasil sólo estará completa con la garantía de la ciudadanía, la dignidad y el respeto de los derechos de las mujeres, niñas, personas LGBT y de todos en el país. Por ahora, el gobierno de Lula recupera la bandera brasileña con una importante agenda de trabajo por delante. Lo que está claro, hay mucho por hacer.