July 7, 2025

Marcha contra la gentrificación en CDMX: por la descolonización del barrio

Este 4 de julio se realizó en Ciudad de México la primera marcha contra la gentrificación, el turismo masivo y los “nómadas digitales”.

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Marcha gentrificación
Foto por Aurea Itandehui para Kaja Negra

“La gentrificación no es progreso, es despojo”, se leía en uno de los carteles de la marcha que se realizó este 4 de julio en la Ciudad de México contra la gentrificación. La marcha empezó en las colonias Roma y Condesa —epicentro de la especulación inmobiliaria y del turismo masivo de la ciudad— y llegó hasta la embajada de Estados Unidos con arengas de “gringos go home”. Aunque los medios masivos se enfocaron en unas pocas vitrinas grafiteadas o rotas, el problema que subyace a esta protesta es profundo y estructural, y es lo que debería ocupar las primeras líneas en todos los medios: quienes siempre han vivido en estos barrios sufren un desplazamiento silencioso que vulnera su derecho a la vivienda, un derecho fundamental.

¿Qué es la gentrificación?

La abogada especialista en derechos humanos y asuntos de vivienda, Carla Escoffié, explica la gentrificación como el desplazamiento de una población de escasos recursos o de clase media por una población con capacidad económica mayor, que llega a instalarse a barrios que comúnmente son considerados de ‘mala fama’, ‘abandonados’ o ‘problemáticos’. “Llegan a estos lugares y empiezan a impactar las dinámicas de consumo, los precios de la renta, el costo de vida y otros factores. Generan una revalorización, entonces se empiezan a elevar los precios hasta que la población original empieza a ser desplazada simbólica y económicamente”.

La marcha

La marcha fue organizada por colectivos urbanos y personas que denuncian cómo el auge de plataformas como Airbnb, junto con la llegada de las y los llamados “nómadas digitales”, ha disparado los precios del arriendo, transformado comercios locales en cafeterías hipster y empujado a habitantes locales fuera de sus propios hogares porque ya no los pueden pagar o porque un gringo o gringa puede pagar por ellos mucho más. Aunque esta situación no es nueva, después de la pandemia se agudizó y, a medida que crece la conversación pública sobre el tema, evidenciando la falta de leyes y políticas que protejan a la población local, crece la indignación entre quienes ven cómo sus espacios de vida son convertidos en vitrinas turísticas sin memoria ni pertenencia. No hay que olvidar que, en 2022, la entonces jefa de Gobierno de Ciudad de México y actual presidenta del país, Claudia Sheinbaum, promovió un acuerdo con Airbnb para fomentar la llegada de “nómadas digitales” a la capital.

¿Por qué se protesta?

“No más gente sin casa ni casas sin gente” fue otra de las consignas en los carteles de la marcha. La exigencia es clara: regular el turismo, poner límites a la especulación, priorizar políticas de vivienda para las mayorías y repensar la ciudad desde la justicia social. Esta marcha fue un grito colectivo de defensa del territorio, una invitación a resistir la homogeneización neoliberal, y aunque se realizó en la CDMX, sabemos bien que esta historia no es solo de la Roma o la Condesa: es también la de muchos barrios gentrificados de América Latina.

Algunas medidas para combatir el problema pueden incluir leyes locales para regular Airbnb y el turismo corto, que prioricen el acceso a vivienda digna, cupo o límite de plataformas turísticas, para evitar el despojo de vecinas y vecinos, y transformar la ciudad sin borrar memoria, cultivando economías comunitarias —mercados locales, ollas populares, cooperativas y redes de trueque, por ejemplo.

Las ciudades deben ser espacios vivos, que reflejen diversidad, memoria y justicia, no museos de consumo, y el territorio no es mercancía, es hogar, historia y afecto. Defender el barrio es defender la vida, la memoria y el derecho a vivir dignamente. 

¿Vandalismo?

Frente a los titulares que reducen la protesta a “vandalismo”, es clave mirar el fondo: la ciudad se ha vuelto inhabitable para quienes no pueden pagar en dólares o al cambio equivalente. Hay que entender que el reclamo no es solo económico y que la gentrificación es también una forma de violencia simbólica: borra historias, uniforma estéticas, impone una lengua y una cultura dominantes. Y, por lo general, son sobre todo mujeres, jefas de hogar, trabajadoras informales, migrantes y personas empobrecidas y racializadas quienes más sufren esta transformación urbana excluyente. ¿Por qué no provocan el mismo escándalo en la opinión pública los desalojos forzosos y violentos de personas mayores y en condiciones de vulnerabilidad? ¿Acaso no es más violento el perjuicio que se le causa a esas personas que el daño a un vidrio inerte? Cuando se expulsa a las vecinas, se deshacen redes de cuidado; cuando se prioriza al turista sobre la comunidad, se ataca el tejido barrial que sostiene la vida.

¿Qué puedes hacer tú contra la gentrificación?

  • ¡Infórmate y comparte!
  • Apoya al comercio y los negocios locales.
  • Exige a tus autoridades leyes de regulación turística.
  • Participa en redes de vecinas y colectivos urbanos.
  • Y RECUERDA QUE LA VIVIENDA ES UN DERECHO.

Lee también Latidos Urbanos: crónica de gentrificación en cualquier ciudad mexicana y Vivir al margen: racismo creativo y nomadismo blanco.

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