
“Lo trans es un continente por construir”, asegura la escritora travesti chilena Claudia Rodríguez. ¿Cuáles son los bordes de ese territorio que es la literatura monstruosa? ¿Con qué mutaciones se dibuja? Una importante cantidad de personas trans, travestis y no binarias de América Latina y el Caribe vienen llamando la atención sobre la escritura desde/para/con las disidencias sexo género políticas. La escritura como espacio y vacío para la (de)construcción de otros imaginarios, narrativas y protagonistas. Si la crítica literaria feminista se ocupó de indagar en cómo las mujeres y lesbianas habitaron la literatura, ¿qué se proponen en la actualidad les escribientes de la disidencia? Una conversa con travestis, trans y no binaries sobre este continente que reclama por ser publicado.
Todes somos Judith
Sabemos que el lenguaje y la escritura no son neutrales a la diferencia genérico – sexual. Tanto las diferencias sexuales como las de género son creadas dentro de un sistema que produce identidades sexuales aceptadas como las normales frente a las otras; que se convierten en monstruosas, amorales, negativas. “Mi cuerpo sin género es parte de la oscuridad, se desliza invisible como fuego ardiente que acaricia cinturas y besa cuellos anónimos. Recorro la pared cubierta de un manifiesto marica, uno clandestino, insalubre, contra la moral y las buenas costumbres. Quiero firmar con mis fluidos, mi renuncia al sistema y a la heterosexualidad, mientras nadie y todo el mundo nos ve”, aparece en Cuarto oscuro, fanzine de Gia Lujuria.
En 1928, Virginia Woolf, al ser invitada a reflexionar1 sobre las novelas y las mujeres, imaginó a Judith, una mujer con las mismas características artísticas y motivacionales que Shakespeare en su época, pero que debido a su identidad sexual y de género fue excluida del sistema escolar, tuvo que incendiar sus escritos y no pudo viajar ni dedicarse a la actuación. ¿Cuántas Judith hubo y hay en la historia del arte y la cultura?
“Nunca no debimos escribir. Hay cosas que yo a mi país no le perdono, el analfabetismo, porque tuvimos que desertar de la educación. Esto no debiera haber ocurrido, nosotras deberíamos haber sido científicas, astronautas, deberíamos haber sido filósofas; no solamente actrices sino también directoras teatrales, guionistas, eso es lo que me interesa decir: vindicar”. Vindicar, repite Claudia Rodríguez para subrayar su intención. Vindicar: defender a quien se halla injuriado o agravado, de forma escrita.
“Una poesía disidente quizá es aquella que te atraviesa el cuerpo, que más que de no nombrarse xx o xy, sirva para dar a entender desde tus vivencias que hay historias y pensamientos propios de aquellos que hemos sido excluides, que más para sanar, aportar a la literatura o la cultura, se hace ante todo para destruir las mismas formas de escritura de siempre, y el mundo actual de jerarquías y violencias instituidas que nos pudren”, reflexiona Asly desde Honduras.
Si los hombres fueron novelistas no fue porque sean los únicos sino porque era imposible hacerlo siendo otre. “Escribo porque creo que no podemos dejarnos dominar por el enemigo, ni el propio ni el ajeno, entendiendo al ejercicio de la escritura como un activismo político que se basa en la necesidad de retratar nuestras propias historias para que no lo hagan otrxs en nuestro nombre”, dice Mel Randev, en su trabajo “Cuerpa2” para obtener el título en Licenciatura en Comunicación Social. Siglos de invisibilización y represión para que las personas, que no sean hombres cis género, puedan escribir.
Una práctica literaria disidente no está atada a un cuerpo o una genitalidad como determinante. No es suficiente ser travesti para que el texto se cargue de la potencialidad transgresora de la escritura disidente, tampoco alcanza desplegar los temas LGBT+ para que el trabajo literario produzca la diferencia genérico – sexual, pues puede ser que le autore reproduzca el posicionamiento masculino de la cultura dominante.
En 1978, Nelly Richard publicó el ensayo ¿Tiene sexo la escritura?,3 donde propone pensar en los procesos a través de los cuales la diferenciación simbólica y sexual se inscribe en la materialidad del texto literario.
El lenguaje tiene un poder performativo pero también subversivo, por eso practicar una literatura que escape del lenguaje patriarcal, permite romper estructuras sociales limitantes. Desde esta visión, las formas literarias son formas de acción política para desmantelar los discursos y el control sobre los cuerpos. “Para quienes nos movemos desde los bordes de lo normal, creo que una escritura no política sería un privilegio. En lo personal me encantaría no hablar desde mis entrañas y mi rabia, no escribo porque me mueva un compromiso social, simplemente no puedo no hacerlo ante esta realidad y corporalidad que habito. No quiero, ni puedo ser parte de aquello que me pudre”, dice Asly Gabriel.
Entonces: ¿qué es lo propio de una escritura travesti, trans, no binaria que busca textualizar lo disidente como diferencia? “Para mi es una herramienta importante, no sólo de expresión, sino también de catarsis, protesta y autogestión. Aporta un gran significado a la literatura pues brinda nuevas formas y temas de expresión”, explica Gia Lujuria.
No se trata de que las disidencias sexo género – políticas sean nuevas o no tengan una historia, es que su existencia fue negada y ocultada, por eso se habla de un ejercicio de memoria para repararlas. Gia recuerda: “siempre hemos sido parte de las diferentes culturas del mundo. Los eventos, rituales, festivales y espacios donde habitamos las chicas trans – travestis son de gran importancia en la construcción constante de las diferentes culturas a nivel mundial, las cuales vienen replanteándose y cuestionándose muchas cosas”.
Escribir para que una historia se sepa
Una característica de esta literatura disidente es su ejercicio de memoria colectiva, de contar las historias propias y las de la familia elegida, para que no se siga contando la historia de la humanidad sin elles. Aún en la ficción y el uso de personajes, se filtra la autobiografía o las biografías de les amigues, referentes, mentoras.
En 2022, se puso en circulación “Cristal, de las más preciosas de San Martín”, un fanzine dedicado a la memoria de las sobrevivientes trans – travestis que recupera y reescribe una entrevista que Mel Randev Gutiérrez realizó a Cristal Sabella, activista travesti del Conurbano de Buenos Aires. “A mi me pareció que eran historias que tenían que ser un libro, así que en vida, le dije que venga a mi casa, que le quería hacer una entrevista, que yo quería que me contará su historia y salió este fanzine hermoso”, recuerda Mel.
Desde esta columna no deseamos sumar a la idea de una “literatura disidente” como una etiqueta universalizante, homogeneizando prácticas literarias a partir de criterios esencialistas. Es evidente que la literatura disidente tiene un lugar específico y aunque se refiera a lo biográfico o autobiográfico no siempre será algo extraordinario, sino más bien “la experiencia que vive una persona trans, travesti, no binarie, esa experiencia cotidiana de ir a comprar mantequilla a la esquina o de tener que enfrentarse al amor, a la familia, a las luchas sociales”, cuenta Claudia Rodríguez.
La autoedición como el cuarto propio
Laboratorios, talleres, autoediciones y fanzines con impronta LGBT+ se multiplican en comunidades, bibliotecas populares, fiestas y movilizaciones. Les escribientes de la disidencia no se guardan en escritorios; es en colectivo, con altoparlante, desde la autogestión y la cultura libre, copiando y empapelando los territorios.
Para Gia Lujuria, “los fanzines también permiten intervenir el orden de la escritura y las ideas en la literatura, lo cual da una visión extra al lector o lectora. Otro beneficio es que puede resultar económico y fácil de publicar e imprimir de manera física o digital”. Desde hace dos años, Mel Randev organiza el Círculo de Lecturas Travestis “¿Qué nos pasa cuando escuchamos las historias travestis?”, una propuesta que pretende “fomentar la visibilidad de autores y autoras que activan con su escritura políticas de reparación, para construir juntes otros mundos posibles. Un proyecto enmarcado desde el enfoque de las pedagogías cuir y disidentes, en defensa y promoción de una Educación Sexual No binaria en entornos de educación popular”. Aunque la propuesta aborda la cuestión trans – travesti no está dirigido solamente a ese público, incluso sus participantes han sido mayormente personas cis género.
Asly Gabriel explica que en Honduras es difícil desarrollarse desde la gestión cultural y que producto de la marginalización, no siempre se integran las experiencias de resistencia disidente fuera de la ciudad capital, Tegucigalpa. Sin embargo, “en el 2020 comenzó La maricada, que es una revista digital de memoria LGTBTTIQ+, que daba visibilidad a escritos, poemas y creaciones visuales. También está la colectiva De pueblo y barrio, que anda haciendo comunidad y creando cosas desde la escritura, rap y poesía.
Claudia Rodríguez cuenta que ha tenido conversaciones con editoriales para publicar, pero le decían que escribía mal, que tenía faltas de ortografía y no ubicaba bien las comas. Es que donde ella veía poesía travesti, la editorial no veía nada. Para Perú es similar, “nuestra escritura aún es menospreciada, invisibilizada e instrumentalizada por los cánones elitistas del arte, que no ven el aporte atemporal y valioso que les damos a través de ella. Existe también un temor y un constante silenciamiento hacia nosotras, es por ese motivo que aún muchas no nos atrevemos a publicar o escribir todas las cosas que tenemos para decirle al mundo”, explica Gia.
Woolf hace un siglo planteó que las mujeres para poder escribir necesitan tener sus condiciones materiales de existencia resueltas y, además, un cuarto propio – fuera de las tareas de cuidado – donde poder leer y escribir. Decía que esa sería la única manera en que las mujeres podrían escribir. Como la literatura disidente, Virginia Woolf también usaba el archivo de su propia historia para subvertir a la literatura, fue ella misma quien a partir de contar con un ingreso económico mensual producto de una herencia, pudo tener su cuarto propio y escribir.
Los talleres y laboratorios de escritura así como la venta de fanzines, se han convertido en una estrategia de autonomía económica para las personas LGBT+ en América Latina y el Caribe: “para mi la escritura, el hacer mis propios fanzines, mis obras de teatro, intento demostrar que se pueden ocupar otros espacios y que podemos ocupar otros poderes para comenzar a hacer otras cosas que no sean unicamente el trabajo sexual. . También se observa que el intercambio económico no excluye la participación, los fanzines también se intercambian, los encuentros se plantean como “a la vicera” o gratuitos para quienes no puedan pagarlo. Se apela a una conciencia solidaria y compartida, reforzando la convicción de encontrarse.
“Porque tu historia marginal no puede ser contada por nadie más que vos, porque nadie es representante de nadie, y porque ya se está un poco harto y aburrido de los mismos escritos acomodados y sin novedad de los de siempre, y porque escribir y autopublicarse quizá sea de las pocas cosas desde las que se puede resistir, opina Asly desde Honduras.
Hacer una literatura desde las disidencias sexo género – políticas para hacer memoria, para subvertir el lenguaje y los cuerpos, para potenciar el poder de las identidades disidentes pero también para brindar sostenibilidad económica, para frenar la violencia, para contar una verdad.
Cuerpos que escriben para transformar
Siempre me ha generado incomodidad la pregunta sobre ¿Para qué escribir? La racionalidad instrumental se cuela por todas las iniciativas, incluso aquellas que se enfrentan a las lógicas capitalistas y patriarcales. Escribir porque sí, por el deseo de hacer garabatos y rayones, porque genera existencia, porque crea mundos posibles. Pareciera que la escritura disidente tiene muchas razones para ser y reexistir. Quizá el problema no sea la racionalidad sino el carácter lineal, unívoco, productivista, exitista, que impone el modelo dominante. “En tiempos donde las derechas utilizan el concepto de ‘ideología de género’ para deslegitimar nuestras voces, nos urge hablar de potencias, deseos, sueños y luchas que den cuenta de la red infinita de estrategias comunitarias que se entretejen para la sostenibilidad de nuestras vidas”, propone Mel.
“Y así, me van conformando, se van quedando conmigo las más perras: La intolerante/ La iracunda/ La curiosa/ Al que le da igual si te vas o te quedas/ La serpiente venenosa/ La compleja”, escribe Asly en su poema “A la persona que más amo”.
La escritura disidente se vuelve palpable a través de infinidad de prácticas colectivas y comunitarias. Una polifonía de la memoria LGBT+ que se vuelve texto, pero también sonido y performance. Ojalá esta columna haya sumado al fogón disidente, donde por un momento y sin haberse cruzado físicamente, Claudia, Mel, Gia y Asly hicieron juntes un recital de poesía travesti no binarie desde Abya Yala.
Les autores:
Gia Lujuria (1989), es escritora y artista escénica transfemenina peruana. Escribe en la revista Crónicas de la diversidad y estuvo encargada del club de lectura del Tercer curso de Literatura LGTB+ Peruana. Tiene varios fanzines publicados: Cuarto oscuro (2018), Las exploradoras de la luna (2021), Lucifer y los 8 pekados kapitales (2022) que pueden conseguirse a través de https://instagram.com/gia.lujuria?igshid=OGQ5ZDc2ODk2ZA==
Puede escucharse aquí una larga conversación que tuvimos en 2021: https://archive.org/details/purpura-dinamita-capitulo-con-gia-lujuria
Mel Randev Gutiérrez (1986) es docente, artivista y gestore cultural argentine. Fue la primera persona en recibir un titulo no binario como Profesore en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata. Coordinó el taller de lecturas y escrituras Lesbo transfeministas Flujos y el Círculo de Lecturas travestis en la Biblioteca Popular Rivadavia de Villa Ballester. Pueden encontrarle en: @melrandev
Claudia Rodríguez es una poeta travesti chilena, que se diplomó en géneros y es Trabajadora Social. Durante más de 10 años trabajó en sensibilización sobre VIH – SIDA, integrando el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile. Actualmente promueve espacios de creación artística para personas trans y no binarias. Escribe y autoedita fanzines que distribuye a través de sus redes sociales. En mayo de 2023 estuvo en Argentina, dinamizando el Laboratorio para reflexionar sobre una posible literatura monstruosa. Pueden encontrarla en @claudia_rodriguez_poesia
Puede escucharse aquí una larga conversación que tuvimos: https://archive.org/details/podcast-claudia
Asly Gabriel nació en Honduras (1995), es poeta y estudiante de filosofía. Escribió en la revista La Maricada y escribe en sus redes sociales. Se presenta como “harta de todo lo que me encarcela y en constante movimiento y disputa con lo impuesto y aprendido. Pueden encontrarle en: https://instagram.com/aslygabriel?igshid=NGVhN2U2NjQ0Yg%3D%3D&utm_source=qr
- La habitación propia (1929), su título original fue A Room of One’s Own. Descarga gratuita: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/wilde/habitacion.pdf ↩︎
- Su título completo es “Cuerpa. Las mujeres como territorio de dominación y resistencia: soberanía de los cuerpos”. Repositorio de la Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Argentina: https://perio.unlp.edu.ar/sistemas/biblioteca/files/Gutirrez_Mel_Randev_CUERPA-Gutierrez_Mel_Randev.pdf
↩︎ - Descarga disponible: https://seminarioteoriasocialfeministaunpsjb.files.wordpress.com/2016/03/richard-tiene-sexo-la-escritura.pdf ↩︎