Por Catalina Ruiz-Navarro

Con música de suspenso de telenovela, Imagen Televisión presentó la noticia del año: en una entrevista a Frida Sofía Guzmán, quedó registrada, en cámara, la denuncia sobre su abuelo quien la manoseaba cuando ella era niña. La declaración va con un efecto de sonido para que haga eco. La música se hace más intensa y la imagen parpadea cambiando de color.
Toda la familia de Frida Sofía pertenece a la aristocracia del espectáculo mexicana: su mamá es la cantante y rockera Alejandra Gúzman, la abuela es Silvia Pinal, la diva de México, y su abuelo es Enrique Gúzman “precursor del rocanrol mexicano”, es decir, el man que hizo el cover de Good Golly Miss Molly de Little Richard.
Tanto Alejandra Gúzman como Silvia Pinal han hablado ya públicamente de la violencia física de Enrique Gúzman (Guzmán en entrevistas de televisión y Pinal en sus memorias). Él aparece en varios videos agarrándole las tetas a Verónica Castro, la reina de la telenovela mexicana, y hasta manoseando a su hija mientras explicaba que “está bien buena”. Esto, como mínimo. nos confirma que Guzmán es un tipo violento que cree que los cuerpos de las mujeres a su alrededor están ahí para agarrarlos.
A pesar de lo evidente, hay gente que defiende a Enrique Gúzman. Para empezar su propia hija, Alejandra, que en un video público desmiente a Frida Sofía y dice que mete las manos al fuego por su papá “quién le enseñó a trabajar”. Frida Sofía y su madre están distanciadas hace mucho tiempo y sus interacciones se han hecho desde lo público. Enrique Guzmán dijo en sus redes sociales que aprecia los gestos de solidaridad. Lloró, pañuelo en mano, en Ventaneando, y Paty Chapoy lo consoló. “Ella siente que es verdad, todo lo que está pasando” dijo Guzmán refiriéndose a su nieta, “de alguna manera yo soy el instrumento que utilizó para hacerse más daño ella”.
“¿Abusaste de tu nieta?” le preguntó Chapoy, dando pie al inicio del mejor monólogo de telenovela mexicana de Guzman, en donde jura que jamás le ha dado a Frida Sofía ni un beso en el cachete. “No he podido tocar nunca a esa niña en mi vida, ¡juro por mis hijos, por los que me faltan!”. En ese punto Gúzman hizo una pausa y, con un cambio de cámara, le dijo con complicidad a otro hombre del panel que “a lo mejor puede ser que tenga yo más hijos” y , luego de una pausa cómica, volvió al tono dramático de su monólogo. Vemos a Paty Chapoy darle una palmada en la espalda al tiempo que empieza a llorar con él. Luego Guzmán afirmó que Frida Sofía hace esto porque su madre le retiró una cuenta de gastos y que quiere dinero porque “pobrecita no tiene más dinero que vivir de lo que pueda”. “Te creemos Enrique” concluyó Chapoy. Según ellos, Frida Sofía está lo suficientemente “loca” para no poder dar un testimonio confiable, pero lo suficientemente cuerda para hacer su denuncia como parte de un elaborado plan para “conseguir dinero”.
Lo que vemos aquí es un caso típico de lo que la filósofa Kate Manne llama “himpathy”: la empatía que la gente suele tener por los agresores hombres. “La forma en que hombres poderosos y privilegiados que cometen actos de violencia, o tienen otros comportamientos misóginos, reciben simpatía y apoyo por encima de sus víctimas mujeres” dice Manne en “Entitled, How Male Privilege Hurts Women”.
A partir de la entrevista con Enrique Guzmán, en Ventaneando se volvió tema recurrente la salud mental de Frida Sofía: “¿No crees que entre cuando la conociste y ahora hayan pasado cosas en su mente?”; “Frida Sofía estuvo interna”; “Espero que esto lo esté viendo Frida, yo no sé si ha estado internada o en tratamiento, pero sí sería bueno que lo haga, por su bien” concluyó, mirando a la cámara, Paty Chapoy.
Por otro lado Alejandra Guzmán no ha sido la “buena mamá” que dicta la Rosa de Guadalupe y, en Ventaneando, han aprovechado para sugerir que es la culpable de toda esta situación. En uno de los destacados en video de la promo de Imagen Televisión de la entrevista con Frida Sofía, el periodista dice: “¿es cierto que fumaba marihuana y te echaba el humo en la cara?”. Entonces Frida Sofía se atrevió a traicionar al patriarca y Alejandra encarna a la repudiada “mala madre”. Son perfectas candidatas a recibir el castigo de la misoginia.
Kate Manne define la misoginia como el “brazo policial” del patriarcado: “un sistema que funciona para ejecutar las normas que marcan los roles de género”, es decir, un mecanismo de castigo que hace que las personas se vayan en contra de las mujeres que rompen la estrecha casilla de la “buena mujer”, usualmente atacando su moral sexual, su capacidad mental y su apariencia física entre otras. El castigo, que suele ser público, sirve de advertencia a todas las otras mujeres. La misoginia también celebra a las mujeres patriarcales, para hacer un ejemplo público de cómo debe portarse una “buena mujer”.
Podemos ver cómo el periodismo de farándula es uno de los escenarios más crueles para ejercer la misoginia. Existe la idea de que el periodismo de farándula es una forma menor de periodismo, y que por lo tanto no tiene la misma responsabilidad social que el periodismo que atiende los “temas duros”, pero el periodismo de entretenimiento es de los que más impacto tiene al reforzar o aleccionar conductas en una sociedad, y es fácil ver cómo castiga ciertos comportamientos. Si una mujer se “sale del corral” del patriarcado, el periodismo de farándula la penaliza feroz y públicamente y de paso le manda una advertencia a todas las demás mujeres: “esto es lo que te puede pasar”. Aplica para Diana, Lindsay, Gloria, Britney, Frida. Dirán algunos que es entretenimiento, no ideología, pero la sola premisa de que podamos entretenernos con las violencias que viven las mujeres es una postura política.
Según cifras de 2020 de la ONG Aldeas Infantiles SOS, México ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil a nivel mundial.En cuatro de cada diez casos el abuso es cometido por familiares o personas cercanas a los menores. Según la OCDE, ada año 5.4 millones de menores son víctimas de abuso sexual y únicamente el 10% de los casos tienen denuncia. Efraín Guzmán, coordinador nacional de Protección Infantil, dijo a Milenio en 2020 que “En la primera infancia, hasta los cinco años de edad, los agresores suelen ser en 30 por ciento de los casos los padrastros; en otro 30 los abuelos y en 40 por ciento tíos, primos, hermanos o cuidadores”. Esto quiere decir que las cifras respaldan el testimonio de Frida Sofía. Además, como es más que evidente en su caso, las denuncias de este tipo se pagan muy caro, por eso el porcentaje de denuncias falsas está apenas entre el 2% el 8%. Son cifras para decir que Frida Sofía no miente. Y, mientras el periodismo de farándula mexicano explota para el rating a un problema de salud pública, hay niñas, adolescentes y mujeres adultas que sufrieron violencia sexual en la infancia y que están tomando nota de lo que les puede pasar si rompen el silencio.
2 thoughts on “El látigo misógino de la cultura del espectáculo y el caso de Frida Sofía”