Las personas trans y no binarias en Colombia han sido históricamente víctimas de exclusión. Si bien hay sectores sociales y territorios donde esa exclusión es aún mayor, hay algo que todas tienen en común: las formas de resistencia que han desarrollado en cada uno de los lugares donde viven y existen. Una de esas formas de resistencia es la del cuidado. ¿Y qué es el cuidado? A las comunidades trans nadie les enseñó a cuidarse en un mundo cisgénero, binario y hegemónico. Sin embargo, ante la ausencia del Estado, las personas trans han creado prácticas de cuidado que van de lo individual a lo colectivo.
El informe El Estado no me cuida, me cuidan mis amigas*: prácticas de cuidado que han creado las personas trans ante la ausencia estatal, una investigación de la Liga de Salud Trans, es un recorrido que la Liga hizo por Colombia para encontrarse con organizaciones trans del país y entender uno de los própositos en común: el deseo por preservar las vidas y cuerpos trans, así como el interés por el bien de las otras personas y la preocupación por no dejar a nadie sola. Un cuidado colectivo.
A través de una recolección empírica e intercambio de ideas y conocimientos, parten de la base de que las experiencias comunes, el pensar-con, disentir-en y pensar-por el dolor, el sufrimiento, la contestación, la reivindicación y el cuidado, son la forma de aportar tanto a la teoría social y a la política pública. Un informe que más que enriquecerse de cifras, lo hace de la propia voz trans a través de las muchas citaciones de les entrevistades, porque para entender la complejidad y profundidad de las lógicas de cuidado trans y las múltiples maneras de transitar por el género necesitamos escucharles y contestar las preguntas: ¿De qué se cuidan las personas trans? y ¿cómo se cuidan?
El cuidado es no dejarse morir por la indiferencia del Estado y la violencia de la sociedad; es encontrar un espacio donde puedan prosperar y crecer. La búsqueda y creación de esos espacios es a lo que muchas personas trans dedican su vida, porque literalmente de eso depende. Los cuerpos y experiencias trans se acercan y trabajan juntos mientras se preguntan y reflexionan sobre lo que les hace falta, o si alguna de ellas falta.
El objetivo del informe no es ver al cuidado desde el ámbito de lo doméstico y privado que esencializa a lo tradicionalmente considerado como femenino, ni al cuidado mediado por prácticas mercantiles y que se mueve bajo las lógicas del capital. Por el contrario, tiene la intención de ver al cuidado de las personas trans como todo lo que hacen para mantener, continuar y reparar el mundo en el que viven, su mundo, para poder vivir en él de la mejor manera posible. Es decir, el cuidado no es una empresa romántica, ni un asunto exclusivo del amor maternal, sino una cuestión de supervivencia terrenal: “la mano, el cerebro y el corazón tienen que trabajar juntos ahora y no sólo en un mundo utópico futuro”.
“Para mí cuidado es orientación, realmente pues cómo vamos a cuidar o cómo vamos a cuidarnos a nosotros mismos si no sabemos cómo lo vamos a hacer o qué herramienta nos están dando o qué herramientas hay para nosotros cuidarnos y cuidar a los demás, investigación y escuchar (…) para así saber cómo dar los cuidados o cuidarnos (…) también es escucharnos a nosotros mismos, escuchar nuestro cuerpo, porque nuestro cuerpo es uno de los primeros que empieza a mostrar armas cuando nos estamos automedicando o nuestro proceso mental está decayendo” (grupo focal, Cali).
Además, resaltan la importancia y necesidad de pensar en el cuidado como un continuo de prácticas, experiencias y relacionamientos. En este sentido, se considera a una práctica de cuidado como una acción dirigida al otro. Es decir, que engloba una preocupación por el bienestar de un otro, pasando de lo individual a lo colectivo. Cuidado, además, implica entender las reacciones de las hormonas y sus relaciones con el cuerpo, algo que nombran como tránsitos amorosos.
“Tránsito amoroso sería mirarnos con otros ojos, o sea, es que yo siento que a veces somos muy duras con nosotras mismas […] y también es como aceptar lo que hay, marica, porque pasa mucho de que ‘sí, yo quiero ser trans, quiero este cuerpo’. ¿Y cómo hacer una para tener los 60-90 si uno es bien espaldona, bien ancha y todo? Entonces es también como mirarse con otros ojos y no precisamente esos ojos como de una competencia, porque muchas veces uno termina odiando su cuerpo por no cumplir con ciertas normas que nos han dicho que deben tener las mujeres” (entrevista 1, Cali).
Gracias a los espacios en donde se comparten experiencias puede haber un cuidado sobre las corporalidades trans que se aleje de la violencia y la discriminación y permita una conexión amorosa con el cuerpo y otras posibilidades de transitar en el género. Se configura una nueva relación con el cuerpo que no esté basada en responder a reglas o parámetros sociales, sino en el disfrute y la celebración de la diferencia.
“Repensarme y deconstruirme de una manera mucho más amorosa, más cuidadosa conmigo misma, con mi cuerpo, con mi salud mental, creo que, sí, creo que cuando hablamos de tránsitos amorosos nos salimos como de todo este tema de construcción hegemónica, de construcción binaria, hablando frente a lo que es la construcción, ¿no? Entonces creo que cuando nos salimos de esos estereotipos nos liberamos de un resto de cargas y podemos asimilar de una manera mucho más tranquila y amorosa en nuestro proceso y nuestra construcción. Creo que también todo el tiempo estamos transitando todo el tiempo porque cada día es una oportunidad de transformar, de aprender, de esas, como que todos los días nos vamos construyendo y mejorando como personas” (entrevista 1, Bogotá).
Hacer un recorrido por las organizaciones trans a lo ancho de Colombia también permite mapear las distintas estrategias de cuidado que llevan a cabo y dar con algunos aciertos de las instituciones del Estado. Las organizaciones han logrado una sistematización de las estrategias de cuidado de personas trans que protegen, acompañan y potencian la organización social en diferentes partes del país. Algunas de ellas son: el acompañamiento de procesos de autoidentificación y trámites jurídicos y/o médicos (relacionado o no con el tránsito); juntanza, reuniones y redes de apoyo; ollas comunitarias para personas trans y personas de barrios con penuria alimentaria; acompañamiento en plan de vida, educación, plan laboral; y otras más que contribuyen a pensar de otra manera en las políticas públicas.
Estas prácticas de cuidado que profesan las organizaciones trans muestran que el cuidado no es necesariamente equivalente al amor o a la protección hacia aquellas personas que lo necesitan, tampoco significa estar a cargo o ser responsable de las personas. El cuidado es un conocimiento profundo y una curiosidad hacia otras personas y el mundo que las rodea. Es también una subversión a las lógicas y leyes sociales, culturales y políticas hegemónicas que nos han regido.
“Seguimos sin oportunidades laborales, seguimos con un sistema de salud desinformado, seguimos con un sistema educativo binario, religioso, entonces creo que sí hemos aprendido. Como que las personas trans hemos aprendido a generar como comunidad, a generar hasta una economía solidaria. Creo que hemos aprendido a vivir desde lo solidario y desde lo comunitario. Creo que se ha aprendido a tejer realmente esto que es la sororidad, que muchas personas lo hablan, pero creo que lo trans creo que sí se generan familias muy fuertes, familias muy poderosas que se cuidan y que gracias a esto muchas personas podemos sobrevivir y habitar este mundo digamos de una manera pues protegida entre nosotras mismas” (entrevista 1, Bogotá, D. C.).
¿Por qué es tan importante este informe basado en experiencias y voces de las vivencias trans? Porque ni el Estado, ni el capital protegen. Son nuestras relaciones más básicas (con nosotres mismes y con el mundo que nos rodea) las que nos dan un sentido, un lugar en el mundo, y por consecuente, un cuidado. Acabar con las barreras de acceso, garantizar los derechos y potenciar la agencia trans, implica entender la complejidad intrínseca de esas relaciones y permitir su expresión pública.
Y como menciona Juli Salamanca, Coordinadora General y parte del Equipo de Investigación de la Liga de Salud Trans: Para cuidarse, las personas trans tienen que manipular el tiempo y viajar en él. Se necesita predecir lo que se avecina, los riesgos que se correrán y lo que puede pasar.
Este miércoles 27 de julio en la Casa Mude en el Valle del Cauca tendrá lugar el lanzamiento del informe El Estado no me cuida, me cuidan mis amigas: Prácticas de cuidado que han creado las personas trans ante la ausencia estatal que será, además de un altavoz de las experiencias y voces trans, un acercamiento directo a sus necesidades y resistencia colectiva que todes deberíamos conocer.