May 4, 2024

“El discurso del empoderamiento vino a decirnos tú puedes con todo y eso es peligroso” – Mariángela Urbina Castilla

En una nueva entrega de Entreamigas, entrevistas entre amigas, nuestra editora Ita María conversa con Mariángela Urbina, a propósito del estreno de la segunda temporada de su Obra "Amarte Así"

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Foto por Lina Botero

A Mariángela llegamos muchas por su trabajo como una de las creadoras e imagen de “Las Igualadas”, otras quizás llegaron a ella por sus libros (“Mi navidad en un psiquiátrico”, “El libro secreto de las niñas” y el más reciente “Dejaré en visto tu dejada en visto”) o por su abordaje en redes sociales de asuntos de interés feminista logrando algo que para muchas feministas sigue siendo todo un reto: romper el cerco mediático y acercar el mensaje a otras audiencias, esas que aún no están convencidas de todo lo que las feministas damos por sentado (patriarcado, brechas, violencias basadas en género, desigualdades, injusticias y un largo etcétera que nos drena a diario). Y aunque la Mariángela periodista se alejó hace un tiempo del periodismo feminista, no lo hizo de la creación, ni mucho menos del feminismo. La Mariángela escritora y creadora feminista no ha parado y entre las tantas cosas que ha creado recientemente está “Amarte Así”, la obra de teatro que vuelve a las tablas con una segunda temporada en Casa E (Bogotá), del 16 de mayo al 15 de junio.

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Hablé con Mariángela, la creadora pero también la amiga, sobre “Amarte Así”, su distanciamiento del periodismo feminista, sus métodos, los hobbies que se vuelven trabajos y los que resguardamos del capitalismo y las narrativas de la productividad, el miedo al fracaso y saber elegir nuestras batallas y todas esas cosas que hablamos entreamigas feministas que ya debería ser un género literario propio entre la queja el desahogo y el abrazo de contención.

Ita: Te alejaste o retiraste por un tiempo del periodismo y te has dedicado a una intensa producción cultural. Cuéntanos ¿cómo ha sido eso, cómo ha sido el cambio?

Mariángela: Crear cosas por fuera del lenguaje periodístico, por ejemplo hacer ficción, siempre ha sido mi hobby. Desde que estudiaba periodismo, en mi tiempo libre, hacía parte del grupo de teatro de la universidad. Luego me gradué y empecé a trabajar en medios pero seguía tomando talleres, escribiendo por las curvas y luego tuve la fortuna -que es una fortuna porque eso no pasa con frecuencia en los medios- de poder dedicarme a cubrir la fuente que me gustaba, o sea, hacer periodismo feminista y cubrir temas de género, y no a tener que sacar ocho notas porque sí, porque hay que alimentar la web del medio. Eso fue lo que me permitió, formarme como feminista, brindarme las bases con las que hoy me sigo formando. Y esa mirada es, tú sabes, es una mirada que no se puede quitar. Entonces esa mirada, esa herramienta que me dio el el periodismo desde el periodismo feminista, pues es la mirada que atraviesa ahora las creaciones que estoy haciendo en otros formatos, incluida esta obra de teatro, pero pasando también por la serie de la Wedding Planner, que ahora está en Teleantioquia, el libro el libro que viene… Es esa misma mirada pero agarrándome de esas otras herramientas del lenguaje que en una época eran el lenguaje del hobby, del tiempo libre y que llegó el momento de decir este es el lenguaje del día, no de la noche, no del fin de semana, porque la noche, el fin de semana tienen que ser para el goce. Y porque, bueno, a decir verdad, porque llegó un punto también en el que sentía que necesitaba descansar del periodismo para que no termináramos para siempre y que pudiéramos volver algún día en otro formato, como que ya no fuera esta relación tan intensa que teníamos y que en el futuro, después de esta pausa, de pronto podamos saludarnos y ser amigos. Pero ha habido un momento en el que era como o paro y dejo de verte, amigo periodismo o te voy a odiar de por vida.  

Ita: Igual y todo esto cabe dentro de la sombrilla del cambio narrativo que es lo que tú haces en todas tus facetas, en todos los espacios y lenguajes.  

Mariángela: Eso ha sido muy bello y creo que todo el trabajo formativo que hace una organización que se llama Puentes y que dirige Mónica Roa, ha sido muy inspirador para mí. Yo venía sintiendo que ese cambio narrativo era muy, muy importante para mí, no solo en lo profesional sino en lo personal, porque tú sabes que cuando uno hace este trabajo, pues ese trabajo es un trabajo, pero también está cruzado con la vida propia. Y yo venía sintiendo esa necesidad de hacer ese cambio narrativo, de pasar de la denuncia y de estos titulares que tienen que existir y seguir existiendo, que reflejan todo lo malo que pasa con las mujeres, con las personas LGBT en el mundo, y concentrarme en la esperanza y en las razones por las que vale la pena seguir trabajando. Y lo venía sintiendo en el trabajo, pero también con las amigas, con mi familia, y como que todo este universo teórico que había venido produciendo Puentes, hizo clic con una intención muy personal que tenía. ¿Y sabes que funciona? Es decir, no es que la denuncia no sea necesaria, pero yo sí creo que, de cara a generar puentes con personas que no están convencidas, personas que no son como tú y yo, que venimos de las familias que venimos y que por lo tanto somos rebeldes por naturaleza y vamos a salir a marchar y no nos asusta la revolución ni el cambio. Para hablar con esas personas que tienen buenas intenciones, pero que si les asusta el cambio, pues la esperanza sí es muy efectiva y además de ser efectiva para hablar con ellos, es efectiva con una misma, porque el choque constante y permanente va drenando toda la energía y los vínculos. Porque es duro también para esa red de apoyo estar sosteniendo constantemente a una persona que todos los días está confrontando y yo quería que también fuera gozoso pasar tiempo conmigo. Y yo sí creo que lo hemos pasado mejor en este rato.

Ita: Ahora hablabas de cómo te diste cuenta que un hobby era un trabajo y le diste ese lugar para respetar el espacio, las horas y los momentos para el goce. Y eso es algo de lo que últimamente venimos hablando mucho entre amigas. Porque el capitalismo se cuela hasta en los hobbies y aparece esa culpa de “no estar produciendo”, especialmente cuando somos buenas en eso, y entonces aparece como una zona gris y de confusión y narrativas de productividad que arruinan toda la diversión y el disfrute. Porque claro que disfruto lo que hago y disfruto mi trabajo, pero es un trabajo. Entonces se vuelve fundamental el ocio, identificarlo y darle, como tú dices, su lugar y espacio. ¿Cuáles son esos hobbies tuyos, ahora que la creación y la ficción son tu trabajo? 

Mariángela: Hablar. Tener una conversaciones, hablar con las amigas y sentarnos a descomponer por medio de la conversación todo lo que vemos y llegar hasta la raíz de lo que sentimos decir y reírnos la una de la otra y de nosotras mismas. También hablar con mi marido, la disfrutamos mucho y con mi mamá, ni se diga Es mi hobby favorito y diría que, en este momento de mi vida, por lo menos después de eso, la farra, porque yo sé que hay gente a la que le llega a los 13, pero no fue mi caso, era muy miedosa como de del goce en general y más de la fiesta en Cúcuta, me parecía muy peligrosa y me daba mucho miedo que ese tiempo puesto ahí me impidiera cumplir mis sueños creativos. Imagínate una peladita de 13 años en Cúcuta diciendo que quería ser escritora en un contexto muy duro y muy difícil en una familia en la que era difícil además financiar con esos sueños o promocionarlos, por lo menos desde lo económico, y en la en la que siempre se habló igual de haz lo que quieras, pero es importante que estudies una carrera que te dé trabajo porque básicamente nosotras no cumplimos nuestros sueños y estamos poniendo lo que tenemos en ti. Imagínate esas aspiraciones creativas en ese contexto, era muy difícil decir “hoy me voy a ir de fiesta” porque la fiesta amenazaba directamente la consecución de esos sueños. Como que con esa herida de la carencia y lo difícil que era conseguir cada peso y lo difícil que era conseguir los útiles, pues salir de fiesta un fin de semana parecía como injusto con lo que mi mamá y mi abuela bisabuela habían puesto para mi universidad. Y entonces el goce se postergó por mucho tiempo, hasta ahora. O sea, llegó como en pandemia por mis 26, 27, que ya era yo una mujer que sabía que podía vivir de su trabajo, qué se yo, de decir como bueno, este fin de semana me puedo dedicar a tomar cócteles y mirar al techo. Y sigo en esa temporada, tal vez menos que en la pandemia, pero sigo ahí, disfrutando mucho de la fiesta.

Ita: Ahora hablemos del teatro y de la segunda temporada de tu obra “Amarte Así”. Yo estuve en la primera temporada y me sentí muy interpelada, como mujer con todos esos miedos que protagonizan tu obra, como feminista que se juzga a sí misma y que es constantemente juzgada, pero además como alguien que está en esa lucha contra la desesperanza, en este querer cambiar las cosas y no consumirse en ello, en no desgastarse en algo que parece la rueda del hámster. Y tú coges esos miedos y a través de los miedos nos hablas. ¿Cómo es que el miedo se vuelve un buen elemento para estas conversaciones? Y además lo haces agradable y esperanzador. 

Mariángela: Ay, amiga, gracias. Pues es que mi gran sueño, el sueño más auténtico, más infantil -en el mejor de los significados de lo infantil-, más puro, ha sido el teatro. Y en el primer intento que hago de eso en mi vida adulta, me encuentro con un director que resulta siendo señalado por violencia. Y eso termina con un proceso penal abierto en mi contra, que sigue abierto. Entonces pues ese sueño vuelve a quedar ahí, engavetado. Y luego, cuando encuentro este parche de amigas, que son esas amigas a las que tú no les tienes que explicar la idea casi nunca porque ya la están entendiendo casi de mirarte, y yo me entero de que se van del país y eso va a ser una tusa, digo pues es ahora o nunca. Me siento escribir con este compromiso de que el teatro tiene que estar puesto al servicio de todo esto que he aprendido sobre feminismo y de todo esto que a mí me ha hecho tanto bien y el mensaje tiene que quedar súper bien dado, y me siento escribir y no pasa nada, no pasa nada. Y empiezo a escribir esta obra que es sobre el amor y una pareja y no sé qué y no pasa nada y no pasa nada y no puedo escribirla. Y entonces ahí surge la idea de que esta obra es sobre el miedo de escribir una mala obra, escribir una obra de una mala mujer o de una mala feminista y de una persona a la que no le sale bien y empieza a aparecer en el mismo proceso de escribirla todos estos miedos que protagonizan la obra, el más fuerte, que es miedo al fracaso y otros que arrastra. Y creo que el proceso de construcción se va viendo ahí y termina siendo chistoso porque el humor ha sido un mecanismo de defensa para mí, de lo que me duele también. He aprendido que el humor conecta y se cuela más fácil entre los prejuicios y encuentra su lugar. Pero además, porque muy orgánicamente así salía, como que yo necesitaba reírme de eso, del absurdo que me produce que esta sea una preocupación tan grande que la gente no vaya a ver la obra o que peor que vaya a verla y que piensen que es terrible. Y creo que eso es a la larga, por lo que lo que me contaban las personas que fueron a verla el año pasado, lo que termina conectando: que estemos donde estemos paradas, trabajando en una cervecería como en la que estamos ahora, en un banco, haciendo activismo feminista, haciendo periodismo, crecimos con la idea de que no podemos fallar y eso lo comparten los hombres, pero para las mujeres es especialmente difícil esto de la falla, como que el discurso del empoderamiento vino a decirnos tú puedes con todo y eso es súper peligroso. Entonces esta es una obra que falla. Y como falla, pues ya estoy más tranquila con hacerla. 

Ita: ¿Y qué ha cambiado del año pasado y la primera temporada a esta segunda temporada? ¿Qué ha cambiado en ti, frente a la obra? 

Pues fíjate que este ha sido un proceso de muchos cambios, porque como hay una nueva directora y hay un nuevo elenco, pues es otra obra y eso lo que implica es tener que aplicar todo lo que hemos aprendido sobre la escucha, sobre entender que hay tantas visiones del feminismo como mujeres, sobre entender que este es un proceso colectivo, porque no es un monólogo, si no pues habría hecho un monólogo. Yo quería que fuera un proceso colectivo y eso ha sido muy importante y ha puesto a prueba, en el buen sentido, también en mí la escucha y la escucha para la transformación. Siento que lo que ha cambiado en mí es que ahora estoy conociendo nuevas mujeres y nuevas personas que son las que integran este equipo, del que me siento absolutamente orgullosa porque es un equipo tremendo, cada una con unas credenciales impresionantes en lo que hacen y rodearme precisamente de esas voces y construir trabajo colectivo desde ahí y desde ahí también pensamiento feminista, que es que no necesariamente es exactamente el mío. Y creo que esta obra y este montaje lo reconoce, reconoce dónde está cada una. Y eso ha cambiado en este año, de eso se trata crear con otras también. 

Ita: Bueno, ya que nos fuimos a esto de crear con otras, de escucharnos y construir pensamiento juntas, y para ir cerrando porque esa era mi última pregunta, y es que algo que siempre me pregunto cuando te leo, te veo o te escucho ¿Cómo haces para siempre tener un tono conciliador hasta con hasta en los momentos en los que otra persona, o al menos yo, elegiría la violencia. ¿Como lo logras? Es como un súperpoder. 

Mariángela: No. Es que tú crees que siempre, pero siempre no ha sido. Yo creo que de mis 20 a mis 25 era bastante más fuerte en la confrontación y muy directa. Y eso me dejó muy lastimada incontables veces. Porque no solo es que no tiene efecto en el otro, pero si por lo que una está trabajando es por una transformación social, pues a mí me ha resultado muy poco efectivo. Si hay otras mujeres a las que les haya resultado efectivo, lo respeto un montón. A mí me ha resultado muy poco efectivo en términos de generar cambios, pero además, lo que me hace a mí es terrible, porque entonces una se queda quién sabe cuántas horas después, sintiéndose fatal y pensando si se excedió, si dije de más, por qué dije o por qué no dije… Pero yo tampoco iba a dejar de ser yo. Es decir, yo tampoco iba a dejar de señalar cuando algo no estuviera bien para mí bajo este marco de pensamiento que compartimos. Y entonces lo que encontré fue el método. Y los métodos se ponen a prueba y se aprenden una y otra vez. Es un entrenamiento como ir al gimnasio. Y entonces, una vez hayas hecho el ejercicio 80 veces, o hecho la pose de yoga 80 veces, eventualmente queda bien. Entonces yo he venido encontrando además pruebas de que me va mejor y de que funciona. Es como el gatico, como mi gata, cuando le doy premio porque no está arañando el mueble, ella va aprendiendo y ya deja de dañar el mueble. Así me ha ido premiando a mí la vida y también el activismo con este método. Y aunque algunas veces me han dicho que es ingenuo, a la larga, yo creo que ha sido mi mejor estrategia y aunque la ingenuidad no me molesta, porque las mujeres sí que deberíamos tener derecho de ser ingenuas, yo creo que para mí ha sido todo lo contrario, ha sido muy pensado, muy estudiado y muy visto también desde la estrategia del cambio social. 

Ita: y uno aprende a elegir sus batallas.

Mariángela: exacto, ahora elijo mejor mis batallas y me canso menos.

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