Colombia tiene dos océanos, tres cordilleras, selva amazónica, diversidad de climas, ecosistemas, nevados, volcanes y una capacidad infinita de sorprender pero, sobre todo, una tendencia crónica a decepcionar, y este domingo podría no ser la excepción. Que un candidato como Rodolfo Hernández, autoritario, imputado por corrupción, con un desprecio manifiesto por la ley, tenga posibilidad de ocupar el cargo de Presidente de la República, podría ser la cúspide de esa condena tragicómica de Patria Boba eterna que llevamos a cuestas.
Porque de ahí no salimos, seguimos siendo Patria Boba que corre en círculos asustada, como los peces de Buscando a Nemo flotando en bolsas plásticas en el mar… ¿y ahora qué? Nos invade el miedo a la libertad, al cambio, a un gobierno progresista, a la sola palabra: “izquierda”. Un miedo irracional que se sostiene de resentimientos vencidos de tres décadas pero tan enconados que cada intento por desenterrarlos se nos lleva un pedazo de algo; amistades, relaciones, esperanza.
De un lado del miedo está Gustavo Petro, un político con más de 30 años demostrando que puede jugar el juego de la democracia siguiendo las reglas; lo viene haciendo desde el momento en que se desmovilizó de la guerrilla del M-19 en 1990 Caber recordar dos datos importantes de esa desmovilización para la democracia colombiana: 1. La Alianza Democrática M-19, resultado de la desmovilización del M-19 fue crucial en la Asamblea Constituyente de 1991. 2. La personería política del M-19 tras su desmovilización permitió la creación del partido verde.
Petro había sido Concejal de Zipaquirá entre 1984 y 1986, luego fue Representante a la Cámara por Bogotá entre 1991 y 1995, Alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015, ha sido Senador en dos períodos, 2006 y 2018, y sus debates sobre parapolítica (denunció la relación del paramilitarismo y las Convivir, cooperativas de vigilancia y seguridad privada para la defensa agraria o Servicios Comunitarios de Vigilancia y Seguridad Privada, promovidas por el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe) pasarán a la historia. En el 2013 fue destituido de su alcaldía por el caos resultado de cambiar el modelo de basuras (fallo que acató), pero en 2020 la Corte IDH falló a su favor y en contra del Estado colombiano por haberlo destituido y además, obstruido su alcaldía en Bogotá. Pero todo esto, ya lo saben, ¿o no?
Entonces, cuál es el miedo. ¿Que se perpetúe en el poder? El hombre ha demostrado que si lo destituyen —aunque se trate de una medida injusta como quedó demostrado por un organismo internacional— acata la ley. ¿Que haya sido guerrillero? En el contexto que dio origen al M-19 quizás muchas de nosotras habríamos tomado o entendido esa decisión. ¿Sus ideas de izquierda? Vale la pena revisar la estigmatización que los medios masivos de comunicación colombianos (la mayoría de ellos de propiedad de grandes grupos económicos) han hecho de este pensamiento y la desinformación e ignorancia en torno a las ideas con las que se le asocia: comunismo, socialismo, insurgencia. No podemos reeducar a toda la población y menos cuando creen que la educación gratuita es populismo y no un derecho, ahí tenemos parte del problema, la espiral a la que nos siguen llevando los gobiernos tradicionales. Lo cierto es que hoy Colombia es un país mucho más progre de lo que se cree: tenemos eutanasia, aborto libre hasta la semana 24, una Corte que ha dejado fallos y sentencias vanguardistas para los derechos humanos, para las mujeres y las personas LGBT. Lejos de “convertirnos en Venezuela”, las ideas progresistas de quienes han sacado adelante estos avances permiten avanzar y proteger los derechos humanos. Los problemas de Venezuela han sido de otra índole, su economía es completamente distinta a la nuestra y es además urgente dejar de usar esa comparación xenófoba por demás.
Los miedos que se asocian a Petro y a la izquierda vienen de prejuicios, de falta de información y educación política, son miedos enseñados, heredados e infundados que operan en nuestras mentes como las fobias a lo diferente, y esas fobias suelen dar lugar a odios capaces de nublar la capacidad de análisis y hasta el sentido común. Y eso nos está pasando ahora pero no es algo nuevo. Nos pasa cada vez que nos infunden miedo: “nos regalan miedo para vendernos seguridad”. Quienes han monopolizado el poder en Colombia tienen muy claro el discurso y las tácticas.
Del otro lado del miedo está Rodolfo Hernández, un viejo autoritario, que expresamente ha manifestado su desprecio por la democracia y las leyes, un tipo incapaz de debatir (pero muy capaz de NO acatar fallos judiciales que le obligan a hacerlo), que se refiere despectivamente a las mujeres, que se ensaña con las trabajadoras sexuales, que ha sido grabado golpeando y amenazando de muerte a otros. Un IMPUTADO por corrupción que “se limpia el culo con la ley”.
Sobre Rodolfo realmente no es tanto lo que podamos decir sobre su trayectoria como sobre las irregularidades que rodean cada cargo que ocupa. En 1990 se lanzó al Concejo de Piedecuesta, fue electo pero nunca se posesionó, puso a un sustituto, y aún así resultó destituido por la Procuraduría ya que su empresa (la de Hernández) tenía contratos con la Alcaldía. Sin embargo, el sustituto alcanzó a gestionar un Acuerdo en el Concejo que le permitía a los constructores pagar impuestos con obras, beneficiando a Hernández, quien hizo su fortuna con la construcción. En 2015 llegó a la Alcaldía de Bucaramanga con promesas incumplidas: en campaña prometió construir 20 mil hogares en las zonas más vulnerables de la ciudad y finalmente no hizo ni uno. Este cargo tampoco lo completó pues renunció 3 meses antes de que terminara su administración por cuenta de otra sanción de la Procuraduría, esta vez por participar en política en plenas elecciones locales. Durante su inconclusa alcaldía alcanzó a tener 33 investigaciones abiertas en la Procuraduría y, actualmente se encuentra imputado por la Fiscalía por presunta corrupción en el caso Vitalogic e irá a juicio por esto el 21 de julio. Y esa ha sido toda su trayectoría política.
No contento con eso, esta semana no acató el fallo del tribunal que le ordenaba a él y a Petro asistir a un debate presidencial. Esto seguramente dará lugar a un proceso de desacato pero, al igual que el juicio por corrupción, todo esto quedaría en veremos si este domingo resulta elegido presidente, porque el fuero presidencial entraría al chat… ¿no les suena familiar?
La figura de Rodolfo Hernández nos remite a la de Álvaro Uribe Vélez no solo por la instrumentalización del miedo a la izquierda o por su carácter violento y autoritario. Pasamos del “Le doy en la cara marica” de Uribe Vélez, a Hernández dándole en la cara a un concejal y amenazar con pegarle “su tiro” a alguien por teléfono. Ambos han sido IMPUTADOS por la Fiscalía, uno por corrupción, otro por manipulación de testigos. Ambos se jactan de trabajar desde las 4 am y vanaglorian jornadas laborales más extensas de lo permitido por ley. Ambos se han enriquecido a costa de otrxs y han usado al Estado para seguirlo haciendo (y sus hijos, unas joyitas, también). Y ambos cortan las entrevistas cuando el periodista les toca un tema incómodo, como sus procesos judiciales… “Siguiente pregunta amigo periodista”.
Claro que hay diferencias, Álvaro Uribe podía sostener conversaciones completas y dar discursos sin que le tuvieran que dictar frase por frase como un niño, mientras Rodolfo no puede hilar conversaciones de más de dos frases. Pero es evidente que ambos buscan impunidad con la presidencia y ambos ya deberían jubilarse y dejar de joder al país y a su gente.
Resulta cuando menos distópico ver cómo los miedos que detona en muchas personas Gustavo Petro se materializan en el actuar ilegal de Hernández. Hay suficiente material público que da cuenta de la misoginia, xenofobia, aporofobia, desprecio por la ley y desconocimiento de las reglas del juego por parte del segundo, pero a sus votantes eso no les importa porque no es Petro, quizás porque en su escala de valores todo eso es aceptable y en su disonancia cognitiva, el Petro que habita sus miedos, saldrá de debajo de la cama a leerles El Capital de Marx o a expropiarles la cobija. A mí no me la tienen que expropiar porque ya tiré la cobija intentando entender cómo es que razonan, solo espero que en sus relaciones personales tengan mejores criterios y si no es así, revisen si no duermen con el enemigo.
Este domingo elegiremos entre dos candidatos, uno que ha demostrado durante 30 años que respeta las reglas del juego democrático y otro que tira el tablero cuando no le gusta la jugada del otro lado. Como hemos aprendido en el paso por este pedazo privilegiado en bendiciones geográficas pero maldito en gobernanza y poder, esperemos lo mejor pero estemos preparadas para lo peor, con el botiquín para el terremoto debajo de la cama. Y veremos qué nos arrebata esta vez el miedo o si, finalmente, el que se va es él.
*Recuerden que aún pueden leer nuestro Volcanómetro sobre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández para comparar sus programas y trayectorias*.