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Georgina Epiayú sostiene con una mano su sombrero mientras viaja en el puesto trasero de una motocicleta en medio del desierto. Su destino es la Registraduría Municipal de Uribia, ubicada al norte del departamento de La Guajira. Al llegar su turno de atención en uno de los cubículos, la encargada le pregunta en Wayuunaiki* cuál fue el primer nombre que tuvo cuando era pequeña. En la Registraduría le explican que la huella de su documento de identidad no coincide con la que ella tiene en sus manos, y que esta es la razón por la que su cédula de ciudadanía se ha demorado tanto en llegar.
El 1 de mayo se estrenó en salas de cine colombianas Alma del desierto, el documental dirigido por Mónica Taboada Tapia y producido por Beto Rosero en el que se acercan a la cotidianidad de Georgina, una mujer indígena trans de más de 70 años que durante 46 años esperó para obtener su nueva cédula de ciudadanía: la que ratificaba su identidad.
“Ella sale de una ranchería sabiendo que es una mujer, que sin saber que es trans, sabe que es una mujer. Ella siempre, a pesar de la confrontación, a pesar de las burlas, a pesar de los cuestionamientos, siempre estuvo clara en que es una mujer”, explica la directora en entrevista con Volcánicas sobre esta cinta que ha generado gran interés en las pantallas grandes de Colombia y el mundo en medio de un contexto alarmante de violencia que viven las personas trans.
La historia de Georgina fue la película inaugural del Festival de Cine de Cartagena Ficci, en su edición 64. También obtuvo el Premio Queer Lion a mejor película queer del Festival del Cine de Venecia, además de otros premios de la industria cinematográfica a mejor documental en festivales de Cuba y Francia.
“En 2018, Georgina no sabía que habían personas como ella, entonces creo que es un indicativo súper claro, una prueba fehaciente de que se nace y no se hace. La gente sabe quién es sin la necesidad de que te adoctrinen, tú sabes quién eres”, asegura Taboada Tapia.
Mónica recuerda que Georgina la recibió con una sonrisa y un abrazo. Fueron varios años de acercamientos y ganarse su confianza para que se sintiera cómoda ante las cámaras y contara los momentos que más marcaron su vida. “En el 2016 nosotros teníamos mucho miedo de salir de su espacio porque ya había sucedido un intento de crimen de odio, ya la habían intentado asesinar, y nos daba miedo. Por eso no queríamos traspasar los límites, aunque ella es una persona apartada”, cuenta la directora.
“Empecé mi transición tarde, pero esto es lo que siempre seré; siempre he sido así”, dice Georgina Epiayú en Alma del desierto.
La película muestra la soledad de Georgina y cómo vive apartada de sus hermanos, quienes todavía no aceptan su identidad como mujer trans. Sin embargo, Georgina cuenta con el apoyo de mujeres Wayúu que la rodean y la acompañan desde aquel intento de crimen de odio en el que varios hombres quemaron su casa y estuvieron a punto de acabar con su vida.
Mónica cuenta que en medio del rodaje, las mujeres vecinas se acercaron interesadas a la casa de Georgina para visitarla. “En el momento en que pasó el ataque, quien le abrió la puerta para protegerla fue una mujer. Las mujeres de la comunidad y las mujeres Wayúu son muy empáticas. A mí me protegieron varias veces, las señoras me defendían. Tengo mucho agradecimiento por la mujer Wayúu, que sufre mucho. Sobre todo las mujeres de comunidades que no tienen educación, que no tienen independencia económica”, afirma la directora.
Alma del desierto también muestra las condiciones bajo las que viven algunas rancherías en la Alta Guajira, como consecuencia del abandono estatal. En varias escenas se observa a Georgina caminando largos trayectos en el desierto buscando agua para su consumo. “Llegar a rancherías donde solo había arena, no había luz ni agua. Eso te rompe porque te hace sentir culpable, porque tienes una vida normal con privilegios, pero también te hace sentir avergonzada de Colombia, porque estamos viviendo el siglo 21 de esta forma tan desigual”, sostiene Mónica.
En cuanto al impacto que la directora espera que genere el documental, apunta: “Nosotros creemos que la película puede ayudar a poner el foco en Georgina, en estas comunidades que están en esta situación, y si se puede, ayudar a impulsar la ley trans tangencialmente, sería lo más bonito que puede pasar”.
Alma del desierto llega a las salas de cine de todo el país tras la primera audiencia pública del proyecto de Ley Integral Trans, el pasado 24 de abril en el Congreso de la República. La película representa un llamado a las instituciones para que atiendan y protejan los derechos de las personas trans. A través de la historia de Georgina Epieyú, se muestra la urgente necesidad de garantizar la integridad de todas las mujeres, hombres trans y personas no binarias.
¿En dónde ver Alma del desierto?
La cinta de Guerrero Films ya se encuentra disponible en las Cinematecas de todo el país, así como en las de Royal Films y Cinépolis. El documental también cuenta con funciones en el Cine Colombia Embajador, en Bogotá. La directora destaca que esta película también estará en Riohacha, capital de La Guajira.
*La lengua indígena hablada por el pueblo Wayúu.
