El último escándalo presidencial en Colombia está relacionado con Nicolás Petro, hijo mayor del actual presidente, quien fue acusado por Days Vásquez de cobrar grandes cantidades de dinero a empresarios durante la campaña presidencial; cobros que irían a significar favores y posiciones aventajadas facilitadas por la presidencia de Colombia, pero que en realidad usó Nicolás para su propio beneficio.
Esta grave acusación será investigada por la Fiscalía General de la Nación y, tanto medios como la ciudadanía deberíamos también hacer veeduría de lo que pase con esta denuncia.
Sin embargo, volvemos a leer y escuchar la terrible y maliciosa asociación de la filosofía del vivir sabroso, oriunda del Pacífico, con casos de malas prácticas por parte del gobierno. A estas alturas medios como Cambio no solo han decidido pasar por encima del concepto real detrás de lo que fue la consigna en la campaña de la vicepresidenta Francia Márquez Mina; sino que la han deformado con pleno conocimiento de causa.
Aquí algunos puntos claves que debemos recordar sobre el vivir sabroso que nada tiene que ver con corrupción, abuso de poder u holgazanería.
1. El apostarle a una vida digna
Pesé a que los medios masivos se han empeñado en deslegitimar y corromper el origen del verdadero vivir sabroso con sus asociaciones negativas, racistas y reduccionistas, la vicepresidenta ha explicado incontables veces que el gran principio detrás del vivir sabroso es vivir en dignidad.
Aún con todo el aparato intelectual que se ha evidenciado para explicar que el marco de la antigua campaña de Francia Márquez como: «un modelo de organización espiritual, social, económica, política y cultural de armonía con el entorno, con la naturaleza y con las personas»; muchos medios usan el concepto para implicar que vivir sabroso no es más que una excusa para robar al país y no trabajar.
2. Un clamor de les nadies
El vivir sabroso no está presente únicamente en la comunidad negra y afrodescendiente de Colombia, pues mantiene un diálogo directo con el buen vivir que usan muchos pueblos originarios en este país y en América Latina. De nuevo, ver que las redes sociales usan imágenes reprochables donde, por ejemplo, se cree que la vicepresidenta está visitando la controversial wafleria de Cali, porque eso “sí” es vivir sabroso, es una mirada racista que ningunea no solo al pueblo negro, sino a todes les nadies que buscan revendicar un estilo de vida que pone en el centro la naturaleza, la paz y la colectividad.
Continuar usando este eslogan como látigo para cada crítica que se le hace al gobierno, como está ocurriendo con el hijo mayor del presidente, detona el racismo estructural y sistémico en el que seguimos.
3. Antónimo de acumulación
Vivir sabroso no tiene nada que ver con vivir con lujos, nada tiene que ver con vivir gastando de forma innecesaria. Desde que la vicepresidenta habló de su eslogan de campaña le han llovido afirmaciones desinformadas que insisten en pensar que lo sabroso es solo otra forma de decir «lo fácil, lo cómodo». En realidad, una vida sabrosa es sostenible en el tiempo, cuidadosa del entorno y consciente de lo colectivo; nada tiene que ver con financiamientos turbios como de los que se alega, gozó Nicolás Petro.
4. La idiosincrasia del Pacífico
Sin lugar a dudas una de las fórmulas más exitosas en la carrera política de la vicepresidenta Francia Márquez se debe a que siempre ha destacado sus raíces tanto raciales como personales. El vivir sabroso debería ser usado para extender un mensaje de abundancia sobre los lugares que viven del río, del mar o de la tierra; lugares donde la prioridad es la cooperación y respeto por el medio ambiente.
Vivir sabroso nació en territorios negros, porque desde el centro, desde las ciudades la idea de abundancia y el extractivismo se relacionan de forma constante. Pero, no podemos dejar el rigor que implica reiterar una y otra vez que es racista, reduccionista y poco ético que los medios insistan en seguir perpetuando una idea de la vida sabrosa como una vida corrupta, lujosa y abusiva.
5. Autonomía, la meta última
Empeñarse en volver a Francia Márquez y sus discursos los chivos expiatorios de cada escándalo gubernamental es reprochable. En vez de que los medios y las redes difundan la búsqueda impetuosa de autonomía que implica el vivir sabroso, se mantiene esta idea de que quien quiere vivir así, quiere vivir recostándose en las demás personas. Cuando, contrario a lo que mantienen publicando, sabroso sería poder ser más independientes y permitir que la vicepresidenta haga su trabajo sin necesidad de mantener tergiversando su lucha y la filosofía del Pacífico negro de Colombia.