agosto 15, 2024

Salud mental en tiempos de caos.

El constante bombardeo de imágenes y situaciones violentas en redes sociales no da tregua. ¿Qué medidas podemos tomar para cuidar nuestra salud mental?

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Hace años me topé con un video que explicaba lo que le pasaba a nuestro cerebro cuando éste se veía bombardeado de información. No recuerdo el nombre ni el canal, pero recuerdo perfectamente cómo explicaba la indiferencia que podemos llegar a sentir ante los sucesos que están pasando en el mundo como una forma de reaccionar y protegernos de una sobreestimulación. Empezamos a bloquear la información para evitar el estrés y pareciera como si no le diéramos importancia. Me parece que la razón por la que lo recuerdo tan bien es porque hoy en día me hace mucho sentido. 

¿Alguna vez te ha pasado que sientes que hay demasiadas cosas sucediendo en el mundo? Imagina conmigo un momento. Es lunes, te levantas y lo primero que haces es revisar tu celular. Entras a Instagram y comienzas a actualizar tu feed. Antes de que te des cuenta, ya estás atrapade en el ciclo sin fin de tu algoritmo. Ves cómo se desata un conflicto en un país que deja a miles de víctimas al otro lado del océano y al mismo tiempo en tu país es año de elecciones. Pero no sólo en tu país hay elecciones, sino en al menos en otros 50 más. Partidos y movimientos de ultraderecha que amenazan con seguir avanzando, al mismo tiempo que continúan los avances tecnológicos. Terminan las campañas presidenciales y ya hay otra noticia de feminicidio. Derechos que se conceden y otros que ya se habían logrado, pero tan sencillamente se quitan. Ondas de calor una semana y a la siguiente un huracán acercándose a nuestras costas. Pero no te preocupes, porque entre la noticia de otra desaparecida y el futuro incierto de las personas migrantes en Estados Unidos, hay un meme sobre el debate presidencial. Por cierto, si ya se te olvidaba aquel conflicto del inicio, no te preocupes, porque sigues recibiendo noticias y se ha convertido en uno de los genocidios más grandes de nuestro tiempo. Y después de esos cinco minutos, dejas tu teléfono. Gran inicio de semana

Un tanto abrumador, ¿cierto? 

Si tu primer impulso fue dejar de leer y pasar al siguiente post, no te sientas mal. Como te decía, es tu cerebro protegiéndote. Si bien es cierto que no todo es malo, el cúmulo de información puede parecernos demasiado. Sobre todo, nos podemos quedar con una sensación de incertidumbre e impotencia que se escucha algo así como “el mundo se está volviendo locootra vez”, mientras que al mismo tiempo seguimos lidiando con nuestras propias vidas y preocupaciones cotidianas.

Es esta misma incertidumbre la que hace que nuestro cuerpo recurra a sus viejos trucos de luchar, huir y paralizarse. Cuando vemos que suceden injusticias, sobre todo aquellas que nos atraviesan de alguna manera, en un inicio es esperado que queramos recurrir a la acción. Y en nuestra época se ha dado mucho el acudir a las redes sociales para esto. Damos likes y compartimos la información en nuestras historias para ayudar a la difusión y que pueda llegar a más personas. Pero también es una forma en la que dejamos en claro nuestra postura ante cierto suceso o noticia, como si al compartir una historia, también estuviéramos declarando al resto del mundo nuestra indignación. 

Algunas personas han comenzado a llamar esto cliktivismo, o activismo en redes sociales, que se refiere a involucrarse y tomar acción sobre los sucesos mundiales, aunque sea de manera virtual. Pero en parte es nuestra forma de “hacer” o sentir que hacemos algo con la abrumadora y aplastante sensación de impotencia que tenemos ante situaciones que nos hacen sentir tan chiquites. Es una forma de contestar – o evadir – la temible pregunta: ¿qué carambas puedo hacer yo? Aunque en el interior sabemos que en realidad no podemos hacer mucho y que quienes sí pueden y además deben hacer algo, no lo hacen. 

Por esto también es completamente esperado cuando ante todo esto reaccionamos desde el huir y paralizarse. Muchas veces esto se ve reflejado e incluso llega a sentirse como una indiferencia ante lo que está pasando en el mundo. Nos resguardamos en la esfera de lo individual y entonces nos compramos la idea de que lo que sea que sucede afuera no nos afecta y tampoco nos interesa saberlo. 

Si bien es cierto que fomentar un hábito de estar informades y al pendiente de las noticias es importante, ya se ha comprobado en diferentes estudios cómo la constante exposición ante noticias puede aumentar la ansiedad y depresión en las personas. Durante la pandemia nació un término llamado doomscrolling – o como me gusta llamarlo “TikTok para el Fin del Mundo” –, que se refiere a esta necesidad de estar actualizando las redes sociales para enterarnos de lo que sucede sin ser capaces de parar, incluso cuando sepamos que esto nos está haciendo daño. Y luego nos preguntamos porque hay una sensación de adormecimiento colectivo ante lo que sucede, incluso cerca de nosotres.

Esto se ha comparado con el pasado, cuando las personas leían el periódico en las mañanas o veían la hora de las noticias en la tele, y se ha resaltado que la principal diferencia con las redes sociales es que no hay un momento específico en el día para revisarlas, sino que este nuevo y además principal canal de información está disponible para nosotres las 24 horas del día. Es por esto por lo que la primera recomendación que se hace para el cuidado de la salud mental es establecer tiempos específicos para ver las noticias y las redes durante el día. Pero valdría la pena preguntarnos ¿verdaderamente qué tan fácil es hacer esto? ¿Realmente podemos decidir en qué momentos nos enteramos de las noticias cuando entramos a Instagram?

Es importante saber que esta sensación de adormecimiento también se alimenta a partir del diseño que tienen las redes. No sólo es que nosotres pasemos a las siguientes historias o videos, sino que automáticamente se van reproduciendo. Pensemos en la duración de las historias, los tiktoks o reels, ¿nos da tiempo de procesar en un minuto lo que implica el bombardeo a hospitales en Gaza? ¿Hay algún momento en el que nos paremos a pensar o incluso sentir antes de darle compartir a algo que nos está afectando? ¿Y por qué sentimos que, si no lo compartimos, entonces es cómo si no nos importara o no hacemos suficiente al respecto?

Pero entonces, ¿qué podemos hacer? 

Otra cosa que se recomienda es darnos nuestra “dosis de buenas noticias” y si bien esto puede ayudar, debo admitir que no me termina de convencer. La realidad es que estas soluciones como dejar de ver redes sociales o ver cosas bonitas me resultan un tanto simplistas. Sí, la indiferencia, la impotencia y la desesperanza son sensaciones sumamente incómodas, sin embargo, encuentro mucho poder en pensarlas como una forma de rechazar el hecho de que el mundo – y por lo tanto nosotres – estemos pasando por todo esto. Al final si sentimos todo esto, es porque sí sentimos mucha indignación ante todas las cosas que suceden y tal vez también la manera en las que se nos comunican.  

El constante ritmo de las redes sociales y de este sistema nos ha hecho creer que la mejor solución a esta problemática está en la misma problemática, cuando tal vez esta indiferencia que sentimos es un mensaje de que debemos parar un momento. Y no necesariamente parar para consumir otro tipo de cosas como buenas noticias o memes. Sino más bien parar para conectar con lo que sentimos y también conectar con otras personas que seguramente están sintiendo lo mismo que nosotres. 

Reconozco que las redes sociales nos pueden ayudar a conectar a cierto nivel y en ocasiones, sentirnos menos soles. Pero al final seguimos siendo una sola persona detrás de una pantalla. Incluso pensar en “lo que sucede en el mundo” fomenta esta sensación individualista de que una cosa es lo que sucede en el mundo y otra lo que me sucede a mí. Cuando también la razón por lo que todo esto nos afecta se debe a que no podemos separar completamente lo social de lo individual. Somos parte de ese mundo y sociedad a los que tantas cosas les suceden. 

También me parece importante no dejar de cuestionarnos a quién le conviene más que todas las acciones y nuestro activismo, así como la manera en que nos enteramos de los hechos se concentren únicamente en un espacio virtual. Un espacio donde tan rápido como nos llega una noticia, así también deja de aparecer, aunque en la realidad continúe. 

Por eso me gustaría decirte que está bien sentirse tan chiquite en un mundo donde todo el tiempo está sucediendo algo. A veces es demasiado cansado estar publicando todo el tiempo, y esto no significa que no te importe lo que está pasando. El activismo también se puede vivir afuera de nuestras redes sociales. A veces regresar a lo local y a nuestros círculos también es suficiente. 

Y si bien no tendremos la capacidad para detener un conflicto, sí que podemos tenerla para tomarnos un momento en un sistema que hace de todo para que sigamos sin importar qué atrocidad veamos en el siguiente TikTok.  

Referencias

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Autor

  • Sofía de la Paz

    Sofia es mexicana y psicóloga con enfoque psicosocial que se ha especializado en temas de género y Derechos Humanos. Coordinó y editó el blog “Educación y Placer Sexual” y fue ponente en el XLVIII Congreso Nacional de Psicología (2021) con su investigación sobre el uso del Lenguaje Inclusivo. Fue subdirectora en Casa Frida Refugio LGBT y coordinadora del proyecto “Las Treinta” dedicado a la autodeterminación y reconstrucción de redes de apoyo de mujeres de la diversidad. Actualmente es docente y escribe para diferentes medios sobre temas de Derechos Humanos, género, sexualidad, arte y salud mental desde un enfoque psicosocial. Es amante del arte y los gatos, tiene un proyecto llamado “Arte Para Todes” que busca promover que el arte sea más accesible y colectivo.

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