Daniel Noboa nació en una familia vinculada a la política y propietaria de las empresas multimillonarias Exportadora Bananera Noboa (de su abuelo, Luis Noboa Naranjo) y Grupo Noboa (de su padre, Álvaro Fernando Noboa Pontón). Álvaro Noboa fue candidato a la presidencia en cinco ocasiones. Sin éxito, contendió en representación del Partido Roldosista Ecuatoriano y el Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN). A sus 35 años, su hijo, Daniel Noboa se convierte en el presidente más joven del Ecuador.
Su trayectoria
Después de estudiar administración, gobernanza y comunicación política en Estados Unidos fundó la empresa DNA Entertainment Group, dedicada a la organización de eventos y, en 2021, de la mano del movimiento Ecuatoriano Unido, debutó como asambleísta por la ciudad de Santa Elena. Durante ese periodo fue presidente de la Comisión de Desarrollo Económico.
¿Cuál es su postura política?
Noboa se presenta como un político de “centro-centro-izquierda”, que “cree en la responsabilidad social y en la libre empresa”. En campaña propuso la reducción del IVA, apoyos económicos a mujeres embarazadas y planes nacionales de medicamentos y vivienda. También propuso la renovación del sistema de seguridad (Plan Fénix), destacando estrategias y acciones que han sido señaladas por vulnerar los derechos humanos, como el reconocimiento facial. En el plano económico, otra de las propuestas que pone en duda sobre su autoproclamada distancia de la derecha es la dolarización.
Las red flags
La figura de Noboa genera desconfianza por su aparición repentina e inexperiencia en la política, y por decisiones como la elección de su compañera de fórmula, Verónica Abad. Abad, ahora vicepresidenta electa, se presenta como derechista liberal, provida, a favor de la privatización y la brecha salarial y creyente de que las marchas para exigir un alto al feminicidio son motivadas por el dinero. Esta alianza levanta muchas sospechas sobre la postura de Noboa frente a los derechos de las mujeres y personas LGBT+.
Entre sus propuestas de campaña, Daniel Noboa destacó el apoyo económico a las mujeres embarazadas. Sin embargo, durante su visita a la provincia de Manabí comentó “¿cómo se va dar [el bono]? En forma de cupones. No en efectivo para no andar fomentando mayores cantidades de embarazo por gusto”.
Otra de las cuestiones que resultan problemáticas sobre el presidente electo es la violencia que denunció Gabriela Goldbaum Smith, con quien estuvo casado. El 18 de octubre, Goldbaum publicó en el portal El Telégrafo que al poco tiempo de casarse, Noboa le dijo que él sería el jefe de familia y tomaría todas las decisiones. Según expresó Goldbaum, el presidente —que usa su cuenta de TikTok— para mostrarse como un padre amoroso— estuvo ausente en la primera etapa de su embarazo. Cuando nació la bebé, Luisa, Noboa se negaba a visitar a su hija en la casa de la familia de Goldbaum. “Él era quien debía adecuarse a los horarios de nuestra hija y no al revés. Daniel me amenazaba con tomar acciones legales”. Para octubre de 2020, Goldbaum enfrentaba 19 denuncias.
Una presidencia corta y de transición
Daniel Noboa ocupará el cargo hasta mayo de 2025. La fecha de inicio del nuevo gobierno en Ecuador aún es incierta, pero el Consejo Nacional Electoral (CNE) estima que sea alrededor del 15 de diciembre de 2023. La razón por la que Noboa gobernará bajo cronómetro se debe a que completará la gestión de Guillermo Lasso, quien acortó su administración antes de una posible destitución por juicio político en la Asamblea, apelando al mecanismo de muerte cruzada, que permite al ejecutivo y legislativo disolverse mutuamente.
Hay más preguntas que reacciones
En redes sociales se evidencia la preocupación que genera a las feministas la victoria de Verónica Abad como vicepresidenta. Desde su cuenta FemTranstornada, Sofía, feminista y creadora de contenido , convoca a reflexionar sobre los resultados electorales” ¿Acaso en Ecuador hay una hegemonía neoliberal que hace que prefiramos a un heredero millonario?”. También señala fallas en los proyectos de izquierda en el país como la desconexión con algunos sectores de la población que ya no se sienten representades, una conversación que no es nueva ni exclusiva del Ecuador y aún tiene mucha tela por cortar.
Sabemos que las feministas en el Ecuador no la han tenido fácil ni con la izquierda ni la derecha, menos con gobiernos ambiguos, pero resistir y defender sus derechos es algo que están acostumbradas a hacer y no dudamos de que, en cualquier contexto, seguirán haciéndolo.