
Antes echarme a andar entre el aroma de las rosas y las espinas del amor afrocentrado, debo enfatizar que el amor afrocentrado no es exclusivamente heterosexual, monógamo o binario, pero como mujer negra con una experiencia de vida “heterito”, seré honesta en decir que mi opinión sobre el amor afrocentrado tiene sus limitaciones analíticas, a relaciones sexo-afectivas con hombres. Indagando sobre cómo nos imaginamos ese amor, he llegado a conversaciones muy interesantes y complejas con mis mejores amigas y otras mujeres de mi entorno. He cuestionado la manera en la que me he relacionado sexo-afectivamente con personas negras, indígenas, blancas y con privilegios de blanquitud. Y, por supuesto, cómo mi lucha contra el racismo ha moldeado mis elecciones de parejas y otras relaciones amorosas con familiares, amigas.
En su libro Todo sobre el amor, bell hooks propone que: “Al entender el amor como la voluntad de nutrir nuestro desarrollo espiritual y el del otro, se vuelve evidente que no podemos sostener que amamos si somos hirientes y abusivos. El amor y el abuso no pueden coexistir”. Me gusta esta definición de bell, y me cuestiono entonces si realmente he amado o he sido amada, entendiendo también que las personas con las que intentamos tejer vínculos amorosos tiene de alguna manera acceso a nuestras heridas, o tal vez no logran identificarlas, y sin querer o queriendo, pueden lastimarnos. Esta definición de bell puede ser una guía para cuestionarnos el amor en las relaciones sexo-afectivas, y revisar un poco este ideal del amor afrocentrado, teniendo en cuenta que el racismo y el clasismo son una herida colonial que influye de muchas maneras nuestras elecciones, gustos y deseos.
No podría escribir una columna de opinión sobre el amor afrocentrado sin cuestionarme también mi vida amorosa, y difícilmente podría darle sentido a tantas ideas, sin recurrir a la experiencia personal; tampoco espero que esta columna despeje todas las dudas de la audiencia sobre el tema, de seguro dejará más preguntas que respuestas. De hecho, el ejercicio de escritura fue abrumador y exacerbó mis dudas. Más bien pienso que, a propósito de San Valentín, estas letras nos permitirán abrir una conversación o por lo menos hacernos reflexionar sobre cómo nos estamos pensando el amor y las repercusiones que tiene el racismo y el clasismo en nuestra vida amorosa.
¿Qué es el amor afrocentrado?
Mucha gente cree que cuando hablamos del amor afrocentrado estamos proponiendo vivir bajo la segregación, tipo Estados Unidos en los años cincuenta, cuando eran vigentes las leyes anti mestizaje y perseguían y metían a la cárcel a las personas negras, puntualmente a las mujeres negras que intentaban crear una familia con personas blancas; para ahondar en los horrores de este lamentable momento de la historia les recomiendo ver la película El Matrimonio Loving, también para recordarnos el poder del estado sobre nuestra elecciones a la hora de construir un vínculo amoroso o una familia -ojalá también logremos relacionar esta película, con lo injusto que es que en muchos paises prohíban el matrimonio entre personas del mismo sexo y la posibildiad de que tengan hijes-. Y precisamente bajo la bandera de que todes podamos amar a quien queramos amar, el amor afrocentrado propone elegirnos entre muchas otras posibilidades válidas, para enamorarnos, para crear familias y fortalecer las comunidades negras.
Entiendo el amor afrocentrado como un posicionamiento político de un sector de la población negra, principalmente activistas, pensadores, escritores, artistas y académicos, que proponen la opción de vincularse amorosa y sexo-afectivamente solo con otras personas negras. Este ideal de las relaciones amorosas surge con la esperanza de deconstruir el deseo colonial, y como resistencia a un sistema que históricamente ha sobrevalorado la blanquitud, ubicándola en la cúspide de la belleza y adjudicando a la negritud adjetivos despectivos que nos posicionan en la sociedad como indignos de amor y respeto.
Este tipo de relacionamiento supone disminuir el desgaste de lidiar con el racismo en los entornos sociales y familiares de una pareja blanca, la constante pedagogía sobre las actitudes y comentarios racistas, la explicación permanente de las experiencia de vivir en un cuerpo negro, y la posibilidad de cuestionar el privilegio blanco sin tener que preocuparnos por la reactividad de la fragilidad blanca. Precisamente por esto, el amor afrocentrado no es simplemente cumplir con el requisito superficial de un fenotipo afro, requiere un deseo de deconstrucción anticolonial y antirracista, y esto es trascendental porque muchas veces se nos olvida que ser negro no implica un posicionamiento antirracista. En términos generales, el amor afrocentrado surge como una alternativa para que las relaciones de pareja sean espacios seguros y de contención para las personas negras. Una posibilidad de crear y fortalecer comunidades desde los vínculos amorosos de pareja, de amistades y de familia. Todo un idilio de amor negro… pero de eso tan bueno no dan tanto en un sistema capitalista, heterocis y patriarcal.
Vivimos en una sociedad que ve las relaciones de pareja como una manera de obtener movilidad social. Independientemente de cómo nos identificamos en términos étnicos o raciales, vivimos el amor como vínculos transaccionales. Nos gusta pensarnos el amor como algo íntimo que sólo compete a los amantes, y ojalá fuera así, pero mucha influencia tienen los contextos sociales, familiares y políticos en nuestras elecciones de pareja, y en las expectativas que tenemos sobre las relaciones. ¿Por qué nos atraen las personas que nos atraen?, ¿por qué deseamos a las personas que deseamos?. Históricamente las personas blancas han tenido una sobrerepresentación positiva en todo los espacios, ocupando todos los lugares de poder político, económico, y consolidando un monopolio simbólico del deseo y la belleza.
En el contexto de latinoamérica, el mestizaje con aspiración de blanqueamiento ha sido una estrategia de movilidad social promovida por los estados nación. En los entornos familiares las personas negras crecemos con las presiones sociales de superar “la falla racial” como sea necesario, a ver si logramos colarnos en la fiesta del amor, ya sea con exceso de cuidado en el aseo personal, y si es posible con uno que otro procedimiento estético: alisado del cabello, aclarado de la piel, cirugías, etc, con el mejor rendimiento académico, o con un trabajo que nos permita un sueldazo, porque está bien arraigado el mito de que en Colombia “somos clasistas pero no racistas”, es decir que nos van a “perdonar” la negritud si tenemos plata; nada más lejos de la realidad. Sin embargo, sin importar qué tantos logros acumulemos, nos siguen diciendo, “qué suerte tienes de que sea blanco, ya sabes, para mejorar la raza”. Uno de los comentarios racistas que más recibí cuando estaba casada con un hombre blanco.
Lo anterior deja claro que las personas negras entramos en estas relaciones de pareja con unas desventajas simbólicas importantes, en las que se impone el privilegio blanco, y eso sobrepasa las intenciones o los sentires de las parejas que decidimos tener. En los casos más opresivos, que se comente que una persona negra tuvo sexo con una persona blanca le confiere unas felicitaciones y un trato privilegiado. Soportar este racismo cotidiano es el precio a pagar por ingresar a ciertos entornos de privilegio, que van desde el ingreso a un restaurante, así nos lean como prostitutas, en el caso de las mujeres negras cuando salimos con hombres blancos, vivir en un barrio, ciudad o país más privilegiado, así nos confundan con personal del servicio doméstico, entrar a los círculos sociales que nos permitan un ascenso económico en términos laborales, aunque nos toque soportar chistecitos racistas.
Lo que sí es claro es que cuando abrimos la conversación sobre el amor afrocentrado surgen los reproches de las mujeres negras sobre la imposibilidad de tener estos amores afrocentrados por el delirio que tienen los hombres negros por las mujeres blancas; muchxs dicen que a nosotras nos “llevan al almuerzo y a las mujeres blancas a la cena”, “se casan con las blancas y nos quieren a nosotras como mozas”, de la misma manera que los hombres negros cuestionan el deseo de las mujeres negras de casarse con los hombres blancos y el prestigio que eso supone. Seguro han escuchado el comentario racista de “negro con negro da calor” y esta consigna ha sido una de las estrategias del sistema colonial para promover el blanqueamiento através del mestizaje y tachar como una negación al progreso el amor entre personas negras.
Desde mi experiencia personal, concuerdo con que “hombre no es gente ni familia de uno”, sea blanco, negro, indígena o asiatico, etcétera, sin embargo, para una persona tan sensible al racismo como yo, es un alivio tejer vínculos sexo-afectivos con hombres negros. Las formas de estar en el mundo de los hombres blancos del norte global o con privilegios de blanquitud en latinoamérica, en este momento de mi vida, me generan mucha ansiedad y una gran desconfianza. Por otro lado, claro que esta idea del amor afrocentrado la he conversado más con mujeres y personas de la diversidad sexual que con hombres negros, y el hecho de que nos estemos cuestionando las opresiones de raza, no quiere decir que los hombres negros esten dispuestos a replantearse sus machismos, su homofobia y diversas formas de violencias, tanto en las relaciones con las mujeres blancas, como en las relaciones con mujeres negras.
Me pregunto, de manera personal, cómo nos imaginamos el amor afrocentrado y toda la aporofobia que cargamos las mujeres que hemos luchado tanto por sobreponernos a la precariedad. Sí, todas nos soñamos un amor afrocentrado con un “hombre negro divino, que la tenga grande, académico, empresario millonario, que no escatime en gastos con nosotras, etc”, y las redes sociales nos siguen vendiendo “la black power couple” tipo Beyonce y Jay Z, de muchas maneras seguimos imitando a la blanquitud en los criterios para elegir a nuestras pareja. Me sorprende lo poco que estamos dispuestas a ceder para construir un amor afrocentrado, cuando somos tan concientes de que existe un racismo estructural que no permite el asenso social de la mayoría de los hombres negros. Pero nos seguimos quejando de que la minoría estrella de hombres negros que entran a la elite masculina y acceden a la riqueza, ya sea por mera probabilidad estadística, o por ese delirio que habia mencionado anteriormente, terminen eligiendo a mujeres blancas para casarse. Es importante pensarnos el amor afrocentrado mientras cuestionamos el clasismo. Con clasismo no es posible un amor afrocentrado.
Volviendo a esa frase de bell hooks, “no podemos sostener que amamos si somos hirientes y abusivos”, entonces ¿cómo es que nos ha herido tanto el racismo y el clasismo y, a pesar de todo, seguimos discriminando gente bajo el criterio de “este o esta es para coger y ya” y otras personas con igual o más privilegios económicos que yo son para “algo serio”?. Si vamos a seguir replicando los mismos criterios de discriminación que aplica la blanquitud, en nuestros ideales de amor afrocentrado, ¿pa´que un amor afrocentrado?.
La manera en que expresas lo importante de un amor afrocentrado y el clasismo, puntos claves y necesarios para la vida cotidiana, Muy buen artículo.
Excelente artículo🙏🏾🫶🏾