Quitarse las tetas está de moda, y así como a finales de los noventa, cuando la voluptuosidad era la regla, el fenómeno responde en gran medida al estereotipo que se impone sobre el cuerpo de las mujeres. Decir esto no es pecado, las tendencias estéticas cambian y siempre habrá quienes estén dispuestas a cambiar con ellas, no obstante, aunque no es una opinión equivocada, resulta una visión simplista sobre el aumento de la explantación de prótesis mamarias en Colombia y el mundo.
El regreso de la talla cero
Pese al crecimiento del body positive, movimiento enfocado a la aceptación de los distintos tipos de cuerpo, está de regreso la talla cero. Lo vemos en las pasarelas con la reaparición del descaderado, en pantalones o en faldas tipo Miu Miu, entre otras prendas, pero esta tendencia de la delgadez extrema no sólo se refleja en la ropa, también en los cuerpos que apropian esa estética.
Hace menos de una década, de la mano del mismo body positive, se exaltaban los cuerpos curvilíneos por lo que hubo una preferencia por las caderas prominentes, cinturas pequeñas, labios gruesos, abdomen plano, un molde en el que no muchas pudieron encajar sin someterse a procedimientos médicos y quirúrgicos con fines estéticos como la lipoescultura, los implantes de silicona y los rellenos faciales.
Pero cerrando el 2022, portales titulaban ‘Heroin chic is back’, haciendo referencia al regreso de los cuerpos escuálidos que hoy marcan una tendencia, insisto, no solo en la ropa sino también en las cirugías estéticas, particularmente marcaciones abdominales, retiro de implantes o al menos el uso de menores volúmenes en glúteos y senos.
Por eso, relacionar el tema de las cirugías estéticas a la llamada narcoestética, que es hacia donde algunos pretenden llevar el debate, es simplificar el problema. “Hay una búsqueda insaciable por el cuerpo ideal a través de los medios que sean necesarios, y esa construcción social del cuerpo perfecto no solo responde a las preferencias estéticas de los narcos en los ochenta, sino a la publicidad que consumimos a diario y a la propia sociedad que califica a las mujeres por su apariencia”, explica Melissa Zuleta Bandera, magíster en Estudios de Moda de Parsons, escuela de Arte y Diseño en París.
Entonces, parte del asunto de la explantación de prótesis de senos responde al vaivén de la moda, que como vemos trae consigo no sólo tendencias en ropa y calzado sino en las formas y volúmenes del cuerpo.
“Hoy las mujeres desean tener cuerpos más armónicos, en los noventa las pacientes querían unos implantes más grandes, ahora las jóvenes los quieren pequeños. Adicionalmente, en mujeres adultas por encima de los cuarenta, hay una creencia generalizada de que los senos grandes las hacen lucir más gordas, por lo que optan por una talla pequeña que estilice la figura”, explica Alejandro Duque, cirujano plástico y sub especialista en cirugía plástica oncológica con amplia experiencia en cirugía de senos.
La cruz de Carolina Cruz
Una de las afectadas por el vaivén de la moda y sus constantes presiones es Carolina Cruz, quien asegura que cuando iba a participar en un reinado de belleza en 1999 por presión de la sociedad agrandó sus senos. “Terminó el reinado, no gané y todo el mundo decía que no había ganado porque era muy tetona, entonces la presión de la sociedad me hizo nuevamente quitarme las puchecas”, relató en sus redes.
Por la honestidad de su testimonio sorprende que sea precisamente ella quien en nombre de la “feminidad” cuestione la decisión de cientos de mujeres de retirar los implantes del cuerpo.
“Estoy a favor de que la mujer se vea linda y se vea femenina completamente, a mí lo que no me parece es que se volvió una moda y todas empezaron a sacar cita médica (…) entonces fue y se sacó las puchecas y quedó como un hombre, así, plana como una pared, con una cicatriz horrible”, dijo la presentadora.
Sin profundizar en lo problemático de asociar el tamaño de los senos con qué tan femenina se ve una mujer, es por lo menos cuestionable que, aunque reconoce los efectos de la fiscalización del cuerpo sobre ella misma, diga sin un ápice de sensibilidad que las mujeres que deciden explantarse parecen hombres con cicatrices horribles. Como si su valor lo determinara la talla del brasier o las marcas que cargan en su piel.
¿Por cuánto tiempo más tendremos que cargar con esta cruz en televisión nacional? ¿A cuántas niñas, adolescentes y mujeres tenemos que exponer constantemente a este tipo de opiniones vacías que priorizan la apariencia del cuerpo sobre cualquier cosa?
No se trata de censurar su opinión sino de elevar el nivel del debate, de dar al menos una discusión informada, porque si de desinformar se trata Carolina Cruz se lleva la corona y no solo en materia de cirugías estéticas.
Hace poco más de un año, cuando la Corte Constitucional despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia, la presentadora compartió en sus redes una publicación que señalaba que el aborto era un negocio, pues supuestamente –y sin citar ninguna fuente– las partes de los fetos eran vendidas por altos precios: cerebros, corazones, extremidades. Ese es el nivel de sus argumentos.
Esta información, o más bien desinformación, sin duda expone la salud y la vida de mujeres y niñas. Llama la atención, además, que el aborto le parezca un negocio cuando es ella quien ha hecho de su propia maternidad un espacio publicitario. No tiene que estar a favor del aborto, tampoco de la explantación mamaria, lo que se pide es algo de rigurosidad a la hora de emitir una opinión en televisión nacional.
El Síndrome de Asia y el peligro del autodiagnóstico
Las declaraciones de la presentadora volvieron a poner sobre la mesa una enfermedad muy rara conocida como el Síndrome de Asia o síndrome autoinmune/auto inflamatorio inducido por adyuvantes, por sus siglas en inglés. Se trata de un amplio conjunto de síntomas causados por una respuesta inmune a cuerpos extraños, y no solamente se habla de implantes de silicona, también pueden ser vacunas, medicamentos que contienen aluminio, escualeno, mallas, marcapasos y hasta lentes intraoculares.
La Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (SCCP) y la Asociación Colombiana de Reumatología (Asoreuma) explicaron en un comunicado conjunto que hay distintas manifestaciones clínicas como dolor o debilidad muscular, miositis, dolor o inflamación articular, fatiga crónica, alteraciones del sueño, manifestaciones neurológicas relacionadas con enfermedad desmielinizante, alteración cognitiva o pérdida de la memoria, boca seca, entre otros.
No obstante, no basta con presentar uno o varios síntomas, según estas sociedades científicas la predisposición genética juega un papel importante y además, para que un paciente sea considerado con este síndrome, deben considerarse otros criterios.
“Yo empecé a escribir todo lo que me sucedía. Se me estaba cayendo el cabello, me estaba quedando calva, tenía un dolor de cabeza constante, infecciones vaginales recurrentes, inflamación en mi cuerpo, fatiga, somnolencia. Luego vi un video de la presentadora Mary Méndez sobre el Síndrome de Asia y me sentí identificada, fue un detonante para retirarme los implantes”, cuenta Liliana Fragozo, quien explica que estos síntomas iniciaron dos años después de su intervención.
Liliana asegura que, además de los videos que vio en redes sociales, antes de tomar la decisión de explantarse se practicó 19 exámenes con un médico internista, y aunque todo salía normal, los síntomas persistían. “Fue entonces que busqué a un cirujano plástico y le conté mi situación, me explicó que algunas mujeres desarrollaban un rechazo a los implantes y que se manifestaba de distintas formas, y que él veía que en mi caso había criterios para hacer la explantación”, cuenta Liliana, quien hoy se siente satisfecha con el aspecto estético de sus senos y con su estado de salud. “No quedé como un hombre, como dicen por ahí, además me siento mucho mejor”, dijo.
María Paula* lleva seis años con implantes mamarios, se los puso a sus 23 años queriendo cambiar su aspecto físico, aunque no ha tenido ningún examen médico sobre los síntomas que dice presentar, el próximo mes se realizará una cirugía de explantación debido a síntomas que asocia con este síndrome.
“He tenido cambios en el sueño, sobre todo. Eso sumado a mi estado de ánimo, me llevó a tomar la decisión de retirarme del todo los implantes. Viendo videos de varias actrices me siento identificada con lo que han contado y por eso lo decidí”, detalló María Paula*.
Para Milton Murillo, médico psiquiatra de la Universidad del Rosario, uno de los riesgos de la desinformación en medios de comunicación es la exposición aguda a estrés, al no tramitar los conflictos emocionales de la misma forma, en algunas personas pueden desarrollarse ideas hipocondriacas e incluso somatización.
“El autodiagnóstico en estos casos es a veces inevitable porque es una enfermedad sobre la que se tiene poca claridad, además de la ansiedad también aumenta la presencia de ideas hipocondriacas, eso retroalimenta la ansiedad y se vuelve un círculo vicioso e incluso puede alterarse hasta el patrón del sueño”, explica Murillo quien además advierte que, en casos severos, las personas pueden, producto del temor, buscar que les realicen procedimientos quirúrgicos a la ligera.
En esto coincide la psicóloga clínica Mayde Ramos, quien agrega que una persona no necesita ser hipocondriaca para sentir temor, “sencillamente la exposición y el manejo no consciente a esos factores mediáticos hacen que la persona no tome decisiones conscientes y aterrizadas”.
Los profesionales en salud mental consultados agregan que buscar información de calidad puede hacer que disminuya la angustia, asimismo, aunque se presenten uno o varios síntomas, debe individualizarse cada caso.
“Hay que evaluar la propia situación personal, desprendiéndonos de esa influencia masiva de las redes sociales, pensar si esos síntomas que nos llaman la atención pueden ser también producto de la carga laboral, de otra enfermedad que tengamos o algún aspecto coyuntural. Si lo dejamos solo en lo mediático, se va a alentar la incertidumbre y la dificultad de tomar decisiones conscientes sobre nuestra salud”, concluyó Ramos.
En ese orden de ideas, no cualquier dolor muscular o articular debe generar sospecha. Camilo Howard, médico anestesiólogo de la Universidad Javeriana, explica que el dolor en el Síndrome de Asia es una característica importante, pero no es específica porque otras enfermedades pueden tener la misma manifestación sintomática, por ejemplo, la fibromialgia, cuadros depresivos, encefalomielitis miálgica, síndrome de fatiga crónica, entre otros.
“Tampoco debe confundirse con el dolor posterior a la mamoplastia, que es un dolor postoperatorio agudo con una intensidad que varía según la técnica quirúrgica y el umbral de dolor del paciente, suele estar presente durante la primera semana del postoperatorio, con mejoría progresiva al transcurrir los días”, aclara Howard.
Como vemos, este tema es complejo: no todo síntoma es Síndrome de Asia, pero tampoco se deben desestimar las advertencias que miles de mujeres con implantes nos hacen desde distintos lugares del mundo. Preocupa el impacto de la explantación en la salud mental, claro, ¿pero nos importó como sociedad en igual medida el furor del aumento de senos en algún momento?
¿Arrancar el problema de raíz?
“Si en un grupo de mujeres se han presentado estos problemas de salud, lo mejor es sacármelas de una vez”, dice Mónica*, quien está cerca de cumplir 12 años con implantes de senos y conoció el Síndrome de Asia por un grupo en Facebook. “El cirujano que me las puso dijo que estaba loca, que me iba a arrepentir de quitármelas, que los síntomas me los inventé y son por otra cosa”, agregó.
No es a la única mujer a la que le han respondido algo similar, Angeline Moncayo, actriz y activista por la visibilización de este extraño síndrome, asegura que esa es la respuesta que reciben muchas mujeres que creen padecer esta enfermedad.
“En Colombia ni siquiera tenemos cifras oficiales de cuántas mujeres tenemos implantadas. A quienes hablamos del tema nos critican, nos dicen que generamos pánico, que el porcentaje de afectadas es bajo. ¿Cuántas necesitamos que se enfermen o se mueran para que seamos tenidas en cuenta?”, señala Moncayo, quien se retiró los implantes mamarios en el 2020 y hoy busca que las mujeres tomen decisiones más conscientes sobre las cirugías estéticas.
“No solo es necesario sacar los implantes mamarios. Hay otros implantes que han sido instalados en nosotras como seres humanos que nos han dicho por años que nuestro valor radica en cómo nos vemos y a partir de ahí se desprenden muchas cosas. Debemos aprender a deconstruirnos”, agregó Moncayo.
Como lo explica la activista, parte del problema radica en que no hay una foto clara del panorama: no hay cifras oficiales en Colombia ni estudios académicos concluyentes, lo que dificulta establecer la incidencia de esta enfermedad. Algunos estudios incluso son contradictorios. Entonces, ¿debería desincentivarse su uso en nuevas pacientes? ¿Qué pasa si se trata de una reconstrucción por cáncer? ¿Deberían retirarse los implantes las pacientes sanas por prevención?
Nora Sánchez, cirujana plástica, estética y reconstructiva de la Universidad del Valle, con más de dos décadas de experiencia en cirugías de mama y en investigación y docencia universitaria, explica que hay distintas razones para el retiro de implantes.
“Una razón es que la paciente ya no desea tener prótesis en su cuerpo, otra razón es que haya contractura capsular, es decir que ese tejido fibroso que se forma alrededor de los implantes sea tan grueso que genere asimetrías o dolor, o cuando, junto a un reumatólogo, hay sospecha de Síndrome de Asia”, explica la especialista.
No obstante, el porcentaje de casos presentados y el diálogo en redes sociales a partir de las experiencias personales de rostros visibles de la farándula, no deberían llevar a la satanización de este tipo de dispositivos, especialmente cuando en algunos casos mejoran la calidad de vida y la autoestima. Lo que sí debería haber, es mayor información sobre el riesgo de padecer este síndrome desde la primera consulta.
“Los implantes también se usan cuando hay grandes asimetrías mamarias, o en pacientes trans que están en tránsito o en reconstrucciones por cáncer de mama (…) en esos pacientes mejora mucho su autoestima, incluso su adhesión al manejo del cáncer, la reconstrucción no impacta la evolución de la enfermedad, pero sí la calidad de vida”, explicó la experta quien agregó que en su opinión no hay razón para desestimar el uso de implantes cuando están indicados.
“El riesgo de desarrollar Síndrome de Asia es bajo, muy poco probable, aún así existe. En ese caso, la solución es retirar el implante, se da volumen con el mismo tejido o con injerto graso, y se sugiere seguimiento con un especialista en reumatología”, resaltó la experta.
Cicatrices habrá, desde luego, tanto para ponerse como para quitarse, pero no todo está perdido, pues como lo explica Pedro Castro, médico dermatólogo de la Universidad Javeriana, todas las cicatrices se pueden mejorar.
“La mejoría depende de cada caso en particular al igual que la escogencia del tratamiento, el cual consta de manejo tópico con cremas y diferentes combinaciones personalizadas de peelings, equipos de radiofrecuencia, micropunción, fuentes de luz y láser. En todos los casos se requiere de tiempo (de 6 meses a varios años), constancia y paciencia”, explica el especialista.
¿Y si me gustan mis tetas operadas?
Natalia Leguizamón dice que su experiencia con los implantes de senos ha sido positiva, y que, pese a la información que pulula sobre el Síndrome de Asia, no se los retiraría. “Me aumentó la autoestima, me gusta como me veo, me gusta sentirme dueña de mi cuerpo ¿por qué me los quitaría? Seguramente he tenido dolor muscular alguna vez, o problemas para conciliar el sueño, pero son síntomas que también ha tenido mi esposo. No todo es culpa de los implantes”, argumentó.
Una posición similar comparte Marcela Castro* quien se operó porque quería cambiar su imagen y sentirse más segura. “Para mí sería difícil identificar si tengo el síndrome porque antes de ponerme las prótesis tenía sobrepeso, apnea del sueño, sufría de dolores musculares, pero estaban asociados a otras cosas. Actualmente me hago controles anuales con ecografía y busco tener una buena salud en general”, señaló Marcela, sin embargo, admite que a raíz de los testimonios mediáticos de explantación tiene un especial cuidado sobre sus senos.
Libres y autónomas
«Las mujeres son libres de modificar su cuerpo como quieran», es lo que digo siempre, pero ¿somos libres realmente cuando esa decisión está mediada por todos los mensajes que nos sentencian un día a ser voluptuosas y al otro a estar esqueléticas?
Quiero creer que sí, que tomamos esa decisión sintiéndonos libres y autónomas sobre nuestros cuerpos, no como un producto más del capitalismo. Seguiré defendiendo esa autonomía, porque estoy convencida de que hay estereotipos, claro, pero también agencia sobre cómo queremos vernos. Pero leer tantos testimonios de cirugías que terminan mal, me convencen de que debemos cambiar también nuestra relación con el cuerpo.
No hablo desde la hipocresía, tengo cirugías estéticas y si algún día me siento muy inconforme con algo, no dudaría en consultar a un cirujano certificado.
¿A quién buscamos complacer? ¿Al otro? ¿A nosotras mismas? La respuesta, con total seguridad, hará la diferencia y evitará un círculo vicioso de modificaciones estéticas de las que podríamos arrepentirnos.