julio 5, 2021

¿Las personas con VIH tienen que anunciarlo antes de coger?

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Por Mariana Iácono

¡Hola! soy Mariana. Si querés tener sexo conmigo, o hay alguna posibilidad de que vos y yo terminemos teniendo un buen revolcón, te aviso que tengo VIH. ¿Para qué? pues para que reveas ese deseo. ¿Requerís alguna información? ¿Necesitás una charla informativa? ¿Conserjería personalizada? ¿Ahora se te fue el deseo y ya no quieres continuar con lo que habíamos planeado? Ah, ya sé. Salí del campo del deseo y te mudaste al campo de la ALERTA. ¡Alerta: riesgo para la “buena” salud!

Decir que tenemos VIH mientras, durante, o después, es complicado. Y esta dificultad está intervenida directamente por el estigma, la discriminación y la violencia que ejercen las personas y las instituciones sobre las personas que tenemos VIH justamente después del diagnóstico. 

Decirlo después. ¿Después de qué? ¿Del sexo? ¿Después cuándo? Inmediatamente cuando tenés que frenar, porque te das cuenta de que la otra persona intenta tener sexo sin condón. Entonces ahí, justo ahí, aún sabiendo que si dos personas deciden tener sexo sin forro la responsabilidad debe ser compartida, tenés que decir eso que el otrx cree tener la obligación moral y epidemiológica de saber. 

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—Lo siento, tal vez debí ponerme una remera que en letras blancas sobre fondo negro diga: “AVISO IMPORTANTE: TENGO VIH” ¿Eso estaría mejor?

— Pues es que yo tengo derecho a decidir

—¿A decidir qué?

— Tener sexo con vos.

—Ya lo habías decidido, no te estoy violando.

—No, pero el VIH. A tener sexo con el VIH. Yo no sé si lo quiero, si decido tener sexo con una persona con VIH.

—¿Por qué?

—Porque tengo miedo. Porque, no sé. Porque puedo estar con otras personas que no lo tengan: ya no importa todo lo que tenía ganas de hacerte, y digo “hacerte” porque estoy hablando de sexo y no de amor.

—Pues si yo pudiera decidir, elegiría no tener VIH. Elegiría no hablar de VIH cuando estoy desnuda en la cama, por ejemplo. Elegiría no hablar en muchos momentos en los que hablo. Y mi vida sería distinta. Más libre.

De repente el diálogo repetido toma una carga viral indetectable:

 —Y ¿Qué tipo de VIH tenés? 

—Un VIH que está controlado: no se porta mal, yo no lo dejo. 

—¿Y eso qué significa? Significa que. cuando el VIH está indetectable, no hay forma alguna de que lo transmitas a otra persona. Es decir:

Carga viral indetectable = VIH intransmisible

Carga viral resultado -50 = no hay posibilidad de transmisión

Carga viral indetectable= 0 posibilidad de transmisión 

Y entonces, sin importar nada de lo dicho, la otra persona va a seguir pensando que tenía derecho a saberlo. Y yo voy a sostener que  tengo el derecho a no decirlo, no estoy haciendo nada malo: no está en riesgo mi pareja sexual. Y la otra persona va a entrar a decir que nosotres  tenemos  la obligación de educar a la gente.

—¿A toda la gente? ¿Todo el tiempo?

Y luego de cumplir con la “obligación” de contarlo, siempre tenemos que esperar la decisión del otrx, de ese otrx que siempre piensa que él está primero. Y déjenme decirles algo: si esta lista de “obligaciones” fuera una ley o una regla, muchos decidiriamos no tener más sexo.

En una nota de Los Angeles times que se llama  Polémica en México por arresto de hombre que escondió a su pareja tener VIH” se referencia en el pie de foto que “una persona portadora de VIH” ha pintado una fachada frente a la fiscalía de Ciudad de México. Y esa calificación es tan anacrónica como discriminatoria. Hace tal vez unos diez años que no se utiliza el término “portador”, porque las personas con VIH no “portamos” un virus. El virus está en nuestra sangre y en nuestros fluidos y punto. La forma correcta de nombrarnos es: “persona con VIH”. Y quiero aclarar que tampoco utilizamos el “personas viviendo con VIH”. Vivimos con un hije, una pareja y una amiga pero no con un virus y un perro. Cualquier otra forma de mencionarnos que no sea la mencionada es una forma de discriminación.

Entonces la historia es que un hombre fue detenido por presuntamente haber ocultado a su pareja tener VIH, y se arma la polémica que siempre viene con VIH. ¿Se han preguntado por qué acaso? ¿Por qué no pasa lo mismo con el herpes, sífilis, gonorrea o HPV? ¿Por qué se supone que una persona con VIH tiene el deber u obligación de informarlo? ¿Cómo entonces se relaciona esto con el derecho a la confidencialidad sobre el diagnóstico que tenemos las personas con VIH? Alguna vez alguien me preguntó si estaba todo bien con mi salud (para no preguntarme si tenía VIH) y le respondí que yo estaba bien de salud. Decidí no decirle que tengo VIH, pero con una salud perfecta. También me preguntan por qué tomo medicación y respondo que para tener una buena salud. Lo hago porque estoy en mi derecho. Porque es legítimo protegerme a mí misma de las reacciones crueles y violatorias de mis derechos que suelen tener las personas al enterarse de mi diagnóstico. 

Por esto debemos siempre considerar que, así como una persona es, de alguna manera, aquello que cuenta de sí misma (y esto puede variar en sucesivos relatos y frente a distintos interlocutores) también los relatos están sujetos a diversas interpretaciones, como dice Ricoeur. 

El artículo continúa diciendo que “En agosto de 2019 la agraviada encontró, en el domicilio del hoy aprehendido, medicamentos para tratar una enfermedad transmisible, padecimiento que él no le había comentado, por lo que al considerarse en riesgo de ser infectada realizó la denuncia”. Pero es que las personas con VIH que tenemos la carga viral indetectable no transmitimos VIH. Esto está comprobado por diferentes estudios, de aquí que sale la campaña mundial indetectable = intransmisible. 

Por eso yo me pregunto si el punto es tener VIH, si el punto es tener HPV o Sífilis. Decirlo o no decirlo. Hay una cuestión clave aquí y es que las personas que llegamos a tener una carga viral indetectable no somos ciudadanas de una categoría elite, que tenemos más derechos, solo tenemos el virus controlado, el virus no se transmite y punto.

Vivir con VIH no es delito. No es delito desde hace varias décadas. Pero noticias como estas, a 40 años del primer diagnóstico de VIH, nos hacen sentir que estamos en un constante retroceso (fuertemente acompañado por los sectores neoconservadores y sus discursos de lástima y caridad y el avance de los fundamentalismos en América latina y el caribe). Sin embargo, en la actualidad hay 75 países que cuentan con leyes que criminalizan la posible transmisión del VIH:  Rusia, Bielorrusia y EE UU son los países con un mayor número de casos de criminalización del VIH registrados en los últimos años y es bien sabido que la criminalización del VIH aumenta el estigma y la discriminación. Además, supone una barrera para el acceso universal a la prevención, detección, tratamiento, atención y cuidados del VIH. 

A nivel mundial, las leyes aplicadas para criminalizar la posible transmisión del VIH son elaboradas o sustentadas con base en mitos y opiniones erróneas acerca del VIH y sus vías de transmisión. Este tipo de normas suelen sancionar actos que, en realidad, no representan riesgo de transmisión del VIH o en donde el riesgo es mínimo (como la práctica del sexo anal o vaginal con el uso del preservativo o situaciones en las que una persona con el VIH indetectable muerda, rasguñe o escupa a otra, etc).

Es así que las personas con VIH seguimos protestando contra lo que consideramos  la criminalización del VIH. Esa que nos deja expuestos a poder terminar presos o muertos por tener la supuesta obligación de informar nuestro diagnóstico. Nuestro VIH no nos hace delincuentes, pero esto parece depender de las malas interpretaciones de las leyes de cada país, como le ocurrió a este hombre en México. Mismo país en donde se encuentran carteles con información como esta, sacada del código penal de CDMX Art 159: “Cualquiera que padezca una enfermedad grave en periodo infectante está incurriendo en una conducta potencialmente ilícita al exponer la salud de los otros, un bien jurídico tutelado”.

Fotografía tomada en Country Club Churubusco, Ciudad de México

Tras la polémica, el Ministerio Público de la capital emitió un comunicado en el que expresó “Su más sentido y profundo respeto hacia cualquier persona, sin importar su condición de salud o diagnóstico médico, y en particular, a quienes viven con VIH”. El organismo dijo que no pretende “criminalizar a ninguna persona” y justificó que se limitó a cumplir “una orden de aprehensión obsequiada por un juez de control” y a proceder “en defensa de la denunciante”.

Exigimos a la fiscalía la  modificación  de la legislación que discrimine el estatus serológico de VIH y exigimos al poder legislativo que esté a la altura del tiempo histórico. Ya no estamos en tiempo del “SIDA”. Ya los años 80 se acabaron. Y mientras hacemos estas exigencias, recordemos que las personas con VIH tenemos derecho a:

• La autonomía. Nadie puede ser obligado a someterse a una prueba de VIH. Solamente se puede realizar si la persona dio su consentimiento. Por esto el test de VIH es voluntario y confidencial. Solo firmando un consentimiento informado, este puede ser realizado. 

•  Ser asesorados antes y después de realizarse el test. Esto sirve para brindar orientación y apoyo y para que se conozca más sobre el tema  (prevención, diagnóstico y tratamiento en caso de estar infectado). Este eje tiene que ver con el derecho a la información.

•  La confidencialidad. Nadie tiene derecho a divulgar información acerca de si una persona tiene o no  el virus. Este derecho choca con el derecho a la información en los debates entre decir el diagnóstico o no a una pareja sexual. Las personas que no tienen VIH argumentan sobre el derecho a la información, y el derecho a decidir, versus el derecho a la confidencialidad que tenemos las personas con VIH.

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Autor

  • Mariana Iácono

    Feminista, trabajadora social, trabajadora de la educación, profesora de historia y maestranda en comunicación y DDHH UNLP- doctaranda en comunicacion. Mamá de Eva Malika. Tengo VIH hace 19 años. Soy coordinadora nacional de la comunidad de mujeres con VIH de Argentina, hago parte del secretariado regional de la comunidad internacional de mujeres con VIH para América Latina y el caribe hispano. Soy co-fundadora de la red Argentina de jóvenes y adolescentes positivos (VIH). También de la Red de jóvenes con VIH de América latina y Caribe hispano.

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