#JUSTICIAPARAWENDY

La muerte de Wendy Calderón, en agosto del 2021, nos tocó muy de cerca y nos dolió profundamente a las feministas en Bogotá, y no porque las muertes de mujeres no nos conmuevan y no nos duelan, claro que duelen, pero cuando se trata de una compañera de causa, de militancia, el desconcierto y la rabia son aún mayores y más difíciles de procesar.
Una de las causas por las que luchaba Wendy con alegría y convicción era la despenalización del aborto; Wen, como la llamaban sus amigas, hacía parte de las Católicas por el derecho a decidir y del movimiento Causa Justa por la eliminación del delito de aborto, donde tuvimos la fortuna de coincidir. Como católica por el derecho a decidir, creía en una diosa que acompaña y respeta las decisiones de las mujeres. Luchaba por la libertad, por los derechos de las mujeres, y por eliminar el estigma y la culpa que aún hoy se asocia a aquellas que eligen abortar, algo que las Católicas por el derecho a decidir llaman despenalización de las conciencias, un concepto bellísimo y necesario, como su trabajo y su activismo.
Como feminista y líder política juvenil, Wendy luchó por ocupar la política, y en el camino y poniendo su propia experiencia en lo público, por hacer de ella un espacio seguro para todas las mujeres. En esa lucha denunció con valentía a dos miembros de Colombia Humana, el movimiento político del actual presidente Gustavo Petro. Hoy esas denuncias vuelven a ser de conocimiento público, gracias a Vorágine y la Liga contra el silencio, que decidieron contar la historia de Wendy.
En abril del 2019, Wendy denunció en la Fiscalía a Yidis Jesús Gahona, miembro de la UTL (Unidad de Trabajo Legislativo) de David Racero, actual presidente de la Cámara de Representantes, por acoso sexual y en el 2020, alertó sobre la presunta falsificación del título universitario del actual edil de Fontibón, Edwin Marulanda, avalado por la actual Senadora María José Pizarro, presidenta de la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer; por esta denuncia, recibió violencia política de parte de Marulanda, quien la acusó de tener vínculos con el narcotráfico, las FARC y practicar doble militancia, entre otras calumnias. Aunque Wendy fue víctima de violencia sexual y violencia política de género, por miembros de Colombia Humana, sus denuncias no solo no fueron atendidas al interior de dicho movimiento con el enfoque de género que exigían, sino que fue revictimizada en repetidas ocasiones por varios miembros y lo sigue siendo hasta el día de hoy, aún cuando ya no está. A Wendy nunca le ofrecieron ningún tipo de reparación.
En agosto del 2021 Wendy decidió quitarse la vida. Tenía 27 años. Desde entonces, Diana Venegas, su madre, se ha encargado de luchar para que el caso de su hija no quede en el olvido y de exigir espacios seguros para las mujeres en la política, esos que Wendy no tuvo, con garantías para ejercer la política libres de violencias de género. Espacios que exigen, además, el acompañamiento psicosocial adecuado en todas las etapas del proceso de denuncia de violencia sexual y violencia de género, que resultan dolorosas y revictimizantes.
El caso de Wendy vuelve a la luz y a ser de interés público en un momento en el que varios funcionarios del actual gobierno están siendo señalados por conductas machistas, violencia de género y violencia sexual. Hoy se habla de un #metoopolítico que despertó y viene cobrando fuerza en los últimos meses y, por fin, pareciera no tener vuelta atrás. Y aunque Wendy ya no está para recibir justicia, su madre, sus amigas y compañeras siguen exigiendo reparación, que se limpie el nombre de Wendy y garantías de no repetición para otras mujeres en la política. Son varias las personas que deben disculpas públicas y una o varias renuncias no serán suficientes.
Desde Volcánicas nos sumamos al llamado de #JusticiaparaWendy e invitamos a leer la historia completa en Vorágine para que el caso de Wendy no quede impune.