El evento de apertura de la boutique de la marca Baobab en Cartagena fue racista y colonial y aunque ya presentaron un comunicado público en el que comunican su estrategia de reparación, este episodio deja una conversación abierta sobre el racismo estructural del marketing.
Las mujeres negras que hacen el performance de las “palenqueras” en eventos del centro histórico deciden aceptar esos trabajos porque necesitan ganarse la plata.Esas son dos realidades simultáneas, la de las marcas de lujo y sus estrategias de mercadeo; y las de las mujeres negras que son contratadas para este tipo de eventos que no se excluyen la una de la otra y que a su vez, no justifican las dinámicas racistas y coloniales que reproducen. Que sean realidades que conviven, tampoco le quita gravedad al racismo de los eventos del centro histórico de Cartagena y en general, del Caribe, que solicitan mujeres afrodescendientes para que adornen sus fiestas como en la época de las esclavitud con el performance de las palenqueras.
Las mujeres negras precarizadas, e incluso gente negra un poco más privilegiada, se gana la plata como puede para sobrevivir. No todes tenemos el privilegio de elegir, entre una amplia gama de posibilidades para realizar el trabajo que nos guste, en ambientes laborales libres de discriminacion. Y la realidad de las mujeres negras del Caribe que hacen el performance de “las palenqueras” no es diferente.
Aunque las mujeres negras que hemos realizado ese tipo de trabajos podemos o no tener conciencia de las implicaciones racistas de esta tradición multicultural, y tenemos la agencia para decidir si hacerlos o no, el hecho de que personas blanco–mestizas soliciten este tipo de servicios no deja de ser racista y clasista.
Porque finalmente son sus privilegios de raza y de clase los que sostienen el sistema y con su dinero y poder siempre van a conseguir mujeres negras precarizadas que estén dispuestas a hacer este trabajo. El sistema racista nos quita tanto que para buscar modos de vida, podemos sonreirle a los racistas, entretenerlos por unas horas con sus fetiches y dejarlos exotizarnos un rato. Puede que a algunas nos afecte menos el racismo simbólico de ese tipo de performance que el trabajo agotador y físico de los servicios de limpieza y cocina, servicios que tampoco están libres del sexismo, el clasismo y la violencia racista.
No es la primera vez que me pronuncio públicamente respecto a este tema. En el 2018 ya había publicado un texto sobre las cortes de mulatas en los matrimonios.Y aunque se nos ha rajado la boca explicándole a las élites racistas las implicaciones de estas “muestras culturales” para sus eventos, aquí vamos otra vez a exponer el racismo en la moda colombiana.
Dice Bell Hooks en Killing Rage, Ending Racism (Matando la rabia y acabando con el racismo): “El sexismo y el racismo actuando juntos, perpetúan una iconografía de representación de la negra que imprime en la conciencia cultural colectiva la idea de que ella está en este planeta principalmente para servir a otros”.
El performance de la Palenquera
Ser palenquera, actualmente, además de una identidad cultural y racial también es una identidad de origen. No todas las mujeres que posan de “palenqueras” son realmente palenqueras, y no lo hacen solo en Cartagena, yo soy samaria y en Santa Marta, siendo muy joven alguna vez hice el performance de la palenquera, porque era eso o no tener comida o pasajes para ir a la universidad. La folklorización y la exotización de esta estética de la palenquera es una forma de racismo que permite la movilidad económica de algunas personas negras, y por eso algunas nos vemos abocadas a ese performance.
Hablando de ropa, performances y relaciones de poder, las señoras palenqueras y de los pueblos negros del Caribe en su vida cotidiana no se visten así, y cuando venden dulces en otros barrios fuera del centro histórico, su vestuario y hasta su actitud es completamente distinta. Muchas veces las mujeres negras que venden dulces y cantan letanías de venta usan colores oscuros, especialmente las mujeres mayores que, a través de la ropa, guardan largos lutos.
Las mujeres negras que trabajan en el centro histórico de Cartagena, se empezaron a poner estos vestidos coloniales y coloridos como “uniformes” para que les permitieran trabajar y distinguirse, ya que a las élites, desde el racismo y la aporofobia, les parecía que las trabajadoras del centro estaban mal “presentadas” o, en otras palabras, que sus atuendos no eran agradables y daban un aspecto de pobreza al centro de la ciudad. Solución al problema: las trabajadoras asumen una identidad “cultural palenquera” con unos trajes folklóricos que, además, invitan al turista a tomarse fotos.
Con estos trajes coloridos las mujeres negras vendedoras ambulantes se resisten a desaparecer del centro histórico de Cartagena, y reclaman el espacio público desde una estética que va acorde a los discursos culturales y folklóricos que han aprobado el estado y la blanquitud que las exotiza.
Analicemos otros factores históricos y contextuales de la situación y por qué es tan problemático y racista que una marca como Baobab contrate este performance.
La colonización amasó los cimientos del capitalismo a partir de la esclavización y explotación de las mujeres negras. Después de la abolición, las indemnizaciones y las riquezas fueron para los esclavistas (los blancos criollos), y el desamparo y la miseria para las personas negras, haciendo una brecha de desigualdad socioeconómica y racial que nunca se ha podido superar. Es decir que con la plata del capitalismo que tiene su origen en la explotación esclavizada de nuestras ancestras nos pagan para seguir performando como palenqueras.
El racismo estructural se remonta precisamente a la época colonial y mientras se siga asociando el “orgullo y amor por lo propio” desde la adoración a los símbolos coloniales que invisibilizan y discriminan, la industria de la moda se seguirá alimentando de esas estéticas.
Las mujeres negras que llegamos a trabajar a este tipo de eventos, somos sujetas de opresión interseccional por cuestión de raza, de clase y de género. Mientras no se nos garanticen nuestros derechos, esta sociedad racista seguirá decidiendo cómo, cuándo y dónde habitamos los espacios.
Que se contraten mujeres negras vestidas de servidumbre con la estética colonial en los eventos sociales de una élite blanca es profundamente violento y racista, perpetúa los estereotipos y el prejuicio racial, porque la clase alta burguesa está compuesta casi por completo por personas blancas en situación de poder y las personas negras en estos eventos están recreando la esclavitud doméstica de la época colonial. Esto marca en todos los sentidos de manera descarada la supremacía blanca y los estigmas sobre la negritud.
¿Qué sentirá la gente blanca de clase alta pagando para tener mujeres negras vestidas de servidumbre esclava en sus eventos? No lo puedo afirmar con certeza, pero estos servicios consisten en reafirmar el privilegio blanco, por lo que la gente blanca siente que hay una jerarquía social en la que ellos merecen ocupar los espacios de poder y la gente negra merece y debe estar en situación subalterna entreteniéndolos y sirviendoles. Tal como lo hacían sus antepasados esclavistas, bajo la excusa, dizque “altruista” de la colonización “ de salvarles las almas y enseñarles la civilización”, los colonizadores de hoy, en un “acto de suprema bondad, les dan trabajo a mujeres negras que viven en condiciones de extrema pobreza”.
Que en los eventos de moda contraten personas negras vestidas de servidumbre esclava es pura supremacía blanca, es reafirmar su privilegio, ese que por siglos ha enriquecido a la gente blanca a expensas de las vidas de la gente negra. No sentir ningún tipo de incomodidad derivada del racismo es asumir como natural que estén vestidas así para su entretenimiento, es estar completamente convencidos de que ese es su lugar, es mantener las dinámicas de opresión racial como la norma. No sentir indignación, es apoyar el sistema misógino y racista.
Así que, querida gente blanca de la industria de la moda colombiana, la colonialidad no es Chic, incluirnos desde el exotismo no es cool, buscar mujeres negras para decorar sus eventos no es nice… Si les queda grande dejar de ser racistas, por lo menos pueden ser estratégicas, pues es claro que en el mundo en el que vivimos hoy el racismo ya no vende, se señala, se cuestiona Y SE RECHAZA.
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