La penosa persecución de la Alcaldía de Bogotá y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) al viche/biche es una clara muestra del racismo rancio y crónico de las instituciones colombianas.Esta bebida ancestral y espirituosa de la comunidad negra y afrocolombiana: “se obtiene de por medio de trapiches étnicos, que destilan de manera industrial el jugo fermentado de caña de azúcar, característica de cada región del Pacífico”, así lo explica el Ministerio de Cultura. Y sí, aunque el viche/biche es considerado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación y en su tradición de hace más de dos siglos sigue siendo una pieza esencial en la identidad negra del Pacífico, esto no impidió que la semana pasada, se hiciera un operativo en el que 69 establecimientos fueron intervenidos por parte de la Secretaría de Salud donde se desecharon e incautaron cientos de las bebidas ancestrales.
Lo grave de todo esto es que se atenta contra derechos patrimoniales y de saberes ancestrales que la misma Constitución protege y reconoce; ni los saberes ni las tradiciones del pueblo negro pueden ser sometidos a estándares como los que pretendía imponer la Secretaría de Salud, que, además, afectó con su operativo a los productores de viche/biche que en vez de hacer procesos industrializados, preparan la bebida de forma artesanal, esta decisión perjudicó directamente a la comunidad negra y afrodescendiente, heredera de una tradición que hacen el viche/biche como corresponde.
Ya se venía venir un operativo semejante, razón por la cual organizaciones como ILEX Acción Jurídica, en trabajo conjunto con productores de viche/biche, han buscado instaurar la Ley del Viche. Jackson Ramírez Machado es un productor de Viche tradicional, creador, gestor, investigador y emprendedor cultural, delegado permanente de la Asociación Destila Patrimonio ante el comité Interinstitucional de la Ley 2158 de 2021 o mejor conocida como Ley del Viche y es él quien nos cuenta sobre el trabajo que se ha hecho para proteger este patrimonio ancestral: “implementar las medidas de salvaguarda que se encuentran en las líneas estratégicas del Plan Especial de Salvaguardia del viche y sus derivados de la caña de azúcar, la puesta en marcha del paisaje cultural Vichero del Pacífico colombiano. Es importante dejar constancia de que el viche no es de Colombia, sino de las comunidades negras del Pacífico colombiano, esta especificidad debe ponerse en negrilla o en mayúscula sostenida, para que se interprete bien el derecho propio de las comunidades negras en concordancia con el artículo 55 transitorio de la Constitución Política de 1991, la ley 70 de 1993 y demás normas complementarias con el convenio 168 de la OIT, el cumplimiento de la sentencia 480 de 2019 de la H. Corte Constitucional colombiana: conservar las formas ancestrales tradicionales y evitar su industrialización desmedida”. Estas medidas legales pretenden dejar en claro que el viche/biche no es una bebida alcohólica en el sentido occidental que conocemos, pues no tiene como objetivo único el entretenimiento, por referirnos de manera superficial a otros destilados. Por su parte, los vicheros han querido enseñar en reiteradas ocasiones que esta bebida tiene propiedades medicinales y usos espirituales, además de ser una manera de subsistencia para las comunidades afro, no debe ni puede entonces ser evaluado por INVIMA o por la Secretaría de Salud de Bogotá como otros destilados.
Lo que está ocurriendo con el viche/biche debe convocarnos desde el antirracismo, porque hay un sesgo grave en la manera en que se está arremetiendo contra esta bebida ancestral y no es, para nuestro pesar, la primera vez que hay una persecución de este calibre, pues el viche/biche ya había sido prohibido antes. La mismísima senadora Piedad Córdoba señaló en su cuenta de Twitter que: “a propósito de las incautaciones del viche por la Alcaldía de Bogotá, hubo una época en que a las comunidades vicheras del Pacífico las perseguían como si fueran delincuentes.”
Es alarmante observar que mientras esto está ocurriendo con los verdaderos productores vicheros, se aplaude desde las instituciones la gentrificación del viche, puesto que se ha facilitado el comercio y, sobre todo, la promoción de viche industrializado. Jackson Ramírez Machado nos explicó: “la superintendencia de industria y comercio prohibió la promoción en redes sociales de los productos derivados del viche sin ninguna justificación, lo cual se convierte en una flagrante violación a la ley y en un fraude a la resolución judicial, prevaricato en su diferentes modalidades y en un atropello a las comunidades negras en su intento de superación de la pobreza multidimensional a que estamos sometidos por olvido estatal, falta de inversión social del Estado en el Pacífico y la falta de compromiso de las entidades del Estado para adoptar medidas de protección y de salvaguarda de nuestra manifestación cultural patrimonial que es compatible con la convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad de la UNESCO, pues así lo acogió Colombia como parte de la ley 1037 de 2006”. El hecho de que en pleno 2023 toque salir a defender tradiciones negras que son reconocidas bajo diversas ópticas es una muestra de que el racismo estructural no es una fantasía paranoica de las personas negras. El hecho de que el viche que sí tiene el visto bueno sea elaborado en su mayoría por personas en el centro del país, que no tienen ningún interés en el proceso tradicional del viche, es un atentado directo contra los derechos de la comunidad negra del Pacífico.
Hace pocos días se levantó el operativo de incautación y se está permitiendo temporalmente la venta de viche no industrializado, pero aún falta mucho camino para garantizar que este patrimonio negro sea respetado en su totalidad, pues las campañas de difamación y demonización de la bebida ya tienen sus resultados, pues se asocia el consumo de viche/biche con todo tipo de estereotipos negativos contra las negritudes. No es una casualidad que esté prosperando tanto la venta de viche industrializado desde el centro del país. Si bien, la Secretaría de Salud salió a decir que están trabajando por preservar un diálogo con la comunidad del Pacífico, para evitar violaciones patrimoniales como las de la semana pasada, la colectividad vichera sigue en la lucha por establecer una Ley de viche que sea lo suficientemente firme como para cuidar y restaurar los derechos de los productores tradicionales, quienes buscan por encima de todo mantener el legado de tradiciones ancestrales y medicinales del viche/biche.