Esta semana, el cantante Carlos Vives publicó en el peridico El Tiempo y en El Hoy Diario del Magdalena la columna ‘Santa Marta 500 años, el pacto de nuestro origen’, que defiende a capa y espada el supuesto heroísmo de la colonización. Vives afirma que la colonización de Santa Marta, por parte de Rodrigo de Bastidas, fue pacífica, y un ejemplo de unión y convivencia entre dos culturas diferentes. ¡Nada más alejado de la realidad! Con esto, Vives nos vende una idea romantizada de la colonización del Magdalena, que no solo rebaja el nivel y el rigor de la conversación sobre la historia de la colonización, también responde -incluso si el cantante no se da cuenta- a agendas políticas coloniales y racistas.
Por si no lo recuerdan, Carlos Vives es un cantante samario, blancoburgués, que hace parte de las élites de ‘todalavida’ de la ciudad. En sus propia palabras: “Yo soy técnicamente un hispanoamericano (…) soy descendiente de criollos, españoles nacidos en América”. Y desde ese lugar de enunciación, es que vale la pena analizar porque para él, para su familia y sus ancestros, en términos políticos y morales, es vital manejar la narrativa de que sus antepasados fueron héroes, pacíficos, y al igual que él, llenos de buenas intenciones. Sin embargo, como dice el viejo y conocido refrán: El camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.
Vives deja muy clara la intención de esta columna: “desmentir el origen violento de la fundación de Santa Marta» y al mejor estilo de una película de Disney, o de esas clases de ciencias sociales tan racistas que nos dieron en la escuela de primaria. Quiere imponer la narrativa de que la fundación de Santa Marta fue “un encuentro de culturas” cuando es claro que no hay colonización sin saqueo, usurpación y violaciones.
Para sustentar esta idea, Calos Vives, se vale de un par de líneas de textos como Elegías de Varones Ilustres de Indias de Juan de Castellanos en el siglo XVI, así como de Historia de la Provincia de Santa Marta 1922 de Ernesto Restrepo, documentos que deben ser estudiados con rigor y con mirada crítica desde los estudios decoloniales, ya que fueron escritos por hombres blancos, militares, herederos de la colonización y con los mismos intereses que él.
Vives, al igual que los cronistas que cita, se toma unas amplias licencias imaginarias, disfrazadas de datos históricos. Para maquillar de credibilidad sus falacias inicia esta columna haciendo menciones de historiadores, fechas, ubicaciones geográficas y nombres de “sus varones ilustres de Indias», etc.
Para hablar de la llegada de Rodrigo de Bastidas, afirmando que los pueblos nativos “le estaban esperando”, asegura: “Su llegada a la bahía más linda de América fue apoteósica, no por haber llegado acompañado de una gran flota, sino porque lo estaban esperando. El recibimiento que sus ya viejos amigos los Tayronas les dieron a Bastidas y a sus hombres fue alegre y caluroso. Cientos de canoas rodearon la embarcación y cientos de regalos se repartieron entre los recién llegados. Bastidas pactó con los caciques de la región y se ganó la confianza del todopoderoso cacique de Bonda, quien le ofreció el lugar para la fundación de la ciudad y, con él, las fuentes de agua, las terrazas de siembra, los pozos de sal”.
¿Le ofreció? Sin ánimo de incurrir en las mismas interpretaciones laxas de Vives, es importante señalar que lo que él describe como una apoteósica bienvenida, bien pudo ser un protocolo de rutina frente a la llegada de cualquier barco. Los pueblos del Caribe eran grandes navegantes, contrario a las narrativas eurocentristas que les narran como pasivos y desprovistos de tecnologías. A Vives lo atraviesa la blanquitud, le cuesta entender que la colonización también es simbólica, y no hay nada pacífico en imponer unos nombres castizos a los lugares geográficos que iban colonizando. La violencia colonial, promueve el olvido e impone sus narrativas, indicios claros de que el gran pacto al que luego se refiere Vives, sería en sus términos.
Vives cita a Juan de Castellano para decir que el Cacique de Bonda y Rodrigo de Batidas eran amiguismos, cosa que no me puedo permitir negar porque yo no los conocí, pero sí puedo decir que es una afirmación que me causa sospecha. He revisado el canto de donde Vives toma la cita y en ningún momento se menciona al Cacique de Bonda, y de hecho Castellanos en ese mismo canto describe a la gente de la Sierra de la siguiente manera: ”Viendo tan mal parada ya la cosa / con ser populosísima la tierra/ de gente por estremo belicosa”.
Mientras de ese mismo canto Carlos Vives señala: Era la vida en abundancia. El cronista Juan de Castellanos lo recuerda así: “Según los que más saben de este cuento / fue principio y origen de sus males / no consentir hacer mal tratamiento / ni robo en aquellos naturales”.
Aquí es donde entra la imaginación de Vives, pues en realidad el cronista no recuerda nada. El militar, cronista y poeta español Juan de Castellanos no podría “recordar nada” pues nació en Alanís, Sevilla el 9 de marzo de 1522, y la fundación de Santa Marta fue en 1525, cuando él ¡SOLO TENÍA TRES AÑOS DE EDAD!
Vale la pena decir que estas líneas corresponden a los versos de Elegías de Varones Ilustres de Indias, que no son exactamente datos históricos. Es aquí donde creo importante cuestionar y analizar con mirada crítica las fuentes de Carlos Vives. Para ello conversé con el historiador afrocolombiano Javier Ortiz Cassiani, autor del libro El incómodo color de la memoria (2019), quien frente a mis cuestionamientos sobre la veracidad de las Crónicas de Indias, me compartió la siguiente reflexión:
“Lo que hay que entender es que como dicen algunos autores como Alfonso Mendiola, un mexicano que es experto en el estudio de las Crónicas de Indias, éstas no ofrecen un relato con el objetivo del conocimiento, porque el conocimiento con pretensiones científicas se construye en el siglo XVIII. Las Crónicas de Indias ofrecen es un relato general con pretensiones morales, porque cuando son escritas todavía no se ha inventado la idea de la ciencia tal como la entendemos hoy, es decir, las Crónicas también hay que entenderlas en el sentido simbólico ligadas al proceso evangelizador. Es una estructura que está ligada a un proceso y por tanto no se puede entender como que lo que dice la Crónica es la realidad, o pretende ser la realidad”.
No cabe duda que Carlos Vives proyecta sus delirios de salvador blanco y de “gran amigo de los pueblos indígenas” en Rodrigo de Bastidas, a tal punto de que le lee el pensamiento, señalando lo que Rodrigo pensaba:
“Mientras su viaje se llenaba de dificultades, Bastidas pensaba en la paz, la asombrosa biodiversidad y el buen recibimiento que había encontrado en la bahía de Santa Marta…”
Vives sustenta su defensa de la colonización en la supuesta entrañable amistad entre el Cacique de Bonda y el Colonizador Rodrigo de Bastidas y se toma la licencia creativa de afirmar, sin pruebas, que estos dos eran compadres y tenían un pacto (patriarcal). Pero, ¿Es posible hacer un pacto en condiciones tan desiguales? Quizás el Cacique era amable con Bastidas porque sabía que no podría ganarle una guerra y si no le daba lo que quisiera los matarían a todos.
Vives también afirma que Bastidas fue asesinado por Pedro de Villafuerte por “exigir respeto para los indígenas”. ¡Rodrigo de Bastidas no es un mártir! No se hizo matar en defensa de los indígenas, era un esclavista y lo mataron en disputas de poderes coloniales por el control de la despampanante biodiversidad que Carlos Vives menciona en su columna. “Bastidas volvió a América,(…)Se construyó una gran casa, llena de críados, y se dedicó a toda clase de negocios, destacando la venta de esclavos ‘caribes’. Enviaba expediciones esclavistas a las islas e incluso participó personalmente en algunas de ellas”.
Supuestamente la muerte de Bastidas acaba con “la posibilidad de un verdadero nuevo mundo donde la convivencia equilibrada fuera posible. Dice el historiador Restrepo Tirado que el cacique de Bonda y, digo yo, su socio y amigo, ‘al saber que Bastidas fue muerto por su propia gente, ya no quiso tener paz con los cristianos’”.
La voracidad del proyecto colonial como modelo económico no se iba a convertir en “un encuentro de culturas” ni por las supuestas buenas intenciones de un personaje histórico del que se tiene documentado, que era un esclavista de personas indígenas.
¿Por qué un personaje como Carlos Vives nos quiere vender la historia de la colonización como un cuento del “maravilloso” mundo de Disney? La verdad es que no se me ocurre nadie más apropiado que él para la banda sonora de Encanto.
Hoy, los estudios decoloniales están siendo reconocidos, y los pueblos estamos exigiendo a los Estados con pasados esclavistas reparaciones históricas, con la demanda de que devuelvan el oro y las tierras. Los herederos de la colonización como Carlos Vives ven tambalear la legitimidad de sus títulos reales sobre la propiedad de la tierra y sus retóricas de heroísmo e ilustres varones se ven moralmente cuestionadas. Por eso un personaje como Carlos Vives propone un pacto en el que pervivan sus riquezas intocables, para eso recurre al mito del buen salvaje, según el cual los caciques habrían ‘ofrecido’ generosamente sus tierras y poder a los colonizadores, y de esa manera defender que sus herencias no son fruto de la usurpación, la violencia y la coerción.
Esa narrativa solo lo beneficia a él, y a los blancos terratenientes como él. Pero a nosotras, las personas racializadas que nacimos, crecimos, y vivimos en el Magdalena, no nos sirve, porque no es capaz ni de considerar la más básica de las reparaciones: reconocer que no hay colonialismo sin violencia, desplazamiento y usurpación de la tierra.
Analizar la historia colonial desde los ojos de los herederos de los colonizadores, solo puede llevarnos a la revictimización de los pueblos racializados y a la glorificación u ocultamiento del saqueo, violación y despojo que dio origen a las desigualdades economicas y a la polarización politica que vivimos hoy. Como sociedad necesitamos un pacto que implique el reconocimiento de las violencias de la colonización, el cese de la glorificación de machos opresores, y la redistribución de la tierra y la riqueza.
Gracias por tu columna.
Se nos olvida, Aúnque Con la colonisation y sus venenos tan présentes con el genocidio en Palestina , como olvidar…