mayo 20, 2022

En el día de la Afrocolombianidad les invitamos a dejar de ser racistas ¡No falten!

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Comic de Carolina Urueta

En el año 2001 con la Ley 725 se estableció el Día Nacional de la Afrocolombianidad como un homenaje a los entonces 150 años de abolición de la esclavitud, sucedida el  21 de mayo de 1851. La aspiración de esta Ley es la de reconocer la memoria histórica de los pueblos afrocolombianos a través de la conmemoración de sus aportes al proyecto nacional de Colombia. En pleno 2022, 171 años después de la abolición de la esclavitud y veintiún años después del decreto de la Ley 725, seguimos buscando el verdadero significado de esta conmemoración, deconstruyendo paradigmas usados por generaciones anteriores y señalando lo mucho que nos falta por caminar para que Colombia se reconozca negra y comprenda la extensión de este reconocimiento. 

Existen en nuestro país demasiados casos en los que, buscando hacer un homenaje a lo negro, a lo afrocolombiano se termina incurriendo en racismo. Existen también demasiadas injusticias que atraviesan a los pueblos negros de Colombia hoy, injusticias que debemos señalar si deseamos forjar cambios reales. Los aportes culturales y sociales del pueblo afrodescendiente no deberían seguir viéndose reducidos a la folclorización, la exotización o la caricaturización. En cambio, es esencial considerar la pluralidad de la negritud que aquí próspera. No somos un monolito, nuestros cuerpos no son un disfraz y nuestra historia es múltiple. 

Una de las maneras más antiguas en las que se ha ridiculizado y caricaturizado lo negro es con el infame blackface, una práctica profundamente racista. Pese a las denuncias que se hacen constantemente sobre lo hiriente y prejuicioso que resulta ser pintarse la cara de negro, pintarse los labios de forma pronunciada y “disfrazarse” de persona negra, mucha gente decide ignorar que esto es racista e insisten en usarlo como un supuesto “homenaje” a lo afro. La razón por la que el blackface está tan lejos de ser un homenaje es porque se trata de una burla de la fisicalidad de las personas negras. Además, si hay actuaciones de por medio también es una burla a los acentos de personas de la región del Caribe o el Pacífico colombiano. Es una forma de volver a las personas negras como caricaturas de sí mismas y detrás de eso hay una acción deshumanizante, una reducción de la experiencia afro. 

Personas famosas como la Epa Colombia, el comediante Roberto Lozano (conocido por su personaje Soldado Micolta) y el desafortunado caso de la Fundación Ritornello son solo algunos de los ejemplos más recientes en los que podemos ver de blackface en el territorio nacional. Eso nos demuestra que no se ha entendido ni la importancia ni la complejidad de la herencia africana y negra que existe en Colombia. Repito: no somos un disfraz ni una excusa narrativa. Estas “interpretaciones” de lo afro resultan aún más insultantes cuando el país solo celebra lo negro a conveniencia, celebra lo negro cuando lo ven en personas blanco-mestizas como pasó con la portada de Fucsia donde se intentó hacer un reconocimiento al Festival Petronio Álvarez usando una modelo de piel blanca como portada, invisibilizando a las personas negras quienes crearon y sustentan el festival musical más importante del Pacífico. 

Entonces, cada 21 de mayo entre activistas antirracistas, personas negras y pueblos afrodescencientes se busca evidenciar que la “celebrada” identidad afrocolombiana está viciada por imaginarios ofensivos, despectivos y condescendientes. Imaginarios que solo podemos combatir entendiendo un hecho que es a su vez simple y complejo: seguimos en un proceso de descubrimiento. Las memorias que se han recolectado sobre Colombia y las Américas son testimonios fieles de que la historia negra ha sido invisibilizada por numerosos procesos políticos, culturales y sociales que nos han impedido tener acceso a una imagen tridimensional de lo que significa ser una persona negra y de lo que significa lo afro en la historia nacional y continental. Veamos algunos ejemplos para entender mejor cómo funciona este mecanismo de la invisibilización que se puede también estudiar como blanqueamiento. *El blanqueamiento: “es el mecanismo que permite a los negros aparecer en la televisión… pero solo a los negros que no son tan negros, ni tienen el pelo tan rizado. El blanqueamiento, tal y como nos explicó Edna Liliana, se da tanto a nivel histórico como a nivel estético. Así, a nivel de historia colombiana (y no solo colombiana), se ha blanqueado a muchos personajes relevantes de la historia. A causa de ese blanqueamiento histórico nunca se ha dicho muchos personajes ilustres que fueran negros (aunque lo fueran), ¿y eso a qué conduce? A que la población afrodescendiente crezca sin referentes positivos.” Desireé Bela-Lobedde.

Casos como el de Sara Murillo, una estudiante negra que fue obligada a retirarse las trenzas por una coordinadora de su colegio Magdalena Ortega de Engativá, no son excepcionales. Se usa con frecuencia la estética afro, pero se celebra en personas blancas o blanco-mestizas, lo que termina en casos gravísimos de apropiación cultural que pasan desde la cultura Pop, como es el caso de J Balvin que ha tomado de la música negra como de su estética para ascender en su carrera musical; hasta no apreciar el verdadero legado de las trenzas para las mujeres negras. 

Casos como el de John Jack Becerra, que denunció a la empresa en la que trabajaba por comentarios racistas que le hicieron, pese a que le fue prometido un ambiente inclusivo y respetuoso, son frecuentes y, afortunadamente, cada vez más denunciados. 

Estos casos nos arroja luces sobre cómo el día de la Afrocolombianidad ni debe, ni puede, limitarse a celebrar aquello que sí gusta de la negritud: el baile, la música, a los deportistas, “la alegría” o la gastronomía. El día de la Afrocolombianidad debe ser una oportunidad para confrontar los profundos problemas de racismo estructural que hacen parte de la colombianidad. El racismo no es un problema de las personas negras,  el racismo es un problema de todes. Si no vemos esto como un hecho que acompaña la identidad nacional de la gente en Colombia, hacer “homenajes” cada 21 de mayo seguirá siendo tan solo una fachada. 

Hoy también es la fecha perfecta para resaltar figuras históricas que no conocemos lo suficiente. El día de la Afrocolombianidad se usa para resaltar el folclór, pero no para promover, por ejemplo, el estudio de la historia negra que es fundamental: dejar el eurocentrismo, dejar de plantear que la historia negra es únicamente la historia de gente esclavizada. Existen personajes que, invisibilizados por el blanqueamiento, no están incluidos en los libros de Historia, pese a sus significativos aportes:

Las hermanas Cárdenas, por ejemplo. Petrona y Sebastiana Cárdenas fueron dos negras libertas (personas esclavizadas que fueron liberadas por sus “amos”) filántropas de la Región del Cerrito en el Valle del Cauca. Ambas heredaron de su padre unas tierras, herencia de un esclavista, que utilizaron como un apostolado para recibir negros libertos a quienes les brindaron atención médica y refugio. Tanto Petrona como Sebastiana fueron libertadoras y redentoras de personas negras esclavizadas y son vistas por numerosas personas como las auténticas fundadoras del Cerrito, pues fueron quienes cedieron las tierras en las que está fundado este municipio.  

Otro personaje histórico importante es Juan José Nieto Gil , el primer y único presidente afro de Colombia (25 de enero de 1861 – 18 de julio de 1861). Este hombre fue un autodidacta, decidido a pasar a la historia desde su acción política y su escritura. El retrato de Juan José Nieto Gil fue hallado en un rincón olvidado del Palacio de la Inquisición de Cartagena y, con su retrato, se dimensionó también su rol en la fundación del país. Encontrar su retrato olvidado es algo representativo de cómo se trata la historia de las negritudes, pues a Juan José Nieto Gil se le quiso borrar de la historia. Una particularidad de Nieto es que fue escritor (periodista y novelista) anterior a su mandato presidencial, algo atípico en los presidentes de la época que por lo general se volcaban a las letras después de que acabaran sus carreras políticas. Esto prueba que Nieto tuvo que destacarse bastante para ser tomado en serio y, aún así, gestor de tres constituyentes del siglo XIX, novelista y presidente, su memoria palidece. Exhaltar esta figura es especialmente importante ahora, cuando por primera vez vemos cinco aspirantes a la vicepresidencia que se reconocen como afrocolombianas y afrocolombianos: Francia Márquez, Luis Gilberto Murillo, Marelen Castillo, Sandra de las Lajas y Ceferino Mosquera.  

Vale la pena también que mencionemos al Rey Barule y los hermanos Mina, quienes lucharon contra la esclavización y el maltrato que se desataba contra las personas esclavizadas en Tadó, Chocó. Barule y los hermanos Mina fueron los protagonistas de uno de los primeros levantamientos en contra del sistema esclavista que empezaba a convertirse en algo insostenible y cuyas grietas cimarronas comenzaban a darle paso a verdaderas fragmentaciones económicas y sociales que resultaron en conversaciones sobre la abolición de la esclavitud, que vendría muchos años después, pero que también se debe a sus aguerridas luchas. 

Buscar un objetivo único del homenaje que se hace el 21 de mayo es un sinsentido. Debemos reconocer la diversidad que existe dentro de la misma negritud colombiana y empezar a entenderla desde su pluralidad inmensa que atraviesa todo lo que hace parte del imaginario de la identidad nacional. Si empezamos a entender los aportes de nuestra herencia negra y africana, podremos también ver de frente el racismo heredado desde la época de la Colonia, para combatirla con antirracismo activo y autocrítico. 

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Autor

  • Carolina Rodríguez Mayo

    Viajera, profesora y escritora. Literata con opción en Filosofía. Especialista en Comunicación Multimedia. Ha publicado su trabajo en revistas de colombianas como Literariedad, Sombralarga y Sinestesia. Columnista de la revista Iberoamericana Afrofeminas. Fue elegida como parte de una antología de jóvenes poetas, Afloramientos, los puentes de regreso al pasado están rotos publicado por Fallidos Editores. Su poesía ha estado en lugares como la Universidad de Brown y en el podcast Gente que lee cuentos. Produce el podcast Manifesto Cimarrón donde conversa sobre negritudes, diversidad y resistencia.

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