
“El colonizado se convierte en un extraño para sí mismo en la medida en que se esfuerza por parecerse al colonizador” – Franz Fanon.
El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York celebra cada primer lunes de mayo una gala que sirve para recaudar fondos para su exposición del Costume Institute (Instituto del Vestido) que dura hasta septiembre. El tema de este año de la MET Gala me pareció bastante sensible, porque hace parte de una memoria prieta y cimarrona transversal a muchas comunidades de la diáspora africana.
Empecemos entonces por conocer la historia detrás del Dandismo Negro para que entendamos cómo es que el capitalismo todo lo devora y lo corrompe, incluyendo las maneras más orgánicas en que se ha hecho cimarronaje.
El Dandismo, según lo plantea Ty Gaskinks para Vogue, “se describe a menudo como un estilo, pero es algo más que estética. El dandi original (famosamente encarnado por figuras como Beau Brummell en la Gran Bretaña del siglo XVIII) era un hombre cuyo principal objetivo era destacar por ir impecablemente arreglado y vestido. Brummell (…) revolucionó la moda al elevar el estilo personal a la categoría de arte. Rechazaba la ostentación de la vestimenta aristocrática del pasado y se decantaba por una sastrería sobria y nítida que primaba el refinamiento sobre la ostentación.” La figura del dandi propone algo novedoso para la época en la que adquiere su nombre, el siglo XIX, que era demostrar que se podía vestir bien sin necesidad de ser parte de una cuna aristocrática -no podemos olvidar que en este siglo hay un marcado desdén por la nobleza heredada y un deseo por demostrar que las personas, incluso sin títulos, poseían también gusto y nociones estéticas valiosas-.
El Dandismo Negro, debo decirlo, tiene un origen más vertiginoso en mi opinión. Si bien los datos históricos señalan a Touissant Louverture, principal líder de la revolución haitiana, como el primer Dandi negro, porque fue quien propuso confeccionar los uniformes de los militares haitianos similares a los de sus enemigos europeos en 1804, el ejercicio de usar el vestido de manera contestataria y subversiva viene de antes.
En el documental The Remix: Hip Hop x Fashion (2019), dirigido por Lisa Cortés y Farah X, se exalta todo lo que han creado las mujeres negras en la esfera de la moda dentro de la cultura Hip Hop, y las directoras se remontan a la época de la esclavización para señalar que lo que conocemos como estilo hoy, fue un invento de la gente negra esclavizada.
“Black people have always been stylish — even during slavery. We took scraps and made something out of nothing”.
“Las personas negras siempre hemos tenido estilo — incluso durante la esclavización. Tomábamos sobras y creábamos algo de la nada.”
Desde entonces, la gente negra de la diáspora africana ha usado la ropa del amo y del colono como una burla a su supuesta civilidad, así como una declaración de rebeldía, de dignidad y de creatividad. Podemos inferir, por el registro histórico que nos muestra el documental, que el Dandismo Negro que conocemos no tiene un origen singular ni de fácil rastreo, como todo lo cimarrón. Lo que sí podemos afirmar, también desde la investigación que proponen Lisa Cortes y Farrah X, es que el estilo de aquellas personas esclavizadas consistía en piezas arquitectónicas, modificadas para ajustarlas a sus cuerpos y con muchos detalles para darles toques agudos y elegantes a su vestuario. Por eso considero que el Dandismo Negro no es de tan de fácil registro como lo proponen algunos historiadores o algunas personas estudiosas de la Moda.
Ahora, el Dandismo Negro es una expresión cimarrona, porque busca engañar y escapar de la supremacía blanca, busca reírse de la norma. Lo que más me gusta de esta corriente del estilo es que usa el discurso de lo que se supone que es civilización y lo pervierte. En otras palabras, el Dandismo Negro toma el estilo del traje hecho a la medida, elegante, puntual en sus detalles y le aumenta figuras arquitectónicas exageradas, drama, maximalismo en los accesorios, y cada elemento tiene una intención y hace un punto. El Dandismo Negro en el Caribe parte de ese desafiar a los colonos y criollos que pretendían que las personas afrodescendientes tuvieran una vestimenta que les marcara su lugar en la jerarquía sociorracial. Ricardo Chica Geliz en su ensayo “Moda, negros y mulatos en la vida de muelle de Cartagena” nos señala algo que no podemos obviar a la hora de reconocer la raíz revolucionaria del Dandismo Negro:
“El régimen colonial impuso ordenanzas y leyes que prohibían a indígenas, negros y demás castas vestirse como españoles, so pena de multa, castigo o cárcel. El vestirse para aparentar por medio de la vestimenta ser quien legalmente se prohibía ser fue algo que se persiguió, pero con lo que no se pudo acabar.”
Todo este recuento para subrayar que la MET Gala del 2025 fue un desacierto. No importa que le pongan a todo negro como una especie de apellido, no importa que en plataformas de alcance global se retomen conversaciones sobre la estética y la resistencia cimarrona o de la diáspora africana. Un evento como el que se da cada primer lunes de mayo en el MET no deja de ser racista, problemático, obtuso. No logró el homenaje que se proponía, porque no desafió nada. La MET Gala es una apología al consumo desmedido y extravagante, además es una cachetada cruel e infame a la situación mundial de desigualdad, exterminio y creciente fascismo. El arte, que pretende ser dicho evento, no es apolítico, en especial cuando su despliegue implica que diversas brechas de inequidad se sigan ampliando.
El Dandismo Negro en su raíz buscaba la reutilización del vestido, un foco que podría aprovecharse en un escaparate como el que nos da el contexto mundial actual, en el que el agua está cada vez más escasa y las basuras están llenas de textiles. La industria de la moda utiliza alrededor de 93 mil millones de metros cúbicos de agua por año, además no es una industria que recicle; menos del 1% del material para producir nuevas prendas es reutilizado, lo que continúa sumando de manera significativa al problema de deshechos que padece, principalmente, el Sur Global.
Además, en este estilo hay un objetivo permanente respecto a resignificar lo que ha sido glorificado por la blanquitud, una pregunta por la sofisticación y el minimalismo que ha servido como excusa para el adorno exagerado, para la ropa que juega con las formas geométricas y el permanente descaro de ser y ocupar espacio. El Dandismo Negro pelea con la sutileza, con el pasar desapercibido y se manifiesta desde lugares coloridos, brillantes y ruidosos. No obstante, no solo es un ruido estético, es un ruido político que pretende desafiar la noción de statu quo, algo, que como sabemos, no se hizo en esta edición de la MET Gala, algo que en realidad no se podría hacer nunca desde allí.
“¿Cuándo cuesta ir a la MET Gala?
Aquellos que no formen parte de la lista de invitados pueden asistir a la MET Gala adquiriendo un boleto de 30.000 dólares o mesas completas por un precio aproximado de 275.000 dólares.”
No hay ninguna forma posible en la que este tipo de gasto pueda ajustarse a un discurso que pretende ennegrecer o cimarronear una exposición como la que inauguró la MET Gala. Reitero que es una cachetada y una verdadera afrenta a un camino que ha construido memoria a partir del riesgo, la recursividad, la lucha, el desdén, la parodia y la altanería. El Dandismo Negrro no nació para acomodar a la gente negra de la diáspora africana a la mirada del colono blanco o del criollo blanqueado/blanqueador. Los dandies caribeños, los dandies prietos se sabían personas incómodas para los blancos y así mismo lo buscaban y lo perseguían con cada uno de sus atuendos.
En Colombia tenemos, bajo esta noción del vestir y de la rebeldía, un Dandi Cimarrón y Caribeño que murió porque, entre numerosísimas cosas, su vestimenta incomodaba a la blanquitud. La tradición oral afrocolombiana y palenquera cuenta que Benkos Biohó vestía con ropas de estilo europeo y un mal día autoridades coloniales lo arrestaron, sin saber que era un negro liberto y líder de la comunidad palenquera, porque consideraron un insulto su manera de vestir. Además, como lo señalé antes, sí era un crimen. A Benkos Biohó lo ahorcaron en la plaza pública de Cartagena como un escarmiento para otras personas negras. Por fortuna, ese asesinato solo dio más combustible al primer pueblo libre de las Américas y de Colombia. Y aún en nuestra época se habla de la indumentaria de Benkos. Jaime Arocha, en “Utopía y proyecto de Benkos Biohó y sus herederos”, indica:
“No se conocen descripciones de cómo vestía Benkos, pero su imagen ha sido reconfigurada por la tradición oral como la de un jefe africano, con atuendos que evocan poder, dignidad y resistencia.”
Para colmo de males, esta MET Gala, repleta de celebridades negras, no sirvió de escaparate para creadores negros. Afrocolectiva lo denuncia:
“Aunque esta es la primera vez que la MET centra su tema de la exhibición en un movimiento estético y de la moda negra, la mayoría de celebridades eligieron ser vestidas por las casas de moda tradicionales y por diseñadores renombrados mayoritariamente blancos. Por lo que sus propuestas de vestuario, si bien estaban inspiradas en el dandismo negro, no contaron en su mayoría, con artistas negros siendo parte del proceso creativo, perdiendo una oportunidad única para visibilizar y reconocer el arte y el trabajo de diseñadores negros, sobre todo independientes.”
Otrar de las críticas que ha recibido también la famosa alfombra roja hace referencia a la falta de representación de Sapeurs, dandies del Congo que siguen acuerpando este estilo de forma contestaria. Los Sapeurs también retoman formas en que se visten las élites blancas, llegando incluso a usar ropa como quien va a jugar un partido de golf o a algún evento ecuestre; desde el ángulo característico de ese estilo: recargado, burlón y extravagante, responde a la deshumanización de las miradas estéticas eurocentradas.
Todo lo que obvió la MET Gala que supuestamente pretendía rendir un homenaje a la memoria negra, solo fue un acto de blanqueamiento e invisibilización de la historia detrás de los dandies cimarrones y caribeños. Semejante gala en Estados Unidos, que justo ahorita enfrenta las consecuencias de haber votado por Trump, un presidente que ha admitido con toda apertura ser cómplice y facilitador del genocidio en Palestina, cabeza de dinámicas extractivistas, promotor de acciones y discursos xenofóbicos y muchos más horrores, ni siquiera debió considerar la posibilidad de realizarse. Esto es la constante de la farándula estadounidense: darle la espalda al mundo.
Ninguna identidad por sí misma representa revolución ni perspectivas conscientes. El dandismo negro nació de la insubordinación estética, no para aplaudir a las élites; en cambio, encarna la dignidad rebelde de quienes se negaron a vestir según las reglas de opresores y de la supremacía blanca.