El día de la remembranza trans, celebrado el 20 de noviembre, fue creado para que por un día al año por lo menos, honremos la vida de las personas trans que han perdido la vida al ser víctimas de violencia. En este día, se realizan diversos eventos, ceremonias y marchas conmemorativas alrededor del mundo para recordar a quienes han sido víctimas de crímenes de odio y así poder abogar por el respeto de nuestros derechos y poder crear conciencia acerca de los desafíos que las personas trans enfrentamos.
Si cada año el día de la remembranza trans es pesado, este año no sé cómo vamos a hacer para sostenernos. Este día es un día para contar a nuestres caídes, para recordar y celebrar sus vidas, para trazar un mapa de todas las vidas que se tuvieron que perder para que estemos hoy aquí nosotres. Este año, será un día de profunda solemnidad donde, otra vez, sumamos una persona más a su lista de miles de difuntos.
Una vez más salimos con banderas de colores y veladoras a las calles a organizar la rabia y poner el cuerpo en el espacio público. Para hacer escuchar nuestros gritos en búsqueda de justicia que parecen sofocados por un silencio ensordecedor de indiferencia por parte de las autoridades. Otra vez salimos a las calles a llorar lágrimas de impotencia, a exigir que los discursos de odio sean penados por que nos están asesinando. Otra vez salimos de luto a abrazarnos y acompañarnos llorando la muerte de alguien que no conocimos, pero que su muerte se siente muy cercana. Una vez más hemos perdido a alguien de nuestra comunidad, y esta vez, pareciera como si se hubieran llevado nuestra esperanza con elle.
La visibilidad: un peligro y una luz de esperanza
Durante su cargo, Ociel logró algo que nunca nadie había obtenido: que su disidencia de género fuera reconocida por el propio tribunal, quien oficialmente le designaba, con lenguaje incluyente, como Magistrade del Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes con el cargo de Secretarie General de Acuerdos. Logro obtenido a través de un documento oficial que le fue conferido el 17 de mayo de 2022, en el marco del Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia, Lesbofobia, Transfobia y Bifobia.
Y además, en mayo de 2023, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió a Baena el primer pasaporte de los Estados Unidos Mexicanos que reconocía el género no binario de una persona mexicana.
En redes sociales, donde Ociel compartía su activismo, recibía mucho cariño y a la vez mucho odio. No eran solo sus acciones, palabras y luchas las que hablaban por elle, sino también su vestimenta. Mostrando que la ropa también es resistencia. Que las formas en las que expresamos nuestros cuerpos también movilizan y desafían las lógicas impuestas sobre nuestras identidades.
Ociel se caracterizaba por portar saco de traje formal con faldas o vestidos y tacones, además de pintura de labios y llevar vellos en las piernas. Una expresión de género que desafiaba las lógicas patriarcales del cargo político que tenía y el modo de pensar actual alrededor de cómo deberían lucir las personas asignadas hombre al nacer que tienen un cargo político.
Debido a todo esto, Ociel era muy visible. Portar ropas estereotípicamente femeninas con el orgullo y la dignidad con la que lo hacía es de admirarse, pues las personas como elle en México y en el mundo han sido históricamente castigadas, ridiculizadas, minimizadas y asesinadas por ser quienes son. Recordemos que Ociel perdió la vida en el México que tiene el 2do lugar a nivel mundial en crímenes de odio a las personas LGBTIQ+.
Sin embargo, esa visibilidad hizo también que personas como yo le viéramos y pensáramos que algo estaba cambiando. Que el hecho de que alguien como elle estuviera donde estaba, significaba que estábamos observando el cambio de una época, que nuestras identidades eran más aceptadas, que las personas como nosotres podíamos encontrar espacios dentro de la sociedad sin tener que sufrir las consecuencias por ser quienes somos. Muchas veces, la visibilidad de las otras personas nos da permiso de existir a otres. A veces la luz de alguien es tan grande que nos alcanza a les demás y nos da permiso de tomar nuestro lugar.
Pero no puedo dejar de pensar que Ociel no tendría que haber sido valiente. Que no tendría que ser un estandarte de resiliencia, ni tendríamos que romantizar su vida en resistencia. Porque en la actualidad pareciera que ser no binarie es sinónimo de ser activista y ser disruptor del sistema patriarcal. Cuando simple y sencillamente estás siendo tú y tratando de encontrar un lugar para ti en el mundo. Un lugar digno, con respeto, con plenitud. Pareciera que ser quien eres y no esconderlo, actualmente significa un posicionamiento político, no solo una identidad. Y claro, lo personal es político, pero muches no quieren resistir para existir. Solo queremos tener el derecho a una vida digna.
El miedo nos paraliza
Vi un post en redes sociales que leía: “mataron a quien mi papá me enviaba sus noticias para mostrarme que a personas como yo les puede ir bien.” Y me partió. Mientras leía otro que decía “la primer personas con pasaporte no binario en México es la primera persona asesinada con pasaporte no binario en México”. Claro, leer esta noticia significa que si a elle le había pasado eso, sí a una persona con un cargo político le habían asesinado en su casa después de pedir protección por ser amenazade de muerte ¿entonces qué nos espera a todes les demás?
Paulo, un amigo trans, me decía por mensajes “no dejo de llorar, no sé porqué no dejo de llorar desde que vi lo de le magistrade” y yo pensaba que seguro lo sentimos tanto porque nos pegó en la esperanza. Nos dio directo en ese lugar donde pensábamos que vivíamos en las vísperas de un nuevo mundo, un nuevo lugar. Un lugar diferente y habitable para las personas como nosotres. Nos dio justo en ese lugar donde nos sabemos vulnerables por que nos recuerdan que el odio a nuestras identidades sigue ahí afuera acechando.
No me puedo sentir a salvo en un país donde alguien con cargo de magistrade fue asesinade en su casa. Dónde la indiferencia reina: Ver cómo en redes sociales era más grande la ola de comentarios de personas quejándose de la “deformación del español”, en lugar de horrorizarse porque dos personas fueron asesinadas. Nos recordaron porqué México sigue siendo el segundo país a nivel internacional con mayor asesinato a personas trans por razón de crimen de odio.
Yo dos noches antes soñaba que alguien entraba a mi casa y me disparaba por ser trans. Desperté agradeciendo que era un sueño, y pensando que era una locura la paranoia, seguir mi día creyendo que eso era algo que podría pasarme a mí. Para al día siguiente despertar con que mis peores pesadillas en el mundo de los sueños son la peor realidad del mundo tangible de una familia en mi propio país. El miedo me paralizó.
Pero ¿qué hacemos con el miedo? Cuando uno presencia el terror, es muy común que el silencio reine y nos aturda, que nos paralice. ¿Qué hacemos cuando el miedo nos sobrepasa? ¿Qué hacemos cuando todes sabemos que podemos ser la próxima víctima? ¿Qué hacemos cuando pensamos en las posibilidades que le próxime sea une amigue? ¿Cómo organizamos la rabia?
Que no nos arrebaten la esperanza
Después de ver tanto odio en redes sociales, me di cuenta que necesito escribir un texto que me de esperanza y no puedo. No sé cómo hacerlo. ¿Cómo hablas de esperanza desde el fin del mundo? ¿Cómo les escribes de esperanza a los demás cuando no te queda casi nada para ti misme? ¿De dónde te sacas las palabras cuando el terror te ha enmudecido?
¿Qué hacemos con la impotencia? ¿Qué hacemos con el silencio? ¿Qué hacemos con el sonido de nuestro miedo? No quiero llorar y no puedo llorar. Me paralizo. Sin embargo, no sé cómo sostener las lágrimas de mis amigues.
Yo no quiero existir porque resisto. No quiero resistir, quiero vivir. Quiero vivir una vida plena, quiero ser visible y que ser yo misme no me cueste la vida. Hace unos años, cuando me cambié de nombre, todavía no era legal en Mexico el marcador no binario y recuerdo que una de las razones por las que no lo quería hacerlo era el miedo a ser hipervisible, a ser tan visto. Porque estaba consciente de lo que implicaba el riesgo.
Existir siendo trans no binarie es aprender a hacer las paces con vivir con el peso de la incomodidad de los otros, o que se te encorve la espalda del peso de tantas miradas. Es aprender a que la fuerza de tu silencio sea más grande que todas las palabras que dicen los demás sobre ti. Es crecer una segunda piel porque sabes que hasta las personas que más quieres tienen conversaciones sobre ti y tu identidad en una mesa a la que no eres invitade a dialogar. Es sudar la rabia, sangrar la indiferencia, morir de silencios que gritan.
Tengo mucho que escribir sobre esta desesperanza que me agobia. Pero me doy cuenta que no sé cómo escribir un texto sobre la esperanza. Mucho menos ahora. Por que cuando matan a unx hermanx trans nos matan la esperanza a todes. Con cada persona trans que muere en manos del odio de otra persona, morimos todes les demás.
Morimos de silencio, morimos de miradas, morimos de este pinche sistema podrido que no está hecho para personas como nosotres. Morimos de todas las barreras invisibles que hay para nuestras identidades. Morimos de impotencia, morimos de odio, morimos de religión, morimos de ideología política, morimos de estereotipos de género, morimos de “crimen pasional”, morimos de tabú, morimos de indiferencia, morimos de “ideología de género”, morimos de capitalismo, morimos del miedo de otres.
A veces me pregunto qué es eso que ven en nosotros que tanto temen que deben aniquilarlo. ¿Qué es eso que encuentran en nuestra existencia que nos hace tan vulnerables a lo peor de los miedos de otras personas? ¿Qué poseemos nosotres que tanto nos quieren quitar desde hace tantos años? ¿Qué poder tenemos que siempre se nos quiere arrebatar?
Incluso desde los márgenes de la sociedad, desde la nada, desde lo más bajo. Desde la pobreza, desde lo escondido, desde lo sucio, lo banal, lo que nadie quiere tocar. Somos envidiables. ¿Será nuestra libertad? ¿Será nuestro infinito amor? Eso nadie nos lo puede arrebatar, nadie puede acabar con el amor que hemos creado en vida y toda la gente que fue a marchar por Ociel a las calles es la prueba de ello.
Pueden acabar con nuestros cuerpos mortales pero la furia de nuestra felicidad y la intensidad de nuestro amor nadie puede acabar con ella. Vive en todas las personas que salieron a marchar para defender la vida de una sola persona. Se me acaba la esperanza pero me queda la rabia. Y la rabia no solo quema, moviliza.
Necesito la rabia organizada para hacer algo. Para que encienda nuestros corazones con las llamas de luz que Ociel ha dejado en nosotres. Para que me de la fuerza para poder seguir escribiendo. Que no se me acaben las palabras porque necesito leer que no solo muere la esperanza, que después del dolor algo más viene. Que nuestras muertes no son en vano. Que algo viene que es mejor que lo que nos ha antecedido. Que cada muerte signifique que estamos más cerca de que no haya ni una más. Que cada vez que nos asesinen, más gente aliada se sume para defendernos. Que juntes somos invencibles, aunque separades nos sepan tan vulnerables.
Pienso que el miedo paraliza, y que su visibilidad le costó la vida pero es también la razón por la cual le conocimos. Y esa visibilidad es importante porque nos da esperanza. No dejemos que su luz sea opacada por nuestra pérdida. Su vida nos dio tanto… y habrá que vivir nuestras vidas honrando la suya. Tomando los espacios que nos han negado, siendo visibles, ruidoses y felices. Porque la felicidad será nuestra venganza.
No dejemos que nos arrebaten la esperanza. No dejemos que nos arrebaten la necesidad y determinación de que el mundo sea un lugar mejor. Ociel no habría querido eso, habría luchado por ser quienes somos hasta el final justo como lo hizo. Siempre con dignidad, siempre con una sonrisa en la cara, siempre tan nosotres.