November 17, 2023

¡Aguante, Argentina! (Taylor’s Version): cómo las swifties se convirtieron en un elemento clave en la discusión electoral

En Argentina, les 'swifties' se organizaron para expresar su rechazo al candidato presidencial Javier Milei. Con pósters y consignas, elles mostraron su desacuerdo con el discurso del candidato y, en su lugar, mostraron apoyo a su opositor: Sergio Massa.

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taylor swift argentina javier milei

Es 9 de noviembre de 2023 y el River es el epicentro del frenesí, la altanería y el desdén nacional. Han pasado cinco meses desde que chiques de distintas partes de la Argentina  crearon un sistema de relevos para ver a Taylor Swift en el campo delantero. “La industria musical”, presumen. 

Días previos al aterrizaje de la intérprete de “Style” en Buenos Aires, les jóvenes que se encuentran a sí mismes en la historia de Augustine, Betty y Dorothea tomaron las calles de la capital para pegar afiches en rechazo a Milei y a favor de Sergio Massa, representante de Unión Avanza, que se disputarán la presidencia el próximo 19 de noviembre, 10 días después de The Eras Tour. 

Muy al disgusto de puristas y rancios, los medios de comunicación y la opinión pública —incluso internacional— hablan de las militancias que emergieron —o se fortalecieron— entre tonadillas pop —”historias bobaliconas y de niñitas”, acusan los ‘veteranos del rock’ y otros (sub)géneros que consideran superiores— y bisutería. 

La salida de The Eras Tour de Estados Unidos tocó fibras sensibles en toda Latinoamérica; en Argentina, país que en abril de 2023 alcanzó una inflación del 108,8% y que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es el único de la gira que está en recesión, las primeras discusiones fueron económicas. 

Expertes en finanzas mostraron entusiasmo por la inyección de capital que implicaría la visita de Taylor Swift y su equipo a la capital. Tres fechas sold out del River —con una capacidad para más de 80,000 personas— se tradujeron en una ocupación hotelera de casi el 100%, apoyo a pequeños negocios de Uribu y Sarmiento, reactivación turística de Palermo y también, en señores que, para disfrazar su sexismo e infantilización, ‘criticaron’ que las juventudes se endeudaron para costear una entrada. 

Claro, en ningún momento los ‘dones’ mencionaron que, por la situación, en Argentina las posibilidades de ahorrar son casi nulas para todos los sectores de la población. Tampoco se involucraron en las conversaciones en las que se intentó problematizar el fenómeno de la gentrificación —más que visible en el barrio de Villa Crespo y sus alrededores— a partir de las presunciones —primordialmente— estadounidenses de que ir a The Eras Tour en Argentina era ‘prácticamente una ganga’. Mucho menos se tomaron el tiempo para discutir cómo las promotoras, en este caso All Access, condicionan la asistencia a los recitales con la compra de paquetes VIP. De acuerdo con la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Argentina y Brasil son los dos países más costosos para los conciertos si se les compara con el salario mínimo. 

We got a list of names and yours in red, underline, Javier Milei: El mensaje de fans de Taylor Swift en Argentina.

Cuando les swifties dijeron que la rubia haría retumbar cada esquina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) no bromeaban. El alto tráfico en TikTok motivado por trends relacionados con The Eras Tour —tutoriales para la compra de boletos, DIY de las chaquetas de “Karma”, chants en “You Belong With Me” y “Bejeweled”, descubrimiento de diseñadoras de moda jóvenes o románticas transiciones en “mirrorball”— exhiben las dinámicas de consumo-socialización-goce de la generación Z y las oportunidades que sus audiencias encuentran en ellas. En Argentina, el ritual para corear el puente de “Cruel Summer” estuvo acompañado de una consigna muy clara: con Milei no. Con Milei nunca. 

Días después de la primera vuelta de las elecciones (22 de octubre), les swifties, agrupades en una cuenta de X que, tras su suspensión, tomó el nombre de Swifties por la Patria,  aseguraron “estar en el lado correcto de la historia”.  A través de un comunicado expresaron su preocupación frente a las intenciones presidenciales de Javier Milei, gran admirador de la exprimera ministra del Reino Unido Margaret Thatcher —¡atención aquí si no lo consideramos una red flag!—, fiel creyente de la dolarización para hacer ‘Argentina great again’, negacionista de los crímenes cometidos por la dictadura militar y candidato ultraderechista del partido La Libertad Avanza.  

“Tiene dentro de su plataforma electoral propuestas como la privatización de la salud y la educación, la libre tenencia de armas y realizar un referéndum sobre la última Ley de Intervención Voluntaria del Embarazo”, denunciaron les swifties el 26 de octubre. En un país en el que el último reporte de crímenes de odio contra las sexodisidencias fue de 129 casos y en el que una mujer es víctima de feminicidio cada 28 horas, les swifties aseguran que “estar en el lado correcto de la historia” implica frenar una posible presidencia que “considera innecesario el matrimonio igualitario”, describe al feminismo como “una mentira” y desestima las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura.  

En vísperas electorales, “You’re On Your Own Kid” no sólo fue una oportunidad para presumir el ingenio latino. La creación y el intercambio de brazaletes de la amistad forman parte de una estrategia política entre poblaciones que han sido ninguneadas por décadas: las mujeres, las adolescencias y las personas LGBT+. 

Con slogans como “Who’s Javier Milei anyway? EW” y “We Are Never Getting Back to Menem”, Argentina reclamó su propia versión de los sencillos de Red y, al mismo tiempo, su derecho a decidir sobre el destino que —no— quiere o —no— acepta. Por un lado, las generaciones que crecieron a la par de la Taylor vaquera y de las consecuencias del ajuste estructural de los 90 —la flexibilización comercial para la inversión extranjera, el otorgamiento de créditos en dólares y la privatización de empresas de servicios públicos, por ejemplo—  dieron continuidad al expresidente Carlos Saúl Menem —”el más peronista de los peronistas”, según el diario La Nación— como una figura política rodeada por “emociones intensas y enfrentadas”.

Al mismo tiempo, los afiches con leyendas como “Swiftie no vota a Milei” y “Milei es Trump” se convirtieron en el spot del recuerdo: no sólo de la llegada de The Eras Tour a América del Sur, sino de las juventudes que se organizan para evitar una presidencia tomada por un político misógino, racista, clasista, capitalista y negacionista. “¡El que no salta, vota a Milei!”, resonó como chant especial en la era Lover.

Cause baby now we got bad blood: juventudes a favor del proyecto ‘libertario’ de Milei 

Y es que la contienda no sólo se da en las urnas. Los entornos digitales también son terreno de batalla electoral. Fuera del River transitan jóvenes que en los últimos tres años atravesaron por situaciones que reconfiguraron su postura política y que, en vísperas del balotaje, aseguraron que su confianza —más no lealtad o apoyo dentro la vieja escuela partidista— está con Javier Milei. Una de las constantes a lo largo de la cobertura electoral fue el acento en el voto joven, pues representa más de un tercio del patrón. Previo al primer debate presidencial, encuestadoras reportaron que el candidato de la Libertad Avanza logró el 40% de la intención de sufragio en el grupo etario entre 16 y 30 años. 

Para algunos colectivos defensores de los derechos humanos —tal fue el caso de la Agrupación Nietes Rosario— la presunción de las juventudes como actrices  clave del ascenso de un candidato antidemocrático fue “cómoda para la política tradicional”. Si bien, parte del discurso muy en el fondo ha querido responsabilizar a las juventudes de la popularidad de Milei —sabemos que no es la primera vez en la que nuestro actuar político se quiere infantilizar o criminalizar—, no abordar y desmenuzar la organización y las particularidades de este sector poblacional sería obviar condiciones que hoy en día derivan en un apoyo significativo a una candidatura que pretende debilitar los movimientos y luchas que han hecho contrapeso a las hostilidades del sistema político argentino.  

Gerardo Javier Milei, antes que aspirante a la presidencia, es un economista. Aunque desde el inicio se presentó como ‘outsider’ de la política —hijo de un padre abusivo que mientras lo agarraba a trompazos pasaba de ser conductor de la línea 21 a dueño de siete líneas de transporte, siempre admirador del futbolista Ubaldo Matildo y testigo del desenfrenado incremento de los precios en productos de la canasta básica en la presidencia de Menem— su trayectoria profesional siempre ha estado ligada a los sectores más privilegiados y poderosos de Argentina. 

Es egresado de la Universidad de Belgrano, una de las instituciones educativas más prestigiosas del país y Latinoamérica. Entre 2008 y 2021 fue asesor de la Corporación América, liderada por Eduardo Eurnekian, dueño de 35 aeropuertos, uno de los hombres más ricos de Argentina y un sujeto fundamental en la entrada de Milei a la esfera mediática. Eurnekian es accionista de América TV, cadena que transmitía los programas de Milei (Intratables y Animales sueltos).  

La biografía de Milei —además de fortalecer al mito de la meritocracia— ayuda a entender algunas de las razones por las que, siendo de un partido tan nuevo en la política argentina —La Libertad Avanza surgió como coalición en julio de 2021—, es el actual contrincante de Sergio Massa. A Milei, la crisis que atraviesa el país —y el peso que esta ha tenido en la configuración e identidad política de las juventudes— le cayó como anillo al dedo. 

Así como lo expresó el colectivo Swifties contra La Libertad Avanza, la entrada de Milei a la Casa Rosada pone en peligro los derechos conquistados por mujeres y sexodisidencias. No obstante, la candidatura no es el único factor que causa incertidumbre. Durante la pandemia, distintas partes del mundo reportaron el aumento de posturas antifeministas. Argentina no fue la excepción. TikTok —la plataforma más explotada por Milei— se convirtió en un canal prolífico para influencers que dan difusión a discursos discriminatorios. 

En plena emergencia sanitaria por COVID-19, el politólogo y conferencista de ultraderecha Agustín Laje facilitó espacios a activistas ‘provida’. A los antiderechos ya no les importa exponer su lado más rancio. “Vemos ahora que la gente parece tener menos vergüenza de decir cosas que antes por lo menos pensaba dos veces”, comentó Renata Labrador, integrante de la Asociación Nietes Rosario. 

En un ambiente político en el que crece  —y se acepta — el rechazo hacia las luchas de mujeres y disidencias  —algunes jóvenes las asocian exclusivamente con la gestión de Alberto Fernández y Unión por la Patria — Milei también ha encontrado funcional la construcción de una imagen que privilegia a la masculinidad hegemónica. El candidato de LLA es fan de los Rolling Stones, amante de las chamarras de cuero y que, sin miedo a represalias, ocupa su cuenta de X para decirle “forra, te hiciste la gallita y te rompieron el culo sacándotela por la garganta” a una usuaria que lo cuestionó.

Para parte del electorado, Milei no es un ‘gatito mimoso’, como describió la excandidata Myriam Bregman (Frente de Izquierda y Trabajadores-Unidad) hace un par de semanas.  Algunos de sus votantes  confían en que ‘no guiará corderos’, sino ‘despertará leones’. 

Pero el ascenso de Javier Milei no sólo se explica por la permisividad hacia los discursos violentos. Las intenciones de sufragio por La Libertad Avanza también son una manifestación del voto de castigo. En Argentina, la población joven lo repite entre las calles, sus grupos de amigues e, incluso, entornos familiares. Al momento de acudir a las urnas tendrán presente que durante la gestión de Alberto Fernández el país alcanzó el porcentaje más alto de la inflación desde la crisis del corralito en 2001.  

La organización de les swifies al interior y exterior del River —ya sea a favor de Milei o Massa— da la razón a la periodista Amanda Hess. La convergencia entre la política, la cultura, la ciudadanía y el consumismo perfila un terreno político que va de la mano de dinámicas de los fandoms y sus respectivas celebridades. Es cierto: en algunos casos la ‘participación’ civil puede ser únicamente un ejercicio de simulación o tokenismo. Sin embargo, reimaginar y acompañar la incidencia en nuestros contextos más cercanos también puede ser una manera creativa de acercarse a la política. 

Los clubes de fans son una oportunidad para conectar con personas que han tenido experiencias similares. Les jóvenes son muy clares en sus demandas: no quieren aprender a vivir en crisis. Están cansades de hacerlo. No tienen interés en el beneficio de la duda. Para elles no aplica el refrán de “mejor viejo conocido que nuevo por conocer”. En la primera ronda electoral rechazaron cualquier posibilidad de que Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) diera continuidad al proyecto macrista. 

Como contrapeso a la militancia de pibxs ‘libertarixs’, juventudes que corean “Fearless” se acercan a les reporteres —o comparten la publicación de la escritora Mariana Enríquez— para hacer que su mensaje llegue al resto de la Argentina: Milei no. Representantes de Swifties por la Patria lo reiteraron en su entrevista con The New York Times: estar en el lado correcto de la historia requiere confrontar los intentos por pensar y construir una derecha popular.   

Esta es una de las caras de The Eras Tour (Argentina’s Version). 

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Autor

  • Comunicadorx política graduadx de la UNAM, especializadx en regulación de medios audiovisuales y usos sociopolíticos de la tecnología. Colabora de manera independiente en periodismo musical a través de su newsletter “Music for the Vampires” y ha contribuido a medios como Indie Rocks!, Radio Nopal, Sound & Vision y Vibras. Su cobertura incluye la escena musical alternativa/under/goth, así como temas de justicia reproductiva, movilización social, políticas afectivas y gestión de recursos públicos, especialmente en salud. Además, es fundadorx de ALAIT (Aborto Legal, Acompañado e Informado para Todes), un proyecto para contrarrestar la desinformación sobre el aborto.

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