agosto 4, 2024

A las mujeres negras, la policía no las protege: el caso de Sonya Massey

El caso de Sonya Massey en Estados Unidos vuelve a poner en el centro de la discusión una realidad: las mujeres negras no son protegidas ni por el Estado, ni por la sociedad, ni mucho menos por la Policía.

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El 6 de julio de 2024 Sonya Massey llamó a la policía para reportar a un posible intruso en las estancias de su hogar. Luego del llamado, dos policías llegaron al recinto, entre ellos, Sean Grayson, un hombre blanco que además, ya contaba con un historial cuestionable. Le solicitaron su identificación, y Grayson, al observar una olla con agua hirviendo en la cocina, le ordenó a Sonya que la retirara.

Al obedecer la orden, los policías adoptaron una postura defensiva, y ella, asustada, preguntó: “¿A dónde van?”. Como si el agua hirviendo constituyera una amenaza para dos hombres armados, Grayson le dijo que “se alejara de su agua hirviendo”. Sonya respondió: “¿Alejarme de mi agua? ¡Te reprendo en el nombre de Jesús!”. Grayson replicó: “Más te vale que no, maldita sea, te voy a disparar en la maldita cara”.

En ese momento, el policía sacó su arma y avanzó hacia ella. Aterrorizada, Sonya se arrodilló y dijo: “Lo siento, lo siento, lo siento”. Estas fueron sus últimas palabras. Grayson disparó tres veces, una de ellas debajo del ojo. El compañero de Grayson quiso buscar un kit de primero auxilios, pero Grayson lo detuvo diciendo: “No, fue un tiro en la cabeza. Ya está acabada”.

Este policía blanco entró en la casa de una mujer negra y, aprovechando su indefensión, buscó cualquier pretexto para asesinarla. Grayson llevaba la cámara de su uniforme apagada, y la única razón por la que tenemos conocimiento de lo ocurrido, es porque su compañero llevaba encendida la suya.

El caso de Sonya Massey no es un incidente aislado, es más bien parte de un preocupante patrón de violencia y abuso de poder por parte de las fuerzas policiales en Estados Unidos, específicamente contra las personas negras.

Estos casos de violencia y abuso requieren de nuestra atención, pues la policía no defiende a las mujeres negras. El racismo sistémico ha sido y es una realidad en Estados Unidos.

La historia de Sonya Massey resuena con muchas otras historias de personas negras que han sido tratadas con violencia, sospecha y falta de humanidad por su raza. La brutalidad policial manifiesta un problema más amplio en el sistema de justicia y seguridad pública que permite y, muchas veces, fomenta tal comportamiento.

La decisión de Sean Grayson de apagar su cámara corporal delata la intencionalidad de esta acción, además de delatar la falta de responsabilidad y transparencia en muchas interacciones policiales. Las cámaras corporales fueron implementadas con la finalidad de aumentar la transparencia en medio de las operaciones, pero su eficacia queda a expensas del uso que le dan los oficiales Este caso ratifica la necesidad urgente de políticas estrictas y monitoreo independiente para asegurar que herramientas como las cámaras policiales se utilicen de la manera adecuada.

El patriarcado es parte de un constructo social, cuya cuna se asimila -si no, idéntica- a la del racismo. A partir de esta idea central, se comprende que desde los inicios coloniales, la existencia de las mujeres negras ha quedado como prioridad última, dejándonos en la base de una pirámide social que se asienta y se extiende hacia arriba.

Recibimos el peso y los cristales rotos que dividen esta pirámide racista y patriarcal, que no puede auto-reconocerse como tal. Como consecuencia obtenemos desprotección. La intersección del patriarcado y el racismo estableció un sistema de opresión multifacético que afecta desproporcionadamente a las mujeres negras. Esta jerarquía social ha silenciado y desprotegido históricamente a las mujeres negras.

La incredulidad hacia nuestras experiencias de violencia y discriminación no es accidental, sino un producto deliberado de una estructura social que se beneficia de nuestra invisibilidad. El caso de Sonya Massey es un ejemplo doloroso de cómo esta desprotección se manifiesta en la realidad. Su desenlace no es un hecho aislado, sino un reflejo de la desconexión sistémica hacia la existencia de las mujeres negras.

La incapacidad del sistema para ver y valorar la vida de Sonya Massey nos enseña de manera explícita cómo el patriarcado y el racismo continúan operando en conjunto.

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Autor

  • Catalina Buzú

    Catalina Buzú es una escritora y académica enfocada en literatura afrodiaspórica y africana. Ha escrito ensayos sobre obras como “Hijos del Mar” de Edwidge Danticat y “Alma” de Junot Díaz, explorando temas de identidad, africanidad, migración y resistencia. También es activista antirracista y feminista negra, creando contenido sobre teoría antirracista. Su trabajo incluye la creación de contenido digital educativo antirracista en sus plataformas.

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