diciembre 6, 2021

40 años sin una vacuna para el VIH

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Ilustración de Carolina Urueta

Han pasado 40 años desde que en Nueva York se hicieron los primeros diagnósticos del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y, desde el momento en que se identificó, comenzó la estigmatización y discriminación hacia quienes contraían el virus. “Cuando lo descubrimos, ya estaba extendido”, dice Elizabeth Rodríguez, médica general y magíster en Salud Pública con más de 23 años de trabajo en la prevención y abordaje de las infecciones de transmisión sexual. 

A partir de ese primer momento, se comenzó a estudiar también la forma de crear una vacuna que permitiera intervenir la enfermedad y evitar que se siguiera expandiendo en el resto del mundo. En 1985 se descubrió la manera de diagnosticar el virus y dos años más tarde estuvieron listos algunos de los medicamentos para tratarlo. Gracias a esto hoy es posible vivir vidas largas y plenas, aún con VIH, sin nunca desarrollar la enfermedad del Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA).

Pero la falta de una cura para el VIH ha costado la vida de 40 millones de personas. Y, cuatro décadas después, aún no tenemos una vacuna. Eso tiene que ver con que el virus es altamente mutante, y desarrolla una enfermedad crónica, pero según Marcela Silva, activista desde hace más de 20 años en la promoción por el reconocimiento de los derechos de las mujeres en la prevención de las infecciones de transmisión sexual, “falta voluntad política y financiamiento para levantar investigaciones de cada una de las regiones y países del mundo”.

Según explica la médica Elizabeth Rodríguez, los desarrollos científicos en esta materia van en dos vías. Por un lado, la vacuna se propone para las personas sanas, para prevenir y evitar que se contagien y, por el otro, se busca desarrollar medicamentos altamente efectivos para las personas que ya tienen el virus, teniendo en cuenta que los medicamentos actualmente disponibles generan efectos secundarios, como problemas para dormir, cambios en el humor, depresión o ansiedad, fatiga, erupciones cutáneas, pérdida del apetito o, incluso, lipodistrofia (cambios en la grasa corporal que puede incluir la acumulación de grasa corporal, pérdida de grasa corporal o ambas).

Arely Cano, secretaria regional de ICW Latina, señala que estos desarrollos médicos deben pasar por comprender que el VIH es un problema de salud pública que afecta de forma diferenciada a las distintas poblaciones. “El virus no funciona de la misma forma en lo masculino que en lo femenino”, agrega por su parte Silva. 

Marcela Silva es una de las 37,7 millones de personas con VIH en el mundo y para ella, aún hoy, el VIH es una palabra compleja: “A mí me gusta que se diferencie cómo nos afecta el VIH a distintas personas. Porque a los niños, los hombres y las mujeres nos afecta de distintas maneras. Las mujeres seguimos cargando con el estigma social y con el diagnóstico, y seguimos emprobreciéndonos tanto en lo económico como en lo cultural”.

Necesitamos una solución para todes que tenga en cuenta las diferencias. “La mayoría de los tratamientos antirretrovirales son estudiados en hombres, no en mujeres. Hemos visto que, por no tener dirigidas las investigaciones hacia todas las poblaciones, cuando tenemos los esquemas de medicamento, las mujeres viven con mayor consecuencia los efectos secundarios de dichos medicamentos”, señala Arely Cano.

Y esa forma de discriminación desde la ciencia y la medicina se ha mantenido hasta la actualidad con la vacuna para el COVID-19 que, a pesar de ser la vacuna de más rápido desarrollo en la historia, afectó desproporcionadamente a las mujeres y personas menstruantes generando todo tipo de efectos secundarios en la menstruación.  

Pero, ¿por qué la vacuna para el COVID-19 pudo desarrollarse tan rápido cuando la del VIH ni siquiera existe aún? “Normalmente tarda entre cinco a diez años poder descubrir una vacuna. Sin embargo, vimos que con el COVID no fue así”, dice Elizabeth Rodríguez, indicando que una de las razones que pudo haber contribuido al rápido desarrollo de la vacuna es que se ha contado con la participación de la comunidad. Eso mismo exige la doctora para el desarrollo de una vacuna contra el VIH: compromiso de la comunidad y eliminación de la estigmatización y la discriminación contra el virus. 

Pero los gobiernos también se llevan su parte de responsabilidad: se necesita un mayor compromiso político en la destinación de recursos para avanzar las investigaciones, así como en la eliminación de las desigualdades y la discriminación: “La discriminación, la violencia y la desigidualdades son los factores que realmente pueden incidir en no tener una respuesta al VIH. Por la violencia y la discriminación mucha gente no acude a hacerse la prueba de VIH. Si bien ha habido avances, la discriminación sigue siendo un factor fuerte para continuar teniendo una epidemia oculta en nuestros países”, concluye Arely Cano,.

Entonces, ¿En qué hemos avanzado en estos 40 años? ¿Qué haremos en los próximos 40?

Arely Cano responde: “Nuestra demanda hoy y siempre es que exista la vacuna del VIH, garantizar la igualdad de acceso a medicamentos y esquemas menos tóxicos”. No se trata solamente de trabajar hacia la prevención de contagios, sino evitar que más personas mueran por cuenta de la enfermedad. Necesitamos una vacuna porque “es la única manera de detener el SIDA y el VIH. Si tenemos la vacuna del VIH, vamos a tener un poco más de tranquilidad”.

Para entender la dimensión del problema, Elizabeth Rodríguez explica que la letalidad del COVID-19 es del 2 al 3 %. Esto quiere decir que la mayoría de las personas que se van a enfermar, solo un porcentaje muy bajo va a necesitar ir al hospital. En cambio la letalidad del VIH es del 100% si la persona no toma los medicamentos.

Mientras llegan las vacunas Marcela Silva dice que hay que mantener la lucha, el activismo, y las exigencias a gobiernos y comunidades científicas. Hay que seguir luchando para que la igualdad no se demore otros 40 años en llegar: “Tenemos que trabajar fuertemente en eso y el llamado a los gobiernos es a ser más sensibles con la respuesta al VIH y a los temas que nos afectan y que tienen que ver con los derechos humanos de todas y todes”. 

Exigimos vacunas. Exigimos mejores tratamientos. Exigimos la cura para el VIH. Exigimos generaciones libres de estigmas y discriminación. 

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Autor

  • Luisa Fernanda Gómez Cruz

    Periodista y fact-checker. Ha publicado en medios como Semana, Colombiacheck, Manifiesta y Bacánika. "Autora del libro Testigos olvidados: Periodismo y paz en Colombia". Fue subeditora de Colombiacheck y ha realizado, además, la verificación de datos de investigaciones de la organización Consejo de Redacción y del Laboratorio de Historias Poderosas edición Colombia de Chicas Poderosas.

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