
Un enojo profundo invadió a Mila cuando empezó a salir con mujeres y se dio cuenta, por primera vez, que no existía un método de prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) seguro y práctico para las mujeres cisgénero. Conocía el preservativo para pene, sí; conocía el preservativo interno para vagina, sí; pero no conocía, porque aún no existía, el preservativo para vulva.
Corría el año 2018. A Mila le parecía cada vez más injusto que el único método recomendado -hasta ese momento- por los y las especialistas para el sexo entre mujeres cis (o personas con vulva) fuera el campo profiláctico: un rectángulo de latex (u otro material) que se arma de forma sencilla recortando un preservativo peneano, o un guante de latex, y se sostiene contra la vulva para el sexo oral, el frotamiento entre vulvas, o vulva con otro genital. Se sostiene con las manos mientras se tiene sexo pero es incómodo, poco práctico e ineficiente.
A través de ese enojo, Mila, que es ingeniera en diseño, creó un “arnés de lencería con broches” que sostiene el campo profiláctico contra la vulva. Una forma de asegurar el campo protegido sin necesidad de usar las manos para sostenerlo mientras se tiene sexo. La idea de este arnés quedó en la mente de Mila durante tres años, hasta que llegó el 2021 y se dio cuenta de que nadie lo había creado. Hizo el primer prototipo con una amiga que tiene un taller de costura, lo subió a Instagram y se viralizó: “Al toque apareció que había una necesidad muy grande y me puse a desarrollarlo”, cuenta Mila a través de un videollamada.
En ese momento vivía en las sierras de Córdoba, en una cabaña de quebracho en medio del bosque y del frío gélido del invierno. Allí cosió, probó, se equivocó y volvió a coser lo que terminó llamando Vulvarnés: la primera propuesta para que un campo profiláctico cubra la vulva de forma segura, efectiva y cómoda. Actualmente ofrece cuatro diseños que se adaptan a cuerpos diversos y dos talles, por lo que puede ser usado por una persona con una cintura de 55 centímetros o una de 180. El arnés cuesta alrededor de 25 dólares (precio relativo debido a la crisis financiera y la alta inflación que atraviesa Argentina) y hasta el momento han vendido más de 500 piezas.
Para la creadora de Vulvarnés, frente a la ausencia de un preservativo específico para personas con vulva, “el Estado no va a dar soluciones, porque está sosteniendo un sistema del que un montón de personas queremos salir. Necesitamos crear algo nuevo, las personas tenemos que ser parte del cambio. Por eso propuse este proyecto, siempre con la idea de que esto acompañe la salida del preservativo para vulva”.
Mila se refiere al Proyecto Preservativo para Vulvas (PPV), un grupo de personas autoconvocadas que reclaman y hacen activismo por la salud sexual, el goce y la garantía de los derechos de todas las personas. Actualmente trabajan en Argentina junto con científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y con el apoyo de los Ministerios de Salud y de Mujeres, Géneros y Diversidad. El objetivo es el de diseñar un preservativo para vulvas que sirva para todas las prácticas sexuales como frotamiento, sexo oral y penetración y que cubra tanto la parte interna (vagina) como la parte externa (vulva) hasta el ano.
Carolina Meloni es sexóloga con perspectiva en diversidades e interseccionalidades y atiende en la provincia de Buenos Aires. Es la creadora e impulsora del Proyecto Chornia. Ella reafirma, através de una videollamada, que actualmente el único método disponible para la prevención de ITS en el sexo entre personas con vulva es el campo profiláctico. Para mostrar otros recursos, la sexóloga saca de un cajón que tiene en su consultorio un dental dam o goma dique, que se usa en odontología para aislar un pieza dental y que también puede usarse como campo sobre la vulva o el ano: “el material es grueso, lo que quita sensibilidad”, afirma.
Frente a la cámara la sexóloga también se coloca un dedil que sirve para la penetración de vulva o ano y comenta que, en otros países, existen campos profilácticos más finos y largos, pero que son costosos. Otra de las opciones que menciona es el preservativo para vulva con bandas elásticas de la marca Uniq que se comercializa en Colombia (este no es un arnés, sino un campo profiláctico con elásticos para sujetarlo al cuerpo), pero dice que son poco accesibles por el costo. Meloni remata con la idea más generalizada sobre el uso del campo diciendo que sirve “si lo usás para chupar [sexo oral], igual es un bajón. Pero si te querés frotar, contame, es inviable”.
Para muchas de las personas que usan estos métodos de prevención, no solo son incómodos e ineficientes, sino que entre dediles y dental dams se sienten más en un quirófano que en un encuentro sexual sintiendo placer: “Todas estas cosas, incluso el preservativo para pene, son incómodas. Pero acá el tema no es ese, es que si yo no quiero una ITS tengo que tomar una medida para que no me pase, no tiene que ser la maravilla. Ahora, cuanto más incómodo es, son menos las posibilidades de que la gente lo use”.
Según Meloni, desde el PPV se está trabajando en la creación de este método pero debe haber voluntad política para que sea un recurso accesible para todas las personas: “Se debe informar sobre la prevención en el intercambio de fluidos entre personas que no tienen pene. Primero, se tiene que saber que la gente que no tiene pene tiene sexo entre sí y que que hay riesgo de que estas personas se contagien ITS. Si surge el preservativo para vulvas se tiene que difundir el producto, hacerlo accesible, e informar sobre cómo se utiliza”.
Sobre la ausencia de métodos de prevención efectivos para el sexo entre personas con vulva, la sexóloga cree que “estamos enfocando mal el negocio. Sin importar los genitales, existen muchas más prácticas de frotación que de penetración”. Y agrega: “desde lo infectológico hay más riesgos de ITS cuando hay penes que cuando no, por eso quiero creer que lo que se hace es que se difunde masivamente el uso de preservativos para pene. Ahora, dejemos de poner barreras al acceso libre de la sexualidad, el placer y los métodos de prevención a otras personas que no son varones cis”.
Todavía existen muchos mitos sobre el sexo y sus riesgos, más aún si se practica por fuera de la heterosexualidad. Según el mito fundante que dice que las personas que no tienen pene no tienen sexo se pasa a otros mitos menos centrales pero igual de nocivos: que en el sexo entre mujeres no hay riesgos, o que son muy bajos, de transmisión de ITS. “Dicen que nosotras no cojemos porque no hay penetración de pene. ¿Entonces qué hacen las tortas? ¿Se abrazan fuerte? concluye irónica Meloni.
Es verdad, dice la sexóloga, que en el ranking de prácticas sexuales más riesgosas tiene el puesto número uno la penetración sin preservativo pene-ano: “quien corre más riesgo de una transmisión es quien pone el ano”, dice Meloni. Luego le sigue la penetración pene-vagina, y quien corre más riesgos es quien porta la vagina. Después sigue la persona con pene que penetra un ano, y así va descendiendo el ranking. “Cuando pensamos en reducción de daños rankeamos las prácticas sexuales para tener medidas de cuidado. Pero, porque una práctica sea menos riesgosa no significa que no los tenga. La posibilidad de transmisión de ITS es permanente. Para que no haya riesgos: no coges o te ponés una bolsa de consorcio en el cuerpo”, explica.
Las ITS más comunes que se transmiten entre personas con vulva son el Virus de Papiloma Humano (muy común entre hombres y mujeres que, en algunos casos, puede llegar a causar cáncer de cuello uterino), y la sífilis. Incluso, mientras el virus esté activo y haya fluido suficiente, el VPH se puede transmitir por contacto de piel, sin importar los genitales. Mientras haya presencia de fluidos, hay posibilidad de transmisión de cualquier ITS. En palabras de Meloni: “esto no es para generar pánico ni dejar de vincularnos, pero tampoco la negación”.
Para dejar clara la importancia de los análisis regulares, la sexóloga explica que actualmente “todas las ITS tienen tratamientos y detectadas a tiempo prácticamente no tienen síntomas ni presentan consecuencias”. También dice que “la transmisión es bastante fácil, por lo que no hay que estigmatizar a quienes hemos atravesado una ITS”. Así y todo, la carga moral sobre las ITS sigue estando a la orden del día: “Si tengo verrugas en la vulva es porque soy una mugrienta, una puta y una descuidada. No cuidé esa parte tan valiosa. A la ITS me la pesqué, me la agarré, se cree que la fui a buscar”, dice.
“¿Cómo erotizo un cacho de goma que se me mueve a cada rato, que se me mete en los labios cada vez que me quiero frotar y me pellizca la vulva? Los dediles o dental dam para sexo oral te los puedo erotizar, pero lo otro no”, explica Meloni sobre el campo profiláctico. Por eso entiende que los vulvarnés no solo son cómodos, y para muchas personas prácticos, sino que son lindos: “te pueden liberar la cabeza y permitirte conectar con el placer. Hay que pensar en recursos para todes, pero antes que nada es un súper recurso este”. Además del Vulvarnés, su creadora está diseñando en este momento una línea tipo boxer con elásticos anchos pensada para varones trans.
Según Mila, el arnés está teniendo muy buena respuesta de quienes lo usan, principalmente mucha alegría entre lesbianas, personas que portan ITS, o quienes ya tenían incorporado el uso de métodos de prevención. Hacer una pausa en el encuentro sexual para proponer el arnés, colocárselo e incorporarlo, todavía es un desafío para algunas personas y por eso desde Vulvarnés están empezando a filmar cortos eróticos. Una apuesta al “erotismo real” que contenga encuentros con sus tiempos, risas, silencios, complejidades y la colocación del arnés. Proteger la salud en los encuentros sexuales no tiene que ser un bajón ni la causa de apagar el fuego, puede ser una experiencia erótica en sí misma.
Cuánto necesitamos, para hablar de derechos sexuales y reproductivos reales, dejar de usar un lenguaje latexnormativo y visibilizar que el látex natural también enferma (y mucho). Podemos hacerlo. La enfermedad por látex es 100% adquirida e irreversible una vez desarrollada, pero es prevenible. Eduquemos, desde el feminismo, para la salud y la prevención.