“[Las trabajadoras de limpieza] no pueden hablar con nadie. Si están trabajando y alguien se para y platica con ellas, enseguida viene el supervisor. Realmente es como si su cuerpo le perteneciera a la empresa. Es un esquema muy controlador. Todos los días, en cualquier parte de la ciudad, sucede. Es una responsabilidad del gobierno y el sector privado. [Pero] también es una responsabilidad de nosotros. Hay varios personajes que estamos abonando a esa desigualdad y ese maltrato”, reflexiona la directora y productora argentina Luciana Kaplan sobre todo lo que ella y su equipo tomaron en cuenta para el levantamiento de más de 50 entrevistas de Tratado de invisibilidad (2024): la cautela para acercarse a las trabajadoras que compartieron su historia, la protección de las identidades (algunas de las historias fueron interpretadas por actrices) y estrategias especiales para filmar en zonas altamente vigiladas como las estaciones del metro.
En México se violenta a quienes garantizan el derecho a la ciudad y al libre esparcimiento y ocio en espacios como plazas comerciales, glorietas o pasillos del metro. Esta realidad fue la que meses antes de la pandemia por COVID-19 inquietó a la también guionista, quien acostumbra a quedarse hasta el final de las funciones de cine para observar los planos fuera de la pantalla: mujeres que mientras recogen las palomitas y vasos de refresco leen los créditos de las películas ¿Qué pasa con ellas y qué es lo que el séptimo arte ha callado sobre su día a día?
Estos cuestionamientos no son novedosos en el trabajo de Kaplan. El interés por narrar las historias de las mujeres fue detonante de La revolución de los alcatraces (2012), largometraje sobre la política y activista zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza y La vocera (2020), un recorrido por los motivos que llevaron a María de Jesús “Marichuy” Patricio a ser la primera mujer indígena en postularse a la presidencia de México.
“Siempre me he acercado a mujeres muy poderosas que han encontrado su lugar en el mundo, cuestionado su alrededor y luchado por salir adelante y ser distintas”, comparte Luciana en conversación con Volcánicas sobre las protagonistas de Tratado de invisibilidad (2020), documental en el que denuncia la precariedad y las violencias que enfrentan trabajadoras de limpieza de cines, aeropuertos, unidades de transporte público y calles.
En esta entrega, además de las exponer las irregularidades cometidas por los gobiernos y el sector privado, destaca cómo el sexismo, el clasismo y la desvalorización de los trabajos domésticos y de los cuidados son factores relevantes en la sistemática violación de los derechos laborales de las mujeres.
A través de la historia de Aurora, Bregoria, Rosalba, Aurea y Claudia, la directora evidencia las condiciones en las que labora el personal de limpieza y recolección de basura en la Ciudad de México: falta de prestaciones enlistadas en la Ley Federal del Trabajo (prima vacacional y licencias de maternidad, por ejemplo), pagos muy bajos ($1750 pesos mexicanos por quincena) e incompletos o a veces hasta la ausencia de los mismos; ellas compran el material para el aseo porque los empleadores les dan productos de muy mala calidad, caducos o que dañan su salud, descuentos de casi el 30% de su salario ($500) cuando faltan a trabajar, cobro de uniformes y acoso sexual.
En 85 minutos, Tratado de invisibilidad también muestra las dificultades a las que se enfrentan las mujeres que se dedican a la limpieza de la ciudad: las represalias (desde cargas excesivas de trabajo, hasta despidos injustificados y golpizas) que toman los empleadores contra ellas si hablan de lo que sucede al interior y la permisividad que, como sociedad, hemos dado a las empresas públicas y privadas para que estos abusos sean una constante y, a la vez, una espiral del silencio.
Desde la perspectiva de la documentalista, el protagonismo de las mujeres permite mostrar diferentes aristas. Si bien Tratado de invisibilidad cuenta con un par de tomas a trabajadores de limpieza, una de las finalidades fue identificar y subrayar las violencias en razón de género. “Nosotras vemos el mundo de otra manera porque tenemos vivencias distintas”, dice sobre las trabajadoras que le contaron haber sido víctimas de acoso sexual por parte de los jefes o de violación mientras limpiaban las calles.
Desde su proyección en festivales nacionales de cine como el de Morelia y Guadalajara, el documental de Luciana Kaplan ha retomado temas que desde años llevan en agenda, pero que por complicidades gubernamentales-empresariales se han mantenido al margen. Uno de ellos es la subcontratación (outsourcing), “práctica en la que una empresa provee de personal temporal a otra, sin cumplir con las obligaciones naturales que surgen de la relación obrero-patronal”, como define la Cámara de Diputados.
Aunque en mayo de 2023 la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y el Servicio de Administración Tributaria (SAT) anunciaron que la subcontratación sería motivo de sanción por defraudación fiscal (esto tras la iniciativa de ley presentada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador), México es el cuarto país del mundo con más empleadxs en outsourcing. “De manera general, la subcontratación se dio desde el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), que abrió las puertas a los empresarios porque él era un empresario al que le parecía que todo había que venderlo y ser privado. Fue como una especie de dádiva a empresarios, diputados y políticos. Detrás de esas empresas hay gente muy poderosa y de mucho dinero. Es este esquema neoliberal donde no hay ninguna regulación”, apunta Luciana Kaplan en eco a las preocupaciones de especialistas respecto a salarios precarios, la falta de seguridad social de lxs empleadxs y los subregistros ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Dentro de esta serie de anomalías, Tratado de invisibilidad destaca que la subcontratación es también un obstáculo para lxs trabajadorxs que reportan abusos (sobre todo monetarios) y buscan una reparación del daño, pues instancias como la Junta de Conciliación y Arbitraje argumentan que no se genera antigüedad con la empresa. “Una de las mujeres que sale en el documental, Claudia, me contó que denunció ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), pero le dijeron que no pueden hacer nada porque la empresa en la que ella trabajaba era fantasma, no existía”, expone la directora.
A la par del estreno del documental en cines de CDMX, Luciana Kaplan, organizaciones y algunas figuras políticas se sumaron a #NoSoyInvisible, una campaña con la que se busca llegar a la Cámara de Diputados para que se atienda a la situación de violencia laboral contra trabajadorxs de limpieza. “La subcontratación es una cosa que realmente podría cambiar con cierta voluntad política. Obviamente hay cosas que van a llevar más tiempo y que no hay que dejar de discutir. La película está siendo muy visible; está en los medios, en el cine, redes sociales y en todos lados. Se está abriendo una discusión muy importante”.