mayo 12, 2024

Parir la brecha

¿Por qué es importante reconocer las labores de quienes se convierten en madres como parte fundamental de la economía social? Catalina Ruíz Navarro reflexiona alrededor de las implicaciones laborales, económicas y sociales que acarrea la maternidad y por qué sería esencial reconocerlas como parte vital de la comunidad.

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Ilustración por Isabella Londoño

Imaginemos que alguien pone un anuncio en un periódico con una vacante para maternar. “Se busca: persona dispuesta a crear, parir, criar y educar niñes para formar a la nueva generación de pagadores de impuestos y seguridad social, de manera que nuestra sociedad continúe al menos una generación más. La intensidad horaria excede el tiempo completo. Debe estar dispuesta a hacer doble jornada o sacrificar un trabajo asalariado con proyección en el mercado laboral. Salario: $0. Beneficios pensionales: $0. Beneficios y dividendos: amor”1. Suena como un pésimo negocio, porque lo es. Y aún así, la gran mayoría de las madres seguimos aceptando estas condiciones.

Uno de mis mayores miedos frente a la maternidad siempre ha sido la penalidad económica y profesional que trae para las madres. La trampa económica que presenta es una arena movediza de la que muchas mujeres nunca logran salir. Los altos costos de maternar son asumidos desproporcionadamente por las mujeres (las madres, pero también las abuelas, tías, hermanas mayores), y ahí es donde se ahonda irreversiblemente la brecha de género, en lo personal y en lo colectivo. 

Las cifras muestran que la llegada de la maternidad es el momento clave en donde se maximiza la brecha salarial entre hombres y mujeres. Un estudio de 2021 del Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México2 mostró que las madres “sufren una caída en la probabilidad de estar trabajando de 47 puntos porcentuales y un aumento en 16 horas de trabajo sin paga (de cuidado en el hogar). […] Y en las mujeres que continuaron trabajando, las autoras del artículo observaron una caída de hasta 44 por ciento en sus salarios e ingresos laborales, hecho que sugiere una disminución del tiempo que trabajan o que se cambiaron a empleos donde les pagan menos3.” El estudio también mostró que la llegada de une bebé también afecta a otras mujeres que viven en la misma casa aunque no sean su madre. “Esto quiere decir que, si yo tengo en mi casa viviendo a mi hermana, al momento en que nace mi hijo, tanto mis resultados laborales como los de mi hermana van a ser afectados”, explicó una de las investigadoras, Eva Arceo. Este dato es clave porque muestra que no hay un “componente biológico de la maternidad” que haga que crezca esta brecha de género, se trata más bien de trabajos de cuidado mal distribuidos de forma desigual según los roles de género. 

En España, según el diario El País, “después del nacimiento del primer hijo/a, la caída de los ingresos laborales anuales de las madres es un 33% mayor que la de los padres, brecha que se mantiene pasados 10 años4”. Según el estudio “El costo de cuidar: las brechas de género en la economía argentina”, de 2022, las madres con hijos menores a 18 años solo pudieron hacer 28.9 horas de trabajos asalariados a la semana mientras que los padres hicieron 44.6. “En el 1er trimestre de 2022, las madres de niños/as menores de 6 años, dedicaron 15.7 horas menos que los padres a su ocupación principal. En esta brecha de tiempo, ellas estaban cuidando” y en el mismo trimestre “las madres ganaron 33.7% menos que los padres por hora”5.

La periodista Ann Crittenden en su libro The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is the least valued (El precio de la maternidad: por qué el trabajo más importante del mundo es el menos valorado), publicado en 2001, explica desde la teoría y desde la experiencia, cuáles son los costos de la maternidad. Crittenden fue durante muchos años periodista del New York Times y se retiró de su empleo estable, en los ochentas, cuando fue mamá. Así que pudo investigar y vivir en carne propia lo que eso significó para su estabilidad económica. Según Crittenden el 28.4% de las madres con hijes menores de 18 años no hacen parte de la fuerza laboral asalariada6. Otro 20% de las madres hace parte de la fuerza laboral asalariada pero con trabajos de medio tiempo7. Estas son cifras que hablan del panorama de Estados Unidos hace más de dos décadas, que no necesariamente aplican a Latinoamérica y que no toman en cuenta el trabajo informal, pero nos dan una idea de que aquí hay un problema económico que atender. Las cifras de Crittenden también muestran que las madres estadounidenses, que además hacen parte de la fuerza asalariada, no descansan, que trabajan alrededor de 80 horas a la semana, esto es 11.4 horas al día8. La maternidad, entonces, se convierte en uno de los más inconmensurables “suelos pegajosos” que impiden que las madres rompan los “techos de cristal”. Y para Crittenden “eso también saca a las madres de los espacios de poder. Se necesitan muchas credenciales y visibilidad profesional para llegar a ser, por ejemplo, una jueza o una magistrada, o llegar a otras posiciones de liderazgo a las que no van a llegar las madres que trabajen medio tiempo9.

Cuando las madres reclamamos reparaciones, compensaciones, muchas personas responden que esas circunstancias de desventaja son consecuencia de una elección personal que tomamos, por y para nosotras mismas. Dice Crittenden: “Los efectos de esas decisiones son privados, no afectan al resto de nosotros. Si las personas que deciden criar y educar a la nueva generación son sistemáticamente discriminadas en el mercado laboral, si les cuesta ganar el mínimo vital, o salir adelante sin desatender a sus hijes ¿qué nos importa? Fue su elección”10

Las maternidades elegidas son elecciones personales, sí, que benefician a esas madres, claro, pero al mismo tiempo le sirven a toda la sociedad. Muchas personas hablan de “gatijes” o “perrijes” queriendo decir que han elegido cuidar una mascota, y que ese trabajo de cuidar ha desarrollado un vínculo tan fuerte que le consideran su familia. En esa elección, como en la de tener hijes humanos, hay un beneficio personal, la mayoría de las veces quienes elegimos libremente tener hijes, o mascotas, o ambos, lo hacemos porque  buscamos una conexión emocional que es muy gratificante y se construye día a día con los trabajos de cuidado. Pero hay una diferencia importante y es que, como dice Folbre, cuando nuestras mascotas crecen, no van a pagar impuestos ni seguridad social11. A todas estas, el sistema de pensiones ni siquiera existiría si no se fueran renovando constantemente las generaciones de trabajadores. ¿Quién hace esa renovación? Las madres. Sin embargo, son pocos los países que reconocen el trabajo de embarazarse, parir y criar en la cotización pensional. “Porque para la sociedad es muy fácil no pagar por un trabajo que oficialmente ni existe”12.

En la discusión pública sobre economía se suelen medir las ganancias y pérdidas que genera la producción de bienes y la prestación de servicios pero el trabajo doméstico y los trabajos de cuidado no remunerados no se miden en el PNB13. Simon Kuznets, el estadístico que desarrolló el concepto de PNB (y  se ganó un Nobel por eso), dijo, en su primer reporte al Congreso en 1934, que la medida no era suficiente para medir toda la actividad económica de un país, que solo servía para medir “lo tangible”, mientras que lo intangible, como “las mejoras técnicas en la medicina, el valor del agua limpia, el trabajo de cuidados que hace una persona en una familia, no pueden ser cuantificados”14

Los intentos por medir el aporte económico de los trabajos que se realizan por fuera del mercado alcanzan a vislumbrar que se trata de casi la mitad de la economía. “En Australia, por ejemplo, en donde los datos sobre el trabajo que no hace parte del mercado son altamente sofisticados, se calculó que al menos la mitad de toda la producción económica de 1992 vino del trabajo doméstico en los hogares. En 1994 el Bureau Australiano de Estadísticas calculó que el valor del trabajo no pago equivalía al 48 o 64% del PNB. Otros estudios mostraron que la producción que se daba por fuera del mercado podía llegar a ser tan alta como el 55% del PNB en Alemania, 40% en Canadá, y 46% en Finlandia. Estos estimados incluyen todos los trabajos que se realizan por fuera del mercado, como reparar tu propio coche o hacer arreglos en la casa, pero la gran mayoría de estos trabajos están asociados con la crianza de niñes, es decir, con la creación de capital humano”.15 

La economista Nancy Folbre tiene un ejemplo muy sencillo para explicar de qué manera los trabajos de cuidado no reconocidos ni remunerados generan una riqueza importante que no se tiene en cuenta. “Tomemos por ejemplo dos familias: ambas están compuestas por dos personas adultas y dos niñes en prescolar, y cada familia tiene un ingreso anual de 50,000 USD. En la familia A solo uno de los adultos hace trabajo asalariado y gana 50K. En la familia B, los dos adultos trabajan y cada uno gana 25K. Ambas familias son tratadas como iguales cuando los economistas analizan la distribución de ganancias, pero es claro que una tiene más liquidez que la otra, pues la familia B tiene que gastar parte de sus ingresos en contratar a una persona para que realice trabajos de cuidado mientras ambos adultos trabajan”16. Tener más liquidez no necesariamente significa tener mayor bienestar, pues no sabemos si en la familia A, la persona que se quedó en casa se siente feliz o infeliz con ese arreglo, algo que afecta su salud mental y la de toda la familia. 

Quizás en algunos rincones de las ciencias económicas ya se ha superado la idea de que el trabajo solo cuenta como trabajo cuando hay de por medio una transacción económica, pero esas ideas aún no llegan a la discusión pública y muchas veces tampoco a la creación de política pública. Medir el trabajo en virtud de las transacciones económicas genera paradojas absurdas como la que señala Crittenden: “una enfermera que le da la mamila a un bebé cuenta como actividad productiva pero una madre que amamanta no. Cuidar a un integrante de la familia que está enfermo alojado en un asilo cuenta, pero cuidar a ese mismo familiar en la casa no. Pagar impuestos y hacer la planeación financiera de una familia cuenta cuando se contrata a un contador, pero si lo hace la esposa, no”17. Crittenden se pregunta por la lógica de un sistema en el que “un soldado sentado ocho horas al día con arma es algo considerado una actividad productiva, pero una madre cuidado a dos niñes es vista como desocupada. La respuesta es evidente: se trata un sistema que devalúa el trabajo de las mujeres”18. La pandemia hizo este absurdo aún más evidente.

La maternidad nos presenta un problema económico que parece imposible de resolver: sus beneficios son inmensos para toda la sociedad, los costos son astronómicos y los asumen desproporcionadamente las madres y las mujeres (y a veces hasta las niñas). Durante décadas, y aún hoy en muchos contextos, este costo se ha enmascarado con las ideas ideas del amor, el sacrificio, o en instinto materno, y su importancia se ha minimizado en los modelos económicos, entender el problema no nos garantiza aún su solución ¿cómo hacer que la maternidad sea reconocida y recompensada de una forma justa? ¿Cómo lograr que la maternidad no sea un factor que aumenta las brechas de desigualdad? 

  1. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. P. 81  El ejemplo está basado en uno de Crittenden, pero la adaptación es mía. ↩︎
  2.  ‘Dentro de la caja negra de las penalizaciones por maternidad. Estructura del hogar, normas de género y políticas públicas’, Eva Arceo, Sandra Aguilar Gómez, profesora de la Universidad de Columbia; y Elia de la Cruz Toledo, docente en la Universidad Loyola Marymount; un artículo con el cual ganaron el segundo lugar en el ‘Premio a la Investigación en Economía Víctor L. Urquidi 2019’. ↩︎
  3.  https://ibero.mx/prensa/maternidad-penaliza-mujeres-en-el-mercado-laboral-investigacion 
    ↩︎
  4.  Maternidad y brecha salarial, María Romero y Pablo Arnaiz, 22 de abril de 2023. https://elpais.com/economia/negocios/2023-04-23/maternidad-y-brecha-salarial.html 
    ↩︎
  5. El costo de cuidar, brechas de género en la economía argentina. 1er semestre de 2022, Ministerio de economía argentina. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2022/11/el_costo_de_cuidar_las_brechas_de_genero_en_la_economia_argentina.pdf ↩︎
  6.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 17 ↩︎
  7.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 18 ↩︎
  8.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 22
    ↩︎
  9.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 39
    ↩︎
  10.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 234
    ↩︎
  11. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 82 ↩︎
  12.  Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 77
    ↩︎
  13. El PNB es el Producto Nacional Bruto, en inglés GNP. “Mientras el PIB mide la producción de bienes y servicios finales dentro de las fronteras de un país, el PNB se ocupa de medir la producción de los nacionales. Esto es, de los ciudadanos de un país, independientemente de dónde se encuentren. […] El PIB o producto interior bruto,  mide la producción de bienes y servicios realizada por los residentes del país (dentro de las fronteras) menos el consumo de bienes y servicios intermedios (los que se consumieron para poder producir)”. https://economipedia.com/definiciones/diferencia-pib-pin-pnn-pnb.html ↩︎
  14. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 66 ↩︎
  15. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 76 ↩︎
  16.  Folbre, Nancy, “Women’s Work and the Limits of Capitalism”, conferencia impartida en The New School, Nueva York, 16 de diciembre de 2010. https://www.youtube.com/watch?v=nNBQU_ESqtw&ab_channel=TheNewSchool ↩︎
  17. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 66 ↩︎
  18. Crittenden, Ann. The Price of Motherhood: Why the most important job in the world is still the least valued, Editorial Picador. Nueva York, 2010. La traducción es mía. P. 66
    ↩︎
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Autor

  • Catalina Ruiz-Navarro

    Feminista colombiana autora del libro “Las mujeres que luchan se encuentran”, columnista del diario El Espectador desde 2008. Creadora del Youtuber Beach Camp, (2019), un campamento para formar a creadoras de contenido latinoamericanas en feminismos y del Creadoras Virtual Camp, un taller virtual para la producción de contenido digital feminista (2020). Hace parte del Consejo Consultivo de la ONG alemana Centre For Feminist Foreing Policy. También es una de las fundadoras del colectivo feminista colombiano Viejas Verdes, que busca divulgar información clara y sencilla sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos a través de las redes sociales. En 2017 co-fundadora de la revista Volcánica, la revista feminista latinoamericana de Nómada y fue su directora hasta 2019. También ha sido columnista de el portal Sin Embargo y Vice en México, Univisión en Estados Unidos y el periódico El Heraldo y la revista Razón Pública en Colombia. Su trabajo como periodista ha sido publicado en periódicos internacionales como The Guardian y The Washington Post. Ha trabajado como Oficial de Comunicaciones en Women’s Link Worldwide y como Coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica (Asociadas por lo justo) en donde trabajó con defensoras de derechos humanos indígenas y rurales en Centroamérica. Ha trabajado con organizaciones internacionales como Oxfam y Planned Parenthood en el diseño de estrategias digitales para la promoción de los derechos de las mujeres. En noviembre de 2016 dictó el TEDx Talk “Hablemos de feminismos” en la ciudad de Bogotá. Es maestra en Artes Visuales con énfasis en Artes Plásticas y Filósofa de la Universidad Javeriana, con Maestría en Literatura de la Universidad de Los Andes. Ejerce estas disciplinas como periodista.

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