
La reciente decisión del Tribunal Supremo del Reino Unido, que reinterpreta legalmente el término “mujer” en la Ley de Igualdad de 2010 como una categoría basada exclusivamente en el sexo biológico, tendrá implicaciones en la política de género del país.
Con una JK Rowling celebrando con un puro y un whiskey desde su privilegio de mujer blanca, cis y millonaria, esta decisión se suma al discurso que niega la identidad de género y deshumaniza a las personas trans, poniendo en riesgo sus vidas. Esta resolución permite que servicios de un solo sexo, como refugios para mujeres, salas de hospital y prisiones, excluyan legalmente a mujeres trans, incluso aquellas con certificados de reconocimiento de género. El gobierno británico, liderado por el primer ministro Keir Starmer, ha acogido con satisfacción esta decisión transexcluyente, considerándola una clarificación necesaria para la elaboración de políticas públicas.
La medida transfóbica también fue respaldada por la ministra de Mujeres e Igualdad, Bridget Phillipson, quien aseguró que la resolución garantiza la seguridad en espacios exclusivos para mujeres, especialmente para sobrevivientes de violencia masculina, dando a entender, de manera prejuiciosa, tendenciosa, estigmatizante y desinformando que las personas trans son un peligro para las mujeres cis.
Sin embargo, y con toda razón, el fallo ha generado preocupación entre activistas y defensores de los derechos trans, quienes advierten que esta decisión podría sentar un precedente para la exclusión legal de personas trans en otros contextos.
Las implicaciones de esta resolución refuerzan las narrativas de odio contra la población trans que han tomado fuerza con el fortalecimiento de la ultraderecha mundial. En el sur global, donde la expectativa de vida de las mujeres trans es de 35 años estos discursos siguen cobrando vidas.
La resolución del Reino Unido también plantea interrogantes sobre la protección de los derechos humanos y la no discriminación. Si bien el Tribunal Supremo enfatizó que las personas trans siguen estando protegidas contra la discriminación bajo la Ley de Igualdad, la exclusión de espacios específicos es una forma de discriminación que afecta negativamente su dignidad y bienestar.
En respuesta a esta situación, es crucial que las organizaciones y activistas de derechos humanos, tanto en el Reino Unido como en el sur global, fortalezcan sus redes de solidaridad y aboguen por políticas inclusivas que reconozcan y respeten la identidad de género. La colaboración internacional y el intercambio de estrategias pueden ser herramientas efectivas para contrarrestar retrocesos en los derechos de las personas trans y promover sociedades más equitativas.
Es fundamental que las políticas públicas se basen en principios de igualdad, inclusión y respeto a la diversidad, garantizando que todas las personas, independientemente de su identidad de género, tengan acceso a servicios y espacios seguros y acogedores.
En el episodio más reciente de La Semanaria hablamos con Josephine Fernández, activista, artista y mujer trans y no binaria y con Runa Sanabria, activista transfeminista y comunicadora de Ecuador, para entender cómo las vidas trans del sur global se seguirán viendo afectadas por las narrativas transfóbicas del norte global.