
El 3 de junio de 2015, entre 300.000 y 500.000 personas marcharon de la Plaza de Mayo al Congreso, en Buenos Aires, para exigir un alto a la violencia feminicida. Entre abril y mayo de ese año, los crímenes de odio en razón de género aumentaron en Argentina. Se calculaba que una mujer era asesinada cada 30 horas.
El feminicidio infantil de Chiara Páez en Rufino, Santa Fe, evidenció las negligencias institucionales y las narrativas revictimizantes. Pese a la larga data de las luchas de mujeres y de contar con una legislación de protección integral, en 2015 en Argentina la palabra “feminismo” todavía estaba marcada por el estigma y el abordaje de la violencia de género como una problemática estructural y sistemática se mantenía en círculos muy concretos.
El movimiento Ni Una Menos problematizó al feminicidio como una violencia específica y en su giro militante impulsó nuevos métodos de lucha y abogó por feminismos populares que reconocieran como sujetas a mujeres que desafían la cisheteronorma y los sistemas coloniales y edadistas.
El Ni Una Menos, que en 2016 convocó al Primer Paro de Mujeres y a la reapropiación de la huelga como estrategia feminista, se volvió clave en la ampliación de convocatorias y agendas de los Encuentros Plurinacionales y en el impulso a luchas que, incluso entre los propios movimientos de mujeres, resultaban incómodos, como el acceso al aborto legal, seguro y gratuito.
Este movimiento también permitió una mayor articulación en las protestas contra la militarización y el despojo. A su vez, las marchas dentro y fuera de Argentina fueron espacios en los que denunciantes y sobrevivientes de violencia sexual (como la activista Thelma Fardin) encontraron apoyo.
El registro oficial de los feminicidios, la puesta en marcha del Plan Nacional para abordar las violencias contra las mujeres, leyes como la Micaela, Brisa o de Cupo Laboral Trans, la incorporación de proyectos en pro de la paridad de género y la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y la despenalización del aborto fueron algunos de los avances que lograron mujeres y sexodisidencias que agrupó el Ni Una Menos.
En el más reciente episodio de La Semanaria hablamos con Aitana Anzorena (Ni Una Menos Mendoza), Ruth Zurbriggen (La Revuelta), Leila Aedo (Facultad de Filosofía y Letras, UBA), Lucía Cavallero (Ni Una Menos) y Agustina Rossi (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) en un ejercicio de memoria por el movimiento que reconfiguró los feminismos en nuestro continente y para compartir cuáles son los retos a los que se enfrenta Argentina en la presidencia de Javier Milei, un gobierno abiertamente misógino, negacionista y que asegura que las violencias en razón de género son una “cuestión ideológica”.