
Karen Sevillano, la influencer caleña de 28 años, ganó el reality La Casa de los Famosos Colombia, convirtiéndose en la segunda mujer negra en ganar un reality en este país, 14 años después de que María Angélica Salgado ganara Protagonistas de Nuestra Tele en 2010. Y, como suele ocurrir cada vez que una mujer negra se destaca, los comentarios racistas no se hicieron esperar. Desafortunadamente ya no es extraño que gran parte de la opinión pública estigmatice a una mujer negra, como “vulgar y gamina”, mientras Julian, el hombre blanco que ocupó el segundo lugar, es leído como “educado y civilizado”. Sea esta otra oportunidad para hablar de deshumanización y misogynoir, la discriminación que sufren las mujeres negras, por ser mujeres y por ser negras, que se hizo evidente tanto en la participación de Karen durante el reality como después de que se anunciara su victoria sobre un hombre blanco.
Deshumanización
Antes, debo decir que no me interesa juzgar las decisiones de Karen para sobrevivir a la realidad alterada y extrema de un reality show ni sus motivos para entrar en esta dinámica; sigo a Karen desde el tiktok viral de “macho opresor”, y me encanta, me parece una mujer bellísima, inteligente, me encanta su picardía, su atrevimiento, su creatividad, etc, y me alegra profundamente que hoy tenga más plata que ayer y pueda disponer de ese dinero para ayudar a su familia, cosa que un muy pequeño porcentaje de mujeres negras puede lograr debido al racismo estructural. Sin embargo y como es natural, algunas veces no me ha hecho gracia algo que ha dicho Karen, PORQUE SOMOS HUMANAS -aunque la sociedad se empeñe en negarnos la humanidad- pero no por eso, por no ser como yo quiero, voy a descargar mi frustración con una mujer negra en redes sociales, cuando ni yo misma cumplo mis propias expectativas. Ni ella, ni ninguna mujer negra visible está ahí para representarte, ser tu brújula moral, o cumplir tus expectativas.
Así que, cuando vi la publicación que anunciaba a Karen como la ganadora de La Casa de los Famosos, genuinamente me alegré e hice este comentario: “La más linda y la más creativa!! La reina del entretenimiento Colombiano”, a lo que alguien respondió: “Me quedé -emoji de asombro- pensé que como defiendes tantos derechos ibas a ser más elocuente y más humana. Veo que no”. Otra persona respondió “linda y creativa si, pero ¿lo humana y empática donde?” Y entre muchos comentarios racistas que vi en la publicación, llamó mi atención la frecuencia de comentarios que incluían la palabra “inhumana”, “poco humana” o “sin humanidad”, dignos de una sociedad racista que, como bien dice la teoría fanoniana del ser y el no ser, deshumaniza a las personas negras y evidencia cómo el privilegio blanco implica, entre muchas cosas, que bajo ninguna circunstancia se cuestione la humanidad de los blancos.
Misogynoir
Por otro lado llamaron mi atención también los tipicos comentarios de los negros antinegros, los mismos con los que salieron cuando Francia Márquez fue elegida primera vicepresidenta negra de Colombia: “soy negra y ella no me representa”. Son esos personajes que creen que cualquier persona negra que está en un lugar de poder y visibilidad, está ahí para representarle como si fuera su manager. Este tipo de persona negra que tiene aversión por otros negros siente que hay “negros buenos y negros malos” tal como decían en la plantación, asumiendo que hay unos negros que “nos hacen quedar mal”, por lo que se ejerce una hipervigilancia y se estigmatiza a las personas negras que no cumplen sus estándares.
Lamento informarles que eso es muy racista, ya que ese control y vigilancia moral tienen un origen colonial. Las personas negras visibles y poderosas no tienen la obligación de representarnos, aunque podamos identificarnos con ellas, o no. Sin embargo, la imposibilidad de identificarse con una mujer negra también tiene un trasfondo histórico.
“Que no me guste Karen no es racismo”. Mucha gente argumenta que no está siendo racista porque no está enfocada en hablar mal del color de piel de Karen, sino de “su comportamiento”, aunque los comentarios sobre el pelo de Karen y los chistes racistas sobre gastarse 400 millones de pesos en pelucas, abunden. Y eso solo demuestra la visión tan limitada que tiene la sociedad sobre lo que es el racismo.
El racismo es más complejo que solo despreciar a alguien por su color de piel. El racismo también son las narrativas estigmatizantes y condicionantes frente a la lectura de un comportamiento, que en un contexto popular, racializado y de la periferia es valorado de manera positiva, pero que desde las reglas de la mirada puritana de la blanquitud es marcado como un ” mal comportamiento”. Por ejemplo, hablar en un tono de voz alto en cierto contexto del Caribe es valioso y necesario, pero el mismo tono en una ciudad como Bogotá, desde la mirada blanca, es una vulgar falta de respeto.
De hecho hay un concepto que analiza este fenómeno racista en las mujeres, se le conoce como misogynoir y lo mencionaba al comienzo de este texto. Se trata de una forma de discriminación que combina el racismo y el sexismo, dirigida a señalar y discriminar a las mujeres negras. El término, de origen francés, fusiona las palabras “misoginia” y “negro” y explica una forma de discriminación basada en los prejuicios y estereotipos creados sobre las mujeres negras, como la representación de la mujer negra como “caliente”, “agresiva”, “cuidadora”, “vulgar”, “escandalosa” o como una “súper mujer negra” que puede con todo sin cansarse. Este concepto fue acuñado por la académica Moya Bailey para explicar el odio, disgusto y desconfianza hacia las mujeres negras, cuestionando incluso su identidad como mujeres, hipersexualizadas y masculinizadas dentro de las sociedades racistas.
Otra persona reaccionó a mi comentario en la publicación del triunfo de Karen diciendo: “Por ser negra no considero que tenga que apoyar a todos las personas negras con las que no estoy de acuerdo por sus acciones, no apoyar a Karen no es racista”. Y claro que no lo es, no tienes que “apoyarla” puedes ignorarla y dejarla tranquila, y eso no es racista. También puedes decir que no te identificas con su trabajo o con su personalidad, puedes comentar que no compartes su opinión sobre esto o aquello, puedes decir que no te da risa su humor, nada de eso es racista, pero hacer comentarios sobre su forma de expresarse, enmarcarla en el tropo de negra vulgar y prepotente, decir que le falta “humildad” y hasta “humanidad”, y que hace quedar mal a las personas negras es puro racismo antinegro. Porque, puntualmente, sin importar la soberbia de ciertas personas blancas, jamás se le pone en cuestión su humanidad, solo las mujeres negras tenemos prohibidas esas actitudes y aires de grandeza; a un Bad Bunny o a una Karol G que canta “quieren ser como yo ya los vi pero el flow no está a la venta”, hasta les justifican, se identifican y les aplauden los aires de grandeza.
Una reina negra que no agacha la cabeza
Pero además de dejar todo esto en evidencia, en este reality Karen se convirtió en una referente de celebridades que hablan sobre racismo en Colombia en televisión nacional, como cuando le dio cátedra sobre privilegio blanco a sus compañeros de show y a toda Colombia. O cuando puso en su lugar a Omar Murillo después de que este saliera con la barrabasada de que “las personas negras tienen que dejar de victimizarse”. Esto no tiene precedentes en los medios hegemónicos de Colombia, en donde históricamente la gente negra ha tenido que agachar la cabeza frente al racismo, anular sus propias ideas y autenticidad para cuidar la fragilidad blanca, hacer como que no existe el racismo para que les permitan estar y permanecer, y aún así nunca lograr por su talento lo que realmente se merecen.
Así que ¡muy merecido Karen! Y en un mundo que quiere a las mujeres negras hablando pasito ¡Grítalo reina!
Miré parte del reality, creo que gano Karen porque fue la que dio más contenido para RCN, personalmente creo que se pasó de grosera.