April 9, 2025

Elecciones 2025 en Ecuador: una pugna entre los movimientos caudillistas y la vieja política

El domingo 13 de abril se librará la segunda vuelta que enfrentará al actual presidente Daniel Noboa y a la coidearia de Rafael Correa, Luisa González. En medio de polémicas, un aumento extremo de la violencia y una total falta de enfoque de género, raza y clase, lxs ecuatorianxs elegirán a su siguiente mandatarix.

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Portada: Isabella Londoño

En 2006, el binomio Rafael Correa-Lenin Moreno (Alianza País) ganó las elecciones presidenciales en Ecuador frente al millonario Álvaro Noboa. En 2025, su hijo Daniel, hoy presidente de Ecuador, se enfrenta a Luisa González, coidearia de Correa. Los millonarios bananeros, desde la Alianza Democrática Nacional (ADN, hecha de residuos de partidos pequeños), llegan a ballotage en contienda con la Revolución Ciudadana (RC, en alianza con RETO). Lo que persiste: la vieja política, inyectada por antiguos capitales hacendatarios, como el de Noboa, y movimientos caudillistas, como el correísmo. 

Noboa sucedió en la presidencia a Guillermo Lasso, quien no pudo terminar su periodo por acusaciones de malversación de fondos. Para evitar el desenlace del juicio político que enfrentaba, Lasso disolvió la Asamblea Nacional y se fue impune. En esas elecciones de 2023, fue asesinado el candidato presidencial Fernando Villavicencio, así que Noboa asumió el cargo en medio de una campaña marcada por violencia y hartazgo social. Como presidente, Noboa ha incurrido sin freno en el golpismo, sin licencias para hacer campaña, usando el estado para promoverse y con graves actos de violencia política contra su vicepresidenta. Ha perseguido a juezas, a su primera esposa, a periodistas, y ha militarizado el país, con efectos devastadores.  

El 9 de enero de 2024, Noboa declaró un conflicto armado no internacional en Ecuador. Dos días más tarde, la Corte Constitucional aprobó un acuerdo entre USA y Ecuador en materia militar que había firmado el ejecutivo. El estado de excepción, con toque de queda y modalidad virtual de la vida, le sirvió a Noboa para avanzar en sus ajustes. Como resultado de ese confinamiento, hay 200 mil niñxs desescolarizadxs en Ecuador. Nadie puede seguir pensando en política sin considerar esto y los hechos horrendos de violencia que muestran hasta dónde ha llegado su doctrina de shock.

Hombres duros vs. mujeres políticas

Durante la campaña hacia la primera vuelta electoral, Noboa visitó Esmeraldas, provincia muy  golpeada por la exclusión y la violencia social. En lugar de abordar esos problemas, prefirió referirse a su propia virilidad, diciendo que, aún en medio del estrés, era capaz de «pegarse por lo menos tres palos», una de muchas expresiones de irrespeto hacia los pueblos de Ecuador, marcadas por su profunda ignorancia sobre el país al haber hecho su vida adulta en Miami, donde nació. 

Otro candidato millonario, Jan Topic, soldado de milicias privadas, subió a su perfil de IG la foto de un hombre torturado con asfixia el Día Internacional de los Derechos Humanos. Sobre ambos pesan denuncias formales por violencia. Hoy, Noboa retiene a su hija mayor secuestrada contra la voluntad de Gabriela Goldbaum, su madre y su primera esposa, quien ha denunciado violencia vicaria desde 2020 y sobre quien pesan 42 procesos judiciales impulsados por Noboa.

Pero los hijos ricos no fueron los únicos en disputarse el lugar del outsider. Un narcogeneral antiderechos que vestía como Bukele; un ex magistrado que liberó a un narcotraficante de alto perfil; un descontrolado abogado socialista que por años se dedicó a usar su cuenta de Twitter para atacar a feministas, quedaron en el olvido, pero fueron especímenes destacados entre los presidenciables. Aunque la muestra sea risible, es una expresión de la restauración masculinista en la política global hoy. Donald Trump, convicto y abusador sexual, llegó a presidente con un proyecto fascista. Javier Milei prohíbe la política de género, atravesado por el odio transfóbico. Bukele pasó de ser un pretendido «heteroaliado» a extremar la criminalización del aborto en El Salvador. Incluso presidentes que se consideran progresistas prefieren proteger agresores, como es el caso de Gustavo Petro, defendiendo en su gobierno a hombres como Morris y Benedetti. El declive político que vive Ecuador es una expresión de este clima y de su propio colapso general. 

Una señal de madurez política en la primera vuelta fue el debate vicepresidencial. No porque tuviera un buen formato, ni por la simple paridad, sino porque las candidatas a la vicepresidencia, mayoría de 14 mujeres de 16 binomios –mencionadas en masculino por los medios, por cierto– mostraron mayor estatura que los presidenciables, mejor capacidad de análisis y una preparación más sólida. Pacha Terán, Katiuska Molina, Verónica Silva, Cristina Reyes, Dallyana Passailaigue, candidatas de todo el espectro, le devolvieron seriedad al escenario. Fueron, a la vez, la viva muestra de la decrepitud del poder patriarcal, que prefiere hundirse en su obsolescencia a promoverlas como figuras principales de sus movimientos. 

El Ecuador de 2025

Esmeraldas no reclama un presidente con gran capacidad eréctil, sino acciones decididas: los asesinatos, femicidios, reclutamientos de niños y las masacres han sembrado muerte y aislamiento en una región tomada por el crimen organizado. Como si eso fuera poco, el 13 de marzo Esmeraldas fue escenario del mayor desastre ambiental en la historia del país, tras una rotura de oleoducto en el cantón Quinindé. El derrame mató dos ríos. Esta frase y la realidad que muestra parecieron no inmutar a muchos. Noboa no viajó a la zona y mintió sobre la dimensión del desastre. Sí llegó a Esmeraldas a cerrar su campaña el 5 de abril, casi un mes después del devastador desastre, que envenenó la vida de la gente, les dejó sin agua e hirió mortalmente a animales y toda forma de vida. 

Sobre el régimen de Daniel Noboa pesa la desaparición forzada de Steven Medina, Josué Arroyo, Nehemías Saúl Arboleda e Ismael Arroyo, cuatro niños de Las Malvinas, Guayaquil, ejecutados extrajudicialmente. Desaparecieron en manos militares el 8 de diciembre de 2024. El 31 de diciembre, se confirmó su identidad al hallarse sus cuerpos. Daniel Noboa jamás se pronunció tras esa afirmación de la Fiscalía General del Estado. El 17 de marzo, nuevos informes forenses determinaron que los niños fueron torturados y los cuatro cráneos tenían agujeros de bala, ha confirmado el defensor Nando Bastías, del  Centro de Derechos Humanos de Guayaquil (CDH), organización que ha acompañado sin pausa a las familias y que ha destapado todo un orden criminal junto con el periodismo comprometido. Por estas denuncias, CDH y otras organizaciones defensoras han sido criminalizadas. En sus informes, CDH afirma que «los casos registrados suman 27 personas víctimas de desapariciones forzadas, y 9 de ellas son menores de edad». La periodista Karol Noroña, por su parte, lleva en su cuenta de X un reporte permanente verificado de desapariciones, tortura en prisiones y muertes violentas. 

La desaparición forzada y tortura a los cuatro niños no es exterior a ningún ámbito de la política. En el debate presidencial, un Consejo Nacional Electoral sumiso a Noboa mandó a un supuesto «comité de expertos» a elaborar un cuestionario instrumental. La pregunta más grave decía: «¿Está usted de acuerdo con que los menores de edad por delitos graves sean juzgados penalmente como adultos?». Cuatro candidatos respondieron afirmativamente a esta pregunta anti-constitucional, incluido Noboa, en un país donde el reclutamiento forzado de niños racializados y empobrecidos es la realidad cotidiana. El desconocimiento deliberado de la Constitución muestra el clima en que se “debate”.

En contextos de guerra. ¿Qué pasa con la niñez y la juventud? Sus familias se convierten en desplazadas internas por violencia. Hay migración forzada dentro de Ecuador y hacia afuera, y no ha parado a pesar de las durísimas medidas anti-migración de Estados Unidos, México, Panamá o El Salvador, que ya exhiben prisiones de migrantes como consecuencia de la externalización de las fronteras. Es la gente que no tiene capacidad de ser sujeto bélico la que, sin embargo, debe aprender a defenderse, por estar indefensa. Cuando su hijo es reclutado a los nueve años para traficar sustancias en el barrio, su madre piensa que resignarse preservará, ojalá, la vida de su familia. Esa es la población de Ecuador. 

La pobreza extrema subió 3 puntos en solo un año, de 10% a 13%. La mitad de la población ecuatoriana trabaja en la informalidad (52,4% en febrero de 2025), sin seguridad social. También en 2024, vivimos largos meses de racionamiento de electricidad de hasta 14 horas diarias. No hay cifras sobre muertes en hospitales por máquinas dañadas, centros de diálisis sin poder funcionar, medicinas estropeadas por falta de refrigeración. No hay cifras de todos los pequeños negocios quebrados. No hay cifras del quebranto en la salud mental de una población a la que se somete a sufrimiento continuo.

En medio del empobrecimiento, el desplazamiento forzado y muertes diarias, Daniel Noboa anunció en febrero la concesión del campo petrolero Sacha, el más productivo de Ecuador, con 77.000 barriles diarios, a capital extranjero privado. Al hallarse en campaña como candidato, reculó como presidente ante la protesta social, pero el país aún corre riesgo de ver su producción nacional robada por corporaciones internacionales. 

En este escenario, la derecha afirma que cualquier defensa de derechos humanos o justicia social “nos convertirá en Venezuela”. Ecuador no necesita ser Venezuela. Ya tenemos a Durán, la ciudad más violenta del mundo, y aquí hay un asesinato cada hora. Ya tuvimos cortes de luz de días enteros que causaron muertes y desgracias aún no narradas. Ya hemos visto migrar a cuatro millones de personas. No necesitamos ser Venezuela.

Segunda vuelta 

Nos interesan los 538 mil votos que obtuvo la propuesta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), conducida por Leonidas Iza, dirigente kichwa-panzaleo, líder del paro indígena y popular de 2022 y candidato presidencial por Pachakutik (PK), brazo político de la CONAIE. Aunque presente tensiones, representa procesos históricos de reivindicación de los pueblos y las nacionalidades de Ecuador, el campesinado, sectores populares y movimiento trabajador, estudiantil, feminista y LGBTIQ+. En 2025, un dirigente de base logró concertar en un proceso orgánico a todas estas fuerzas en un momento en que las ultraderechas, el crimen organizado y los tecnofascismos amenazan la vida. 

Pachakutik obtuvo el 5,25% del padrón, pero también hubo 6,8% de votos nulos y un muy alto 17,94% de ausentismo, que puede deberse a la migración masiva. Varios sectores de izquierda han alertado sobre los efectos que el “nulo ideológico” puede tener sobre estas elecciones, en un país tomado por un sistema de justicia corrupto, un régimen actual de doctrina de shock y que ahora cuenta con la obediencia de las autoridades electorales del país. 

Luisa González y Daniel Noboa pasaron a segunda vuelta con empate. Para muchos sectores de los movimientos sociales, es un escenario desgarrado. El gobierno de Rafael Correa expandió las prisiones y en 2014 aprobó un código penal con un catálogo enorme de delitos, incluido el de aborto. Muchas mujeres que estuvieron presas por abortar permanecieron judicializadas por años. El Plan Familia de Correa prohibió la educación laica integral y el avance de derechos LGBTIQ+; apostaban por la abstinencia sexual. Además de la violencia de género, en este periodo fueron frecuentes las increpaciones racistas contra el movimiento indígena y la protesta social fue brutalmente reprimida. El conocido “Decreto 16” llevó a numerosxs luchadorxs sociales a prisión. La represión de agosto de 2015 contra el pueblo kichwa Saraguro fue una de las más violentas. A esto le siguió Nankintz 2016: una agresión extractivista militarizada que hoy sigue produciendo daño. Fredi Taish, Bosco Wisum, José Tendetza, fueron líderes asesinados. El correísmo también realizó la expulsión ilegal más grande de personas migrantes conocida hasta la fecha: 121 ciudadanxs cubanxs en julio de 2016.

Aunque no representen lo mismo, Rafael Correa, Lenin Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa crearon una continuidad a través del modelo extractivista; la criminalización de la protesta social; el desprecio por las realidades LGBTIQ+ y las políticas necesarias para mitigar violencias –económica, sexual, social– que surgen de la exclusión. Todos han sido entusiastas de la «educación en valores» y del bloqueo a la educación sexual integral laica. Todos, sin excepción, son responsables de persecución y asesinatos contra líderes sociales. 

Además de ser responsable de hallar un diálogo en el presente sin ocultar el pasado, Luisa González debe rendir cuentas a los sectores que le han ofrecido su apoyo para la segunda vuelta. La ha dado ventaja el consenso creciente de que el “nulo ideológico” conduciría al país a cuatro años de necropolítica y doctrina de shock en manos de Noboa. El 30 de marzo, González firmó un acuerdo con Pachakutik y el Partido Socialista Ecuatoriano. Los actores que apoyan a la RC tendrán que defender las agendas de justicia social que propusieron en la primera vuelta. Así lo había anunciado la CONAIE en la Asamblea Popular Plurinacional a la que convocó el 12 de marzo, apoyada por sindicalistas, pueblos negros y afrodescendientes y organizaciones anti-extractivistas, entre otros actores que esperan sostener procesos conjuntos a mediano plazo. 

Las coincidencias

En marzo, Daniel Noboa y Luisa González firmaron un acuerdo con la organización transfóbica Sociedad y Familia, buscando el voto antiderechos. Lo hicieron tras un fallo de la Corte Constitucional que aparentemente nadie de sus equipos leyó bien, el cual dictaba la necesidad de protocolos que protejan a las infancias trans. Como lo explicó Núa Fuentes, de Proyecto Transgénero, en sus redes: “Si vamos a la Constitución, está reconoce la no discriminación por identidad de género y el desarrollo libre del NNA, no existe organización alguna que promueva cambios de sexo y operaciones en menores de edad”.” A pesar de eso, ambos candidatos prefirieron tomar posturas en contra de los derechos humanos de la niñez a reflexionar de forma enterada, ante la posibilidad de perder votos.

Además de la “ideología de género”, el otro comodín electoral que usaron ambos fue la xenofobia. Tanto González como Noboa han sido muy agresivos al referirse a las migraciones, que han vuelto sinónimo de “los venezolanos”, estigmatizando a todo un grupo humano por su origen nacional. González llegó a afirmar en el segundo debate presidencial que “nos quitan los trabajos” y, como Trump, habló de expulsiones. 

Como Trump, su admirado líder, Noboa hizo uso de su poder en el ejecutivo para derogar en febrero de 2025 el decreto 370, que establecía: “un proceso extraordinario de regularización para personas de nacionalidad venezolana, en situación de movilidad humana irregular y su grupo familiar” y cuyo plazo de todos modos estaba por vencerse, como nos lo explicó la abogada venezolana Karen Araujo desde el colectivo Corredores Migratorios: “al decreto le quedaban pocos días, podían dejarlo vencer sin propaganda, esto fue electoral.”    

El tercer comodín es el abracadabra “seguridad”. Ni González ni Noboa han ofrecido alternativas como la que plantearon la candidata a la vicepresidencia Verónica Silva o Leonidas Iza: fortalecer educación, salud y vivienda para disminuir los daños que provoca el crimen organizado, abordar el reclutamiento forzado y la migración por medio de medidas sociales y no solo militaristas. El espectáculo de la seguridad gana votos, aunque sea vacío.

Género, migraciones y seguridad: los tres fantasmas electorales que ninguno de los dos candidato ha querido abordar con decisión. 

El 13 de abril

A inicios de abril, se encuentra en Ecuador Erik Prince, mercenario privado estadounidense de la corporación Blackwater. Prince da declaraciones a la prensa como si fuera del gabinete de gobierno, anuncia que seremos Venezuela si votamos por González y la insulta al referirse a su maternidad. Prince fue indultado por Trump por el asesinato de 17 civiles en Irak y sufrió una condena internacional, pero es traído con dinero público a Ecuador por Noboa para hacer campaña. 

Para el 13 de abril, existe una prohibición de tomar fotos del voto con el celular de cada votante, puede haber multas de hasta 30 mil dólares. Noboa, amo del Consejo Nacional Electoral, da indicios del abuso de poder y el fraude en el que podrá incurrir durante la jornada electoral, con absoluta tolerancia social y de los medios tradicionales. Nadie se escandaliza.

El 7 de abril, hace un nuevo anuncio Gabriela Goldbaum, portavoza de la violencia vicaria, que denuncia a Noboa en complicidad con Lavinia Valbonesi, la influencer que hoy hace de primera dama. Goldbaum alerta a la prensa que Noboa ha solicitado un permiso para sacar a su hija del país el 14 de abril, un día después de las elecciones. Pocos días antes, Lavinia Valbonesi ha mostrado a la hija de Goldbaum en actos de campaña, exhibiéndola como si fuera su hija. El sentido común macho dice: dejenlas, es un asunto privado, son cosas de las mujeres, que se odian. Esta ignorancia les impide ver que Noboa y Valbonesi han violado los derechos de una pequeña niña, atropellando a su madre quien, incluso siendo acaudalada y poderosa, no ha podido recuperar a su hija. Si esto le espera a Goldbaum y su hija, víctimas de violencia, ¿qué le quedará a la población de a pie en estos cuatro años? 

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Autor

  • Cristina Burneo Salazar es escritora, traductora, docente universitaria y cofundadora del colectivo Corredores Migratorios. Algunos de sus libros recientes son: Historias de desobediencia, antología de crónica social (Quito, Recodo, 2022); Otra forma de besar. Sobre poesía, lengua y fronteras como el cuerpo (Univ. Iberoamericana de México, 2023); Podría decirse que ya su alma era de pólvora (Santiago de Chile, Palinodia, 2024). Vive y trabaja en Ecuador. @cristinaburneos

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