
Este 21 de abril, un lunes de Pascua, falleció a sus 88 años el papa Francisco, por ictus cerebral y colapso cardiovascular irreversible. El argentino Jorge Mario Bergoglio será recordado por muchxs por ser el primer papa latino y por sus opiniones mucho más empáticas frente a “asuntos complejos” para la iglesia católica. Pero también será recordado por sus posturas contra el aborto y por representar a una institución históricamente patriarcal y opresora que aún no se reforma ni moderniza. Como bien escribe Leila Guerriero, “la conmoción por la muerte del Papa no puede hacernos olvidar que se opuso a muchas conquistas sociales”.
“Es mejor ser ateo que ir a la iglesia y odiar a todo el mundo”, dijo en enero de 2019, tras señalar los dos males que, según él, impiden llegar verdaderamente a Dios: la hipocresía y aquellas personas que rezan de forma automática como “papagayos” y con este tipo de mensajes se ganó el corazón de muchxs, pero ¿qué tanto fueron respaldados por acciones al interior de la institución?
¿Tolerancia cero frente a los casos de pederastia?
En junio de 2021, el papa Francisco reformó el Código del Derecho Canónico al incluir un artículo que contempla la pedofilia y los delitos de abuso sexual contra menores de edad cometidos por sacerdotes. Con esta reforma, este delito quedó tipificado en la nueva versión del Código. Esto, más que “progre”, es un mínimo en cuestión de derechos humanos que debería cumplir TODA LA IGLESIA, no ser una excepción celebrable. Y aunque el papa pidió perdón por los abusos sexuales que han cometido miembros de la Iglesia Católica, en muchos casos no ha habido procesos penales internos ni colaboración clara con la justicia civil. Algunas víctimas han señalado que los abusadores siguen dentro de estructuras eclesiales sin consecuencias visibles ni reparación. De hecho, el mismo Francisco resultó salpicado por un escándalo de pedofilia siendo cardenal, arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, cuando participó del lobby que defendió al padre Julio Grassi, el cura mediático y favorito de la clase alta, que fue condenado en 2009 a 15 años de cárcel por haber abusado de dos niños, al tiempo que no lo expulsaba e ignoraba las cartas de las víctimas. También defendió al sacerdote Juan Barros, acusado de encubrir casos de pedofilia en Chile y lo nombró obispo en 2015. En enero de 2018, durante su visita a Chile, dijo: “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra, todo es calumnia”. Las víctimas habían hablado desde antes. Solo hasta mayo de ese año, que un informe confirmó las denuncias, Francisco lo retiró de su cargo y pidió perdón.
El papa y la comunidad LGBT+
En 2013, aseguró que él no era nadie para juzgar a los homosexuales, declaraciones que suavizaron la postura de la Iglesia Católica frente a las personas LGBT+, después de que su antecesor, el Papa Benedicto XVI, comparara el matrimonio gay con el “anticristo” y lo definiera como “una deformación de la conciencia”. La vara estaba muy baja… y la frase se cuenta a medias y fuera de contexto. Como también aclara Guerriero en su columna, la frase completa fue “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarlo”. La frase fue parte de la respuesta de Francisco en una entrevista durante un vuelo, cuando le preguntaron por el supuesto “lobby gay” y el escándalo de Battista Rica que había estallado en el Vaticano.
Esta fue su respuesta completa: “Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es una investigación previa. Y esta investigación no se corresponde con lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada. Pero yo querría añadir una cosa sobre esto. Yo pienso que muchas veces en la Iglesia —con relación a este caso o con otros—, se va a buscar los pecados de juventud. Y se publican. No los delitos, los delitos son otra cosa. Los abusos de menores son delitos. Me refiero a los pecados. Pero si una persona —laico, cura o monja— comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Y esto para nuestra vida es importante. Cuando confesamos, el señor perdona y olvida. Y nosotros no tenemos derecho a no olvidar. Luego usted hablaba del lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser una persona gay y el hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De esta tendencia o el lobby de los avaros, de los políticos, de los masones… Tantos lobbies… Este el problema más grande”.
Francisco se refería al caso de Battista Ricca, a quien nombró en el “Banco de Dios” a pesar de varias denuncias en su contra, un caso similar al de McCarrick, señalado en numerosas ocasiones de invitar a seminaristas a su cama.
En diciembre de 2023, fue criticado por sectores antiderechos alrededor del mundo tras aprobar la posibilidad de bendecir a parejas del mismo género, una decisión que hizo parte de su apertura a sectores vulnerables de la sociedad como personas propensas a ser discriminadas y personas en condición de exclusión social y pobreza. Sin embargo, la Iglesia aclaró que las bendiciones no eran equiparables a un rito litúrgico ni debían confundirse con el matrimonio.
¿Dios no rechaza a nadie?
En 2023, para el documental de Disney + “Amén. Francisco responde”, el papa habló con 10 jóvenes sobre asuntos como la identidad de género, la sexualidad, la migración y la libertad religiosa. Entre lxs jóvenes estaba Celia, una persona no binaria que le preguntó si en la Iglesia había un espacio para las personas LGBT+, a lo que respondió: “Toda persona es hija de Dios. Dios no rechaza a nadie, Dios es padre, y yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia, más aún, mi deber es recibir siempre”.
Pero el esencialismo biológico de la iglesia no cambió. En abril de 2024, el papa Francisco aprobó “Una dignidad infinita”, el texto doctrinal de la Iglesia Católica que rechaza el cambio de sexo y asegura que “toda operación de cambio de sexo, por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”… 🙄
El papa contra el aborto
A pesar de su enfoque reformista y humanista, el legado patriarcal de la Iglesia pesó más que la libertad y la autonomía reproductiva de las mujeres, hombres trans y personas no binarias con capacidad de gestar. En septiembre de 2024, Francisco dijo que el aborto era un “homicidio” en todos los casos y llamó al personal médico que lo realiza como “sicarios”, un mensaje estigmatizante, retrógrado y violento para el que se consideraba un papa progresista.
La Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza recibió su llamada diaria
Por 16 meses, desde diciembre de 2023, el papa Francisco llamó todos los días a lxs refugiadxs que albergaba la única iglesia católica en la Franja de Gaza. Cada día, a las 7:00 de la noche, el papa preguntaba en su llamada por todo el pueblo palestino: las infancias, las madres, personas heridas en hospitales y escuelas para encomendarlas en sus oraciones.
Hasta el último día pidió un cese al fuego en Gaza
El 20 de abril, un día antes de su fallecimiento, el papa hizo un llamado de cese el fuego en Gaza desde el balcón de la basílica de San Pedro. Durante sus años de pontificando condenó los ataques militares del ejército de Israel. En su libro La esperanza no defrauda. Peregrinos hacia un mundo mejor, dijo: “Lo que está ocurriendo en Gaza, que según algunos expertos parecería tener las características de un genocidio, debería ser investigado con atención para determinar si encuadra en la definición técnica que sostienen juristas y organismos internacionales”.
Si bien el carisma de Francisco vendió la ilusión de una Iglesia reformada, la estructura sigue intacta. Aun así, es legítima la preocupación de la llegada de un papa más conservador, acorde con el clima ultraderechista global. Esperemos que quien llegue parta de los puntos que dejó Francisco y no retroceda más.
