
Después de un fin de semana en el que el Palacio de Gobierno nuevoleonés fue blindado por policías estatales y cientos de titulares alertaron sobre la incertidumbre en las elecciones de 2024, Samuel García Sepúlveda “decidió no participar” como candidato a la presidencia de México y, en su lugar, reincorporarse como gobernador de Nuevo León para ‘’salvar’ a la entidad de “las garras del PRIAN”, o de “la vieja política”, como dice. Cuando asumió el cargo, en octubre de 2021, prometió una gestión de “seis años completos”. Según él, para hacer de Nuevo León una entidad “imparable”.
Para asegurar su lugar en el poder, el 9 de diciembre, su esposa, la empresaria e influencer Mariana Rodríguez Cantú se registró como precandidata a la alcaldía de Monterrey…aunque esto vaya en contra de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe) y la ley electoral de Nuevo León.
Samuel García: otro candidato que pudo haber llegado a los Pinos sin rendir cuentas y garantizar medidas de reparación a las familias de víctimas de feminicidio, desaparición y trata en Nuevo León
En sus primeros dos años de administración, el gobernador de Nuevo León se hizo lugar en la agenda nacional por el incremento de los casos de desaparición de mujeres y feminicidios, problemática de derechos humanos que intentó disfrazar en su segundo informe de gobierno. Según presumió, entre enero y julio de 2023, el delito de feminicidio disminuyó en un 35%.
Al consultar los datos del Secretariado Ejecutivo, Animal Político detalló que la cifra real fue 32%, además, en ningún momento Samuel García y su equipo mencionaron que 2022 fue el año con el mayor número de feminicidios desde 2015. Conforme a información recuperada por el portal de SinEmbargo, se sabe que en el primer año de la gestión de Samuel García, los homicidios dolosos en razón de género aumentaron al menos en un 58.82%.
Para las colectivas feministas de Nuevo León la imprecisión y omisión de datos no fue ni es una novedad; forman parte de la vulneración al derecho al acceso a la justicia. A mediados de octubre de 2022, el propio Senado de la República alertó que junto a Tabasco, Tamaulipas, Guanajuato, Sonora, Guerrero, Quintana Roo y San Luis Potosí, Nuevo León se encuentra entre las entidades con los niveles de impunidad más altos. Un par de semanas después, el estado ocupó el cuarto lugar a nivel nacional en materia de desaparición de mujeres.
Nuevo León enfrenta “una grave crisis de violencia de género”, denunció la asociación Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC.). Sumado a que sólo 1 de cada 4 feminicidios cuenta con una sentencia condenatoria, desde 2019 son más de 900 mujeres las que se encuentran desaparecidas en el estado.
Y aún así, la gestión de Samuel García —que un 25N de 2021 presumió una política de cero tolerancia a la violencia contra las mujeres— redujo el presupuesto para la alerta de género —declarada en cinco municipios: Apodaca, Cadereyta Jiménez, Guadalupe, Juárez y Monterrey— y el número de elementos para la búsqueda de personas.
El deficiente compromiso del gobierno con la garantía del derecho a una vida libre de violencia no sólo se refleja en las estadísticas. Durante una entrevista con La Chávez (8 de noviembre de 2023), Mariana Rodríguez, titular de la unidad de prensa y relaciones públicas y esposa de Samuel García, aseguró que se involucró en las investigaciones de los feminicidios de Debanhi Escobar y María Fernanda Contreras Ruiz, dos casos que transparentaron las negligencias por parte de la Fiscalía de Nuevo León.
En su cuenta de X y en entrevista con la periodista Gloria Piña (EMEEQUIS), la hermana de María Fernanda, Fabiola Contreras, aclaró que su familia no había recibido apoyo por parte de Mariana, ni de Samuel, ni del gobierno estatal. Respecto a las desapariciones y trata de mujeres con fines de explotación sexual —Nuevo León es el tercer estado de México con más casos de este delito—, el mandatario también ha mantenido sus respectivas reservas.
Según reportó N+Focus, en varias ocasiones la periodista Alejandra Barriguete y el periodista Alberto Pradilla intentaron conversar con Samuel García. Pero sólo lograron abordarlo en la calle, mientras iba como copiloto. “Estamos todos los días trabajando y los martes tenemos reunión con el fiscal resolviendo el tema”, comentó cuando se le cuestionó sobre las acciones y estrategias que estaba implementando su gestión frente a la desaparición y trata de mujeres.
La poca —o nula— claridad sobre las políticas públicas o los programas para el combate a la violencia de género no fue lo único que causó desasosiego cuando Samuel García expresó que estaba “analizando seriamente la posibilidad de competir para ser presidente” y “construir algo nuevo para México”. A Samuel lo apodan el neobebesaurio de la política mexicana por sus actitudes priistas —“ambicioso, mitómano, hábil y rápido”, describieron Fernando Canales Clariond (PAN) y Waldo Fernández (Morena) en entrevista con Proceso—, pero las feministas sabemos que el sobrenombre también está ligado a su postura conservadora y a la amenaza que esta representa para el reconocimiento y la garantía de los derechos sexuales y reproductivos.
A nivel nacional, Nuevo León es el tercer estado con más denuncias y carpetas de investigación por aborto. Su incidencia delictiva pasó de 58 en 2015 a 144 en 2022, según la red AbortistasMx.
En esta entidad del norte de México, el derecho al acceso a un aborto seguro, libre, legal, informado y acompañado no sólo se ve vulnerado por la criminalización en el Código Penal, el incumplimiento de la Norma Oficial Mexicana que garantiza la interrupción del embarazo en caso de violencia sexual (es decir, la norma 046-SSA2-2005 (NOM-046), las intimidaciones en redes sociales y la falta de voluntad política de funcionarios y legisladores que, como Samuel García, se empeñan en que la Constitución Política de Nuevo León incluya el ‘derecho a la vida desde la concepción’… con todo y los llamados de atención de la SCJN,
¿Que la ‘vieja política’ no es aquella que coadyuva nuestras posibilidades de una vida libre de violencia, Samuel?
No vemos la diferencia. Nunca la vimos.