November 6, 2024

Editorial: los gobiernos pasan pero los movimientos permanecen

¿Qué nos dice que un agresor sexual que enfrenta 88 cargos en 4 causas que siguen abiertas, se convierta en el primer delincuente convicto en ganar la presidencia de los Estados Unidos?

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DONALD TRUMP

La segunda victoria de Donald Trump en Estados Unidos derrumba el mito de que son la mejor y más grande democracia del mundo. ¿Una democracia en donde se eligen presidentes a partir de un colegio electoral diseñado para excluir el voto de las personas racializadas? Estados Unidos no es una democracia con un problema de fascismo. Es un país fascista con un problema de democracia. 

La Heritage Foundation, el Think Tank ideológico detrás del Proyecto 2025, el plan presidencial de Donald Trump, lo tiene clarísimo. En 2020 publicó en su portal un artículo en donde explica que Estados Unidos no es una democracia sino una república, y que los padres de la patria “querían defender al país de un exceso de mayorías democráticas, por lo que es necesario conservar el poder de ciertas minorías, amenazadas por las “ideas igualitarias que socavan las desigualdades y distinciones sociales, familiares, religiosas y económicas”. Y es cierto, figuras como Alexander Hamilton y Elbridge Gerry detestaban la idea un “exceso de democracia”. Es decir, lo que quieren es concentrar el poder en una minoría blanca, con capital, que se beneficia del patriarcado y que está dispuesta a conformarse, al menos en lo público, a la heteronorma. Ese plan también está en marcha en muchos de nuestros países, y la victoria de Donald Trump tendrá un impacto negativo en los movimientos de derechos humanos en toda la región. 

Las feministas sabemos que los gobiernos pasan, pero los movimientos se mantienen. 

Quienes llevamos mucho tiempo haciendo activismo feminista sabemos que los derechos humanos avanzan como las olas, dos pasitos para adelante y un pasito para atrás. Y aunque los feminismos cada vez llegan a más personas, el camino se hace más difícil porque en el capitalismo tardío el capital vale más que la vida. Y en un mundo así, muchas personas se resignan con cinismo a que los derechos humanos sean solo para quienes pueden comprarlos. 

En una apuesta errada por el equilibrio, los medios hegemónicos no han hecho la tarea de reconocer y atajar discursos de odio, casi todos anti-género, como la transfobia, y han dejado crecer pánicos morales que radicalizan al electorado, como el consabido “¡con los niños no te metas!”. Esto también deja claro que la línea editorial de un medio de comunicación es inseparable de sus medios de financiación. Un medio puede esforzarse por hacer periodismo de calidad, pero si es financiado por los grandes capitales privados, necesariamente tendrá que poner su línea editorial al servicio de esos intereses, y por eso es que, por ejemplo, medios como el Washington Post no pudieron apoyar públicamente a Kamala Harris. El capital también vale más que la democracia. 

La desinformación de género está sirviendo activamente para llevar al poder a gobiernos autoritarios. Por eso, el periodismo feminista tiene que dejar de ser una práctica de nicho; la perspectiva de género y la defensa de los derechos humanos deben ser el estándar, y más en un oficio como este, que tiene un impacto directo en las democracias. También es importante entender que, además del periodismo, debemos aliarnos con todo tipo de comunicadores, influencers, creadores de contenidos digital y personas con plataforma que puedan sumarse a combatir ese tipo de desinformación y a hacer pedagogía de género. 

Momentos como estos refuerzan nuestro compromiso con el cambio narrativo a favor de los derechos humanos, y nuestra convicción de que solo perdiendo el miedo a hablar abierta y masivamente de género y combatir los discursos de odio podemos contrarrestar esos miedos que movilizan resultados electorales como este, con los potenciales daños y retrocesos en derechos humanos que bien conocemos. Desde Volcánicas y nuestro periodismo feminista reafirmamos que seguiremos resistiendo y combatiendo la desinformación y el odio, una noticia a la vez.

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Autor

  • Feminista colombiana autora del libro “Las mujeres que luchan se encuentran”, columnista del diario El Espectador desde 2008. Creadora del Youtuber Beach Camp, (2019), un campamento para formar a creadoras de contenido latinoamericanas en feminismos y del Creadoras Virtual Camp, un taller virtual para la producción de contenido digital feminista (2020). Hace parte del Consejo Consultivo de la ONG alemana Centre For Feminist Foreing Policy. También es una de las fundadoras del colectivo feminista colombiano Viejas Verdes, que busca divulgar información clara y sencilla sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos a través de las redes sociales. En 2017 co-fundadora de la revista Volcánica, la revista feminista latinoamericana de Nómada y fue su directora hasta 2019. También ha sido columnista de el portal Sin Embargo y Vice en México, Univisión en Estados Unidos y el periódico El Heraldo y la revista Razón Pública en Colombia. Su trabajo como periodista ha sido publicado en periódicos internacionales como The Guardian y The Washington Post. Ha trabajado como Oficial de Comunicaciones en Women’s Link Worldwide y como Coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica (Asociadas por lo justo) en donde trabajó con defensoras de derechos humanos indígenas y rurales en Centroamérica. Ha trabajado con organizaciones internacionales como Oxfam y Planned Parenthood en el diseño de estrategias digitales para la promoción de los derechos de las mujeres. En noviembre de 2016 dictó el TEDx Talk “Hablemos de feminismos” en la ciudad de Bogotá. Es maestra en Artes Visuales con énfasis en Artes Plásticas y Filósofa de la Universidad Javeriana, con Maestría en Literatura de la Universidad de Los Andes. Ejerce estas disciplinas como periodista.

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