El contexto de lo que está sucediendo en Palestina y por qué abordarlo desde una mirada decolonial
Para entender el enfrentamiento entre Palestina e Israel, debemos remitirnos a La declaración de Balfour, firmada en 1917 por el gobierno Británico para respaldar el establecimiento de “un hogar nacional para el gobierno judío” en Palestina, mientras esta todavía hacía parte del Imperio Otomano. En 1922 esta declaración fue incluida en el mandato británico sobre Palestina, mediante el cual el Reino Unido quedó encargado de la administración temporal de territorio, antes de que transitara a la independencia.
La declaración de Balfour provocó la inmigración judía masiva hacia Palestina que originó tensiones entre palestinos y colonos. Estas tensiones desembocaron en un levantamiento que duró entre 1936 a 1939 contra el mandato británico y la ocupación judía; la disputa terminó con la decisión, por parte de Reino Unido, de someter este asunto a las Naciones Unidas.
Así, en 1947, la Asamblea General de la ONU decidió dividir Palestina en dos estados independientes: uno judío, ocupando el 56.5% de la superficie de Palestina, y otro árabe, con el 42.8% restante. Sin embargo, en 1948, uno de los Estados declaró su independencia bajo el nombre de Israel y ocupó el 77% del territorio total. Más de la mitad de los palestinos fueron expulsados o huyeron de sus hogares y terminaron en campos de refugiados.
En medio de las tensiones históricas, los civiles han sido los más afectados. La franja de Gaza, epicentro de las tensiones, denominada también “la prisión más grande de la tierra”, alberga 2,3 millones de habitantes. Según cifras de Amnistía Internacional, el 38% de la población vive en situación de pobreza, el 54% de los habitantes padecen inseguridad alimentaria y más del 75% son beneficiarios de ayuda.
En esta guerra las condiciones NO son iguales.
Históricamente, Israel ha desplegado su superioridad militar sobre Palestina; la organización de derechos humanos B’tselem, reporta que, entre 1988 y 2023, 13.400 personas han muerto en medio del conflicto y el 87% son palestinas.
El pasado 7 de octubre, el grupo Hamás lanzó un ataque contra Israel, provocando una ofensiva militar que deja, de lado y lado, miles de personas muertas, heridas y desplazadas. Para entender esta escalada de violencia, es importante recordar que no surge de manera espontánea, sino que es el resultado de 56 años de ocupación. Una mirada compleja del asunto es necesaria para analizar sus causas.
Remitamos a la historia
Para entender el enfrentamiento entre Palestina e Israel, debemos remitirnos a La declaración de Balfour, firmada en 1917 por el gobierno Británico para respaldar el establecimiento de “un hogar nacional para el gobierno judío” en Palestina, mientras esta todavía hacía parte del Imperio Otomano. En 1922 esta declaración fue incluida en el mandato británico sobre Palestina, mediante el cual el Reino Unido quedó encargado de la administración temporal de territorio, antes de que transitara a la independencia.
La declaración de Balfour provocó la inmigración judía masiva hacia Palestina que originó tensiones entre palestinos y colonos. Estas tensiones desembocaron en un levantamiento que duró entre 1936 a 1939 contra el mandato británico y la ocupación judía; la disputa terminó con la decisión, por parte de Reino Unido, de someter este asunto a las Naciones Unidas. Así, en 1947, la Asamblea General de la ONU decidió dividir Palestina en dos estados independientes: uno judío, ocupando el 56.5% de la superficie de Palestina, y otro árabe, con el 42.8% restante. Sin embargo, en 1948, uno de los Estados declaró su independencia bajo el nombre de Israel y ocupó el 77% del territorio total. Más de la mitad de los palestinos fueron expulsados o huyeron de sus hogares y terminaron en campos de refugiados.
En medio de las tensiones históricas, los civiles han sido los más afectados. La franja de Gaza, epicentro de las tensiones, denominada también “la prisión más grande de la tierra”, alberga 2,3 millones de habitantes. Según cifras de Amnistía Internacional, el 38% de la población vive en situación de pobreza, el 54% de los habitantes padecen inseguridad alimentaria y más del 75% son beneficiarios de ayuda.
En esta guerra las condiciones NO son iguales
Históricamente, Israel ha desplegado su superioridad militar sobre Palestina; la organización de derechos humanos B’tselem, reporta que, entre 1988 y 2023, 13.400 personas han muerto en medio del conflicto y el 87% son palestinas.
Después del ataque a Israel de este 7 de octubre, Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, ordenó el bloqueo total de la franja de Gaza: “Estamos imponiendo un asedio total a Gaza (…) ni electricidad, ni comida, ni agua, ni gas, todo cerrado”; esto se suma al bloqueo al que, desde el 2007, está sometido este territorio.”
En marzo de 2022, Michael Lynk, relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, presentó un informe ante el Consejo de Derechos Humanos en el que concluye que la situación en los Territorios Palestinos Ocupados constituye APARTHEID.
Es urgente atender las causas estructurales de este conflicto y es necesario entender que este no es un asunto aislado, es la expresión brutal de un sistema colonial que ha subsistido durante décadas frente a los ojos del mundo y de mandatarios indiferentes que han desconocido las directrices del derecho internacional humanitario que se han resistido a encontrar una solución definitiva a la ocupación. Esas dinámicas neocoloniales hoy ponen en riesgo la vida de civiles, tanto palestinos como israelitas, indefensos ante el recrudecimiento de la violencia.