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La sola elección del tema plantea varias preguntas y conversaciones. ¿A quién le pertenecían la elegancia y sofisticación que otros tuvieron la necesidad de reclamar algo de eso? ¿Quiénes pueden salirse de los códigos? ¿Quiénes pueden crear un lenguaje propio? ¿Quiénes pueden marcar tendencia? Hablamos de hegemonía, raza y poder.
La exposición del Met que se inaugura con esta gala está inspirada en el libro Slaves to Fashion: Black Dandyism and the Styling of Black Diasporic Identity (Esclavos de la moda : el dandismo negro y el estilo de la identidad diaspórica negra) de Mónica L. Miller, académica especializada en literatura y estudios culturales afroamericanos y estadounidenses que recoge la genealogía del dandi afroamericano y la importancia del estilo sartorial en la formación de la identidad diaspórica.
En su colección de ensayos Black Looks: Race and Representation, bell hooks se refiere a la moda negra como una forma de proclamar identidad, de transformar lo que otros llaman exceso en poder y examina cómo las representaciones culturales moldean la percepción de la negritud y la subjetividad negra. hooks critica cómo ciertas expresiones estéticas negras pueden ser cooptadas por la cultura dominante, despojándolas de su poder político y reduciéndolas a mercancías.
Los orígenes del dandismo
La palabra dandy nació en la época de la Regencia Inglesa como una forma peyorativa de referise a los hombres del común o plebeyos que imitaban el estilo y los modos de la aristocracia. George “Beau” Brummell es conocido como el primer dandy, pero hubo otros como Julius Soubise que subvertían mucho más el orden social. Mientras que Brummell era un hombre blanco que usó la moda como vía de movilidad social, Soubise era un hombre negro que había sido esclavizado.
Soubise nació en la isla de San Cristóbal, en el Caribe. Era hijo de una mujer jamaiquina esclavizada. Se dice que la duquesa de Queensberry compró su libertad y lo crió “como si fuera su hijo”, lo que le dio acceso a la sociedad inglesa del siglo XVIII. Se destaca de él el lujo al vestir, los tacones rojos y hebillas de diamantes. Sin embargo, su estilo de vida fue cuestionado por abolicionistas como Ignatius Sancho y su figura ha sido vista como la de una persona tokenizada.
Pero lo que nació como una puesta en escena del lujo colonial y la estética de la Europa del siglo XVIII fue reapropiado, resignificado y reivindicado con el tiempo. Desde los “Zoot suits” hasta los trajes del Harlem Renaissance, el vestuario, los gestos, la ironía y la teatralidad fueron medios para reclamar espacios negados y marcar tendencia en sociedades profundamente racistas y gregarias. Dapper Dan es quizás uno de los mayores íconos y ejemplos.
Dandismo en América Latina
En Brasil, tras la abolición de la esclavitud en 1888, surgieron figuras como los capoeiras y malandros, que encarnaban cierta forma de elegancia modo de resistencia cultural. Allí, el dandismo se mezcló con las herencias africanas y se transformó en una afirmación racial y de desafío a la hegemonía blanca.
Aunque la elección del tema ha detonado conversaciones sobre estéticas invisibilizadas, no se puede dejar de lado que la industria de la moda ha tenido una relación históricamente extractivista y racista hacia dichas estéticas, apropiándose de sus formas, símbolos y expresiones cuando estas le sirven, al mismo tiempo que perpetúa las estructuras que excluyen o exotizan a las personas negras.
“La muestra marca un paso realmente importante en nuestro compromiso de diversificar nuestras exposiciones y colecciones, así como de corregir algunos de los sesgos históricos dentro de nuestra práctica curatorial” dijo Andrew Bolton, el curador del Met.
Si bien lo estilístico es un elemento narrativo y cultural en constante disputa, muchas veces no alcanza para reconfigurar las estructuras sociales de poder pero sí permite crear nuevas representaciones y desestabilizar las estéticas hegemónicas.
