El pasado 8 de enero, durante la Mañanera (conferencia matutina diaria en Palacio Nacional, CDMX), el presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) protagonizó un episodio de transfobia al malgenerizar a la diputada de Morena, Salma Luévano Luna. En presencia de los medios de comunicación del país, recurrió a una frase discriminatoria* y sensacionalista para responder a los señalamientos del periodista Joaquín López Dóriga (Radio Fórmula) respecto a la forma en la que se condujo con la funcionaria en un evento en Yucatán.
A lo largo del día lunes, activistas, organizaciones LGBT+ y la comunidad trans subrayaron que la declaración de AMLO transparentó la transfobia que prevalece en la narrativa gubernamental. Al día siguiente, el 9 de enero, el presidente anunció que se uniría a TikTok para disculparse con Salma Luévano. “Si opiné sobre este tema, es porque considero que el amor no tiene sexo; está por encima de todo. Es como la libertad”, agregó.
Minutos después, en su cuenta de X, la diputada expresó que la disculpa de AMLO “era importantísima, pues visibiliza una lucha que ha tomado décadas” a la población trans. En la publicación también dio a conocer que estaba a espera de una reunión con el Coordinador General de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas.
AMLO se disculpó por la transfobia, ¿pero es suficiente?
Spoiler alert: no.
Además de que el discurso transfóbico vino del propio presidente de México, lo que indigna y alerta a organizaciones y activistas LGBT+ es la minimización y falta de respuesta de las instituciones. Por ejemplo, el Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (Conapred), organismo encargado de promover políticas para garantizar el derecho a la igualdad, se mostró bastante permisivo. En X publicó imágenes sobre el respeto a las identidades trans y utilizó hashtags como #DiversidadSí.
Sin embargo, en ningún momento se pronunció sobre el hecho en concreto. Tampoco cuenta con boletines ni comunicados en los que se haga mención a Andrés Manuel López Obrador. Esta omisión es delicada.
Conapred no ha cumplido con sus funciones y propósitos al no señalar la gravedad de que el mandatario, representante de un proyecto de nación, haya emitido un discurso discriminatorio de manera pública, en un canal de comunicación gubernamental y en un espacio que marca la agenda política nacional. Otra de las cosas que ha quedado a deber la dependencia son los llamados de atención a los medios de comunicación que en sus titulares son cómplices de la transfobia al replicar las palabras de AMLO tal cual y sin pronunciarse al respecto.
Mientras la política formal quiso lavarse las manos con una disculpa en TikTok, Kenya Cuevas, activista trans y fundadora de la asociación Casa de las Muñecas Tiresias, recordó que el acto discriminatorio de AMLO debe seguir un proceso administrativo. Por ello, presentará una carpeta ante Conapred. Se pretende que el presidente se capacite en temas de identidad de género, perspectiva de género, inclusión y diversidad.
El daño de normalizar el discurso transfóbico desde las altas esferas de poder es enorme y atenta contra los derechos humanos y la dignidad de las poblaciones sexodiversas, concretamente de las personas trans. Las disculpas son necesarias y pertinentes, pero deben venir acompañadas de acciones y reparación. Ocupar un cargo público —aun y sea el Poder Ejecutivo — no otorga licencia para contribuir a la transfobia.
Nota al pie
*: en Volcánicas trabajamos por un periodismo profesional, feminista, garante y en defensa de los derechos humanos. No contribuiremos a replicar frases y/o términos que menoscaben la dignidad de las personas trans.