March 26, 2025

Alanis, gracias por la rabia

Alanis Morisette fue la primera que nos enseñó que las mujeres podemos estar furiosas, ser intensas, tomar malas decisiones, ser resentidas, vulgares, emocionalmente completas. La primera en mostrarnos de qué se trataba la puta vibra.

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Tenía algo así como 13 años cuando escuché por primera vez a Alanis Morissette, pero voy a decirle Alanis, porque le tengo la confianza de mis relaciones más íntimas. No recuerdo si fue en MTV o en Radioacktiva (una de las pocas emisoras comerciales que ponía rock y música en inglés, favorita de las “chicas alternativas” como yo), pero supongo que fue en la radio porque el video de “Ironic”, se demoró en salir. En clase de inglés nos pusieron un ejercicio que consistía en hacer una exposición oral sobre una canción que nos gustara y explicar por qué y cómo nos representaba. Esto es un reto intimidante para cualquier adolescente porque ¡estaba todo en juego! El salón emitiría un juicio irredimible a partir de la canción que eligieras. 

Como pueden ver me tomé muy en serio la tarea y esa tarde me fui a Music Line, la tienda de discos del centro comercial frente al Parque Washington de Barranquilla, y pregunté por el cd de Alanis. No sé por qué tengo la idea de que en ese entonces un cd costaba por ahí 22.000 pesos colombianos, y yo tenía unos ahorros “de dudosa procedencia”, porque era plata que hacía vendiéndole ensayos a mis compañeros de clase -un “servicio de ghost writer” que presté durante todo el bachillerato (sin saber que estaba emulando a Vargas Llosa)-. El punto es que me compré el cd y lo escuché toda la tarde en mi casa. Al día siguiente no dije que mi canción favorita era Ironic (aunque lo era), pues las “Darias” y las “Janes” de la época, que seríamos las hipsters de los dosmiles, sentíamos la urgencia de comunicar que éramos especiales y diferentes (not your girlfriend) y por eso dije que era “Forgiven”. Criticar a la religión católica era un porcentaje importante de mi personalidad en ese momento y pretendía escandalizar a mis profesores con la misma irreverencia boba e insoportable que hizo famoso a Richard Dawkins. 

Como se podrán imaginar a partir de los últimos dos párrafos, yo no era la chica más popular del salón. Existía atrapada en un dilema: “no quería ser como las otras chicas” pero al mismo tiempo quería que me invitaran a las “fiestas” que en ese momento consistían en reunirnos en la casa de alguien a escuchar cds porque ni siquiera podíamos tomar. Aunque seguramente a nadie le importó, yo me sentí muy MUY por ser la primera en tener el cd de Alanis en todo el salón. Y eso me ganó mi primera invitación a una de esas fiestas: “¡pero traes a Alanis!”, me advirtieron, y lo hice, además me llevé los discos de UB40 y de Sheryl Crow. 

Muy rápidamente “Jagged Little Pill” (que salió cuando la misma Alanis apenas tenía 20 años) se convirtió en mi disco favorito de todos los tiempos, hasta el día de hoy. Abre con esa armónica tan grunge desgarrada que te dice todo lo que tienes que saber sobre el tono del disco. Mucho antes de “Las mujeres ya no lloran” y su ignomioso “clara-mente” estuvo “You Oughta Know”, un reducto de rabia pura (que no tengo pruebas pero tampoco dudas de que fue la inspiración de “Si te vas”, porque para Shak, Alanis también fue una referenta), un reclamo a grito herido. “¡¿Acaso la nueva te lo mama en un teatro?!” decía la letra, y yo la cantaba con convicción aunque estaba lejos de poderme imaginar haciendo un blow job. Faltaban décadas para que yo me convirtiera en una señora aficionada al vino blanco, pero gracias a Alanis me enteré de lo inconveniente que es tener una mosca en tu Chardonnay. También estaba “Head Over Feet”, que junto con “Antología” y a “Alguien que cuide de mi”, se convirtió en el mejor ejemplo de cómo debía sentirse el amor, un estándar al que he vuelto una y otra vez a lo largo de mi vida. “I See Right Through You” fue un grito de batalla contra la condescendencia de los hombres y contra el mansplaining, aunque en ese entonces la palabra ni existía. En 2002 Alanis lanzó un nuevo album con la canción Hands Clean, que tiene una melodía buenaondita y quizás por eso, cuando la escuché, no entendí que Alanis estaba escrachando a lo que parece ser un gatekeeper de la industria de la música que le hizo grooming. “Nada de esto habría pasado si no fueras tan madura para tu edad”, “Eres básicamente mi empleada y me gusta que dependas de mí / eres mi protegida y un día dirás que lo aprendiste todo de mí”, “No le hables a nadie de mí, especialmente no a miembros de tu familia”, “Quizás algún día me case contigo si no te engordas y mantienes un cuerpo firme”, y un coro que al revisitarlo me parece devastador “Yo he honrado tu petición de silencio, y tú te lavaste las manos”. 

Evidentemente me faltaba vivir mucho para entender lo que Alanis estaba diciendo con tanta lucidez (después de vieja, confirmo) pero había algo de mi identidad que yo estaba descubriendo en ese disco. Pocas cosas quedan de la Catalina de 13 años, pero siento que esto que me reveló Alanis se mantiene conmigo. A mis 16, una compañera de clase me describió medio despectivamente como alguien que “se viste como Alanis”. Esto, en estricto sentido era mentira: yo no tenía esa melena, me vestía con topcitos espalda afuera y con descaderados de colores como todas las barranquilleras de mi edad. Pero era cierto que había un algo que yo compartía con Alanis y ella también lo veía. 

En retrospectiva pienso que en “Jagged Little Pill” encontré por primera vez un producto cultural con mensaje feminista, que hacía eco de una inconformidad, una rabia, una rebeldía, que la Catalina adolescente sentía intensamente contra unas normas injustas que parecían inapelables, y que en ese entonces asociaba con la religión porque aún no sabía lo que era el patriarcado. Vendrían otras: Garbage, No Doubt (Gwen Stefani se volvió cristiana anti-derechos pero nos dejó “I’m Just A Girl”), Fiona Apple… pero de todas ellas Alanis fue la primera, la que me abrió las puertas a un mundo en donde las mujeres pueden estar furiosas, ser intensas, tomar malas decisiones, ser resentidas, vulgares, emocionalmente completas. La primera en mostrarme de qué se trataba la puta vibra.

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Autor

  • Feminista colombiana autora del libro “Las mujeres que luchan se encuentran”, columnista del diario El Espectador desde 2008. Creadora del Youtuber Beach Camp, (2019), un campamento para formar a creadoras de contenido latinoamericanas en feminismos y del Creadoras Virtual Camp, un taller virtual para la producción de contenido digital feminista (2020). Hace parte del Consejo Consultivo de la ONG alemana Centre For Feminist Foreing Policy. También es una de las fundadoras del colectivo feminista colombiano Viejas Verdes, que busca divulgar información clara y sencilla sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos a través de las redes sociales. En 2017 co-fundadora de la revista Volcánica, la revista feminista latinoamericana de Nómada y fue su directora hasta 2019. También ha sido columnista de el portal Sin Embargo y Vice en México, Univisión en Estados Unidos y el periódico El Heraldo y la revista Razón Pública en Colombia. Su trabajo como periodista ha sido publicado en periódicos internacionales como The Guardian y The Washington Post. Ha trabajado como Oficial de Comunicaciones en Women’s Link Worldwide y como Coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica (Asociadas por lo justo) en donde trabajó con defensoras de derechos humanos indígenas y rurales en Centroamérica. Ha trabajado con organizaciones internacionales como Oxfam y Planned Parenthood en el diseño de estrategias digitales para la promoción de los derechos de las mujeres. En noviembre de 2016 dictó el TEDx Talk “Hablemos de feminismos” en la ciudad de Bogotá. Es maestra en Artes Visuales con énfasis en Artes Plásticas y Filósofa de la Universidad Javeriana, con Maestría en Literatura de la Universidad de Los Andes. Ejerce estas disciplinas como periodista.

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