
El fútbol femenino lleva décadas luchando por tener el lugar que le corresponde en el deporte colombiano, pero solo fue hasta este año que muchxs le prestaron la atención que merece. Decir que el 2022 fue el año del fútbol femenino en Colombia quizás se quede corto pues se espera que en el 2023 el apoyo sea aún mayor, pero sin duda, podemos afirmar que este año fue un parteaguas para este deporte en el país.
Fue el año en que la Selección femenina de microfútbol o fútbol de salón se coronó campeona del Mundial de esa categoría, tras vencer 12-0 a Canadá, y terminar el torneo invictas y sin un solo gol en contra; fue el año en que por primera vez Colombia fue anfitriona de la Copa América Femenina, llegando a una Final de infarto frente a Brasil y dejando el subcampeonato en casa, clasificando además al Mundial del 2023 y a los Juegos Olímpicos que se celebrarán en el 2024. Este año vimos brillar a la caleña Linda Caicedo, nombrada a sus 17 años la mejor jugadora joven del año, y a la antioqueña Cata Usme, la goleadora histórica de todas las selecciones Colombia –por encima de Falcao, goleador de la selección masculina– consagrarse como la única futbolista que ha logrado anotar en todas las competencias en las que ha participado con la Selección colombiana –por encima de cualquier jugador del equipo masculino–; vimos cómo creció el interés de las audiencias y el cubrimiento de los medios, logrando una mayor visibilización de esto que es solo la punta del iceberg de una labor de décadas nadando contra una marea de desigualdades e improperios y una liga femenina que duró solo 4 meses.
Pero nada de esto fue regalado; como toda conquista, responde a una lucha y a un capital político acumulado previamente por las que lucharon antes. ¿Por qué si la lucha de las mujeres por abrirse un espacio en el fútbol lleva décadas, solo hasta hace poco reventó en la conversación pública? De acuerdo con Luisa Fernanda Ortíz, de Fémina Fútbol, “llegar a ser subcampeonas –por primera vez en todas las categorías– de un mundial de fútbol femenino (el Sub 17 realizado en la India), fue algo histórico para el fútbol colombiano. Pero la lucha comenzó en 1998 con la primera Selección Colombia femenina, cuando se disputó la primera Copa América. Las mismas pioneras lo dicen: “estuvimos mucho tiempo en el anonimato”; antes no se sabía quiénes eran, no las tenían en cuenta, cuando ellas estuvieron nada de esto existía. Este año fue diferente, las jugadoras hicieron algo que nunca había pasado antes y los medios de comunicación fueron los encargados de darle esa relevancia tan grande que tuvo el fútbol femenino. Fue el año del fútbol femenino por todo lo que pasó, por la forma en que jugaron, ganaron, por toda su actuación y porque los medios de comunicación hicieron que esto mismo crezca. Este año marca un antes y un después en la historia del fútbol colombiano femenino”.
Nathalia Prieto, periodista especializada en fútbol femenino, tampoco duda ni un segundo en afirmar que este fue el año del fútbol femenino “por todo lo acontecido, la evolución, el impacto que generó dentro y fuera de la cancha y el crecimiento”. Pero Nathalia también hace énfasis en la importancia de las luchas previas para que esto fuera posible: “ No hay que desconocer la historia, han pasado décadas de lucha de muchas mujeres y eso hace parte de la construcción que vemos en el presente, pero sin duda, el fútbol jugado por mujeres este 2022 dejó el nombre del país en alto y abrió las puertas a que las mujeres veamos que sí se puede jugar al fútbol”. Y es que, con los triunfos, el reconocimiento y el apoyo a las jugadoras viene algo quizás más importante y valioso: la representación.
Gracias a la visibilidad que tuvo el fútbol femenino y las jugadoras en el 2022, muchas más mujeres y en especial niñas se vieron reflejadas en un deporte históricamente monopolizado por hombres. Y esa visibilidad fue posible gracias al desempeño, claro, que les permitió llegar muy lejos en torneos a los que ni siquiera clasificaron este año las ligas masculinas, pero también fue gracias a las reivindicaciones y reclamos. Las jugadoras alzaron los puños y la voz por condiciones más dignas y el mundo escuchó. Porque ni el fútbol, ni los deportes, escapan a esta conversación generacional que está atravesando todos los espacios que las mujeres ocupamos o podemos ocupar: la de la igualdad y derechos de las mujeres. Y estas jugadoras jóvenes alzaron la voz también porque jugadoras mayores lo hicieron antes; ellas tuvieron un costo más alto, muchas fueron castigadas dejando de ser convocadas a los torneos, pero ellas le bajaron el costo a las siguientes en reclamar. No olvidamos que desde el 2016 Daniela Montoya y desde el 2019 Melissa Ortiz e Isabella Echeverri han denunciado la falta de apoyo y las condiciones precarizadas de la Selección Colombia Femenina, incluyendo la existencia de nóminas paralelas en las que se les obligaba a consignar a la cuenta personal del técnico Taborda los costos de de sus viajes cuando eran convocadas, falta de viáticos, falta de cobertura en salud y premios incompletos; y tampoco olvidamos que la entonces capitana Natalia Gaitán afirmó que las denuncias de abusos se venían ignorando desde el 2012, cuando envió una carta en la que pedía a la Federación un “entrenamiento dirigido, individual y como equipo” para las jugadoras, así como partidos de “fogueo” internacional contra escuadras femeninas de Europa y Estados Unidos. Tampoco olvidamos el audio de la reunión que tuvieron las jugadoras con el vicepresidente de la FCF, Alvaro González Alzate, afirmando que habían despedido al asistente técnico de la selección femenina de mayores en 2016, Nelson Abadía, “por “crear un sindicato” entre las jugadoras para exigir derechos. No olvidamos tampoco que Vanessa Córdoba y Nicole Regnier también han alzado su voz. Y esa representación también importa y es necesaria para lograr los cambios que hacen falta y que tanto se han demorado.
Entonces, hay un acumulado de capital deportivo gracias a las pioneras, a sus exigencias y reclamos, hay un talento indiscutible, una conversación mundial que pone en el centro las desigualdades y exige su reparación, y un interés público por ver a las mujeres ocupar los espacios que tanto les han negado. Fueron varios los factores que jugaron como catalizadores para que el fútbol femenino tuviera la visibilidad que consiguió este año: las redes sociales, las luchas de las mujeres, un desempeño extraordinario de las jugadoras, audiencias más interesadas en la igualdad, y medios de comunicación que tuvieron que responderles. Como dicen los técnicos, estaban todos los elementos y las cosas se dieron esta vez. Luisa también destacó el apoyo del sector privado, de marcas y empresas que le apostaron al fútbol femenino y a las jugadoras; las marcas están patrocinando el fútbol femenino y esto ha sido clave para impulsarlo, en especial cuando para gobiernos pasados nunca fue prioridad garantizar igualdad en el deporte. Hoy vemos un interés creciente de parte de las marcas por el fútbol femenino que, por supuesto, responde a las exigencias de sus consumidoras y consumidores. Y también vemos una mayor voluntad política de parte del nuevo gobierno para garantizar esa liga femenina digna que tanto han exigido las jugadoras.
Este año nosotras también nos adentramos un poco más en el fútbol femenino desde diferentes lugares del enorme ecosistema que es, que va más allá de las instituciones y los clubes y comienza desde los hogares, los colegios y los barrios. Estuvimos en la final de la Copa América y en el Seminario Fútbol con F de Femenino, realizado en el marco de la final, invitadas por Nike, una marca que lleva un buen tiempo apoyando al fútbol femenino en Colombia y el mundo.
En oportunidades escuchamos y conversamos con expertxs y jugadoras, hemos escuchado de primera voz los reclamos de las futbolistas por una liga digna, nos hemos sumado a ellos, y hemos conocido más de la tras–escena del fútbol femenino colombiano. Aprendimos (y seguimos aprendiendo) de periodistas deportivas como Nathalia y Luisa, y otras mujeres que se han dedicado a visibilizar el fútbol femenino y a apoyar a las niñas que aspiran a ser futbolistas, como Eglantina Zingg con su fundación GOLEADORAS, que este año llegó hasta el Campeonato Mundial de Fútbol de Niños Qatar 2022 con el equipo femenino del municipio de Condoto, Chocó; y acompañamos a la fundación Niñas Sin Miedo a la inauguración de una cancha multipropósito, especialmente adecuada para motivar a niñas de jugar fútbol en el barrio Los Pinos de la localidad de Soacha, al sur de Bogotá.
En el evento, Maria Fernanda de la Ossa, coordinadora de la Fundación Niñas sin Miedo, reconoció la importancia de las lideresas locales que identifican las necesidades, consiguen aliadas e impulsan los cambios. “Este espacio es para la comunidad, para que todas lo aprovechen, lo disfruten, y sepan que estos colores, estos significados son un recordatorio de que la lucha para que las mujeres ocupemos mejores espacios y tengamos las mismas oportunidades que los hombres, es de todas y de todos”. Además de cumplir con las condiciones técnicas para que las niñas entrenen de forma segura, la cancha fue intervenida en su totalidad con un diseño, especialmente hecho para ellas, de la diseñadora Luisa Castellanos, con los colores y símbolos que mencionaba Maria Fernanda, que fueron explicados a las niñas que recibieron la cancha, invitándolas a entrenar pero también a conocer sus derechos para defenderlos.
Justamente ahí conocimos a Daniela Fontalvo, de 15 años, una niña que sueña con ser futbolista profesional y salir adelante con el fútbol. Daniela entrena por su cuenta, pero siente que no hay oportunidades para ella, y aunque la cancha por supuesto la motiva y le permite entrenar en mejores condiciones, las distancias hasta los clubes pueden llegar a ser de horas y el transporte hasta allá tiene un costo para muchas de esas niñas imposible de pagar.
Y es que así como las jugadoras no pueden tener una liga por 4 meses, las acciones localizadas en los barrios no pueden ser eventos aislados que llegan, dejan algo y se desentienden. El asistencialismo, así como los patrocinios esporádicos no resuelven problemas estructurales. Es por eso que Niñas sin miedo continúa acompañando el espacio con el apoyo de Nike y junto a voluntarios y voluntarias de Coaches Across Continents con entrenamientos de fútbol para las niñas y talleres semanales. Estas acciones nos permiten ver la importancia de la visibilidad, de la representación, pero también la ausencia de estado en el fútbol femenino, como en tantos otros espacios. Por eso urge que la voluntad política ya manifiesta por el nuevo gobierno se materialice no solo en la liga, sino también en los barrios, para que Daniela pueda perseguir su sueño de ser una jugadora profesional.
¿Qué podemos esperar en el 2023?
Ya no hay excusas válidas. La final de la Copa América en Bucaramanga estuvo a reventar, se calcula la asistencia de unas 25.000 personas y unas 40.000 en la final de la liga colombiana entre Deportivo Cali y América Cali. Según la Federación Colombiana de Fútbol, “por primera vez en la historia, una final de una CONMEBOL Copa América Femenina tuvo todas sus tribunas llenas, lo que ratifica a Colombia como uno de los países que mejor vive y apoya al fútbol femenino”. Resulta entonces insoportable, insostenible e intolerable que mientras eso ocurría, después de que, al inicio de la Copa las jugadoras protestaron con sus puños levantados exigiendo igualdad, garantías y condiciones más justas dignas para el fútbol femenino en Colombia, la División Mayor del Fútbol Colombiano (DIMAYOR) confirmara que no habría Liga Femenina en el segundo semestre.
Y es que este año la liga femenina colombiana duró solo cuatro meses. ¿Cómo se pueden garantizar condiciones laborales y sueldos dignos para que las jugadoras puedan entrenar y dedicarse al fútbol TODO EL AÑO? Se espera que el 2023 traiga contratos laborales dignos y una liga más organizada y mejor planeada, no reactiva y cortoplacista, que permita la profesionalización de las futbolistas. Que en el 2023 las jugadoras no tengan que rebuscarse otro trabajo para sobrevivir. Que en el 2023 las promesas se cumplan, que la voluntad política se concrete y haya más mujeres en cargos directivos de las entidades y clubes deportivos.
Para Nathalia Prieto, el 2022 abrió nuevas puertas y permitió que el país se familiarizara con el fútbol jugado por mujeres, por lo que el 2023 será un año de más fútbol. “ Se viene el mundial de mayores, se viene la liga y la Copa Libertadores que se realizará en Colombia. Estoy segura de que tendrá muy buena acogida del público y marcas. El fútbol femenino crece a pasos agigantados”. Luisa Ortiz también nos contó que se analiza la posible renovación de BetPlay para todas las competencias y sumas de más patrocinios para la Liga Femenina. “Se espera un nuevo patrocinador para el torneo, que será presentado en los próximos días, dicen que es una marca grande y que será una gran inyección económica para el campeonato”.
Ya no es válido seguir diciendo que los clubes femeninos no son suficientemente atractivos para fanáticos y patrocinios. No es válido que los directivos se sigan refiriendo con expresiones despectivas como las del dueño del Deportes Tolima que dijo que el fútbol femenino andaba mal, no iba a durar nada, que las mujeres son “ más toma tragos que los hombres” y que el fútbol femenino “es un caldo de cultivo de lesbianismo tremendo” o las del mismo Jesurún llamando amateurs a las jugadoras para justificar la falta de pagos y premios. NO MÁS RESISTENCIA AL FÚTBOL FEMENINO.
El fútbol femenino en Colombia no es amateur, tiene más de 70 años, estas no son horas de seguir improvisando; aquí alguien o muchos no están haciendo su trabajo que es impulsar el fútbol, eso es lo que dicen los estatutos. No dice que impulsen solo el masculino. Algo o alguien no está en sintonía en esta ecuación y esas personas deben hacerse a un lado. El 2022 marcó el fin de la era de la resiliencia, el sacrificio y marcó un pico de resistencia. Y sí, nos volvimos un poquito FIFAS, mucho antes de la final del Mundial masculino, ya nos estábamos volviendo “FIFAS” con la Copa América en casa; pero “FIFAS” con enfoque de género. En el 2023 esperamos sincronía total entre gobierno, mindeporte, directivas, marcas, medios, audiencias y equipos y como nuevas “FIFAS” que consumimos, sufrimos, apoyamos y vibramos con el fútbol femenino, no aceptaremos menos. Que en el 2023 el fútbol femenino brille aún con más fuerza. Lo decretamos.
¡2023 CON LIGA FEMENINA DIGNA!