August 6, 2025

No somos nuestros genes: jeans, cultura y racismo científico

No podemos deconstruir el racismo del anuncio de Sydney Sweeney para American Eagle sin cuestionar la idea de que nuestros genes nos definen.

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Un anuncio de la marca de jeans American Eagle rompió internet y mostró que ideas como la eugenesia y el racismo científico resurgieron en el mainstream. La campaña muestra a la actriz Sydney Sweeney, desde una mirada infantilizante y sexualizante, con jeans desabotonados y close-ups a sus tetas, mientras ella ronronea mensajes eugenésicos. 

Parece claro que el objetivo de la campaña, más que vender jeans, era volver a poner la marca en boca de todes, ganar nuestra atención, que es lo más valioso que las personas de a pie tenemos para dar. Por eso es que ese comunicado que sacaron ni siquiera intenta ser una disculpa. Sweeney tampoco dijo nada; algo ganó con la visibilidad, y de todas maneras sus posturas ideológicas no son precisamente un misterio: fue a la boda de los Bezos en Venecia, y en 2024 se registró como republicana. 

Una de las razones por las que esta campaña es racista más allá de toda duda o gaslighting es que ella habla de los genes y de cómo “pasan de una generación a otra: color de pelo, personalidad y hasta el color de ojos”. Y miren que si bien nosotros, aunque reconocemos que esto, junto a la idea de que sus genes son grandiosos, es un discurso eugenésico, no lo cuestionamos; le creemos esta simple explicación de cómo se heredan las características humanas.

Es reduccionista decir que la personalidad o los rasgos de la personalidad están en los genes. Sin embargo, el punto histórico del discurso eugenésico es que todo está en los genes (y antes de saber que los genes existían, se decía que “todo estaba en la sangre”), incluso la ética y la inteligencia, y que justo por eso podríamos crear una “raza” humana superior, eligiendo ciertas características, como hicimos cruelmente los humanos con las razas de perros. Esta idea peligrosa ha sido la justificación de esterilizaciones forzadas, genocidios, fascismos y de la esclavitud, y le hace un guiño a una ideología que pensamos que había muerto con la Segunda Guerra Mundial, pero que se ha mantenido discretamente, esperando el momento para resurgir en el mainstream. Y este es ese momento.

“La eugenesia es la teoría científicamente errónea e inmoral de que es posible un ‘mejoramiento racial’ o una ‘crianza planificada de seres humanos’. Ganó popularidad a principios del siglo XX y los eugenistas de todo el mundo, que creían que podían perfeccionar a los seres humanos y eliminar los llamados males sociales a través de la genética y la herencia, creían también que el uso de métodos como la esterilización involuntaria, la segregación y la exclusión social liberaría a la sociedad de los individuos que ellos consideraban no aptos”1, individuos racializados. Por otro lado, “el racismo científico es una ideología que se apropia de los métodos y la legitimidad de la ciencia para argumentar a favor de la superioridad de los europeos blancos y la inferioridad de las personas no blancas, cuyo estatus social y económico ha sido históricamente marginado. Las teorías eugenésicas y el racismo científico siempre han tenido apoyo de la xenofobia, el antisemitismo, el sexismo, el colonialismo y el imperialismo contemporáneos, así como de las justificaciones de la esclavitud, particularmente en los Estados Unidos”2.

Aunque decir que la genética se ha “instrumentalizado” para el racismo asume que en algún momento el estudio de la genética fue neutral y apolítico, cuando lo cierto es que nunca ha sido así. Antes la palabra “raza” se usaba para hablar de un clan compuesto por una misma familia, y era más común categorizarte por tu religión que por tu color de piel. Pero la ciencia ilustrada era racista e imperialista, y en 1758 Carl Linnaeus, “el padre de la taxonomía”, en un tratado, separó a los seres humanos en europeos (blancos), americanos (rojos), asiáticos (amarillos) y africanos (negros)3. El problema de raíz de la genética es que siempre se pensó desde la idea de taxonomía; por eso, aunque podría usarse para muchas cosas, su uso más reiterativo es la clasificación de seres humanos, como si taxonomía y genética fueran un continuo. Linnaeus, además de los colores arbitrarios, añadió unas características morales: los negros eran brutos, los amarillos apáticos, los rojos salvajes y los blancos, por supuesto, inteligentes y valientes. No es una sorpresa que esto surgiera en el pico del imperialismo europeo. La necesidad de clasificar a las personas es política, porque es una manera de controlarlas. Incluso hubo gente que llegó a decir que las personas negras africanas habían sido esclavizadas “porque ese era su lugar biológico en el universo”. Para comienzos del siglo XX, la eugenesia era una cosa ampliamente aceptada, un hueco en el que cayeron feministas como Marie Stoppes y figuras como Alexander Graham Bell.

Para los nazis, específicamente, ser rubio y ojiazul era equiparado con tener ciertos valores, inteligencia y tipo de personalidad. Todos estos pósters no están hablando solo de la aptitud física, sino también de una superioridad moral. Por eso la guardia privada de Hitler (conocida por las mismas iniciales de la actriz) solo aceptaba a hombres rubios, de ojos claros y más altos de 1.78; se asumía que moralmente también eran más “aptos”: Por eso no es casualidad que Sweeney mencione color de ojos y pelo y personalidad en la misma frase.

Por allá en los 1900, Eugen Fischer (el nombre es pura coincidencia), un científico alemán director del Kaiser Wilhelm Institute of Anthropology, Human Heredity and Eugenics, andaba con una cajita como el doble de largo de una de cigarros en donde tenía muestras de pelo organizadas por color y textura, como un pantone de peluquería, para poder determinar con ellas la raza de alguien. La cajita fue una herramienta clave en el primer genocidio alemán del siglo XX, en 1908 en Namibia, en donde hicieron un campo de concentración cuya entrada estaba determinada por el color de pelo. Además de matar a más de 10,000 namibies, mandaron sus cráneos a Berlín para clasificarlos y estudiarlos. También tenían una herramienta parecida, con prótesis de ojos, para medir tu raza a partir del color del iris. Sobre este dato histórico, la periodista científica Angela Saini señala que es muy interesante que las medidas fueran el color de ojos y pelo (¿por qué no la altura, la circunferencia de la cadera o la forma del dedo gordo del pie?) “Porque el pelo rubio y los ojos azules importan precisamente porque tienen un significado político”4.

¿Por qué hablamos de los nazis si esto se trata de una campaña estadounidense, una disputa por el “ideal americano”?

Porque Estados Unidos y Alemania han sido naciones pioneras en la institucionalización del racismo como discurso nacional. Según el académico James Q. Whitman, autor del libro “Hitler’s American Model”, cuenta que en 1928 Hitler celebró como ejemplo a seguir al modelo segregacionista de los Estados Unidos, conocido como Jim Crow, que incluía restricciones al voto (cuyas secuelas se mantienen hasta hoy) y limitaciones educativas y profesionales. En Mein Kampf dice que el único estado que había sido capaz de “construir una raza sana” era Estados Unidos. Whitman muestra en sus investigaciones que el modelo Jim Crow (¡vigente hasta 1965!) se convirtió en el cianotipo de las Leyes de Nuremberg también conocidas como la Ley de Ciudadanía del Reich y la Ley para la protección de la sangre y el honor de los alemanes, especialmente por su criminalización de los matrimonios “interraciales” y la idea de que podía existir un código penal diferenciado racialmente.

La diferencia fenotípica nos hace pensar que hay una diferencia genética cuando, en realidad, diferencias como el color de piel son bastante superficiales en términos de genotipo. A nosotros el color de piel nos parece una diferenciación fenotípica muy grande, porque le hemos adjudicado un significado político. 

Lo que sí nos ha enseñado la genética es que no hay un grupo de genes específico que se pueda asociar con las personas blancas, tampoco con las personas negras, y que todos los seres humanos tenemos ascendencias mixtas. Además de esto, el genoma no tiene toda la información porque hay muchos genes que no se expresan a menos que haya cierta correlación con el ambiente. De hecho, todo lo que somos como seres humanos está tan determinado por las relaciones sociales y por la cultura como por la genética. Porque resulta que también existe lo que se llama “herencia extragenética”, que depende de muchos factores. 

Como explican Kevin N. Lala y Marcus W. Feldman en un ensayo titulado  “Genes, cultura y racismo científico”: “El ADN celular está revestido de moléculas que afectan la expresión de genes específicos, y algunos de estos fenómenos epigenéticos se transmiten a través de las generaciones (“herencia epigenética”), contribuyendo a la herencia de enfermedades, peso corporal, estrés, envejecimiento y otros rasgos. Los bebés mamíferos también heredan algunas de las bacterias simbióticas de sus madres, transmitidas durante el parto, así como anticuerpos en la leche materna y muchos otros nutrientes y recursos (“herencia somática”). También nacen en los entornos de sus padres; los humanos heredan lugares de nacimiento que varían en la calidad de la vivienda, la escolarización, las comodidades y los contaminantes (“herencia ecológica”). Las herencias epigenéticas, somáticas, culturales y ecológicas pueden afectar una amplia variedad de rasgos humanos”5.

Además, aunque todas las mediciones de IQ que hemos desarrollado son tan problemáticas y poco rigurosas que están más cerca de las patrañas, incluso usando esas medidas, resulta que la inteligencia es un rasgo cognitivo tan multifacético como cualquier otro. Saini explica que, a pesar de eso, “existe la suposición generalizada de que está influenciada por la genética. En realidad, el coeficiente intelectual de les padres solo explica el 15% de la variación en el de sus propios hijes. Es probable que madres y padres excepcionalmente inteligentes tengan hijos un poco menos inteligentes que ellos, debido a un fenómeno conocido como regresión a la media, que tiende a acercar a todas las personas en una población al promedio. Por eso es que no todes les nepo babies son talentosos, y algunos de plano perdieron todo atisbo de gracia. De hecho, estadísticamente, las personas más brillantes tienen más probabilidades de tener padres y madres con un coeficiente intelectual en el rango medio. Este es precisamente el hecho estadístico que hace que la eugenesia sea imposible”6.

Sin embargo, la eugenesia sigue viva y peor, se ha infiltrado en administraciones recientes en Estados Unidos. Ideólogos como Steve Sailer, que en 2009 sacó un libro contra Obama titulado “America’s Half-Blood Prince” y cuyas ideas se convirtieron en la columna vertebral del discurso anti-inmigrantes de la nueva administración gringa en 2016. O, ¿se acuerdan de esa orden ejecutiva reciente titulada “Restaurando la verdad y la sanidad a la historia americana” que se iba contra el Smithsonian por una exposición que afirmaba en su texto explicativo que la raza es una construcción social7? Trump, con frecuencia, habla también de los genes. En 2020 en un rally en Minnesota (donde el 80% de la población se identifica como blanca) les dijo:” Ustedes sí que tienen buenos genes”, y en 2024, una entrevista de radio con Hugh Hewitt, dijo que quería endurecer las políticas migratorias porque por eso habían llegado ya “13,000 asesinos” y luego añadió: Sabes, yo creo que los asesinos lo llevan en sus genes. Y tenemos un montón de malos genes en este país ahora mismo” (“You know, now, a murderer, I believe this: it’s in their genes. And we got bad, a lot of bad genes in our country right now.”)8.

En 2022, Payton Gendron, un hombre blanco de 18 años, mató a 10 personas e hirió a 3 luego de abrir un tiroteo en un supermercado Tops en Buffalo, NY. Además de transmitir todo en vivo por Twitch, Gendrón dejó un manifiesto en donde habla del peligro del “reemplazo racial” y usó un montón de lenguaje científico sobre genética para justificar que las personas negras son “genéticamente” inferiores a las blancas9.

Algo bien característico y extraño del siglo XXI ha sido la comercialización de las pruebas de adn, que comenzó en el 2006 cuando Oprah contó que se había hecho un examen genético y que ha seguido creciendo desde entonces. Para muchas personas que se sienten desconectadas de su pasado (como las personas negras cuyos antepasados llegaron a América por la fuerza, como esclavos). Pero estas pruebas tienen muchos problemas y riesgos.

Por un lado está la investigación periodística de la Canadian Broadcasting Corporation, en donde se revelaron casos de gemelos que habían recibido resultados radicalmente diferentes: a uno le dijeron que era 13% de ascendencia europea, y al otro que tenía esa ascendencia en solo un 3%. Estas irregularidades se presentaron en al menos otras cuatro compañías. ¿Cómo funcionan estas pruebas? Bueno, para empezar, 99.9% de nuestro ADN es común para todos los humanos, así que las pruebas se enfocan en el 0.1% de la información genética, haciéndonos creer que las diferencias entre los seres humanos son en realidad brechas. Estas mínimas diferencias se conocen como “polimorfismos de un solo nucleótido”, y los comparan y agrupan según el acumulado de pruebas que tiene cada compañía10. ¿Cómo deciden que alguien es, por ejemplo, francés? Pues dependiendo de qué similitudes hay con las pruebas de personas que hayan sido identificadas como “francesas”, no vía prueba biológica sino a través de una clasificación social. En parte el error se debe a que “ser europeo” es una categoría social y política que se quiere calcar en una secuencia de ADN y eso no es posible.

El otro gran riesgo es que no hay transparencia sobre el uso de la información genética que recogen con las pruebas, que estas compañías privadas claramente usan para lucrarse, y pueden venderle los datos de nuestro material genético a farmacéuticas, aseguradoras y gobiernos.

Aún así, como explica Brian Resnick en Vox, las compañías venden estas pruebas como una revelación ontológica. Ancestry.com dice “Tu ADN cuenta la historia de quién eres y cómo estás conectado a las poblaciones alrededor del mundo” (dicen poblaciones porque sería muy feo decir raza), y MyHeritage dice “esta prueba de ADN te ofrece la poderosa experiencia de descubrir qué es lo que te hace único y aprender de dónde vienes en realidad” (porque lo que realmente define de dónde vienes no es ni tus vínculos, ni tu historia personal, sino algo más, “científico”, “cuantificable”, “inmutable”.

Es inmensamente problemático que un examen genético se presente como genealógico. Las pruebas comerciales de ADN, tienen un impacto psicológico en sus usuarios, porque convencen a las personas de que nuestras diferencias se pueden ver en nuestro ADN, y que nuestros genes definen quiénes somos. Y esa creencia es la que está en la base de todos los discursos racistas y eugenésicos.

  1.  National Human Genome Research Institute, Fact Sheet Eugenics and Scientific Racism. Consultado el 6 de agosto de 2025. Traducción de la autora.
    ↩︎
  2.  National Human Genome Research Institute, Fact Sheet Eugenics and Scientific Racism. Consultado el 6 de agosto de 2025. Traducción de la autora. https://www.genome.gov/about-genomics/fact-sheets/Eugenics-and-Scientific-Racism
    ↩︎
  3.  Saini, Angela. Superior: The Return Of Race Science. Beacon Press, Boston, 2019. P 27. Traducción de la autora. 
    ↩︎
  4.  Saini, Angela. Superior: The Return Of Race Science. Beacon Press, Boston, 2019. P 48. Traducción de la autora. 
    ↩︎
  5. Lala, Kevin N. y Feldman, Marcus W. Genes, culture, and scientific racism. Editado por Laurel Fogarty, el Max-Planck-Institut fur evolutionare Anthropologie, Leipzig, Germany; received February 14, 2024; accepted May 11, 2024 by Editorial Board Member Simon A. Levin. Publicado en noviembre 18 de 2024, en la revista Proceedings of the National Academy of Science, PNAS. Traducción de la autora. Consultado el 6 de agosto de 2025. https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2322874121 
    ↩︎
  6.  Saini, Angela. Superior: The Return Of Race Science. Beacon Press, Boston, 2019. P 158. Traducción de la autora. 
    ↩︎
  7.  Rutherford, Adam, “’Biological reality’: What genetics has taught us about race”, BBC, 20 de abril de 2025. Consultado el 6 de agosto de 2025. Traducción de la autora. https://www.bbc.com/future/article/20250417-biological-reality-what-genetics-has-taught-us-about-race 
    ↩︎
  8. Rutherford, Adam, “’Biological reality’: What genetics has taught us about race”, BBC, 20 de abril de 2025. Consultado el 6 de agosto de 2025. Traducción de la autora. https://www.bbc.com/future/article/20250417-biological-reality-what-genetics-has-taught-us-about-race 
    ↩︎
  9.  Panofsky, Aaron; Dasgupta, Kushan; Iturriaga, Nicole; y Koch, Bernard. Confronting the “weaponization” of Genetics by Racists Online. Publicado por el Hastings Center el 21 de diciembre de 2024. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/hast.4925. Consultado el 6 de agosto de 2025. Traducción de la autora. 
    ↩︎
  10.  Resnick, Brian. The limits of ancestry DNA tests, explained. Revista Vox, 23 de mayo de 2019. https://www.vox.com/science-and-health/2019/1/28/18194560/ancestry-dna-23-me-myheritage-science-explainer Última Consulta el 6 de agosto de 2025. 
    ↩︎
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Autor

  • Feminista colombiana autora del libro “Las mujeres que luchan se encuentran”, columnista del diario El Espectador desde 2008. Creadora del Youtuber Beach Camp, (2019), un campamento para formar a creadoras de contenido latinoamericanas en feminismos y del Creadoras Virtual Camp, un taller virtual para la producción de contenido digital feminista (2020). Hace parte del Consejo Consultivo de la ONG alemana Centre For Feminist Foreing Policy. También es una de las fundadoras del colectivo feminista colombiano Viejas Verdes, que busca divulgar información clara y sencilla sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos a través de las redes sociales. En 2017 co-fundadora de la revista Volcánica, la revista feminista latinoamericana de Nómada y fue su directora hasta 2019. También ha sido columnista de el portal Sin Embargo y Vice en México, Univisión en Estados Unidos y el periódico El Heraldo y la revista Razón Pública en Colombia. Su trabajo como periodista ha sido publicado en periódicos internacionales como The Guardian y The Washington Post. Ha trabajado como Oficial de Comunicaciones en Women’s Link Worldwide y como Coordinadora de Comunicaciones para JASS Mesoamérica (Asociadas por lo justo) en donde trabajó con defensoras de derechos humanos indígenas y rurales en Centroamérica. Ha trabajado con organizaciones internacionales como Oxfam y Planned Parenthood en el diseño de estrategias digitales para la promoción de los derechos de las mujeres. En noviembre de 2016 dictó el TEDx Talk “Hablemos de feminismos” en la ciudad de Bogotá. Es maestra en Artes Visuales con énfasis en Artes Plásticas y Filósofa de la Universidad Javeriana, con Maestría en Literatura de la Universidad de Los Andes. Ejerce estas disciplinas como periodista.

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