Ya es de noche cuando le toca su turno para hablar. En la calle son miles y miles de personas. Es 23 de abril de 2024 y la marcha federal universitaria en contra de las políticas de ajuste del presidente argentino Javier Milei es masiva. Algunos hasta dicen que es de las más grandes movilizaciones en la historia de Argentina.
En la plaza donde se monta el escenario, frente al Congreso de la Nación, no cabe un alfiler. En el escenario hay un puñado de rectores, docentes, no docentes, estudiantes y referentes de la sociedad civil. Entre ellos hay una chica de 26 años rubia de pelo largo, que usa una remera negra con letras blancas que dice “FUA”. Está escoltada por otras dos chicas de su misma edad.
Su nombre es Piera Fernández De Piccoli y es la presidenta de la Federación Universitaria Argentina, la entidad estudiantil más importante del país. En apenas unos minutos esta muchacha se convertirá en el foco de atención de la Argentina entera gracias a su contundente discurso, que recita sin traspiés. Con voz fuerte y decidida dirá frente al micrófono frases como: “no queremos que nos arrebaten nuestros sueños”, “nuestro futuro no les pertenece”, “somos orgullosos hijos e hijas de la universidad pública argentina”, “somos la universidad pública gratuita e irrestricta en el ingreso de excelencia con libertad y equidad. Somos la universidad pública para el gran pueblo argentino”.
Piera: una mujer, joven y feminista de 26 años, se convirtió por unas horas en una de las voces más contundentes contra el gobierno de ultraderecha que se rige sobre la Argentina hace seis meses y contra un mandatario que, según reflexiona la colega María Florencia Alcaraz, se trata “del presidente de experimento liberal libertario que explícitamente ha señalado a nuestras existencias como sus enemigas”. Minutos después de dar su discurso frente a miles de personas, Piera se quedará sin voz.
“¿Quién es Piera Fernández de Piccoli, el rostro y la voz de la FUA que enfrenta el modelo libertario?”, se preguntaron en los portales de noticias, igual que los conductores de radio y televisión. Demasiada exposición para una chica que también, minutos después, sería víctima de una furiosa campaña de trolls, y a la que le dirán “vaga” como el más sutil de los insultos.
Pero Piera no está sola. Arriba (y abajo) del escenario comparte la lucha con otras dos jóvenes feministas que, como ella, dirigen las federaciones universitarias más importantes del país.
En Argentina, el movimiento feminista tiene un larga historia y un entramado de muchos factores que incluye, entre otras cosas, la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: mujeres que, en soledad, lucharon desde finales de la década de 1970 para encontrar a sus hijos y nietos víctimas de la cruenta dictadura cívico-militar. Mujeres que hoy rondan los 90 años y que desde 2015 se unieron al grito de “Ni Una Menos”, un grito colectivo que se transformó en el símbolo de lucha de los feminismos. Una de ellas, Nora Cortinas, Madre de Plaza de Mayo estuvo en todas las marchas y militó fuertemente por la campaña del Aborto Legal. En la última marcha del 3 de junio de “Ni Una Menos” también se despidió a “Norita”, como todos la conocen, que había fallecido hacía tan solo tres días atrás.
Unas horas antes de subirse al escenario, Piera, que no vive en Buenos Aires sino en Río Cuarto, la segunda ciudad más grande de Córdoba, a 800 kilómetros de Buenos Aires, encabeza la columna principal de la marcha con una bandera gigante que dice “En defensa de la universidad pública”.
A su lado está una joven de tez negra, pelo morocho enrulado que lleva atado, y una remera que dice “FUR”. Su nombre es Flor del Alba Cruz, tiene 25 años y es la presidenta de la Federación Universitaria de Rosario, una ciudad emblemática por ser el lugar en donde nació Lionel Messi, a 300 kilómetros de Buenos Aires. A mitad de camino se suma la tercera, Lucille Levy, igual de rubia que Piera, si hasta parecen hermanas o primas. Con 28 años, comanda la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) que nuclea a los centros de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la más grande del país y una de las más prestigiosas de América Latina.
No es la primera vez que comparten un escenario juntas. Los primeros días de noviembre del 2023, apenas semanas antes del balotaje en el que finalmente terminaría siendo electo presidente Javier Milei, las tres dirigentas protagonizaron una manifestación en contra del arancelamiento universitario que el candidato libertario haría en caso de llegar a la presidencia. Meses después, los primeros intentos se confirmaron y juntas, otra vez, volvieron a alzar su voz, esta vez con millones de personas a lo largo y ancho del país, muchos de ellos votantes de Javier Milei.
Sus historias son distintas y ellas también. Pero sin dudas, atraviesan una misma matriz. Ninguna se hubiera conocido si no fuera por un país que lleva como emblema la universidad pública, gratuita y de calidad.
Piera se crió en Río Cuarto, una ciudad agropecuaria con universidad pública. El dato de que en esa localidad exista una universidad no es menor. En Argentina existen 70 universidades públicas, gratuitas y de ingreso libre. Se trata de uno de los pocos países en el mundo con este sistema educativo y por eso tan valorado.
Sin venir de una casa en la que se hablara de política, en 2013, cuando tenía 15 años, creó junto a sus compañeros el centro de estudiantes en su escuela secundaria, y desde ese momento le interesó la política. Tal es así que justamente, cuando tuvo que elegir su carrera universitaria, se anotó en Ciencias Políticas. Además, empezó a participar en una agrupación estudiantil.
En 2019 Piera fue electa presidenta del Centro de Estudiantes de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, apenas unos meses después de que en Argentina se sancionara el aborto legal, un momento que marcó a fuego a todos los colectivos feministas. “Yo quería que las mujeres empezaran a ocupar los espacios de decisión, que empezáramos a tener también la visibilidad en los centros”, reflexiona.
En 2022, se convirtió en la segunda mujer en la historia en comandar la Federación Universitaria Argentina que desde su creación, en 1918, sólo había tenido a una mujer en la conducción. “Siendo mujer es complejo y es muy lindo al mismo tiempo. No fue fácil y no es fácil ahora. Pero creo que lo más maravilloso de todo el proceso es justamente que nos sostenemos entre nosotras, que nos bancamos, que nos ponemos espalda con espalda y que hacemos que las cosas funcionen. Realmente cambió la política universitaria a partir de eso también. Es mucho más dialoguista, mucho más tranquila, mucho más colectiva, mucho más humana. Yo lo noto en cada universidad a la que voy. No son las mismas anécdotas que hace un par de décadas”.
Como Piera, Lucille Levy, de 28 años, tampoco se crió en una casa politizada. Nació en Buenos Aires, a mediados de la década de 1990 y fue a escuelas privadas. Pero en la universidad no dudó en ir a la Facultad de Ciencias Económicas, que depende de la UBA, para ser contadora. La UBA es la más grande del país y una de las más prestigiosas de América Latina. Fundada en 1821, ofrece más de 80 carreras, formó a 16 presidentes argentinos y a 5 premios Nobel. “Lula”, como todos la conocen, entró sin pensar que ese lugar la transformaría.
Sin interesarse en política, pero atravesada por la ola feminista que comenzaba a gestarse en Argentina, de la mano de una amiga, empezó a participar del centro de estudiantes de su facultad. “Me empezó a gustar la vocación de ayudar. Era realmente un centro de estudiantes que hacía lo mejor, que mejoraba las condiciones de cursada de cada uno de nosotros”, cuenta Lula.
Y lo que empezó como algo pasajero se convirtió en lo que más tiempo y vocación le consumía. Tanto, que en 2016 fue electa presidenta del Centro de Estudiantes de Económicas: uno de los centros de estudiantes más importantes del país, de donde salieron muchos de los ministros de economía de la Argentina. Lula se convirtió en la segunda mujer en la historia en ocupar ese lugar. Cinco años después, en 2022 ante las elecciones de autoridades en la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), la organización estudiantil que nuclea a todos los centros de estudiantes de todas las facultades de la UBA, le ofrecieron ocupar la presidencia. “Dudé mucho cuando me ofrecieron el cargo. A todas las inseguridades personales que una puede tener para dirigir algo tan grande como la FUBA, lógicamente se sumaba mi miedo por ser mujer. Porque asume una mujer y todos ponen un signo de pregunta sobre la mesa. Y esto a los varones no les pasa. Pero a nosotras se nos pone un manto de duda de ‘¿ella se podrá poner firme?’”. Y gracias al apoyo de los compañeros, pero sobre todo de las compañeras, asumió el desafío. Después de la FUA, el de la FUBA es el cargo más importante dentro de la política universitaria estudiantil que se puede ocupar.
“La verdad es que hoy trabajar codo a codo con Piera y con Flor, así como con otras compañeras mujeres que dirigen federaciones universitarias es un sostén muy importante, fundamental. Nos entendemos, me siento cómoda y no juzgada. No tengo que levantar la voz para hablar, nos escuchamos. Sentirse acompañada no es algo menor en este tipo de ámbitos. Pero por otro lado, creo que también se derriban muchos mitos. Nadie esperaba de Piera que diera un discurso como el que dio en la manifestación contra las políticas de ajuste. Y sin embargo, fue impresionante, rompió cualquier tipo de estigma y demostró que realmente las mujeres podemos estar al frente de estos espacios. Que nadie nos venga a decir lo contrario”, sostiene Lucille. .
A Flor del Alba Cruz le gusta definirse como la primera mujer afrodescendiente en dirigir una federación universitaria. Nacida en República Dominicana, vino a la Argentina cuando era muy chica, porque el marido de su madre es Argentino. Estudió siempre en escuelas públicas y no dudó en anotarse en la Universidad de Rosario a la carrera de Comunicación. Cuando en 2016 cursaba su primer año, se sintió convocada por un congreso sobre Democracia que hacían los estudiantes y eso la llevó a militar. Se convirtió así en presidenta del centro de estudiantes de la facultad de políticas y, luego, en presidenta de la Federación que nuclea a todos los centros de estudiantes de la Universidad de Rosario.
“A partir de 2015 y sobre todo con la lucha por la despenalización del aborto hubo una gran sensibilización por parte de mujeres universitarias que por supuesto nos encontrábamos en nuestros espacios de militancia, pero que lo interesante de esto es que de alguna manera fue que más allá de pertenecer a un espacio ideológico determinado o un partido político, nos encontrábamos de alguna manera, en un lugar de igualdad a la hora de de discutir cuestiones que referían a los feminismos y a criticar a nuestras mismas estructuras políticas partidarias”, asegura Flor.
Pero hace algunas semanas, igual que Piera, en medio de los debates por la crisis universitaria, en donde Flor fue una de las voces más críticas contra las políticas de Javier Milei, fue atacada en redes sociales, en gran parte por ser afrodescendiente. Y aunque fue doloroso para ella leer todos esos comentarios xenófobos, no bajó los brazos en la lucha y siguió adelante. Creo que el movimiento estudiantil tiene muchísimo para aprender, pero también para contagiar a la política nacional, porque si bien tenemos nuestras diferencias, no tenemos ningún tipo de problema para dejar de lado y apostar por una construcción colectiva cuando se tocan derechos tan importantes como la educación”, dice. “Y eso, sin dudas, también se logra con más feminismo”, concluye.
Aunque tienen menos de 30, son parte del movimiento feminista que en Argentina desbordó a partir del 2015 y las tres militaron activamente en 2018 y en 2020 para que el aborto fuera legal. Hoy, mientras el gobierno intenta silenciar a los colectivos feministas, desarticula políticas públicas contra la violencia de género, desmantela el ministerio de las mujeres y diversidades, prohíbe el lenguaje inclusivo y promueve discursos de odio, se expande un nuevo fenómeno con mujeres jóvenes al frente del estudiantado. Por caso, hace apenas unos días, el Gobierno informó que alcanzó un acuerdo con los rectores de todas las universidades públicas nacionales para incrementar el presupuesto destinado a los gastos de funcionamiento. El vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció en rueda de prensa que el aumento será aproximadamente del 270%. No es la solución total al problema, pero es un pequeño avance.