
Francia Márquez Mina ha sido, sin duda, todo un fenómeno político en las elecciones presidenciales de 2022. La abogada, activista social y ganadora del Premio Goldman, uno de los más importantes como defensora del medio ambiente, trajo la dignidad y justicia social al centro del debate político en unos términos nunca antes vistos en la historia de Colombia.
La figura de Francia Márquez es absolutamente poderosa en términos de representación por su trayectoria de vida, sus logros y sus discursos, que parten de procesos comunitarios que la convirtieron en activista social. Fue así como las organizaciones de base se hicieron un espacio a pulso en la política nacional a través de Francia, quien con el voto popular en la consulta interna del Pacto Histórico obtuvo la tercera votación más alta entre todos los partidos consultantes, abriéndose lugar en una política reservada exclusivamente para las élites blancas más privilegiadas de Colombia. Esa representación afro es particularmente valiosa y excepcional porque la figura política de Francia se forma desde el proceso comunitario; desde la construcción colectiva.
La participación de Francia en estas elecciones también ha removido los cimientos del racismo en Colombia, incomodando y dejando en evidencia a la sociedad en general, a personajes públicos como Marbelle, quien la llamó “King Kong”, y a políticos de izquierda como Ivan Cepeda, contestando a ese tuit con más racismo, supuestamente a favor de Francia; o como Miguel Polo Polo, representante de la “afro derecha”, que dijo: “ prefiero a una negra católica como Marelén Castillo que a una negra santera como Francia”.
Ha sido tal el impacto de Francia en la política nacional que, luego de anunciada su candidatura a la vicepresidencia de Colombia, como ha pasado muy pocas veces en la historia, otros candidatos decidieron elegir a más figuras afrocolombianas como sus fórmulas vicepresidenciales en esta temporada electoral.
De las ocho fórmulas vicepresidenciales, cinco eran personas negras y tres de ellas mujeres negras, lo que aparentemente representa un gran avance en términos de representación política en un país profundamente racista que impide, de manera estructural, que las poblaciones negras e indígenas ocupen cargos de elección popular más allá de las curules que les reservó la Constitución.
Esto da lugar a una importante reflexión acerca de la representación y la inclusión en todos los ámbitos de la vida, pero especialmente en la representación política. Porque incluidas ¿pero a qué costo?, diversas ¿pero en qué términos? Respuestas cortas para estas preguntas serían: pero sin estar hablando de desigualdades, pero sin cuestionar las estructuras racistas, pero sin que se note la procedencia, pero con el pelo bien alisado, pero bien católica, pero sin señalarnos nuestro racismo, pero soportando malos tratos “sin victimizarse”, porque para los opresores, y pa’ más de un oprimido, hablar de justicia social es “victimizarse”. Mejor dicho, hay que blanquearse para recibir menos ataques.
No es gratuito que en los resultados en el observatorio del Racismómetro de la revista Las 2 Orillas, del 1 de abril al 30 de mayo del 2022, se presentaran contra Francia Márquez 987 ataques racistas, y 6 ataques racistas en contra de Marelén Castillo, fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández, conocido por sus discursos de odio contra las mujeres, includa la Virgen María, y por discriminar, golpear y amenazar sin ningún pudor.
El otro día, un rodolfista me decía “pero vota por Rodolfo igual vas a tener una mujer negra de vicepresidenta”, porque sí, lastimosamente para muchos el deseo de representación no trasciende de una imagen superficial. Me imagino al Ingeniero buscando a una vicepresidenta negra solo por el criterio racista de su apariencia, “para tener una negra de vice porque eso está llamando la atención”. Y no es que Marelén no sea una persona con agencia, o que no merezca reconocimiento o aspirar a cargos de relevancia, el problema es ¿cómo y a qué costo?, no solo para ella sino para las luchas de las personas oprimidas. ¿Haciéndolo desde el privilegio y siendo útil a un sistema racista y perverso?
Las personas afrocolombianas estamos en todas partes, en todas las clases sociales, y en todas las inclinaciones políticas. No pensamos igualito, ni todas somos antirracistas, ni todas tenemos un interés colectivo por la justicia social y la reparación para los pueblos históricamente oprimidos de Colombia.
Y es que no estamos hablando de una campaña publicitaria cuyo único objetivo es la representación afro en términos de imagen. El propósito de la representación política afro es acceder a lugares de poder que permitan transformar realidades tremendamente desiguales de las poblaciones históricamente oprimidas.
Pareciera que desde losliderazgos de la política tradicional colombiana, las figuras políticas gobernaran solas, algo bastante antidemócrata, y heredaran el poder político de sus familias de élite o de clanes políticos que pueden montar al poder literalmente a cualquiera como ha pasado en los últimos años. Personajes que no tienen ningún vínculo o relación con las poblaciones que pretenden gobernar.
Pero un personaje político como Francia no se hace solo ni de la nada, contrario a la política hegemónica, gesta su poder desde el Proceso de Comunidades Negras (PCN), desde un proceso comunitario. A la hora de hablar de representación política es importante destacar los procesos colectivos que han formado a Francia Márquez desde niña y que hacen posible que ella hoy movilice los discursos y propuestas que defiende.
Por demás, podemos ver cómo en los medios y las calles se habla de “Petro y Francia” como un equipo, todo lo contrario pasa con Marelén, a quien personalmente ni le conozco la voz y a la que solo he visto al lado de Rodolfo en la foto del tarjetón, y eso ya dice mucho en términos de poder y representación.
Porque para la sociedad colombiana lo más importante es negar el racismo y vivir en modo “Encanto”: vernos bonitos, incluyentes y diversos, sin cuestionar de fondo las estructuras de poder. En ese sentido, por ignorancia, sin mala intención o con el mero objetivo de cumplir metas personales, (lo que es entendible en un sistema que nos discrimina), las personas negras e indígenas de muchas maneras podemos ser útiles al sistema y a una sociedad que necesita constantemente demostrar que no es racista.
En cambio, Francia Márquez, como mujer negra, su historia y sus luchas, representan la dignidad, la esperanza y las luchas de las mujeres de las bases de Colombia y América Latina. Su presencia desde la estética, su piel oscura, su acento, su cabello natural y su forma de vestir confronta una élite masculina, homogénea y blanca. Su historia de vida y sus luchas feministas desde las bases, cuestionan y sacuden las estructuras de poder racistas y clasistas de Colombia, y todo ese poder en una mujer negra es lo que ha dejado al descubierto el racismo solapado de Colombia.
Francia Márquez es la cara visible de los procesos comunitarios de las bases. Y eso ya es histórico en un país como Colombia. Su representación política coloca en el centro la dignidad y la vida. Sin duda alguna algo ya ha cambiado en forma de hacer política y será un referente para América Latina.
Aunque la política electoral es un asunto “de gente adulta”, y en Colombia esas disputas por el poder suelen estar llenas de violencia, corrupción y discursos de odio como el racismo y la misoginia, y definitivamente la imagen de ciertos personajes no es contenido idóneo para la niñez, dice mucho de la representación de Francia Márquez que las niñas puedan reconocerla, verla con admiración e identificarse con ella. No solo las niñas negras, las niñas en general a quienes les preocupa el futuro ambiental del planeta y las injusticias de la sociedad colombiana. Esto demuestra que los intereses de la representación no son imágenes vacías y que trascienden al color de la piel, el acento y el origen. Esa es la representación que queremos y necesitamos en Colombia y América Latina.
Colombia tendrá a una mujer negra en la vicepresidencia y una vicepresidenta que eventualmente puede llegar a ser presidenta; este es un momento histórico en el que no necesitamos representaciones vacías.