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El atentado cometido este 7 de junio contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay en Bogotá, es una amenaza contra la democracia y nos confronta con las expresiones extremas de una violencia política que sigue latente en nuestro país.
Este hecho violento nos revuelve el doloroso recuerdo de los magnicidios de los candidatos Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán (1989), Bernardo Jaramillo (1990) y Carlos Pizarro (1990). También es testimonio de una violencia que persiste más allá del proceso de paz, en donde los jóvenes y adolescentes abandonados por el Estado son vulnerables al reclutamiento.
Nos preocupa que este hecho enturbie y radicalice el contexto de las campañas presidenciales 2026, y que pueda ser usado con oportunismo por intereses partidistas, o para instrumentalizar el miedo y la zozobra que esto genera para justificar retrocesos en derechos humanos.
¡Exigimos que esto no quede en la impunidad, por el bien de la democracia!
También invitamos a nuestra audiencia a compartir estas preguntas: ¿Qué fallas estructurales llevan a un adolescente a convertirse en un sicario? ¿Qué fallas estructurales llevan a un adolescente a convertirse en sicario? ¿A qué razones o personas estamos apresuradamente atribuyendo este atentado sin tener claridad o evidencia? ¿Qué podemos hacer desde lo individual y desde lo colectivo, para no azuzar discursos y acciones violentas?
Este es un recordatorio de que tenemos deudas pendientes con el desmantelamiento de la violencia política y especialmente con la NO repetición. Si bien algunas expresiones de violencia política se han logrado reducir en Colombia, la violencia política nunca se ha ido por completo y el asesinato a líderes sociales, defensoras y defensores de derechos humanos y firmantes de paz lo confirman.
¡Ninguna democracia se construye desde el miedo!
