November 5, 2025

Zohran Mamdani: una apuesta por la defensa de lo cotidiano

Zohran Mamdani, socialista de 34 años, hizo historia al convertirse en el primer alcalde musulmán de Nueva York, con el 50,4 % de los votos.

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Este martes 4 de noviembre, el socialista Zohran Mamdani, de 34 años, se convirtió en el primer alcalde musulmán de la ciudad, con el 50,4 % de los votos, venciendo al exgobernador de Nueva York y agresor sexual, Andrew Cuomo, que obtuvo el 41,6 %.

Zohran Kwame Mamdani nació en Kampala, Uganda, en 1991. Hijo de Mira Nair, cineasta india conocida por películas como Monsoon Wedding y Mississippi Masala, y del académico Mahmood Mamdani, referente en estudios poscoloniales. Además de ser el primer alcalde musulmán y uno de los más jóvenes en ocupar el cargo, será el primero de origen africano-indio en la historia de Nueva York; esto, en un momento de creciente islamofobia y hostilidad en el país hacia las personas migrantes, es de especial relevancia en una ciudad como Nueva York, que ha sido “puerta de entrada” para inmigrantes de muchas partes del mundo, llegando a ser cerca del 40 % de la población.  Solo en el año fiscal 2024, el estado de Nueva York recibió 7.810 personas refugiadas o con visa de inmigrante especial (SIV).

Su camino político empezó en la organización local y asesoría de vivienda en Queens, donde trabajó para proteger hogares vulnerables del desalojo. En el 2020 se postuló y ganó una banca en la Asamblea Estatal de Nueva York, representando el distrito 36 que cubre partes de Queens, convirtiéndose en uno de los representantes más jóvenes y progresistas del Estado. En octubre de 2024 anunció su candidatura para alcalde de Nueva York, posicionándose ya como figura simbólica de una nueva generación de liderazgo urbano. 

Mamdani, que entiende la ciudad como una trama de desplazamientos, desigualdades y resistencias, consiguió movilizar a miles de votantes jóvenes, racializados y de clase trabajadora que se sienten cada vez más ajenos al establishment político; esto, en momento político en que pareciera que los movimientos y apuestas progresistas han perdido su capacidad de enamorar y ofrecer futuros seductores para el electorado, mientras la ultraderecha sigue ofreciendo narrativas tradicionales que se aferran al pasado. La prensa internacional lo describe como “una figura política nueva, que transformará Nueva York desde la periferia hacia el centro”.

En campaña no habló de “recuperar la esperanza”, sino de defender la cotidianidad: el derecho a pagar un alquiler justo, a moverse sin miedo, a cuidar sin endeudarse. En su discurso, reiteró la urgencia de las luchas cotidianas —vivienda, transporte, cuidado y dignidad—, y reforzó las altas expectativas que enfrentarán su mandato, empezando por la viabilidad económica de sus propuestas —como el transporte gratuito o el congelamiento de alquileres—.

Esa insistencia en lo pequeño —en el precio del metro, en el agotamiento de quien sostiene varios trabajos, en el cansancio de sobrevivir— transformó su discurso en una política moral, íntima, radicalmente urbana. En tiempos en que el poder se mide por la distancia que impone, Mamdani ganó acercándose: reconociendo que las luchas más urgentes no siempre son épicas, pero sí constantes.

En su red social Truth Social, el presidente Donald Trump amenazó con recortar los fondos federales a la ciudad, en caso de que ganara Zohan: “Con un comunista al mando, la situación solo puede empeorar… la ciudad de Nueva York será un completo desastre económico y social si Mamdani gana”. Mamdani le respondió en su discurso de victoria: “Suba el volumen. Escúcheme bien, presidente Trump, cuando le digo: para llegar a cualquiera de nosotros, tendrá que pasar por todos nosotros”. Mamdani se consolida como una de las figuras de oposición al gobierno Trump más relevantes y de mayor proyección.

El ascenso de Mamdani habla de un electorado que no solo quiere representación, sino redistribución; que entiende la política no como gestión, sino como cuidado colectivo. Su victoria interpela a todas las ciudades donde el costo de vivir es una forma de violencia silenciosa y por eso, interpela también a América Latina. El triunfo de Mamdani invita a imaginar ¿Qué pasa cuando las periferias llegan al poder con sus propios lenguajes, con sus propias heridas, con sus propias formas de amor político? Su elección no fue solo una apuesta electoral, fue un gesto de resistencia. Votar por él significó, para miles de neoyorquinos, negarse a aceptar que la precariedad es una forma inevitable de vida. 

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