
El 16 de agosto se viralizó la falsa noticia sobre una bebé que había sido registrada con el nombre de Chat Yipiti, en Cereté, Córdoba (Colombia). La nota fue publicada por Pulzo y replicada sin verificación por algunos de los grandes medios nacionales como El Tiempo y El Colombiano, e internacionales como Milenio e Infobae. Sin embargo, el 19 de agosto, la Registraduría informó, mediante un comunicado, que no existe ninguna inscripción de nacimiento con el nombre Chat Yipiti, desmintiendo la información y dejando en evidencia a todos los medios que replicaron la noticia por clickbait. Aunque algunos medios rectificaron y bajaron la nota original, la información falsa ya se había viralizado y sigue circulando en varios posts de medios y redes sociales.
Como suele ocurrir con muchas noticias falsas, la información ya quedó instalada en los algoritmos y en el imaginario de muchas personas. Es lo que se conoce como efecto bola de nieve: una vez que la noticia entra en canales masivos (influencers, medios, figuras políticas), su alcance se multiplica y, aunque luego se desmienta, la corrección rara vez tiene el mismo nivel de difusión.
Así operan las fake news
Las noticias falsas suelen apelar a emociones fuertes —indignación, miedo, sorpresa, ternura—, lo que aumenta la probabilidad de que la gente las comparta sin verificar. En este caso, la burla. Además, se apoyan en atajos mentales o sesgos cognitivos como:
- Sesgo de confirmación: La gente comparte lo que refuerza sus creencias previas.
- Heurística de disponibilidad: cuanto más impactante y fácil de recordar, más “verdadera” parece.
Los contenidos falsos también suelen tener titulares sensacionalistas y compartirse en formatos fáciles de compartir como memes y cadenas de WhatsApp, lo que reduce la fricción para su viralización. Las redes sociales, por su parte, priorizan lo que genera más interacción. Una noticia falsa con alto potencial emocional puede escalar rápidamente porque el algoritmo la interpreta como contenido “relevante”.
Este caso deja en evidencia la dictadura del clickbait y el déficit de verificación de los grandes medios, acostumbrados a publicar un alto volumen de notas diarias sin importar su calidad ni veracidad, con tal de obtener suficientes clics para mantener un tráfico considerable. La urgencia de informar o “ser el primero” lleva a que algunos medios y usuarios compartan sin corroborar. Esto se intensifica en contextos de crisis, cuando la demanda de información es alta y los equipos son cada vez más reducidos. Muchos de estos medios ya no cuentan con editorxs ni realizan ningún tipo de fact-checking antes de publicar.
¿Pero qué daño puede hacer este tipo de noticias?
Uno de los sesgos que facilita la viralización de este tipo de noticias es el sesgo de clase y raza. La información reforzaba la creencia de que las personas empobrecidas les ponen a sus hijas e hijos nombres absurdos porque son ignorantes.
Sin embargo, la gente rica también lo hace, pero a nadie le parece igual de absurdo que se bautice a alguien Manzana, Milán o con nombres aristocráticos para reforzar la narrativa de exclusividad y diferenciación del resto del mundo.
En tiempos de IA y campañas electorales, es fundamental desacelerar un poco la velocidad a la que estamos acostumbradxs a replicar información sin corroborla antes.
Desde Volcánicas recomendamos:
- Dejar de consumir información de fuentes que apelan al clickbait y ya antes han difundido información falsa.
- Identificar tus fuentes confiables, así tengan un menor volumen de noticias, y suscribirte a sus canales.
- Si hay dudas, espera, consulta y corrobora antes. Ya sabes que las noticias falsas apelan a la emoción y a la inmediatez. Sospecha siempre y recuerda que la chiva no es tan importante como la calidad de la información.
- Y si algo no tiene más valor informativo que reforzar un imaginario racista, clasista o sexista, pregúntate: ¿por qué, para qué y a quién se lo estás compartiendo?