
Este 17 de noviembre, con 13 votos a favor, 0 en contra y 2 abstenciones (China y Rusia), el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución que respalda el plan de los Estados Unidos para Gaza. La decisión autoriza la creación de una fuerza internacional de estabilización (ISF, “International Stabilization Force”) y establece un cuerpo de transición para la gobernanza de Gaza (“Board of Peace”). La ISF tendría mandato en Gaza para asegurar la seguridad, supervisar la asistencia humanitaria y garantizar la desmilitarización de Hamás, entre otras funciones. El Board of Peace, por su parte, cooperaría con Egipto, Israel y otros actores en la administración temporal de Gaza.
El plan impone un modelo de gobernanza externa en Gaza: una fuerza internacional encargada del desarme de Hamás, una transición condicionada a reformas institucionales aceptables para EE. UU. y un Board of Peace con poder real sobre Gaza, sin representación palestina directa. En pocas palabras, un esquema de tutela internacional sobre Gaza, impulsado por el gobierno de Estados Unidos. Se trata de una decisión multilateral, en plena crisis del multilateralismo, y sin representación palestina.
Estas medidas hacen parte del “plan de paz” para Gaza que presentó en octubre de este año el gobierno de Estados Unidos, que incluía también un alto al fuego que no ha parado de ser violado por Israel. La aprobación de este plan genera enorme preocupación, pues vulnera la soberanía palestina y condiciona su autodeterminación a reformas institucionales.
Hamás rechazó la resolución
Hamás rechazó la resolución, argumentando que una fuerza internacional con funciones como el desarme de grupos de resistencia no podría ser neutral, porque la convertiría en un actor del conflicto y favorecería a Israel. También denunciaron que la propuesta equivale a imponer una tutela internacional sobre Gaza, que compromete los derechos y la autodeterminación del pueblo palestino.
Otros países árabes expresaron reservas sobre el plan: cuestionan la falta de detalles sobre la gobernanza, el papel de la Autoridad Palestina y el camino hacia un Estado palestino. Crece así el temor de que la ISF actúe más como mecanismo de control que como una fuerza de “estabilización imparcial”, lo que podría generar nuevas resistencias o incluso prolongar la inestabilidad.
El fantasma del peace enforcement
Algunas voces críticas han comparado la ISF con los Cascos Azules por su mandato y objetivos declarados de estabilización. Sin embargo, existen diferencias clave: los Cascos Azules no suelen administrar territorios, mientras que aquí se propone un Board of Peace con facultades temporales de gobernanza en Gaza. Además, los Cascos Azules operan bajo supuestas reglas de “neutralidad”, en cambio, la ISF tendría entre sus atribuciones supervisar el desarme de Hamás y colaborar abiertamente con Israel y Egipto, sin ningún tipo de neutralidad, ni siquiera entrecomillada. Incluso con sus limitaciones, los Cascos Azules han sido denunciados reiteradamente por abusos sexuales y explotación en Haití, República Centroafricana, Congo (MONUSCO), Kosovo y Sudán del Sur. La ISF podría enfrentar riesgos mayores y alejarse del modelo clásico de peacekeeping, acercándose más al peace enforcement (imposición de la paz), como en Kosovo (UNMIK) o Timor Oriental, donde la administración internacional asumió funciones directas de gobierno.
Estas experiencias muestran los riesgos de esquemas en los que administradores internacionales toman decisiones clave sin participación de representantes locales, lo que puede generar déficits democráticos, tensiones comunitarias, abuso de poder, impunidad y falta de rendición de cuentas.