November 8, 2025

Viajar, rezar, lavarle la cara de un estado genocida: influencers en Israel.

El viaje de influencers colombianos a Israel, organizado por la embajada de ese país, hace parte de una estrategia de genocide-washing: una campaña de relaciones públicas para normalizar un genocidio.

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Una secuencia maleta-aeropuerto-ventana de avión. Un video de Jerusalén en timelapse con voz en off. Cenas abundantes y mercados abastecidos. La foto obligatoria flotando en el Mar Muerto. Lágrimas (infaltables en el kit de influencer) y pose solemne en un kibutz o en el Museo del Holocausto. No se trata de cualquier viaje de influencers con marcas; es el telón de fondo para compartir “genuinamente” lo que ellos llaman “la realidad de Israel”, desde el tour organizado por la embajada de ese país. 

Un  grupo de influencers colombianos viajó a Israel, invitado por la embajada israelí, con la excusa de “conocer la realidad de Israel”, en un intento de genocide-washing para limpiar la imagen de un estado acusado formalmente en instancias internacionales de cometer genocidio. En el grupo estaban la actriz Johanna Fadul, la influencer Kika Nieto, el actor Pedro José Pallares y su esposa, la presentadora, modelo y exreina Lucía Aldana, la presentadora Maria Clara Rodríguez, el actor Mauricio Mejía, el chef y jurado de Master Chef Colombia, Nicolás de Zubiría, y Daniela Vidal, entre otros. Algunos viajaron incluso con sus hijos pequeños y resaltaron lo amigable que era este país con los niños (pero no con los niños palestinos, les faltó aclarar).

A pocos kilómetros, en la Franja de Gaza, los palestinos y palestinas que sobreviven al genocidio luchan por reconstruir sus hogares entre la hambruna y los nuevos bombardeos que violan el reciente acuerdo de cese al fuego. Las cifras oficiales hablan de más de 66.000 personas palestinas asesinadas —la mayoría mujeres y niños— en un periodo de dos años. El contraste es obsceno. Pero son estos influencers los llamados a contarnos “la realidad de Israel”. Figuras cuidadosamente seleccionadas por lo que representan: varias de ellas con alusiones a Dios en sus bios digitales, personas que prometen a sus audiencias una vida mejor a través del consumo correcto, la moral correcta y la historia correcta, que es la historia oficial. Muchas de sus publicaciones de este viaje se apoyan en un lenguaje de peregrinación, milagro, tierra santa, propósito espiritual. Pero entre ellas se cuela una narrativa. Pallares, que ni logra acentuar bien la palabra otomano, intenta explicar en un reel que el apartheid no existe porque ahí “conviven musulmanes, cristianos y judíos”.

Hay una clara instrumentalización de la fe y la espiritualidad, convirtiéndolas en dispositivos de marketing geopolítico; la religión como experiencia y entretenimiento. Ir a Israel se vende como viaje de sanación personal, incluso mientras el mismo Estado usa el hambre, el desplazamiento y los bombardeos como tecnologías de castigo colectivo.

La historia oficial

Con las imágenes de cuerpos y vidas deseables flotando en bikini en el Mar Muerto y otros contenidos amigables para Instagram y TikTok, se busca desplazar las de los miles de cadáveres, bombardeos, fosas comunes y niños desnutridos; en pocas palabras, limpiar la imagen de Israel.

Nada de esto ocurre en el vacío. Desde hace años, Israel ha invertido en campañas de nation branding y en lo que llama hasbara: esfuerzos sistemáticos para mejorar su imagen internacional, desvincularla de la ocupación y las violaciones de derechos humanos, y vender un país joven, creativo, tecnólogo, incluyente y cool. El término proviene del hebreo HaSbará (הַסְבָּרָה), que significa “explicación”, y fue formalmente introducido en el vocabulario sionista por Nahum Sokolow. Esta estrategia de comunicación para explicar y justificar el genocidio y dar forma a una narrativa necesita de terceros que la legitimen. Ahí es donde entran ciertos perfiles y el marketing de influencia, a vender la historia oficial como cualquier otro producto de consumo masivo. En el contexto de un genocidio ya reconocido por la ONU y denunciado por distintos gobiernos y especialistas en derecho internacional, esto se puede entender como genocide-washing.

Iniciativas como Vibe Israel llevan más de una década organizando tours para influencers internacionales, diseñados desde el minuto cero para crear momentos “instagrameables”, medir el aumento de favorabilidad hacia el país y la intención de viajar después de los contenidos. Se han multiplicado los viajes patrocinados para celebridades y creadores de Estados Unidos y Europa que visitan los kibutz atacados por Hamás el 7 de octubre de 2023, se reúnen con familias de rehenes y producen relatos emotivos de duelo israelí para sus millones de seguidores, sin ningún tipo de contexto previo sobre la ocupación de Palestina desde 1947.

El Ministerio de Exteriores israelí financió un tour para 15-16 influencers MAGA y America First en Estados Unidos, con visitas guiadas a lugares simbólicos y a zonas controladas por el ejército israelí para grabar videos que niegan la hambruna, justo cuando la ONU declaraba formalmente un escenario de hambre catastrófica, como parte de una campaña dirigida a jóvenes conservadores que empiezan a cuestionar el apoyo al genocidio. Según registros ante el Departamento de Justicia de EE. UU., el llamado Esther Project —una iniciativa conservadora de The Heritage Foundation, que pretende suprimir el discurso a favor de la causa palestina— y otros contratos prevén el pago de miles de dólares por post a una cohorte de influencers para mejorar la imagen de Israel y contrarrestar el desgaste causado por las imágenes de genocidio.

El reciente viaje de los influencers colombianos es la versión criolla de este guion probado y aprobado y ocurre después de que el gobierno colombiano rompiera relaciones diplomáticas con Israel en mayo de 2024, precisamente por el genocidio en Gaza, aunque manteniendo algunos vínculos consulares y comerciales. Es claro que se trata de una apuesta de diplomacia digital para reconfigurar la imagen de Israel en Colombia, uno de los países que ha adoptado una postura frontal y firme contra el genocidio contra el pueblo palestino.

Alianzas conservadoras

No es la primera vez que Kika Nieto pone su influencia al servicio de las fuerzas conservadoras. Su vida pública ha estado marcada por declaraciones homofóbicas, xenófobas, antiaborto y transfóbicas y alianzas con organizaciones conservadoras y grupos antiderechos que la presentaron como mártir de la libertad de expresión cuando perdió una demanda por discurso de odio.

No es un detalle menor: los mismos ecosistemas religiosos y políticos que la celebran por su “valentía” al atacar derechos LGBTIQ+ suelen alinearse con proyectos autoritarios, militaristas y colonialistas en el plano internacional. El viaje a Israel encaja con esa trayectoria: se premia una figura que ya demostró estar disponible para causas conservadoras, ahora elevada a embajadora informal de un Estado acusado de genocidio.

Cuando alguna de estas personas se toma una selfie en Jerusalén o publica un reel llorando en un kibutz, esas imágenes viajan apoyadas por una infraestructura de poder: embajadas, cancillerías, agencias de marketing pro-Israel, plataformas tecnológicas. Más allá de quedarnos en la polémica personalista, hay que entender que este acto forma parte de un dispositivo estatal de propaganda con presupuesto, diseño y objetivos medibles; hay que recordar que estas personas no son testigos neutrales, sino invitadas de honor de un gobierno que decide exactamente qué ven y qué no, a quién conocen y a quién nunca se van a cruzar. 

Si bien la figura del influencer tuvo su auge hace unos años, hoy es vista como vendedora de cualquier cosa, goza cada vez de menos credibilidad y es una etiqueta venida a menos. Cabe también preguntar a las audiencias que siguen a estas personas, ¿por qué lo hacen, por qué ciertas vidas y paisajes nos resultan aspiracionales y otras no? ¿Qué nos dice eso sobre el racismo, el clasismo y la colonialidad? El genocidio-washing no funciona solo porque hay Estados cínicos, agencias de marketing, marcas e influencers. Funciona porque hay audiencias dispuestas a creer que un baño en el Mar Muerto puede convivir sin fricción con un genocidio que deja más de 66.000 personas asesinadas.

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Comentarios

2 thoughts on “Viajar, rezar, lavarle la cara de un estado genocida: influencers en Israel.

  1. Algo parecido a los parásitos de “la flotilla”, ellos también Viajaron, rumbearon y le lavaron la cara a los criminales de Hamas. Lo de REZAR, no creo que hayan llegado a hacerlo

    1. A ellos no los invitó ninguna embajada, autogestionaron el viaje con aportes de la ciudadanía; no los recibieron con cenas ni fiestas ni zambullidas al mar muerto; los interceptó el ejército de Israel y los deportó; varios de ellos reportaron varios abusos de parte de militares. Pero si a ti te parece eso parecido, mejor no interactues con personas.

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