November 30, 2023

Silvia Menchú, lideresa del agua, el territorio y los derechos sexuales y reproductivos en Guatemala

Ante la llegada de proyectos extractivos y la ocupación de sus territorios, las mujeres indígenas en Guatemala han marcado una historia de resistencia, lucha y resiliencia por la defensa de su vida: la Madre Tierra.

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Silvia Menchú, lideresa ambiental

La iglesia central de Totonicapán, San Andrés Xecul, destaca en la plaza principal por su color amarillo, asociado a la importancia del maíz para les indígenas mayas, y las figuras esculpidas de animales, frutas, verduras y personas que hacen referencia a las raíces de este pueblo. Allí, en ese municipio, a 179 kilómetros de Ciudad de Guatemala, nació y pasó sus primeros años Silvia Menchú, lideresa maya quiché y feminista. 

“Vengo de una familia donde siempre hemos querido aportar y más a la defensa del territorio”, relata Menchú a sus 54 años. De niña acompañaba a su papá, Lucas Juan García, a las reuniones donde era líder comunitario y defensor de la tierra. Creció participando de los comités de agua y de bosques de su comunidad. 

Desde hace varias décadas, en Guatemala, los pueblos indígenas se han tenido que enfrentar a la llegada de proyectos extractivos a sus territorios, pese a que están protegidos por el Convenio 169 de la OIT. 

El más reciente informe de Oxfam, ‘Defensoras de derechos humanos, la Madre Tierra y el ambiente en América Latina’, mostró que varios de los 39 proyectos hidroeléctricos actuales en Guatemala implicaron desplazamientos. Lo cual “pone en cuestión la sobrevivencia de comunidades mayas que dependen de la escasa tierra que resta de las que por siglos han acaparado latifundistas en ese país”. 

Por ejemplo, Menchú y su comunidad en Santa Catarina de Palopó, a la orilla del lago Atitlán, se enfrentan, actualmente, al proyecto Mega Colector,  una red de tuberías que supuestamente llevaría las aguas negras de la cuenca hacia la costa sur para evitar la contaminación del lago. Las personas que habitan este territorio denuncian que anunciaron el megaproyecto sin informarles previamente, violando su derecho a la consulta previa como pueblo indígena que constituye el 96% de la población del departamento. Además, temen que afecte sus fuentes hídricas o se utilice para proyectos extractivos. 

Otra de las amenazas, para ella, en este territorio es la eliminación de las semillas nativas. De acuerdo con Oxfam, en Guatemala las comunidades se han enfrentado a las transformaciones del uso del suelo a causa de un ejercicio arbitrario de poder y legislación que ha permitido la sustitución de cultivos por monocultivos en manos de “terratenientes de poderosas familias guatemaltecas”. 

“Los bienes naturales no son vendibles, son heredados. El Gobierno está viendo que tenemos grandes riquezas y cada día va expropiando lo que es nuestro”, relata la lideresa maya quiché. 

Aunque existen leyes que protegen la autonomía de los pueblos indígenas sobre sus territorios, también se han tomado decisiones gubernamentales, como concesiones de megaproyectos o licencias sin consulta previa, que ponen en riesgo esta independencia. Con ello, llegan las amenazas a sus recursos y a sus territorios. Los cambios no han pasado desapercibidos. 

“Antes nos bañábamos en los ríos, había cantidades de agua, de nacimientos y no estaban cercados los bosques ni los ríos. Ahora ya no hay ríos como antes en la calle, ahora todos han sido tomados para beber. Los bosques cada día están siendo mercantilizados. Pareciera que vivimos en otro país”, relata Menchú. 

El liderazgo de las mujeres maya quiché 

Ante las injusticias y desigualdades a las que su padre se opuso, Silvia fue desarrollando su propio liderazgo. Producto también de las tradiciones de su pueblo respecto al cuidado de la Madre Tierra: “El territorio es la vida nuestra. Nosotras somos un componente más de los cuatro elementos de la naturaleza. Te hablo de la tierra, el fuego, el aire, el agua y el ser viviente. Si no tenemos ese pedazo del otro no podemos seguir con esta vida y, por lo tanto, con nuestra fuerza para la defensa”. 

Actualmente, Silvia Menchú es directora de la Asociación de Desarrollo de la Mujer K’ak’a Na’oj, Ademkan, un colectivo de mujeres indígenas feministas para la defensa del territorio y la lucha por los derechos sexuales y reproductivos. 

“Son momentos muy duros, prácticamente el liderazgo lo llevan los hombres, de las mujeres indígenas, somos muy pocas las que estamos en la vocería”, asegura Menchú. Aunque enfatiza en que en su comunidad siempre han existido los liderazgos femeninos, hasta ahora están ocupando espacios de poder y cargos decisorios. Como ella, actual presidenta del comité de agua de su comunidad. 

“Tenemos otras formas de vivir y es importante que vean que las mujeres indígenas tenemos otras necesidades aparte de las que se plantean en los espacios”, dice Silvia. 

Por su parte, Lydia Alpizar, codirectora ejecutiva de IM-Defensoras, asegura que: “En el trabajo de protección que se hace hay una sabiduría muy importante, ancestral, de las compañeras que son defensoras de tierra y territorio, indígenas y afrodescendientes; que colocan el cuidado y la vida en el centro y tienen prácticas ancestrales muy importantes de sanación”. 

Ante ello, el informe de Oxfam muestra que los ataques contra pueblos indígenas tienen una proporción mayor de daño pues están asociados a “la destrucción de lenguajes, valores, tradiciones, cosmovisiones milenarias, que se ven afectadas por la violencia empresarial y estatal”. 

Defensoras de los derechos de las mujeres 

Por otro lado, este liderazgo apuesta por la defensa de los derechos de las mujeres y los derechos sexuales y reproductivos que en muchas comunidades todavía no son reconocidos, como el aborto. Pese a que no ha recibido amenazas como lideresa, Silvia se ha sentido señalada, incluso por las mismas organizaciones indígenas, por ser “una mujer salida del marco indígena. No nos vemos bien, nos vemos como mujeres con una mezcla de pensamientos y dicen que ya perdimos nuestra cosmovisión”.

“Las mujeres han cumplido con una función de protectoras ancestrales de la tierra, del agua, del territorio y del bosque. Y yo diría que conforme hemos ido avanzando en las luchas feministas”, explica Alpizar. Pese a que el panorama no es favorecedor para ellas. El más reciente informe de Independent Delegation of International Lawyers mostró que el estado guatemalteco tiene una deuda histórica con las mujeres indígenas que han sido víctimas de violencia de género y sexual. 

“La criminalización generalizada de las personas defensoras de derechos humanos es un obstáculo para garantizar la rendición de cuentas y el Estado de Derecho”, reportó el informe. El desplazamiento también ha sido otra de las constantes contra los grupos indígenas. 

“Estar en estos espacios contribuye a la autonomía de las mujeres y a colocar en las agendas las necesidades diferenciales que tenemos”, explica Menchú. Para ella, a medida que se han organizando, se han expandido los liderazgos de mujeres junto a las preocupaciones por sus derechos. 

Mientras su padre abrió camino para el acceso a agua potable, energía eléctrica y saneamiento, ella y sus compañeras le han dado paso al reconocimiento de derechos para las mujeres, como la educación, el aborto o la salud menstrual. 

“Así como se siembra y se cosecha, el cuerpo también recibe una dignificación a través de nuestra decisión”, dice la lideresa. Sus reivindicaciones son también la muestra de las urgencias que tienen las mujeres guatemaltecas. 

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Autor

  • Periodista, politóloga en formación y feminista. Trabajó como periodista en EL TIEMPO y Portafolio. Integrante de la décima generación de la Escuela de Periodismo Multimedia de EL TIEMPO. Ha colaborado para medios como Rutas del Conflicto y Pacifista en temas de conflicto armado. También ha sido correctora de estilo para Dos Latinas y la Comisión de la Verdad. Con experiencia y afinidad en la investigación de temas de género, conflictos socioambientales, posconflicto y derechos humanos. Nominada en 2022 al premio Otto de Greiff por un especial multimedia sobre la persecución y el asesinato a lideres y lideresas afro e indígenas del Norte del Cauca.

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